El legado de Alfredo Kraus

Gala Kraus

Tras el último intento (fallido) en 2000 del Teatro Real por homenajear al Alfredo Kraus, se organizó un nuevo tributo, discreto y con menos pretensiones. Tal vez, como apuntó Joan Mataboch, para exorcizar viejos fantasmas.

Y resultó un acto contenido pero intenso, comedido pero emocionado y siempre oportuno e insuficiente. Recordar a Alfredo Kraus quince años después de su muerte, es también rememorar años de posicionamiento, Aquellos en los que era imposible imaginar el gusto simultáneo por Kraus y por Domingo y que hacía de los krausistas guardianes de la pureza y de la técnica. Escuchar a Kraus acercaba a la exclusividad y alejaba de las masas, los grandes sellos discográficos, o los masivos recitales en plazas públicas.

Escuchar hoy al Maestro continua siendo un acto de exclusividad. Es un íntimo y secreto gozar de cualidades poco frecuentes. De emociones gallardas que el sábado, al volver a escucharle, provocaba en alguno de sus fieles el estremecimiento y la agitación que solo evoca la perfección.

En el recital Legado de Alfredo Kraus, participaron algunos de los que fueron alumnos del Maestro. Simón Orfila, Mariola Cantarero, Javier Franco, Ana Lucrecia García, Isabel Rey, Antonio Gandía y Yolanda Auyanet. Todos ellos acompañados al piano poe Patricia Barton.

El recital terminó con la hija de Kraus, Paticia, que interpretó una versión de “Je crois entendre encoré”, de Los pescadores de perlas. Estuvo acompañada al piano por Cherardo Cantanzaro y Enrique Barbaro en el contrabajo eléctrico.