Gloriana, el Real presenta la nueva era isabelina

Gloriana, el Real presenta la nueva era isabelina

Gloriana 2 en el Real
Gloriana 3 en el Real


Gloriana 4 en el Real
Gloriana 5 en el Real


Gloriana 6 en el Real
Gloriana 7 en el Real

Hija de Enrique VIII y Ana Bolena, Isabel Tudor fue desposeída, junto a su hermana María, de sus derechos dinásticos y apartada de la vida en la corte. Fue Catalina Parr, última esposa de su padre quien, además de ocuparse de su formación humanística, consiguió que Enrique VIII firmara antes de morir el Acta de Sucesión por la que las dos hermanas recobraban sus derechos al trono por detrás de su hermano Eduardo. Tras la muerte de Eduardo VI, con apenas 15 años, y de María I sin descendencia, Isabel I fue coronada reina de Inglaterra el 15 enero de 1559.Estos ingleses tienen costumbres muy peculiares, celebran todo tipo de acontecimientos, incluso los de estado, con actos culturales. Esta fue la propuesta de Britten a la Casa Real Británica, componer una gran ópera sobre Isabel I para celebrar la coronación de Isabel II. Pero hacer una encargo a Britten tenía sus riesgos. Los personajes de sus obras no eran precisamente amables y el resultado final no pudo ser más inadecuado para el momento y para el tipo de público.
El ocho de junio de 1953 todo estaba dispuesto en la Royal Opera House de Londres ante un auditorio formado por políticos, aristócratas y diplomáticos. Gloriana se estrenó entre la frialdad y las malas críticas hacia un compositor que, por aquel entonces, y gracias al éxito de obras anteriores, había despertado las envidias de gran parte del mundo artístico británico, además de la homofobia en una sociedad donde la homosexualidad no estaba permitida. Una Inglaterra que vivía la exaltación nacional tras la victoria en la Segunda Guerra Mundial y que veía en la coronación de su nueva reina poco menos que el inicio de una nueva y grandiosa era isabelina, no entendió las claves que Britten había utilizado para la composición de esta obra. Esperaban una música superficial, pomposa y laudatoria del personaje y lo que Britten compuso fue una obra oscura y compleja, un reflejo psicológico de una historia de amor entre una mujer añosa, ella tenía 67 años, y un joven de 32 y la soledad del que ostenta el poder absoluto.La partitura, que fue compuesta con gran celeridad para su estreno, se ocupaba de todos los detalles, incluso ajustarse a la pronunciación del inglés de la época. Está llena de momentos de gran inspiración, como la magnífica, aunque breve, obertura o las subtramas orquestales que muestra la oscuridad que esconde ese momento.
Gloriana no es una obra cordial. El libreto de William Plomer está basado en la obra Elisabeth & Essex. A Tragic History, de Lytton Strachey, que no ofrece un retrato banal sino bastante complejo de la reina. Isabel I es presentada por Britten de manera muy elogiosa, es inteligente, astuta, y refinada, gran cazadora y amante de las artes, que proliferaron durante su reinado, ambiciosa, de carácter fuerte y mente brillante y que ejerce un dominio absoluto del mundo masculino que la rodea. Pero también es un personaje frustrado, celosa, envidiosa e iracunda.

La escenografía de David McVicar presenta un escenario alegórico y lleno de simbolismos alusivos a la trama. Todo los elementos escénicos, el vestuario de Brigitte Reiggenstuel, inspirado en los trajes de época hasta el último detalle y de una riqueza extraordinaria, la iluminación de Adam Silverma y la escenografía de Robert Jones, actúan como potenciadores de una partitura que puede estar al nivel de Peter Grimes o Billy Budd. Una combinación perfecta de tradición y vanguardia, también en lo musical.

Ivor Bolton dice que él no es director de compositores sino de obras que le entusiasman. Creo que se puede decir que Britten le entusiasma pues, tras el flamante Billy Budd de la temporada pasada, la lectura que hace de esta obra le convierte en todo un especialista en Britten. La partitura está llena de músicas y danzas evocadoras de la época isabelina. Recuerdan a Purcell o a Dowlan, lo que hace de Bolton, gran conocedor de estas músicas renacentistas y con capacidad para desmenuzar la importante orquestación de la obra, la batuta más apropiada para dirigir a la Orquesta Titular del Teatro. Consigue extraer de los profesores momentos brillantes y de gran expresividad, tanto en los pasajes más íntimos como en los de mayor intensidad dramática. Dirige con gran precisión y es el final, en ese largo parlato de la reina en el que se despide sin cantar, uno de los momentos de mayor intensidad y emoción.

Para interpretar un personaje de Britten hay que tener casi más facultades dramáticas que vocales. Anna Caterina Antonacci realiza un gran esfuerzo para dar vida a un personaje histórico de semejante carácter. Su voz ya no tiene el volumen y el brillo de antes, pero sus recursos escénicos son casi infinitos, expone de manera magistral los distintos momentos emocionales y vitales de una protagonista llena de aristas y dobleces, por lo que esta Isabel I queda sobrada y perfectamente retratada con su actuación.

Leonardo Capalbo interpretó a un Robert Devereux o Conde de Essex bastante correcto. Su voz es agradable y su personaje resultó lo bastante convincente.
El resto de comprimarios estuvieron a muy buen nivel. Resaltar las intervenciones de Sophie Bevan, como Penelope, Duncan Rock, en un animado Lord Mountjoy y una espléndida Elena Copons.

Impecable la actuación del Coro, imponentes en los pasajes de máxima exaltación y, sobre todo, en momentos complicados como la escena de la mascarada. Magnifica también la participación de lo Pequeños Cantores de la JORCAM.

Un éxito más del Teatro Real que tiene es estas obras menos conocidas, su mayor fortaleza y las clásicas de repertorio, las que menos están entusiasmando al público.