Werther de Jules Massenet en el Palau Les Arts

Werther

Werther se ha representado por primera vez en El Palau de les Arst de Valencia, en el transcurso de cinco representaciones. La Orquesta de Comunitat Valenciana, magníficamente dirigida por el húngaro Henrik Nánási, ha sido la gran triunfadora. Los resultados tanto en el plano vocal como escénico han sido más discretos.

Jules Massenet (1842 –1912) llegó a componer hasta veinticinco óperas siendo las más conocidas y representadas Manon (1884), Werther (1892) y Thaïs (1898). También cabe citar otros títulos como Le Cid (1885), Esclarmonde (1889), La Navarreise (1894), Le Jongleur de Notre-Dame (1902) y Don Quichotte (1910). Ya, en 1880, Massenet comenzó a barajar la idea de componer una ópera basada en la obra de Goethe Die Leiden des jungen Werther (Las desventuras del joven Werther) de 1774.

Durante un viaje que el compositor junto a su editor Georges Hartmann realizaron a Bayreuth, en 1886, para escuchar Parsifal, tuvieron ocasión de visitar la ciudad de Wetzlar cerca Frankfurt, donde Goethe había escrito su obra. Es, a partir de entonces, cuando Massenet inicia la composición de Werther, con un libreto de Édouard Blau, Paul Milliers y Georges Harmant, quienes adaptan la obra de Goethe, dándole mucha más relevancia al personaje de Charlotte, la mujer idealizada por Werther, por la que siente una incontrolable pasión amorosa. Una vez concluida la composición en junio de 1887, Massenet la ofreció a La Opera-Comique de París, cuyo director Leon Carvalho la rechazó por considerar que el argumento era demasiado triste para interesar al público.

Finalmente, la ópera traducida al alemán, se estrenó con gran éxito en el Teatro Hofoper de Viena el 16 de febrero de 1892. La versión en francés fue estrenada en La Opera de Ginebra el 27 de diciembre de 1892 y el 16 de enero de 1893 se produjo el estreno en La Ópera-Comique de París, donde fue alabada por la crítica aunque recibida con reticencias por el público.

La ópera tuvo una gran aceptación en los principales teatros de todo el mundo. Durante la primera mitad del Siglo XX, fue representada con cierta regularidad en Francia y de manera más intermitente en el resto del mundo, destacando la extraordinaria creación de Werther realizada por el gran tenor francés Georges Thill, junto a la magnífica Charlotte de la soprano Ninon Vallin, que puede escucharse en la grabación discográfica de 1931, dirigida por Elie Cohen al frente de la Orquesta de La Ópera-Comique, remasterizada en CD por EMI en 1989 y aún con mejor sonido por NAXOS en 2000.

Han transcurrido ochenta y seis años y aquella grabación de Werther continua siendo una auténtica referencia. La versión en italiano de Werther tuvo como gran protagonista a Tito Schipa, quien ya la interpretó en Liceu de Barcelona, en diciembre de 1918, y mantuvo en su repertorio durante tres décadas, existiendo muchas grabaciones de la famosa aria del Acto III “Pourquoi me reveiller” en italiano “Ah! Non mi ridestar” y también del aria del Acto I “Allors, c’est bien ici…O Nature” en italiano “Allor sta propio quá…..O natura” y una selección de la ópera junto a la Charlotte de la mezzo Gianna Pederzini grabada en 1940. Schipa fue el modelo de otros tenores italianos como Giuseppe Di Stefano, Ferruccio Tagliavini, Cesare Valletti y Carlo Bergonzi que interpretaron esta ópera en puntuales ocasiones durante los años cincuenta y sesenta del pasado siglo.

Sin embargo, el auténtico resurgir de Werther se produjo cuando el gran Alfredo Kraus la incorporó a su repertorio, en enero de 1966, en el Teatro Municipale de Piazenza, cantada en italiano; aunque pronto el tenor canario interpretará la versión en francés, cuyo primer testimonio es la toma en directo realizada en el madrileño Teatro de la Zarzuela en 1969, donde Kraus compartía reparto con la exquisita Charlotte de Victoria de Los Angeles, quien ese mismo año había intervenido en una magnífica versión discográfica realizada por EMI, junto al excelente Werther del gran tenor sueco Nicolaï Gedda, dirigidos de manera espléndida por Georges Prêtre, al frente de la Orquesta de la Ópera de París. Alfredo Kraus interpretó Werther durante treinta años, en innumerables representaciones por todos los grandes teatros del mundo, compartiendo repartos con magníficas Charlotte, entre ellas: Tatiana Troyanos, Teresa Berganza, Elena Obraztsova, Regine Crespin, Frederica von Stade o Martha Senn.

Numerosas tomas en directo tanto en audio como en video, acreditan la extraordinaria interpretación que Alfredo Kraus realizó de Werther, existiendo también una referencial grabación discográfica, con excelente sonido, realizada en estudio por EMI, en 1979, con dirección orquestal de Michel Plasson al frente de la Orquesta Filarmónica de Londres, donde Kraus compartía reparto con la excelente Charlotte de la mezzo Tatiana Troyanos. El Werther de Alfredo Kraus, sintetiza el estilo aristocrático de Georges Thill con el colorido vocal de Tito Schipa. Después de Kraus cabe destacar las interpretaciones realizadas por Roberto Alagna y Jonas Kaufmann. El tenor francés Jean François Borras, quien ha interpretado Werther en las funciones del El Palau de Les Arts, tuvo su gran oportunidad al sustituir a un indispuesto Jonas Kaufmann, en el transcurso de una representación de Werther, en 2014, en el Metropolitan de Nueva York, ello supuso su debut en este papel que ha interpretado con cierta frecuencia en los últimos años.

El Werther representado en el valenciano Palau de Les Arts, es una coproducción de este Teatro y la Ópera de Montecarlo, con dirección escénica de Jean Louis Grinda, y escenografía de Rudy Sabounghi, con la presencia, desde el mismo comienzo de la Ópera de un gran espejo donde se refleja un Werther de ensangrentada camisa. Súbitamente el espejo se rompe, es atravesado por el protagonista y su troceada moldura se desplaza a los extremos del escenario, volviendo a recomponerse en diferentes momentos: la preciosa escena del “Claro de luna” en el Acto I y en todo el Acto IV, con el que finaliza la representación.

La historia es mostrada a modo de un largo flach-back, empezando por el final, donde Werther contempla el trágico desarrollo de su vida en los últimos seis meses, que constituyen el período de tiempo entre su propia muerte y el momento en que se siente atraído por su ideal femenino representado por Charlotte. El modo de relatar la historia es interesante, aunque resulta un tanto fallido, ya que este procedimiento narrativo típicamente cinematográfico (recuerda el utilizado por Billy Wilder en sus famosas películas: Perdición y El crepúsculo de los dioses) requiere la continua presencia escénica del protagonista, algo que no ocurre en Werther.

El escenario que aparece en los dos primeros actos es el jardín de la casa donde vive Charlotte y como fondo un bosque de verdes colores en el arranque del verano donde transcurre el Acto I, que deriva a las ocres tonalidades del otoño durante el Acto II. El escenario del Acto III, resulta muy convencional, con una gran sala en la casa matrimonial de Charlotte, cuyos elementos principales son un clavicordio, y una iluminada vitrina que contiene una colección de pistolas. La escenografía solo adquiere relevancia al comienzo del Acto IV, con una proyección donde puede verse la figura frontal de Charlotte, con un rostro desencajado, dentro del marco reconstruido de ese gran espejo, corriendo sobre la nieve hacia la casa de Werther.

Poco acertada esa presencia de celestiales angelitos, con sus correspondientes alas, que aparecen rodeando a Werther y Charlotte al final de la ópera. Tampoco la iluminación consigue dar realce a la sencilla escenografía.

En una ópera como Werther, donde el entramado orquestal resulta fundamental siempre imbricado en la acción dramática: La Orquesta de la Comunitat Valenciana fue la gran triunfadora de estas representaciones, espléndidamente dirigida por el húngaro Henrik Nánási, quien consiguió extraer de todas las secciones orquestales, expresivas sonoridades, que ya se ponen de manifiesto en la ejecución de la obertura inicial con momentos de gran tensión dramática en la ejecución de ese tema musical recurrente, que traduce la pasión que Werther siente por Charlotte y que enlaza con los bucólicos acordes que muestran ese otro tema también recurrente de la naturaleza, con brillantes intervenciones solistas del violín concertino.

El sonido orquestal resultó verdaderamente sublime en la interpretación de “El Claro de Luna” en el Acto I, que se convierte en el tema musical esencial de la ópera, y donde destacó de sobremanera el sonido de los violonchelos.

Magnífica la respuesta orquestal en el transcurso del Acto III, en el acompañamiento de las arias de Charlotte, con especial referencia a las intervenciones del saxo, en la segunda aria “Va! Laisse couler mes larmes!” y también las intervenciones de los chelos y el arpa en la famosísima aria de WertherPourquoi me reveiller”. Resaltar la gran interpretación orquestal de la obertura del Acto IV, que lleva por subtítulo “La nuit de Noël”. Magnífica prestación del corno inglés dándole realce a los pasajes de mayor tensión dramática. Excelente sonido de los metales en especial de las trompas. Destacar el solo de órgano como coda conclusiva del dúo de Charlotte y Albert en el Acto II. Solo cabría reprochar un excesivo volumen del sonido orquestal, que, en algún momento, tapó a las voces.

Werther es una ópera de verdadero lucimiento para los dos protagonistas a través de numerosas arias y ariosos, junto a cuatro grandes dúos. En su interpretación de Werther, el tenor francés Jean Louis Borrás, mostró adecuación idiomática y estilística, con una voz lírica de bonito timbre y aceptable volumen, aunque algo ligera y que solamente adquiere rotundas dimensiones en el registro agudo. En sus intervenciones se echó en falta más variedad de acentos, que dotaran a su canto de auténtica expresividad. Realizó una notable interpretación llena de melancolía en ese canto a la naturaleza que constituye el recitativo-aria “Alors, c’est bien ici……Ô nature, plein de grâce” del Acto I. Ya, en el Acto II, mostró en su aria “Un autre est son époux!” ese grado de frustración que le produce ver a Charlotte ya casada con Albert.

Borrás ofreció sus mejores momentos en la famosa aria “Pourquoi me reveiller” insertada en el gran dúo del Acto III con Charlotte, interpretada por la mezzo Anna Caterina Antonacci, quien muestra su gran calidad de interprete al penetrar plenamente en la psicología del personaje, aunque con una voz bastante agostada, con un importante vibrato en todos los registros, escaso volumen y una gama de graves prácticamente inaudibles. Estas carencias se hacen patentes en sus dramáticas intervenciones del Acto III: el aria de las cartas “Werther! Werther…Qui m’aurait dit la place” aceptablemente resuelta, y mostrando auténticos problemas en “Va! Laisse couler mes larmes!» tan exigente en el registro grave.

Muestra una matizada línea de canto en el precioso dúo con Werther del “Claro de Luna” en el Acto I, en comparación con la interpretación más plana de Jean François Borras. Antonacci también está notable en el dúo final con Werther, donde Borrás abusó de las notas afalsetadas, con perdida de afinación en alguna de ellas.

Muy bien la Sophie de Helena Orcoyen, una voz ligera de timbre penetrante y bien proyectada, que se luce en su recitativo-aria del Acto I “Frère, voyez le bouquet….Du gai soleil, plein de flamme”, donde muestra una juvenil alegría ligando bien las frases y ofreciendo unos magníficos agudos. También destaca su interpretación en el dúo con Charlotte “Bonjour, grand soeur!» del Acto III, donde su alegría y desenfado contrasta con la tristeza de su abatida hermana.

Muy discreta la interpretación del bajo-barítono Michael Borth, como Albert, mostrando auténticas limitaciones en un papel de cierta exigencia, sobre todo en el aria “Elle m’aime elle pensé a moi” del Acto I o en el dúo con Charlotte “Trois mois! Voici trois mois” del Acto II, donde se ponen de manifiesto sus carencias vocales e interpretativas.

Aceptable interpretación de Alejandro López como Le Bailli (El magistrado padre de Charlotte). Exagerada caracterización de Moisés Marín y Jorge López interpretando respectivamente a los borrachos Schmidt y Johann, con una notable interpretación de su dúo “Vivat Bacchus, Semper vivat” en el arranque del Acto II, que suele cortarse, pero que si está incluido en esta producción.

Buenas interpretaciones de los niños de La Escolania de la Mare de Déu dels Desemparats y de las niñas de La Escola Coral Veus Juntes de Quart de Poblet.

Texto: Diego Manuel García Pérez
Fotografías: Tato Baeza