Scholl

Diez años son muchos si de lo que se trata es de volver a escuchar a Andreas Scholl en el Teatro Real. Lo hizo el pasado 22 de abril. Acompañado esta vez por su mujer, Tamar Halperin, al clave, y por Tiziano Bagnati, laud y Marco Frezzato, violonchelo. Todos ellos capitaneados por el violinista Stefano Montanari cuyo virtuosismo mágico le llevó a la más pura interpretación barroca realizando variaciones y fraseos imposibles llenos de originalidad. Su dominio del instrumento es absoluto. No en vano es autor del Metodo di violino barocco.

El repertorio estuvo dedicado en su parte instrumental a Salvatore Lanzetti, con su Sonata para violonchelo y bajo continuo en Sol mayor, op. 1 núm. 7. Vivaldi, con dos Sonatas en trío en Do mayor, RV 82 y RV 85. Y la Sonata para violín y bajo continuo en Re mayor, op. 5 núm. 1 de Arcangelo Corelli. Momento este en el que Stefano Montanari asombró a todos, incluido el propio Scholl, con su dominio endiablado del instrumento.

La parte vocal del recital estuvo compuesta por obras de Händel, Cantata Nel dolce tempo, HWV 135b y Cantata Sento la che ristretto, HWV 161a. De Caldara, Cantata Da tuoi lumi y Cantata Vaghe luci y los anónimos L´ocasión delle mei pene, La biondina, que fue repetido en el único bis de la noche, y La farfalle.

Tres palabras definen la interpretación de Andreas Scholl en este recital, técnica, fraseo y expresividad. Un fraseo generoso y bien perfilado, perfecta dicción, importante volumen de voz y de extensión considerable. Una voz purísima y cálida, de gran sensibilidad interpretativa y facilidad para el matiz más sutil. Por algo está considerado, so sin razón, uno de los mejores intérpretes de su cuerda.

CarlosMena

Es la de contratenor una de las voces por la que aquí más nos interesamos cuando tenemos ocasión. Influye también el gusto por el repertorio al que este registro vocal pertenece casi por entero. El contratenor era la figura que sustituía a las mujeres que entonces no podían entrar en los teatros ni templos. Bach lo arreglaba con un coro de niños que lo cantaba todo, ya que no fue hasta el clasicismo cuando se llegó a un equilibrio vocal, sobre todo los compositores y óperas napolitanos y, principalmente, Mozart. Con el que los distintos papeles y voces conformaron la nueva tendencia operística, también en lo vocal.

La voz de contratenor actual es de un registro alto, de cabeza y una voz que el cantante ha trabajado duramente para desarrollar un falseado casi natural. Con dos tipos principales de voz, alto y bajo. En tiempo de castratis se denominaban altus y bassus. El altus derivó posteriormente en lo que se conoció después como contralto. Y la figura de castrati desapareció a principios del siglo XX.

El nuevo impulsor de esta cuerda, el británico Alfred Deller (1912-1979), rescató este repertorio barroco y su original tesitura en la segunda mitad del siglo XX. Todo un portento si tenemos en cuenta que su formación para conseguir llegar a este registro fue totalmente autodidacta.

Deller tenía una voz más bien pequeña, pero bien afinada, suave y matizada. Su gran expresividad llamó la atención de un público que tenía de nuevo la oportunidad de escuchar este repertorio en la voz para la que se escribió en origen. Además del repertorio barroco, popularizó de nuevo canciones tradicionales inglesas.

Muchos son los contratenores que actualmente podemos disfrutar en el panorama internacional. El mediático Philippe Jaroussky, ejemplo de contratenor alto, el alemán Andreas Scholl, de exquisita técnica vocal, Max Emanuel Cencic, extraordinaria voz de contratenor bajo.

Pero vamos ha centrarnos en una de las más excepcionales voces. Por su sensibilidad y pulcritud estética, Carlos Mena es el principal exponente español de esta selecta cuerda. Estudioso de las obras hasta llegar a lo más profundo de su musicalidad, sus interpretaciones rebosan equilibrio y delicadeza. Si tienen oportunidad, no duden en escucharle en directo y disfrutar.

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