Annalisa Stroppa

La mezzosoprano italiana Annalisa Stroppa vuelve en abril a la temporada de Amigos Canarios de la Ópera (ACO) para cantar por primera vez la ópera de Ponchielli; será en el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria, antes de su regreso al San Carlo de Nápoles para meterse en la piel de Giovanna Seymour de Anna Bolena de Donizetti.

Confiesa que adora cantar en España. “Tengo una gran conexión con el público español y es siempre una gran alegría sentir su enorme cariño, que es absolutamente recíproco”, asegura Annalisa Stroppa. Sin duda los teatros españoles han sido testigos de grandes veladas de la mezzo italiana en las que ha interpretado algunos de los roles más emblemáticos de su repertorio: desde que debutara en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona con Rosina de Il Barbiere di Siviglia en 2014, en España ha vivido las mieles del éxito con personajes como Carmen, Adalgisa (Norma), Ascanio (Benvenuto Cellini), Siébel (Faust), Dorabella (Così fan tutte) o Nicklausse (Les contes d’Hoffmann) en escenarios como los del Teatro Real, Abao Bilbao Opera, Teatre Principal de Palma (Mallorca), Teatro Calderón de Valladolid, el propio Liceu barcelonés y, por supuesto, la Ópera de Las Palmas de Gran Canaria, a la que regresa para asumir por primera vez el papel de Laura de La Gioconda, de Ponchielli. Será los días 18, 20 y 22 de abril en el Teatro Pérez Galdós de la capital grancanaria.

Annalisa Stroppa está viviendo un gran momento artístico en una temporada en la que ha conquistado público y crítica con su versión de Léonor de Guzman en La Favorite en el Festival Donizetti de Bérgamo (Italia) y en la Opéra de Bordeaux (Francia), además de cantar la Missa in tempore belli, de Haydn, en el Teatro alla Scala de Milán dirigida por Pablo Heras-Casado.

Stroppa define a Laura como a una “figura atormentada, de alma buena, que tiene el corazón dividido entre el deber conyugal y su amor sincero por Enzo Grimaldo. Por convenciones sociales de la época se ve obligada a casarse con un aristócrata veneciano muy poderoso, Alvise Badoer, mayor que ella y a quien no ama; Laura y Gioconda son rivales porque aman al mismo hombre, uno correspondido y el otro no: y sin embargo logran sublimar su rivalidad, feroz para Gioconda, más romántica para Laura, en una especie de hermandad femenina; se trata en definitiva de un rol bellísimo, de tintes veristas, que afronto por primera vez y que requiere una vocalidad extendida y de carácter apasionado; estoy encantada de poder debutarlo para imprimirle todo mi temperamento y en la temporada de ACO en el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas, donde recuerdo con especial cariño grandes noches operísticas vividas con personajes como Carmen o Dorabella en Così fan tutte”, concluye la mezzo italiana.

La ópera de Ponchielli se ofrecerá en una nueva producción con dirección de escena de Carlo Antonio de Lucia y musical del maestro Roberto Rizzi Brignoli al frente de la Orquesta Filarmónica de Las Palmas y del Coro del Festival de Ópera.

Junto a la Laura de Annalisa Stroppa, cantarán la soprano María José Siri en el rol de Gioconda, mientras que Francesco Pio Galasso será Enzo Grimaldi, Yulia Mennibaeva La Cieca, Roman Burdenko Barnabá y Simón Orfila Alvise, entre otros.

Fotografía © Michele Monasta

Annalisa Stroppa

Una de las cantantes italianas más consolidadas del circuito lírico internacional, la mezzosoprano Annalisa Stroppa, regresa este mes de junio a Palma para despedir la temporada del Teatre Principal de la capital mallorquina. Lo hará con los papeles de La Musa, Nicklausse y La voix de la tombe, de la ópera de Offenbach Les contes d’Hoffmann en su vuelta al repertorio francés, en el que ha conseguido recientes éxitos como en la inauguración de la temporada del Teatro Massimo de Palermo con Carmen, de Bizet, cuyo rol titular también ha interpretado ante el público mallorquín.

Stroppa afirma sentirse “encantada” de meterse en la piel del estudiante Nicklausse, apariencia terrena de la musa de la poesía, quien intenta guiar, reconducir y hacer ver la realidad al enamoradizo Hoffmann. “Adoro interpretar personajes masculinos de vez en cuando”, comenta la mezzosoprano: “es un reto que me divierte y me apasiona; como mezzosoprano he interpretado varios roles en travesti, como Orfeo, Cherubino, Hansel, Roméo, Siebel, Stéfano o Ascanio. A Nicklausse ya le conozco, porque tuve la suerte de debutarlo hace dos temporadas en el Teatro San Carlo de Nápoles. Es un personaje que tiene un peso especial en esta apasionante ópera tanto a nivel escénico como vocal. Además en Palma se recuperarán algunas escenas que suelen cortarse”.

Stroppa debutó en Palma en “un momento delicado”, comenta, “justamente en marzo de 2020, antes de que la pandemia paralizara el mundo. Esa Carmen fue la última producción que canté antes de vivir ese momento tan difícil para la humanidad en el que tantas personas fallecieron especialmente en mi tierra, Brescia (en el norte de Italia), que en un primer momento fue el epicentro de la enfermedad en Europa. Me ayudó a superarlo el recuerdo de la maravillosa acogida del público mallorquín, por lo que tengo unas ganas enormes de reencontrarme con esa audiencia tan apasionada con un rol tan diferente al de hace dos años y en una tierra tan hermosa como la de las Islas Baleares; cantar en España es siempre una gran alegría: amo a su público, a sus fantásticos teatros, la comida, la gente y los bellísimos paisajes”, concluye. La producción de Les Contes d’Hoffmann (8, 10 y 12 de junio) cuenta con la dirección de escena de Vincent Huguet y musical de la maestra china Yi-Chen Lin.

Annalisa Stroppa concentra gran parte de su carrera en el repertorio belcantista (Rossini, Donizetti, Bellini) y en el del romanticismo francés, pero en sus próximos compromisos se abre al primer Verdi y a su Preziosilla (La forza del destino en el Festival Verdi de Parma) y además interpretará su primera Laura en La Gioconda, de Ponchielli, en Verona. Todo ello antes del importante debut con Léonor de Guzmán, la protagonista de La Favorite en el Festival Donizetti de Bérgamo, el certamen más importante del mundo dedicado al compositor italiano.

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Vincenzo Bellini (1801-1835)
Tragedia lírica en dos actos
Libreto deFelice Romani, basado en la obra Norma, ou l´infanticide (1831) de Alexandre Soumet
Nueva producción del Teatro Real
D. musical: Marco Armiliato
D. escena: Justin Way
Escenógrafo: Charles Edwards
Figurinista: Susan Willmington
Iluminador: Nicolas Fischtel
Coreografía: Jo Meredith
D. coro: Andrés Máspero
Reparto: Hibla Gerzmava, Annalisa Stroppa, John Osborn, Fernando Radó, Berna Perles, Juan Antonio SanabriaLlega al Teatro Real Norma, de Bellini, en una nueva producción propia. Lo hace coincidiendo con Siegfried, de Wagner, al que no le gustaba precisamente la ópera italiana y que, sin embargo, mostraba una gran admiración por el maestro italiano. Concretamente era Norma una de las obras por las que el maestro alemán mostraba mayor interés. Norma trascendía el bel canto, contaba con algunos elementos nuevos y plenos de romanticismo y capacidad expresiva. El declamato-cantato belliniano que en Norma alcanzaba su máxima expresión, donde las arias no son menos importantes que los diálogos y la manera, casi en forma de duelo, en los que se enfrentaban los distintos personajes mediante duetos y tercetos, dejando así de lado la tradicional sucesión de arias virtuosas que definían hasta ese momento la tradición de ópera italiana.Los personajes de esta obra, sobre todo su protagonista Norma, tienen múltiples caras. Algunas incluso contradictorias, lo que les otorga ese halo enigmático que llena el argumento de intrigas y situaciones románticas, con las que Bellini y su libretista Felice Romani pretendían hacer llorar de emoción a su público.En esta producción del Teatro Real, la escenografía de Justin Way repite el ya clásico teatro dentro del teatro, situado en la Italia anterior a la reunificación. Pero la escenografía, que está llena de originalidad y numerosos guiños a los decorados de 1831, cuando se estrenó en la Escala de Milán, se presta a cierta confusión entre las dos escenas que se combinan y que no quedan muy bien diferenciadas.Marco Armiliato ha sido el encargado de sustituir a Maurizio Benini. El cambio puede que haya ganado en sonoridad y volumen, pero quizá haya perdido matices y delicadeza. Norma es una de esas óperas por excelencia, que definen por si solas lo que es este género.

La partitura es de gran riqueza y, al mismo tiempo, sencilla. Su orquestación es de una gran delicadeza. No pretende acompañar al cantante, sino servirles de delicado colchón. Esta es sin duda una de sus mayores dificultades a la hora de abordarla, tanto para la orquesta como para los cantantes.

En esta ocasión el Teatro Real presenta dos repartos de gran altura. En este ensayo general asistimos a un segundo de extraordinario nivel que promete unas funciones de gran calidad interpretativa. Es la primera Norma a la que se enfrenta la rusa Hibla Gerzmava y la aborda con valentía. Posee un buen volumen de voz y gran dramatismo. Además de esa ligereza que exige el personaje, brilló en el duetto con Adalgisa, en el que empastaron a la perfección.

La Adalgisa de Annalisa Stroppa es sin duda la voz más claramente belcantista del reparto. Su línea de canto está muy bien definida, frasea con delicadeza y con intención belliniana. Dibuja una Adalgisa llena de sensibilidad y expresividad. Elegante siempre sobre el escenario, destacó en el duetto con Norma y el terceto del segundo acto, logrando algunos momentos de brillante lirismo. No en vano es una experimentada Adalgisa.

Otra de las voces más acertadamente belcantistas es la del Polione del estadounidense John Osborn. Sus características vocales son muy adecuadas para el personaje y para este estilo de declamato belliniano.

El resto des reparto está a gran altura. A destacar Fernando Radó, como Orobeso. Bien la Clotilde de Berna Perles y el Flavio de Juan Antonio Sanabria.
El Teatro Real acierta con esta obra del repertorio clásico que es un respiro para el aficionado tras haber asistido al interminable y descontextualizado Siegfried.

Texto: Paloma Sanz
Fotografías: Javier del Real
Vídeos: Teatro Real

Annalisa Stroppa

La mezzosoprano italiana vuelve al coliseo madrileño ahora con la ópera de Bellini e interpretando a uno de sus personajes favoritos en una temporada que también la llevará a actuar en Nápoles, Piacenza, Florencia, Festival de Savonlinna en Finlandia y al Festival Arena de Verona.

Adalgisa es un personaje de una pureza extraordinaria”, afirma la cantante italiana Annalisa Stroppa ante su próximo compromiso madrileño con la ópera Norma de Vincenzo Bellini. Nacida en Brescia, Stroppa se ha impuesto en las programaciones de los grandes teatros del circuito internacional y ahora acaba de llegar a Madrid para iniciar los ensayos de la ópera belliniana, cumbre del bel canto romántico, que ha programado el Teatro Real. Con dirección de escena de Justin Way y con Marco Armiliato en el podio, Annalisa Stroppa asumirá el rol de la joven sacerdotisa los días 4, 7, 10, 13, 17 y 19 de marzo en el escenario madrileño.

Cada vez que interpreto a Adalgisa disfruto de las vivencias de esta joven sacerdotisa atrapada en las redes de su primer amor. En ella todo es etéreo y la veo como una gran soñadora que, sin embargo, madura a lo largo de la ópera debido a la realidad a la que se enfrenta, muy lejana a sus fantasías, a causa del engaño de Pollione. Se trata de un personaje plagado de matices que procuro transmitir sumergiéndome en todos los sentimientos que el compositor plasmó en la partitura”, continúa la mezzo italiana. “Desde el punto de vista vocal es un rol difícil de interpretar y, al mismo tiempo, maravilloso; tengo claro que la belleza e ingravidez de las melodías de Bellini ayudan a que afloren los sentimientos más íntimos y profundos del ser humano; el suyo es sin duda el canto del alma, razón por la que adoro su música”, concluye.

Annalisa Stroppa conoce muy bien el personaje de Adalgisa, puesto que lo ha interpretado en grandes escenarios como los del Teatro Massimo de Palermo, el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, el Calderón de Valladolid, el Teatro Verdi de Padua, el Staatstheater Wiesbaden, el Carlo Felice de Génova, el Colón de Buenos Aires, la Bayerische Staatsoper de Múnich o el Teatro San Carlo de Nápoles.

La mezzosoprano italiana se muestra entusiasmada de volver a España, un país, asegura, en el que se siente “como en casa. Me encanta la comida, el idioma, el carácter de la gente… Y es uno de los pocos países en los que, a pesar de la pandemia que tan negativamente ha afectado a la sociedad, ha sabido defender la cultura con teatros abiertos, los cuales están haciendo grandes esfuerzos para seguir adelante con sus programaciones con todas las medidas de seguridad necesarias. Por eso siento unas ganas inmensas de regresar ante el público madrileño”.

Tras su paso por Madrid, Annalisa Stroppa seguirá con su agenda internacional que la llevará al Teatro San Carlo de Nápoles para dar vida a Suzuki en Madama Butterfly, además de cantar el Requiem de Verdi en el Teatro Municipale de Piacenza, el rol de Preziosilla de La forza del destino en el Maggio Musicale Fiorentino, su aclamada Rosina de Il barbiere di Siviglia en el Festival de Savonlinna en Finlandia y Fenena de Nabucco en el Festival Arena de Verona.

Fotografía © Silvia Lelli

Annalisa Stroppa

Teatro Real

Annalisa Stroppa, Carmen

Pocos personajes tienen tanta afinidad con la vocalidad de la mezzosoprano italiana Annalisa Stroppa como la protagonista de Carmen de Bizet. La ha cantado en diversos escenarios desde que la debutó en 2011 en el Teatro Sociale di Trento (Italia) para retomarlo en el Opéra-Théâtre de Limoges (Francia), el Festival de Bregenz (Austria) o la temporada Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria, siempre siendo aclamada por la crítica y por el público. Según explica, se muestra encantada de regresar a España, “más todavía con un personaje tan fascinante como la gitana de Bizet y en el montaje de Calixto Bieito, lleno de desafíos para sus intérpretes”.

La cantante de Brescia subraya que, para ella, este mito andaluz representa “a una mujer de una modernidad excepcional; es coherente con sus ideas, un ser libre que cree firmemente en todo lo que hace y sigue sus propias reglas hasta las últimas consecuencias, incluso hasta el punto de sacrificar su vida. Es un personaje que tiene muchísimas facetas, todas complejas y a la vez fascinantes. No debemos quedarnos con la idea estereotipada de la cigarrera femme fatal, porque Carmen es mucho más que eso; es un ser fuerte y vulnerable al mismo tiempo y, en definitiva, un caramelo para artistas a las que nos gusta vivir intensamente las emociones de los roles que interpretamos”.

Y si la vocalidad del papel le va como anillo al dedo, considera que su afinidad con el personaje lo acerca mucho como mujer e intérprete.

La obra se ofrecerá en el Teatre Principal de Palma, en Mallorca, los días 1, 4, 6 y 8 de marzo, con el valenciano Manuel Coves en el podio ante la Simfònica de les Illes Balears.

Después de su debut mallorquín, Annalisa Stroppa ofrecerá actuaciones en Verona, Múnich, Wiesbaden, Bregenz y Budapest, además de debutar en el Festival de verano de Savonlinna, en Finlandia.

Annalisa Stroppa

Teatre Principal, Palma

Fotografía: Carmen Bregenz

Annalisa Stroppa

Después de conseguir un gran éxito en la Carmen del pasado curso de la Temporada Alfredo Kraus de los Amigos de la Ópera de Canarias (ACO), Annalisa Stroppa regresa en mayo a Las Palmas de Gran Canaria para interpretar a la deliciosa Dorabella, una de las protagonistas de la coral Così fan tutte, una obra maestra de Mozart y de la trilogía que el compositor de Salzburgo realizara junto a Lorenzo Da Ponte como libretista. Stroppa, que ha interpretado a la simpática hermana de Fiordiligi en el Teatro Regio de Turín (Italia, 2018), en la Saatsoper de Viena (Austria, 2016), en la Opéra de Rouen-Normandie (Francia, 2016) y en el Teatro Verdi de Sassari (Italia, 2013), afronta el personaje “con especial ilusión”, ya que se trata “de uno de los papeles más interesantes de los concebidos por Mozart para la cuerda de mezzosoprano”.

Para Stroppa, Dorabella “es una mujercita que comienza a comprender que en el juego del amor nadie está completamente seguro. La obra, una comedia de enredos con una visión que hoy en día que podría tildarse incluso de machista, propone un divertido engaño a dos hermanas enamoradas a quienes les intercambian sus prometidos. Dorabella es la primera en caer, quizás por ser la más ingenua. En todo caso posee una música maravillosa y arias, dúos y números de conjunto son entrañables”.

Annalisa Stroppa consiguió hace precisamente un año, en la pasada temporada en Las Palmas de G. C., un gran éxito como protagonista de Carmen de Bizet. “Este es un personaje completamente diferente, y me encanta que el público canario pueda verme en esta faceta más cómica y relajada. Me encantó cantar allí y es un honor regresar. Estoy segura que los amigos de ACO conseguirán un nuevo éxito con esta fantástica ópera de Mozart”.

Stroppa regresa a Canarias procedente de Múnich, donde ha sido Suzuki de Madama Butterfly y Adalgisa de Norma, parte de una agitada agenda que también la ha llevado a Nápoles (Les contes d’Hoffmann), Berlín (Il Barbiere di Siviglia), Padua (La Cenerentola) o Buenos Aires (Norma), un periplo que, después de Las Palmas continuará en el festival de las Chóregies de Orange (Don Giovanni), Parma (Nabucco) y Hamburgo (La Cenerentola).

Info:

http://www.annalisastroppa.it/  

http://www.operalaspalmas.org

Foto © Víctor Santiago

Con estas palabras Annalisa Stroppa define al personaje de la ópera Norma de Bellini que defenderá los días 2, 4, 5 y 7 de diciembre en su esperado regreso al Teatro Colón de Buenos Aires: “Adalgisa es un papel fascinante que se enfrenta a Norma por amor, pero a quien se une al comprender el drama que atraviesa”.

La mezzosoprano italiana debutó en el mítico escenario argentino en agosto de 2012 de la mano de Riccardo Muti (I due Figaro, Mercadante). “Cantar en el Colón es una gran experiencia para cualquier músico o cantante, ya que se trata de uno de los teatros con mejor acústica de los que he escuchado, siendo además una sala inmensa y de impresionante belleza”. Stroppa no ha vuelto a actuar en Argentina desde ese ahora lejano debut. “Ha pasado mucho tiempo y muchos personajes desde esos inolvidables I due Figaro que llevamos a varias ciudades con el maestro Muti y que marcaron el comienzo de mi carrera, por eso me hace especial ilusión que el entendido público de Buenos Aires pueda escucharme en el momento vocal que ahora estoy viviendo y que me ha permitido ir ampliando mi repertorio”, apunta la cantante. La intérprete italiana, sin duda una de las mezzosopranos que más está dando que hablar en el panorama internacional, se ha metido en la piel de Adalgisa de Norma en varios escenarios, desde el Teatro Massimo de Palermo al Gran Teatre del Liceu de Barcelona, pasando por el Staatstheater Wiesbaden –junto a Edita Gruberová–, el Teatro Verdi de Padua o el Carlo Felice de Génova.

Annalisa Stroppa aterrizará en Argentina después de haber interpretado el personaje protagonista de Carmen este verano en el Festival de Bregenz (Austria), a Siébel de Faust de Gounod en la inauguración de la temporada del Teatro Real de Madrid y a Fenena de Nabucco en Padua. Entre sus próximos compromisos destacan su regreso a Padua con La Cenerentola, Il Barbiere di Siviglia en Berlín, su debut como Nicklausse de Les Contes d’Hoffmann en Nápoles, Madama Butterfly en Múnich, el Stabat Mater de Rossini en Verona y Così fan tutte en Las Palmas de Gran Canaria.

Annalisa Stroppa

Teatro Colon

Fotografía: Víctor Santiago

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Faust
Charles Gounod (1818-1893)
Ópera en cinco actos
Libreto de Jules Barbier y Michel Carré, basado en la obra Faust et Marguerite (1850)
de Michel Carré y en la obra homónima (1808) de Johann Wolfgang von Goethe.
Nueva producción del Teatro Real , en coproducción con De Nationale Opera & Ballet de Amsterdam
D. musical: Dan Ettinger
D. escena: Álex Ollé (La Fura dels Baus)
Colabora en dirección escena: Valentina Carrasco
Escenografía y vídeo: Alfons Flores
Iluminador: Urs Schönebaumm
D. coro: Andrés máspero
Reparto: Ismael Jordi, Erwin Schrott, Irina Lungu, John Chest, Isaac Galán,
Annalisa Stroppa, Diana Montague.
Coro y Orquesta titulares del Teatro RealHomúnculo se define como un ser con características humanas, generalmente deforme y creado artificialmente. Parece que fue el alquimista Paracelso quien primero utilizó este término para denominar a una criatura creada al intentar buscar la piedra filosofal. La teoría del homúnculo se aceptó hasta 1827, año en el que se descubrió la existencia del óvulo. Hasta ese momento, se pensaba que el esperma escondía un homúnculo u hombrecillo en miniatura para el que el óvulo solo servía de alimento.El homúnculo es también el elemento que ha servido de inspiración a La Fura del Baus, concretamente a su director Alex Ollé, para desarrollar la escenografía del Faust que nos presenta el Teatro Real en el estreno de su nueva temporada.Son varias las óperas de repertorio que se estrenaron con fracaso. Pero si hay una que se lleva la palma, sin duda, esa es Faust, de Charles Gounod. Su estreno en el Thèátre Lyrique de París el 19 de marzo 1859 resultó un estrepitoso fracaso. El público francés había tachado la obra de “poco vistosa”y, sobre todo, poco francesa. Todo ello a pesar de la enorme popularidad que en aquellos momentos despertaba la cultura alemana, siendo Goethe uno de sus emblemas. Donde sí triunfó desde el principio fue en Alemania. Como la adaptación de los libretistas Jules Barbier y Michel Carré, no profundizaba en los aspectos más filosóficos de una obra de culto para los alemanes, y se permitieron además el lujo de alterar el orden de importancia de algunos personajes, la obra se representó, hasta no hace demasiado tiempo, con el título de “Marguerite”. Fue a partir de su estreno en Alemania cuando comenzaron los éxitos de Faust. Se representó hasta la saciedad, todas las temporadas y en casi todos los teatros europeos. Tal era su popularidad que, un 22 de octubre de 1883, una nueva compañía de teatro quiso estrenar su primera temporada de ópera representando a Faust. Se trataba del Metropolitan Opera House.Faust es dual. Es una gran ópera de estilo francés que también tiene características de gran ópera alemana, como un importante coro, varios números de ballet, la épica de alguno de sus personajes o el tiempo que Gounod dejaba entre números para que el público pudiera aplaudir. Detalle éste, muy wagneriano.

Pero volvamos a la escenografía. Cuando se trata de La Fura dels Baus, sabemos de ante mano que el resto de elementos operísticos como voces, teatralidad, incluso la música, van a quedar en un segundo plano. A veces esto puede ser para bien o, como en el caso que nos ocupa, para mal.

Bajo el proyecto homúnculo se ha situado la escena en un gran laboratorio donde Faust persigue la idea de inventar un ordenador capaz de gestionar emociones. Frustrado e insatisfecho, acepta la oferta de su alter-ego, Mèphistophélès, que se presenta así como el mal necesario, el espoleador que rescata a Faust de su aburrimiento y le convence para vivir todo aquello a lo que cree haber renunciado hasta ese momento. Mèphisto, que aparece primero como estrella de rock, va evolucionando de manera camaleónica hasta convertirse en un cristo crucificado. Junto a ellos, un ejército de postmodernos soldados, barbies plastificadas que parecen desnudas, mujeres maduras con exagerados pechos y hooligans con sus uniformes de aficionados al fútbol. En definitiva, multitud de elementos conceptuales e ideas complejas que apenas tienen desarrollo o encaje a lo largo de la obra. Una escenografía que está llena de lugares comunes, los mismos de siempre.

La Fura ya no sorprende y solo es capaz de generar polémica cuando termina la función y empieza su bochornoso espectáculo de contaminación, ajeno por completo a cuestiones artísticas.

La dirección musical corría a cargo del debutante en el Teatro Real Dan Ettinger. El joven director israelí hizo valer su formación musical germánica y consiguió que desapareciera cualquier vestigio de ópera francesa. El volumen de sonido fue excesivo, perfecto para Wagner, pero no para Gounod. Faltó delicadeza, sobre todo en la obertura y en las arias de conjunto, donde se generó un cierto caos. Eso si, es un extraordinario director para los cantantes.

Este segundo reparto resultó equilibrado. Faust no es un papel fácil para un tenor. Tiene dos partes muy diferenciadas que parecen haber sido escritas para dos tenores de características diferentes. La primera corresponde a un Faust maduro y dramático y la segunda a uno joven y más ligero Faust. Ismael Jordi aborda el personaje con sumo cuidado en la primera parte, por su dramatismo y por precisar de una voz de mayor envergadura. Es en la obertura donde el tenor jerezano tiene más dificultades. El resto de la obra transcurre en una tesitura mucho más cómoda para él. Tiene momentos de tensión que solventa con acierto, como la cavatina o el hermoso dúo con Marguerite. Jordi se encuentra en un extraordinario momento vocal, siempre elegante y con una notable presencia escénica.

El Mèphisto de Erwin Schrott fue de una gran teatralidad, algo imprescindible en este personaje y esta producción. Siempre que estuvo en escena fue el protagonista. Su voz no llega a la tesitura requerida para este rol, pero no son fáciles de encontrar voces baritonales avisales. Su volumen es muy apreciable y su timbre agradable, pero algunos sonidos nasales afearon un poco su participación.

La Marguerite de Irina Lungu, personaje algo desdibujado en la ópera con respecto al texto de Goethe, es una joven delicada e inocente. Desde este punto de vista estuvo bien interpretada por Lungu. Su voz no es muy grande, pero si suficiente y bien timbrada.

John Chest, como Valentin, fue uno de los grandes afectados por el volumen de sonido de la orquesta. Apenas se le escuchó.

Siébel, personaje juvenil y romántico, estuvo muy bien interpretado por la italiana Annalisa Stroppa. Hermoso timbre y una voz esmaltada y tersa que gustó mucho al público, sobre todo en su aria “Faites-lui mes aveux”.

La veterana diana Montague construyó una Marthe simpática y con carácter. El complemento perfecto para un Faust con aspiraciones cómicas.

El coro tuvo una actuación estelar. Si empieza así la temporada, no se que va a dejar para el anillo. ¡Fantástico!.

Un inicio de temporada un tanto irregular. Pero esto no ha hecho más que empezar.

Texto: Paloma Sanz
Fotografías: Javier del Real
Vídeos: Teatro Real

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Vive entusiasmada por una profesión para la que se ha preparado respetando los tiempos. Sin prisa, como hacen quienes conocen y aman la lírica. Su voz tersa y esmaltada y su expresividad sobre el escenario, han conseguido que sea cada vez más reclamada en los escenarios y por los directores más importantes del mundo. Extraordinariamente cercana, Annalisa Stroppa hechiza con su encanto y energía, dentro y fuera de escena.Brío Clásica: Cuéntenos un poco cómo fueron sus inicios en el mundo de la lírica.

Annalisa Stroppa: La verdad es que desde que era una niña tenía las ideas bastante claras: de mayor quería ser cantante!!

Pero en realidad ha sido un camino gradual y un objetivo que nunca había imaginado conseguir; lo soñaba, lo deseaba, lo esperaba, pero finalmente llegó!!! Entré en el mundo de la lírica pasito a pasito, tras conseguir primero mi diploma en el conservatorio y después ganar diversos concursos de canto en Italia e internacionales, que para mí eran muy importantes porque confirmaban que iba en la dirección correcta y a su vez me animaban a seguir por el mismo camino. Empecé cantando recitales de cámara, después pequeños roles operísticos y poco a poco personajes más protagonistas y en contextos, teatros y producciones cada vez más importantes. También empecé a hacer mis primeras audiciones en teatros, pero el verdadero trampolín fue indudablemente mi primer rol protagonista a nivel internacional, que fue Cherubino en I due Figaro, de Mercadante, bajo la dirección del maestro Muti… Muy pronto me ofrecieron la gran oportunidad de debutar la Rosina de Il Barbiere di Siviglia en la Ópera de Roma con la dirección del maestro Bruno Campanella, y de ahí me vi en los mejores teatros del mundo ¡Un sueño hecho realidad!

B.C: ¿Cómo fue el momento en el que descubrió que tenía un instrumento propio?

A.S: Empecé a acercarme a la lírica gracias a mis abuelos, con quienes pasaba muchas tardes al salir del colegio; ellos escuchaban a los tres tenores (Domingo, Pavarotti y Carreras) y también a Mario del Monaco. ¡Sí, todos tenores! Gracias a ellos empecé a descubrir las grandes arias de ópera y trataba de imitarlos. Así descubrí que tenía una voz importante, especial, y de ahí nació el deseo y la voluntad de ser cantante. Recuerdo que a la edad de 8 y 9 años cantaba “ Nessun dorma”, “O sole mio”,” Parlami d’amore Mariù”, “Un’amore così grande”!!! Ahí descubrí que la naturaleza había sido generosa conmigo y me había dado una voz especial; tenía dentro de mí un tesoro que no podía estropear sino aprender a utilizarlo de la mejor manera. De mi abuela paterna heredé la voz y de la abuela materna, la pasión por la lírica. No tuve que construir mi voz; la voz estaba ya ahí de forma natural, puesta y colocada, obviamente para desarrollarse; por eso estudié mucho y trabajé la voz muchísimo hasta hoy mismo, porque nunca se finaliza de estudiar, pero tengo que decir que tuve la suerte de tener voz, que siempre he considerado como un gran don.

Al principio, siendo casi adolescente, me dijeron que para estudiar canto era todavía muy joven, que mi voz no estaba totalmente cambiada a la voz adulta, y por eso empecé a estudiar música; me admitieron en el Conservatorio para estudiar piano y después, alrededor de los 20 años la voz estaba finalmente lista y madura para afrontar el estudio de canto, además tenía ya a mis espaldas una buena preparación musical en la que pude apoyarme y empecé a estudiar canto en el Conservatorio de Brescia, mi ciudad natal (cerca de Milán).

Estudiaba en el Conservatorio y al mismo tiempo preparaba los exámenes de la universidad y trabajaba unas horas enseñando música en una escuela de primaria. Cuando pienso en ello aun no entiendo como pude con todo; creo que fue porque tuve una gran fuerza de voluntad para sacar energía para afrontar todo. Tengo que decir que siempre he tenido el buen ejemplo de mi familia; ellos me enseñaron el espíritu del sacrificio y del trabajo para conseguir lo que quería. Aunque era duro y muy cansado amaba todo lo que hacía, la docencia a niños, mis estudios en la universidad y sobre todo cantar!!!

Adoro esta profesión; cantar no es solo parte de mí, sino que envuelve mi vida en 360 grados y es maravilloso haber podido realizar mi sueño. No podía imaginarlo porque no se puede entender una cosa hasta que no la vives en primera persona; aún con todas las dificultades y la lejanía de mis seres queridos (esta carrera te obliga a estar muchos meses fuera de tu casa), cuando salgo al escenario y sé que he dado lo mejor de mí, el aplauso del público recompensa todo el esfuerzo. Después de años de estudio me veo en los carteles de los mejores teatros del mundo y eso es una gran satisfacción. Me siento de verdad muy afortunada porque he conseguido hacer, de mi pasión, mi trabajo, y doy gracias por ello. Me siento realizada, soy muy feliz y espero seguir adelante así por muchos años.

B.C: ¿Cómo se produjo su selección a cargo de Muti para debutar en el Festival de Salzburgo? ¿Fue este un momento de inflexión en su carrera?

A.S: Sí. Tuve la magnífica oportunidad de que me escuchara en una audición la señora Cristina Muti y el director del Teatro de Ravenna Angelo Nicastro. Hasta aquel momento había cantado solo conciertos y algunos roles pequeños. La audición fue bien y me propusieron hacer de “cover” en la producción de la Betulia Liberata di Mozart (Carmi) dirigida por el maestro Muti en Salzburgo. Justo después me propusieron estudiar el rol de Cherubino en I due Figaro para presentarme a las audiciones de ese personaje específico en las que estuvieron presentes también el maestro Muti y el regista Emilio Sagi, y me adjudicaron el rol!!

Así, I due Figaro de Mercadante coincide con mi primer rol protagonista a nivel internacional. Un maravilloso rol en travesti. El estreno en escena tuvo lugar en Austria, en el prestigioso escenario de la Haus für Mozart de Salzburgo en 2011; después el espectáculo se repuso en el Teatro Alighieri de Ravena, en 2012 en el Teatro Real de Madrid y en el Colon de Buenos Aires.

Formaba parte de un estreno absoluto de una ópera redescubierta y nunca representada hasta ese momento en el prestigioso Festival de Salzburgo, un evento del que estaban pendientes todo el mundo de la ópera!!

Naturalmente estaba muy emocionada porque sentía que aquel momento representaba mi punto de partida; era absolutamente desconocida y me presentaba de golpe en el panorama internacional. La verdad es que me siento muy agradecida al maestro Muti y a todos los que contribuyeron en ser elegida porque esto me dio la oportunidad de aprender y crecer muchísimo como artista. Tengo un recuerdo muy bonito del final de la primera función, con una enorme satisfacción ¡Lo había conseguido! Digamos que fui capaz de romper el hielo con fuerza y firmeza.

Después de años de estudio y de mucho sacrificio aquí estoy, en teatros importantes, como en la maravillosa inauguración de la Scala dirigida por Riccardo Chailly o ahora en el Teatro Real; en España también he tenido la suerte de cantar en el Liceu de Barcelona, en Bilbao, en Valladolid, en Manorca y en Las Palmas de Gran Canaria.

B.C: ¿Cómo describiría las características de su voz?

A.S: Soy una mezzosoprano lírica. Afronto principalmente roles de bel canto y de repertorio francés. Creo que este repertorio se adapta perfectamente a mi vocalidad y a mi carácter. Me gusta espaciar entre los diversos autores para que mi voz se adapte bien a la vocalidad y a la escritura de cada compositor.

B.C: Su repertorio es muy amplio. Va desde Rossini a Verdi, pasando por Mozart. Rossini requiere agilidad, Verdi, dramatismo y Mozart, un poco de todo. ¿Con cuál de ellos se siente más cómoda en la interpretación?

A.S: Autores del siglo XVIII, como Mozart, o como Rossini que es posterior, han sido un bálsamo para mi voz, sobre todo durante el periodo de estudios y en los primeros años de carrera. Se aprende a cantar “sul fiato”, a reconocer la importancia de la palabra en los recitativos, el fraseo, el “legato”; todos estos elementos también forman parte de los estilos que siguieron más tarde y por eso volver de tanto en tanto a Mozart y Rossini es siempre un placer. En cuanto a Verdi por el momento me he acercado solo con la Meg de “Falstaff” y Fenena de “Nabucco”. Me siento muy cómoda con los personajes que he ido incorporando, como comentaba antes respecto del repertorio francés del siglo XIX.

Pero si tuviera que escoger un compositor en este momento me inclinaría por Bellini porque su música exprime algo superlativo combinando pocas notas en un modo magistral. Bellini amaba y conocía las voces y tenía una capacidad inimitable para apelar a los grandes sentimientos: es pura poesía que toma forma gracias al “legato”, la pureza del sonido, el arte del declamado, permitiendo al intérprete utilizar una vasta gama de colores vocales. Roles como Adalgisa o Romeo vocalmente cubren una extensión muy amplia, requiriendo uniformidad en la voz desde las notas graves a las extremadamente agudas; además, un excelente “legato” exigiendo mucho dominio de las agilidades. Me encanta la pureza de su línea melódica y la riqueza de sentimientos que traspasa cada una de las notas de sus obras. Intento atesorar esta escritura valorizándola con el fraseo, el “legato” y la “messa di voce”.

B.C: ¿Qué características técnicas resaltaría de cada uno de los compositores citados a la hora de abordar su música?

A.S: Todo tipo de repertorio se afronta con la misma técnica de base, pero aparte de eso hay en cada caso hay que utilizar de manera diversa nuestro instrumento. Verdi exige decididamente mayor “pulpa” –o peso específico– y hay que traspasar una orquestación muy diferente de un Mozart o un Rossini, por ejemplo. El mismo discurso es válido para el bel canto o para el “verismo”. La voz es como un guante que se adapta a diversas exigencias. Rossini, Bellini y Donizetti, con tipos de escritura y estilos diversos, tienen en común el hecho de que aman y valorizan las voces y que dejan al intérprete una gran libertad para acomodarse al acompañamiento orquestal que los sostiene. Los cantantes son como atletas en este repertorio en el cual se debe asumir todo con la pureza del sonido, aspecto que no es tan evidente en otros compositores. Todo está en el fraseo, en el “legato”, en la “messa di voce”, en la importancia de la palabra: Rossini se distingue por los declamados y la coloratura, Bellini per su inigualable pureza de su línea melódica y Donizetti per el corte dramático, la profundidad psicológica –y patética– de sus personajes actuando con una nueva sensibilidad romántica. Donizetti fue el precursor directo de Verdi.

B.C: ¿Cómo prepara Annalisa Stroppa un nuevo rol y cuáles son los criterios de selección?

A.S: Creo que para escoger nuevos roles o autores solo hace falta escuchar tu propia voz y respetar las posibilidades de la voz en cada momento: la voz te guía y te indica el repertorio más correcto y más sano para afrontar.
Nunca he tenido la pretensión de poder cantar todo porque creo que conociendo bien tu voz es cuando puedes exigirle un esfuerzo y dar el máximo de ti.
Cuando estudio un nuevo rol me meto de lleno en el estudio del libretto y de la partitura encontrando mi forma personal de interpretar el personaje.

En cuanto a las tramas basadas en temas históricos, como Anna Bolena por ejemplo, me documento todo lo que puedo para hacerme una idea precisa de cómo fue el personaje histórico y qué carácter tenía con el fin de dar mi propia caracterización, ya sea interpretativa que vocal.
Creo que este es un aspecto maravilloso de mi trabajo, es decir, dejar mi huella y parte de mi haciendo mío cada personaje que afronto.

B.C:- Está en Madrid para participar en Faust, de Gounod, en el estreno de temporada del Teatro Real. Háblenos de esta obra y de su personaje, Siébel, que tiene momentos de gran belleza y lirismo.

A.S: Gounod te captura y te enamora con una melodía extraordinaria, hipnótica, sensual, irresistible; pone en música la prosodia francesa en un modo sublime. Fausto es una ópera de una extraordinaria belleza, muy rica en distintos aspectos: en ella encontramos una mezcla de canto narrativo (casi declamado), valses corales, momentos conmovedores, una gran intensidad expresiva e intimismo lírico; por eso tantos compositores de la segunda mitad del “Ottocento” se inspiraron en él: entre ellos Massenet, Bizet, Debussy o Ravel.

Gounod se basa en una historia que desde hace siglos ha inspirado no solo a músicos y libretistas, sino también a poetas, novelistas y pintores. La fascinación de esta historia está ligada probablemente a los temas universales que trata, como la lucha entre el bien y el mal, la fe, el amor, la fugacidad de la vida terrenal; en definitiva, verdaderos motivos, propios de nuestra cultura y que son magistralmente tratados por el compositor.

En la ópera Sièbel, el personaje que yo interpreto, es bellísimo y positivo, leal, con una presencia constante y sensible junto a Marguerite; ha prometido a su hermano, que tuvo que irse a la guerra, de velar por los suyos y Sièbel es efectivamente el único que la apoya hasta el final. Seducida y abandonada por Faust, despreciada por todos, y maldecida por su hermano Valentine, solo Sièbel le sigue siendo fiel y solo le reconforta la fe. Sièbel por su parte prueba un amor puro por Marguerite, de hecho le dedica la primera aria, que es preciosa: “Faites-lui mes aveux”, en la que le traspasa su carácter romántico y juvenil con el entusiasmo y la alegría de un joven que derrotó la maldición de Mefistófeles, quien después de haber mojado su mano en agua bendita, puede recoger flores para su amada sin que estas se marchiten.

Entre los roles que he afrontado, he tenido la suerte de interpretar varios en travesti.

Para una mujer interpretar un rol masculino es todo un reto como actriz. Procuro siempre observar lo más posible las actitudes y movimientos de los hombres, desde los niños (pienso en Hänsel) hasta los adolescentes (por ejemplo Cherubino o Romeo), o hombres más maduros (como Ascanio o Orfeo), y trato de encontrar el modo de sumergirme lo más posible en el rol que debo interpretar. ¡No es fácil pero es posible! Lo importante es conseguir identificarte con el personaje y todo lo demás, el movimiento, la voz y las indicaciones del director de escena, viene un poco solo.

Mi primer rol en travesti fue Cherubino en I due Figaro de Mercadante, y después he podido meterme en la piel del Cherubino mozartiano, de Orfeo en Orfeo ed Euridice,de Gluck, de Stéphano en Roméo et Juliette de Gounod, y también Hänsel en la encantadora fábula de los hermanos Grimm Hänsel y Gretel con música de Humperdinck. La pasada temporada interpreté Ascanio en Benvenuto Cellini de Berlioz y Roméo en I Capuleti e i Montecchi.

En el Teatro Real cantaré Sièbel de Faust, así que podríamos decir que tengo ya ocho roles en travesti en mi repertorio.

Estoy muy emocionada porque en la próxima temporada debutaré Nicklausse de Los Cuentos de Hoffman en el San Carlo de Napoli.

B.C: La escenografía de Faust está a cargo de Alex Ollé, al frente de La fura dels Baus. Las escenografías de Ollé suelen ser muy potentes, ¿Qué le parece y cómo se desenvuelve en ella? En general, ¿qué tal se lleva con los directores de escena?

A.S: Se trata de una puesta en escena no tradicional, sino moderna, innovadora y muy interesante. Fausto no es un doctor en la búsqueda de la juventud eterna, sino un científico que trabaja en un centro de investigación. La primera escena representa un laboratorio con una cámara estéril detrás de un vidrio en la que se ven científicos con trajes herméticos que están flotando entre tanques y contenedores en los que se vislumbran figuras humanas. Los médicos y las enfermeras cruzan constantemente el escenario. Sièbel es un joven médico en prácticas. Cuando el proyecto llega a un punto muerto y frustrante, Fausto recurre a Mefistofele y en la siguiente escena la vida del científico cede el paso a sus aventuras con la contrafigura demoníaca.

La lectura de Faust de La Fura dels Baus te hace reflexionar sobre la comprensión de la época contemporánea y pone de manifiesto el reflejo de los deseos interiores del individuo, equilibrado entre el deseo y la frustración, entre el autocontrol y la unidad; no es solo la lucha entre el bien y el mal como realidades externas, sino también entre estos impulsos inherentes dentro de una misma persona. En Fausto, de hecho, convive el mismo Mefistofele. Al final de la ópera, Mefistofele vestirá la misma ropa de Fausto, revelando así su naturaleza de alter ego del protagonista.
Hay que subrayar la importancia determinante de las proyecciones en vídeo y de la iluminación; el color dominante es el rojo, que representa la pasión, la sangre, el vino, la transformación milagrosa del agua en vino, que aquí se invierte sacrílegamente, etc…

Hoy en día la dirección de escena tiene cada vez más importancia; tengo la suerte de trabajar siempre con directores de escena fantásticos.

En general estoy siempre bien dispuesta porque pienso que de los directores de escena pueden llegar indicaciones útiles para mejor tu propia expresividad. Para mí un buen director de escena es aquel que sabe que la música y el canto tienen que respetarse y adaptará su dirección al servicio de la música y del canto, poniendo a los intérpretes en las mejores condiciones para cantar.

Hoy en día ya no existe la idea de una dirección de escena estática; hay que mantener la ópera viva y actual para capturar la atención del público, y creo que esta es la fórmula ganadora.

B.C: ¿Hacia dónde se dirige su repertorio?

A.S: Por el momento querría seguir en mi terreno, que es el bel canto y el repertorio francés del “Ottocento”. Siento que mi voz se está ampliando y está adquiriendo cada vez más peso y quizá en el futuro podré afrontar también las grandes obras maestras de Verdi. ¡Veremos! Tiempo al tiempo. No quiero quemar etapas si no saborear todo el bellísimo repertorio de mi vocalidad para dar lo mejor de mí en este momento.

Por otro lado hago siempre la comparación con el vestirse, es decir, si tengo una talla “M” no puedo ponerme una “S” ni una “L”. Lo mismo vale para la elección del repertorio. Hace falta saber esperar y cambiar de talla solo cuando la voz te lo sugiere.

B.C: Aunque ésta es una carrera muy exigente y absorbente, una no se dedica solo a ella, ¿qué le gusta hacer cuando no está trabajando?

A.S: Mi pasión coincide con mi trabajo y eso es impagable!
Mi tiempo libre para dedicarlo a otras actividades es un poco limitado, pero cuando tengo, me gusta pasarlo con mis seres queridos.

Viajo mucho y durante las producciones estoy mucho tiempo lejos de casa, por eso aprovecho los momentos de pausa para gozar de la belleza de las ciudades que visito, apreciar las diferencias culturales, saborear la cocina local… me lo paso bien también en la cocina, así que experimento con nuevas recetas.

B.C: Usted tiene muy buenas dotes dramáticas sobre el escenario, ¿qué importancia tiene para usted la parte dramática de una obra y cómo canaliza toda esa energía hacia el público?

A.S: Para mi es fundamental que un artista dé su sello personal cuando interpreta un personaje para tratar de hacérselo suyo; es decir, estudiar el personaje en profundidad hasta llegar a los detalles y matices más profundos. Así se puede ofrecer una lectura que refleje nuestra personalidad y sensibilidad como artistas. Cuando interpreto a un personaje trato de interiorizarlo y meterme en él lo más posible para sentir en el escenario sus mismas emociones. Es maravilloso meterse en distintos personajes, cada uno con su personalidad y carácter, y hacértelos tuyos.

Mis estudios me han ayudado a no pararme en una visión superficial del rol que interpreto, si no meterme hasta el fondo para entender toda su complejidad y carácter, su psicología, su relación con los demás personajes de la ópera; trato de ofrecer un “alma” más que un cuerpo al personaje que interpreto. Es solo con un análisis escrupuloso cuando conseguimos que este tome forma. Además, me entusiasma entender la ópera que interpreto de una forma tridimensional, a partir del libreto, de los textos, de su contextualización histórica y de la ambientación. Solo así el rol te lo haces tuyo.

También pienso en la gente y en el público. Los intérpretes tenemos un rol importante en esto, ya que debemos emocionar, entusiasmar y hacer entender a quien nos escucha lo que el personaje dice, su estado de ánimo, etc…

Entre otras cosas tenemos el deber de acercar la ópera a un público cada vez más amplio; la educación y la sensibilización del público de hoy y sobre todo al del mañana es fundamental. ¡De hecho, es vital!

Es también importante enfatizar en la educación musical en las escuelas; hay que sensibilizar a los niños para que aprecien y conozcan nuestro patrimonio musical y operístico; deben aprender a gozarlo y quererlo.

Por otro lado, amo el contacto con el público porque es el que te da la fuerza, la energía, el calor que necesito cuando estoy en el escenario. El público es mi motor, una parte viva e integrante del espectáculo.

Entrevista: Paloma Sanz

Annalisa Stroppa

Después de inaugurar dos temporadas consecutivas el curso del Teatro alla Scala de Milán con Madama Butterfly y Andrea Chénier, la mezzosoprano italiana Annalisa Stroppa participará en septiembre en la inauguración del Teatro Real de Madrid como Siebel en el Faust de Gounod que levanta el telón del coliseo lírico español en un montaje de La Fura dels Baus (días 20, 23, 27 y 30 de septiembre y 3 y 6 de octubre). Antes, el próximo 1 de septiembre, el ciclo Música para Noches de Verano que organiza en Zaragoza el Gobierno de Aragón y que produce la asociación Ópera Aragón, vuelve a dar un impulso a la lírica internacional en la región con un recital con el que Stroppa debutará en la ciudad. Reciente triunfadora en el papel protagonista de la ópera Carmen en la temporada de Las Palmas de Gran Canaria -personaje que este verano retomará en el Festival de Bregenz (Austria) en la producción de Kasper Holten que ella misma estrenara el pasado verano-, Annalisa Stroppa interpretará en el Museo de Zaragoza, junto al piano de Aurelio Viribay, arias de ópera y canciones de Ravel, Massenet, Bizet, Granados, Rossini, Donizetti y Luna. De este último la cantante italiana ha querido incluir una romanza de zarzuela, “De España vengo”, de El niño judío.

En próximos compromisos, la consagrada mezzo italiana será Adalgisa de Norma en el Teatro Colón de Buenos Aires, Rosina de Il barbiere di Siviglia en la Staatsoper Unter den Linden de Berlín, Suzuki de Madama Butterfly en la Bayerische Staatsoper de Múnich y Nicklausse de Les contes d’Hoffmann en el San Carlo de Nápoles.

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Annalisa Stroppa

Annalisa Stroppa volverá al escenario de La Scala de Milán para la inauguración de la temporada 2016-2017, esta vez interpretando el delicado papel de Suzuki en Madama Butterfly, de la obra maestra de Puccini. «Estoy muy feliz y me siento muy honrada de poder participar en la prestigiosa apertura de la temporada de La Scala», dijo la mezzo nacida en Brescia, que a principios de este año ya cantó en el mismo teatro la Maddalena de Rigoletto.

Ahora regresa bajo la dirección del maestro Riccardo Chailly en una producción de Alvis Hermanis, con un papel que ya ha cantado en otras ocasiones: el de la fiel y confidente sirviente de la desafortunada Butterfly, un rol con el que hizo su debut en la Opéra Nacional de París, en la legendaria producción de Robert Wilson. Para la intérprete italiana «Suzuki es un personaje muy positivo, tierno y cómplice. La relación que se establece entre ella y Ciò Ciò San es absolutamente especial: Butterfly está sola, repudiada por familiares y abandonada por Pinkerton, y la única persona que está fielmente a su lado es Suzuki, quien, como si fuera una hermana, la entiende, la protege y la apoya hasta el final «.

Las representaciones de la popular ópera de Puccini en la Scala durarán hasta el 8 de enero; posteriormente Annalisa Stroppa participará en Falstaff -como Meg Page-, siempre en el escenario milanés, y bajo la dirección de Zubin Mehta; la ópera de Verdi se presentará en la aclamada producción dirigida por Damiano Michieletto.

Seguidamente a la mezzosoprano italiana le esperan compromisos con la Opéra de Monte-Carlo (Il Barbiere di Siviglia), con el Festival de Bregenz (Carmen) y, una vez más, con la Scala de Milán (Nabucco).

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Annalisa Stroppa

Los últimos compromisos de la cantan­te lírica italiana Annalisa Stroppa la han llevado con gran éxito ante el público del Liceu de Barcelona, el pa­sado mes de noviembre, para interpretar el pa­pel de Ascanio en la poco representada ópera de Berlioz Benvenuto Cellini, bajo la dirección de escena del Monty Python Terry Gilliam, y a la Israeli Opera de Tel-Aviv, entre el 12 de marzo y el 2 de abril, debutando como protagonista de La Cenerentola en la ópera homónima de Rossini.

En mayo la agenda de la joven mezzosoprano marcará su regreso a España para retomar el papel de la bella, coqueta y decidida Rosina, el personaje protagonista femenino de Il Barbie­re di Siviglia, también de Rossini, con el que de­butará en la temporada de la Asociación Bil­baína de Amigos de la Ópera (ABAO-OLBE) los días 14, 17, 20 y 23 de mayo.

«Estoy muy ilusionada con mi debut ante el público de Bilbao», comenta la cantante, «so­bre todo porque lo hago en un papel que quiero mucho y, más todavía, porque se hará en la cau­tivante producción del bravisimo director de escena Emilio Sagi, con quien ya he tenido la suerte de trabajar en diversas ocasiones. En la dirección musical estará el maestro José Mi­guel Pérez-Sierra, gran rossiniano y con quien trabajaré por primera vez».

El simpático -y difícil- personaje no es nuevo para Stroppa, el cual ha estado muy ligado a su trayectoria. Lo debutó en Roma en 2012 dirigida por toda una autoridad en el bel canto como es el maestro Bruno Campanella; más tarde ha reto­mado el papel en diversos teatros internacionales como la Deutsche Oper de Berlín, la Opéra de Lausanne (Suiza), el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, la Ópera de Tel-Aviv o el Teatro Fi­larmonico de Verona, obteniendo grandes aplau­sos y elogios de parte tanto del público como de la crítica, que la ha definido como «Magnífica» (Opera News), «Una Rosina de manual» (La Razón), «La mejor del cast» (L’ape musicale. com) y «Excelente: es un placer para la vista y para los oídos» (Teatrionline.com).

Futuros compromisos la llevarán de nuevo a España, cuando en junio cante en Menor­ca Fenena del Nabucco verdiano, y al Teatro Real de Madrid, en julio, como Enrichetta de I Puritani. Más tarde regresará al Teatro alla Scala de Milán (Italia), entonces como Suzuki de Madama Butterfly.

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Stroppa

Después de haber inaugurado la temporada 2015/16 con un doble debut, cantando el papel de Suzuki (de Madama Butterfly) en la Opéra National de Paris, la mezzosoprano italiana Annalisa Stroppa vuelve este curso ante el público del Gran Teatre del Liceu de Barcelona para interpretar el rol de Ascanio en la poco representada ópera de Berlioz Benvenuto Cellini. La cantante debutó en el coliseo catalán en 2014 como protagonista de la ópera inaugural del curso barcelonés, conquistando los corazones de público y crítica con su entrañable Rosina de Il barbiere di Siviglia, de Rossini. En la misma temporada regresó para ofrecer su intensa Adalgisa en la popular Norma de Bellini, luciendo una vez más su talento, el aterciopelado color de su voz y la calidez de su homogéneo registro.

Benvenuto Cellini será, sin dudas, uno de los éxitos de la temporada, ya que la ópera de Berlioz contará con la dirección de escena de Terry Gilliam, del célebre grupo de humor inglés Monty Python. Ante el podio de la Simfònica del Liceu estará el director musical del Gran Teatre, Josep Pons. Compartirán escenario con la cantante italiana John Osborn, Kathryn Lewek, Maurizio Muraro, Ashley Holland, Francisco Vas y Manel Esteve.

Después de su compromiso en Barcelona, Annalisa Stroppa viajará una vez más a La Scala de Milán para participar en Rigoletto (Maddalena), a Tel Aviv como la protagonista de La Cenerentola, para regresar a España, a Bilbao, con su Rosina de Il barbiere di Siviglia y al Teatro Real de Madrid para participar en I Puritani (Enriqueta de Francia).
Info:

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http://www.liceubarcelona.cat/temporada-15-16/opera/benvenuto-cellini/presentacio.html

Stroppa

La mezzosoprano italiana Annalisa Stroppa, después de inaugurar la temporada del Liceu de Barcelona el curso pasado, inaugurará la de la Opéra National de París en septiembre con un doble debut: será su primera actuación en la Opéra Bastille, en un rol pucciniano; lo hará como Suzuki, de Madama Butterfly, uno de los pocos papeles importantes concebidos por Puccini para la cuerda de mezzosoprano. «Hablamos de una de las óperas más representadas en el mundo, no solo por la belleza de la música, sino por la intensidad y magnitud de la historia que presenta y que toca los más profundos sentimientos humanos», afirma Stroppa. «Puccini se mete de lleno en el corazón humano en busca de los sentimientos sobre el amor. Habla de sentimientos que no tienen límites y que son universales». Como italiana, Stroppa ve esta historia ambientada en Oriente susceptible de que suceda en cualquier lugar y en cualquier época. «El drama de un amor imposible nos puede pasar a cualquiera, y no hablo solo del amor de una pareja, sino dos mundos y culturas tan diferentes: Pinkerton aparece como un estadounidense, superficial y cínico; ella, japonesa, es una joven, frágil y necesitada de amor; diría que el amor es su religión».

El éxito de la ópera va muy unida a la empatía que Butterfly despierta: «Sueña y vive en su propio mundo hecho de sentimientos y expectativas imaginarias. Vive un amor platónico, un sueño lejos de una realidad demasiado cruel. La música de Puccini refleja todo esto y hace hablar al corazón. También impresiona la relación que tiene con su padre muerto, que parece estar presente en cada acción y pensamiento: Cio-Cio-San tiene solo 15 años y su padre murió cuando era una niña. En Pinkerton ve el afecto que le faltó en su infancia y busca un hombre que puede protegerla y que la ame».

Suzuki tiene a su cargo, junto a Butterfly, uno de los momentos más hermosos de la ópera, el dúo de las flores: «Está empapado de exotismo y de inocente esperanza. Puccini nunca estuvo en Japón, pero fue capaz de reconstruir en este dúo un exotismo encantador en el que se respira el aroma de los cerezos en flor, un cuadro pictórico-musicales en el cual se entrelazan voces e imágenes». Suzuki, en realidad, «no solo es la sirvienta de Butterfly, es como una hermana para ella. A pesar de conocer la verdad se queda con ella hasta al final y la protege».

Annalisa Stroppa será Suzuki en París entre el 5 de septiembre y el 13 de octubre. Próximamente regresará a Barcelona como Ascanio en Benvenuto Cellini; será Maddalena en Rigoletto en La Scala de Milán, la protagonista de La Cenerentola en Tel-Aviv, Rosina de Il barbiere di Siviglia en Bilbao y la Reina Enriqueta de I Puritani en el Teatro Real de Madrid.

hola mundo

Annalisa Stroppa

La mezzosoprano italiana Annalisa Stroppa volverá a meterse este mes de abril en la piel de Rosina, el personaje protagonista de Il Barbiere di Siviglia, de Rossini, que tantos éxitos le ha deparado en su imparable carrera internacional. Lo hará en una nueva producción de la Fondazione Arena di Verona en el Teatro Filarmonico de esa ciudad italiana, un montaje coproducido con el Teatro Operabalet Maribor y el Maggio Musicale Fiorentino (días 12, 14, 16, 19 abril). «Me encanta este personaje, fundamental en el bel canto romántico, un estilo que me va muy bien a pesar de que exige gran calidad técnica e interpretativa, ya que es puro atletismo vocal», afirma la cantante que debutó el papel en Roma en 2012 y bajo la batuta de un reconocido belcantista como es el maestro Bruno Campanella. A pesar de su juventud la Rosina de Annalisa Stroppa ha calado hondo allí por donde va, repitiendo el éxito en teatros de ópera de Berlín, Lausanne, Barcelona o Tel-Aviv.

En este regreso a Rossini, Stroppa estará dirigida por el maestro Stefano Montanari en esta nueva producción con regia de Pier Francesco Maestrini. En próximos compromisos, Annalisa Stroppa cantará en el Teatro Regio de Turín (Hänsel und Gretel de Humperdinck), el Teatro alla Scala de Milán (Otello de Rossini) y en la Opéra National de París (Madama Butterfly de Puccini).

Stroppa

La mezzosoprano Annalisa Stroppa continúa su imparable carrera internacional asumiendo nuevos proyectos. Reconocida por su adecuación estilística al bel canto romántico, por su timbre prodigioso y por su fraseo, la intérprete italiana se ha ganado un lugar de excepción en los principales escenarios europeos. Después de comenzar el curso inaugurando la temporada en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona con su aplaudida Rosina (Il barbiere di Siviglia, Rossini) y de retomar el personaje en Tel-Aviv entre noviembre y diciembre, la joven cantante regresará en febrero a Barcelona para
interpretar a Adalgisa en Norma, de Bellini, papel que inmediatamente después, ya entrado el mes de marzo, también cantará en el Teatro Calderón de Valladolid. «Me encanta España», afirma la cantante: «Su arte, su cocina, la música, la lengua y su gente, siempre gentil y disponible. También adoro la música de Bellini; el suyo es el canto del alma. La melodía belliniana
consigue sacar los sentimientos más íntimos y profundos del ser humano, por esto estoy muy contenta de presentar mi Adalgisa al público catalán y de Valladolid; es un rol difícil, pero realmente maravilloso. Adalgisa es una jovencita atrapada en las redes de su primer amor, pero crece y madura durante la ópera. Es una chica soñadora, quien de pronto se encuentra de cara con la cruda realidad y el engaño de Pollione. Es fantástico poder darle voz a un personaje tan puro; cada vez que interpreto a Adalgisa intento trasmitir todos sus matices».

En marzo y abril Stroppa participará en una nueva producción de Cavalleria rusticana interpretando el sensual papel de Lola en el Festival de Pascua de Salzburgo compartiendo escenario con Jonas Kaufmann antes de volver a meterse en la piel de Rosina, esta vez en el Teatro Filarmonico de Verona. En el Teatro Regio de Turín, en mayo, será la protagonista de Hänsel und Gretel, mes en el que debutará en la Ópera de Tenerife interpretando a Smeton en Anna Bolena junto a Celso Albelo y Mariella Devia. En julio la espera uno de los hitos en su carrera: debutar en el Teatro alla Scala de Milán, siempre con una obra maestra del bel canto como es el Otello de Rossini dando vida al personaje de Emilia al lado de los tenores Gregory Kunde y Juan Diego Flórez.

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