Beatrice Rana

Beatrice Rana, caracterizada por Gramophone como una pianista de «fuego y poesía, imaginación y originalidad, temperamento y encanto, todo ello además de una intrépida dirección técnica», reúne dos sonatas monumentales en este nuevo álbum: La «Hammerklavier» op 106 de Beethoven y la «Marcha fúnebre» op 35 de Chopin.

Como explica Beatrice Rana, el álbum tiene su origen en la pandemia. Su actividad concertística había abarcado frecuentes interpretaciones de los conciertos de Beethoven, pero relativamente pocas de sus sonatas. «Con el confinamiento que me quitó la presión del escenario, decidí que realmente quería conocer más a Beethoven, pasar más tiempo con él. ¿Y cuál es la sonata más difícil, que requiere mucho tiempo de estudio? La «Hammerklavier», ¡por supuesto! Normalmente, con una agenda tan apretada y tantas piezas que aprender, no tengo tanto tiempo para experimentar.

«Realmente encontré una profunda conexión con esta música, especialmente por la época en la que aprendí la sonata: el aislamiento, el estar encerrado lejos del resto del mundo. El tercer movimiento [el extenso Adagio sostenuto] habla tanto de la soledad y la soledad, de adentrarse en uno mismo, un espejo completo de lo que yo estaba experimentando. Al mismo tiempo, el cuarto movimiento, con su gran fuga, me mostró que también había una posibilidad de escapar de esta condición.
«Es una pieza muy positiva, a pesar de que reflejaba mucho de lo que estaba pasando en aquel momento. Realmente me ayudó a superar la pandemia, y mi intento de aprenderla no tenía absolutamente nada que ver con la ambición de llevarla al escenario. Era sólo un experimento personal. Pero al final del encierro y de mi estudio de la ‘Hammerklavier’, dije: «Bueno, ¿por qué no?».

La relación de Rana con la sonata «Marcha fúnebre» de Chopin se desarrolló de forma muy distinta: «Aprendí esta sonata cuando era estudiante, y llevo diez años tocándola en el escenario, así que es un viaje mucho más largo. Y, por supuesto, mi relación con Chopin ha sido muy diferente a la que tengo con Beethoven». Señala que Chopin compuso la sonata en una época «en la que experimentaba con el sonido, las armonías y la estructura. Me parece tan visionaria… El cuarto movimiento es muy moderno, muy experimental. Sí, la de Beethoven es una sonata muy humana, pero la de Chopin lo es de un modo muy distinto. El trío en medio de la marcha fúnebre [el famoso tercer movimiento] es algo así como übermenschlich, como describiría un filósofo la superación de uno mismo de forma trascendental.

«Técnicamente, Beethoven y Chopin no tienen mucho en común, pero ambos experimentan. … Los últimos movimientos de las dos sonatas son experimentos al más alto nivel y de maneras completamente diferentes. En la de Beethoven, cada línea va a todas partes (¡la fuga!), y en la de Chopin las dos manos están paralelas durante todo el movimiento. Ese aspecto experimental está muy presente.

«Estas dos sonatas en si bemol trascienden la condición humana de maneras muy distintas, pero no del todo diferentes… Ambas tienen mucho que ver con el miedo a la muerte, con el miedo a la soledad. Cada una encuentra una solución de maneras diferentes».

Beatrice Rana

La Fundación Scherzo se complace en anunciar la vuelta de la pianista italiana Beatrice Rana al Ciclo de Grandes Intérpretes. La Sala Sinfónica del Auditorio Nacional recibirá a la intérprete de Copertino el próximo 17 de octubre, en la que será su segunda vista a nuestro ciclo.

Caracterizada por una sensibilidad única y una forma auténtica de entender la música, Beatrice Rana vuelve a Madrid para ofrecernos un programa atípico que dibuja algunas de las obras más misteriosas de compositores como A. Scriabin, M. Castelnuovo- Tedesco, C. Debussy y F. Liszt.

Se podría decir que es un programa que evoca la fantasía como forma y como género, comenzando por la Fantasía en Si menor op. 28 de A. Scriabin que, como algunas fuentes afirman, fue una obra olvidada por el propio compositor. Con claras influencias de
Chopin y Liszt, Scriabin dibuja un paisaje que, pese a vivir en fantasía, se consolida en la forma sonata con un solo movimiento de pirotecnia y virtuosismo.

Cipressi de Mario Castelnuovo-Tesdesco nos devolverá a un estado más reflexivo, en ocasiones rozando el llanto, que recuerda a esas músicas sefardíes que Castelnuovo- Tedesco debió escuchar en su infancia. La clara influencia de Liszt y Debussy se colpasan en una intrincada sucesión de texturas y armonías que nos sumergirán de lleno en un sueño de nostalgia y desolación.

No podía faltar en un programa tan pictórico la figura de C. Debussy. Si bien, en palabras de Cesare Pavese, la poesía es el arte más cercano a pintar con palabras, Debussy con su música representa la brocha de sonidos más clara que la historiografía musical nos ha regalado. La terrasse des audiences au clair de lune, Ce qu’a vu le vent d’ouest y L’Isle Joyeuse serán los tres cuadros que Debussy con su partitura y Beatrice Rana con su interpretación pintarán en esta velada.

Por último, la figura de F. Liszt, tan presente en las influencias de este recital, se personificará cual Mefistófeles en Fausto con una de las sonatas más endiabladas que existen: su Sonata para piano en Si menor. Una obra dedicada a R. Schumann que fascinó y horrorizó a partes iguales. Con el desgarrador virtuosismo del compositor de Raiding, Beatrice Rana clausura su vuelta a Grandes Intérpretes en un recital que, como todos los conciertos en este 2023 de nuestro ciclo, estará dedicado a Alicia de Larrocha en el centenario de su nacimiento.

El Ciclo de Grandes Intérpretes continuará el próximo 3 de noviembre con el concierto del pianista español Josu de Solaun. Por otra parte, el 15 de noviembre la Fundación Scherzo inaugurará en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional el Ciclo Horizontes con el recital del pianista y compositor Tito García.

Fundación Scherzo

El Ciclo Grandes Intérpretes, organizado por la Fundación Scherzo, ha reunido en el programa de su 24ª temporada a un puñado de los mejores pianistas de la escena musical internacional. Entre los meses de enero y noviembre de 2019, pasarán por el escenario del Auditorio Nacional de Música, artistas como Arcadi Volodos, Maurizio Pollini, Grigori Sokolov, Javier Perianes, Josep Colom, Beatrice Rana y Khatia Buniatiaskhvili (ambas debutantes en el ciclo), Anne Queffélec y Martha Argerich con la Kremerata Báltica.

El joven pianista sevillano Juan Floristán estrenará la nueva sección del ciclo, ‘Debut entre grandes’, con un recital que tendrá lugar el 11 de septiembre de 2019. En los diez conciertos de Grandes Intérpretes se podrán escuchar obras de Schubert, Rachmaninov, Scriabin, Beethoven, Falla, Chopin, Stravinsky, Scarlatti y Debussy, entre otros compositores.

“En esta edición proponemos nuevos precios para una temporada que sale con mucha fuerza (Volodos, Pollini y Sokolov) para terminar con Kremerata Baltica y Martha Argerich. Garantizamos un mínimo de 20 entradas del Ciclo Grandes Intérpretes para jóvenes, a seis euros, en todos los conciertos. Además, nuestra apuesta por los jóvenes músicos españoles se concreta en un concierto de Juan Pérez Floristán a un precio muy especial”, destaca sobre la nueva temporada Patrick Alfaya, director del ciclo.

De esta manera, los abonos para diez recitales se sitúan a partir de los 207 euros. Los abonados pueden renovar su suscripción hasta el viernes 16 de noviembre de 2018, fecha a partir de la cual será posible adquirir nuevos abonos. Las entradas sueltas se pondrán a la venta a partir de 20 euros.

Con casi un cuarto de siglo de historia, por este ciclo patrocinado por El País, Inaem y la Cadena Ser han pasado más de un centenar de pianistas que han participado en más de 200 conciertos. Se trata de uno de los mejores ciclos en su especialidad en toda Europa y sobrevive gracias al público y a sus patrocinadores. Desde el año 2002 se celebra paralelamente el ciclo Jóvenes Intérpretes que ha programado recitales de más de medio centenar de pianistas, hoy ya consagrados.

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