Carmela Remio

Desde que en 1996 fuera llamada por Claudio Abbado para representar por primera vez el rol de Donna Anna, en la ópera Don Giovanni, de Mozart, Carmela Remigio (Pescara 1973) lo ha interpretado en más de 350 ocasiones, convirtiéndose en una referencia para este personaje. Desde el 19 de junio debuta en el Liceu de Barcelona su Donna Anna junto a Marcusz Kwiecien. Antes del estreno nos habla de su carrera e inquietudes ante este Don Giovanni.

Brío Clásica: Después de interpretar más de 350 veces un rol, como es el de Donna Anna en Don Giovanni, ¿cómo se mantiene la frescura del personaje y se evita caer en la rutina?

Carmela Remigio: Tengo que confesarle, que es un rol que nunca deja de sorprenderme. Cada vez que lo interpreto, encuentro nuevos detalles, porque Donna Anna es un rol muy rico, tanto desde el punto de vista musical como teatral. Cada nota está pensada para acentuar el carácter psicológico del personaje. Y, afortunadamente, he tenido la oportunidad de aprender de grandes maestros. Tampoco podemos olvidar que cada noche te subes al escenario con diferentes colegas que interpretan a Don Giovanni, Don Ottavio, Donna Elvira…, y las relaciones y las energías son distintas. Y, por supuesto, están también las diferentes lecturas de la obra desde el punto de vista escénico. Todo eso hace que, por mucho que interpretes ese rol, nunca caigas en la rutina, porque es prácticamente imposible hacer siempre la misma Donna Anna.

B.C. ¿Cómo se construye un personaje como éste? ¿Cómo es la Donna Anna de Carmela Remigio?

C.R. Trato de ser lo más fiel posible a la partitura, tanto al texto como a la música. Así que me preocupo mucho de interpretar cada acento y cada palabra para mantenerme fiel al personaje. Para mí, Donna Anna es una mujer joven, que reprime su sensualidad y su pasión por un hombre para ella tan fascinante como Don Giovanni, una pasión que la quema interiormente y de la que no se curará en toda su vida. Quiere vengarse porque Don Giovanni la ha traicionado con otras mujeres y no sabe cómo sobrevivir al dolor de haber perdido a un padre y de haber descubierto que ese hombre por el que siente una pasión desmedida, no es solo suyo, sino que es también el hombre de otras mujeres. Grita venganza porque no puede tener a Don Giovanni, el amor de su vida. Donna Anna es un personaje muy complejo desde el punto de vista psicológico. Las mujeres mozartianas, en mi opinión, son uno de los mejores regalos que nos ha hecho Mozart a las sopranos, porque están llenas de arias maravillosas que describen perfectamente el estado emocional, moral y social de todos los personajes. Yo creo que Elvira es un personaje más barroco, un personaje más ligado al pasado; en cambio, Donna Anna representa el futuro: “Non mi dir” puede que sea la primera aria del belcanto con un recitativo, un cantábile que se aproxima a una “Casta Diva” o “Al dolce guidami” de la Anna Bolena… es una cabaletta final con unas agilidades estratosféricas… Mozart, realmente, nos ha dejado una música extraordinaria para descubrir a todas estas mujeres tan distintas entre sí… cien años después esto es lo que hará Verdi con la música y la parola…

B.C.:¿Qué tiene que tener un nuevo personaje para que pase a formar parte de su repertorio?

C.R. Pues, sobre todo, tiene que ser adecuado para mí desde el punto de vista vocal. En segundo lugar, la voz tiene que ser capaz de poder afrontar el temperamento del personaje y después todo lo demás se desarrolla con el trabajo, la técnica teatral y las ideas interpretativas. Pero como le digo, para la elección de un nuevo rol es determinante que sea vocalmente apropiado.

B.C.¿Cómo recuerda su experiencia con Claudio Abbado? ¿Qué le enseñó el maestro italiano?

C.R. Para mí fue muy importante porque sucedió al principio de mi carrera. De un gran maestro como Claudio Abbado, aprendí lo que es el rigor musical, es decir, a leer la música con rigor. Él me enseñó que Mozart debe ser un lenguaje claro, transparente, enérgico, y que el lenguaje musical de Mozart es sinónimo de rigor… Además de Mozart, también canté Verdi con él y puedo confesarle que su Verdi era igualmente riguroso. Cuando observas a grandes directores como él, realmente aprendes que por encima de todo y como primera regla está el ponerse al servicio de la música.
B.C.¿Qué nos puede contar de la producción high-tech con plataformas y escaleras imposibles que presenta Kasper Holten?

C.R. En mi opinión, es una propuesta muy interesante, porque está muy bien trabajada desde el punto de vista teatral; hay un gran dinamismo y una clara diferenciación psicológica de los personajes, sin caer en el mal gusto y sin traspasar el texto. De hecho, cuando lees el libreto te das cuenta de que todo lo que hace tiene sentido. Es una lectura muy trabajada. Y la puesta en escena con esa casa que gira, en cierto modo, simboliza un poco ese enredo de sentimientos que hay en los personajes.

B.C. La ópera es un arte multidisciplinar, no basta con tener un buen instrumento. ¿Cómo se prepara una carrera que exige dominar tantas disciplinas?

C.R. Hoy en día, a la cantante se le exige no solo que sepa cantar, sino recitare y que su interpretación sea creíble; la interpretación actoral es hoy tan importante como la vocal. No he estudiado para ser actriz, pero durante todos estos años he observado mucho a mis colegas de profesión y he tratado de aprender fijándome en los actores de teatro, voy a menudo al teatro e intento aprender de todos los espectáculos teatrales, también voy mucho al cine… Además, también aprendo de los directores de escena, siempre les pido consejo y hablo mucho con ellos. El hecho de haber tenido la oportunidad de trabajar con grandes directores como Peter Brook, David McVicar, Graham Vick, Pier Luigi Pizzi, Robert Wilson, Mario Martone o Damiano Michieletto, entre otros, me ha permitido crecer y madurar como intérprete. Para mí, hablar, discutir en positivo y dialogar con el director de escena es una buena escuela para aprender y crecer como intérprete.

B.C. Es usted una mujer muy expresiva y poderosa sobre el escenario, ¿qué supone para usted cantar?

C.R. Es mi forma de expresarme emocionalmente, como ser humano. Me gusta mostrar esa parte emocional además de la artística.

B.C. Se inició en la música a través del violín, el canto llegó casi por casualidad. Cuando se decidió por desarrollar una carrera operística, ¿qué es lo que esperaba y qué es lo que está encontrando?

C.R. La verdad es que nunca me había imaginado una vida y una carrera como cantante, sino como instrumentista porque yo estudiaba música… y si le soy sincera, yo esto del teatro lírico, en un principio, me lo tomaba como un juego… No me lo tomaba en serio, pero después me di cuenta de que a través del canto podía explicar mejor la música… En realidad, podemos decir, que más que una elección mía, fue el destino quien me eligió a mí.

B.B. ¿Por qué cree que, en general, se programan tan pocas obras barrocas?

C.R. Pues no tengo ni idea … digamos, que es un misterio barroco. A mí el barroco me encanta. No sé por qué no se programa más, pero cuando hacemos un título barroco siempre suele llenarse la sala. Hay un público que ama el barroco y se queja de que apenas hay barroco en los teatros de ópera. Yo canté Alceste de Gluck en Venecia y recuerdo que todas las noches colgamos el cartel de “no hay entradas”.

B.C. Echamos de menos volver a escucharla en Madrid, ¿tiene previsto algún trabajo próximamente?

C.R. Nada más acabar Don Giovanni en Barcelona, me voy a Madrid a hacer la Contessa de Le nozze di Figaro en el Festival de verano de San Lorenzo de El Escorial, los días 20 y 22 de julio, y también estaré en la Quincena Musical de San Sebastián los días 13 y 15 de agosto… y en diciembre, volveré para cantar el Requiem de Verdi con la Orquesta Sinfónica de Tenerife bajo la batuta de Michele Mariotti… también regresaré al Teatro Campoamor de Oviedo para cantar Mozart …

 

Entrevista: Paloma Samz

Carmela Remigio

Tras alcanzar en el pasado Festival de Salzburgo el récord de 400 actuaciones en Don Giovanni, la famosa soprano italiana, Carmela Remigio, recientemente galardonada como mejor cantante con el prestigioso “Premio Abbiati”, debuta en el Gran Teatre del Liceu como Donna Anna, el próximo 19 de junio.

Claudio Abbado la eligió personalmente para dar vida a Donna Anna en la prestigiosa edición de Don Giovanni con el sello Deutsche Grammophon. Desde entonces, la soprano nacida en Pescara, ha realizado 350 actuaciones en los escenarios líricos más prestigiosos del mundo, en el rol de Donna Anna y, cincuenta, como Doña Elvira, en el famoso dramma giocoso de Mozart.

La soprano italiana, probablemente la mejor Donna Anna de la actualidad y la más solicitada, señala: “Anna es uno de los personajes mozartianos más refinados. Hay algo de milagroso en cada pulso, así como el germen de tantos otros personajes del belcanto. Sus recitativos y arias son de una perfección y de una pulcritud, que no tiene parangón en la historia de la música. Parecen anticipar la melodía y el fraseo de obras maestras sucesivas como Anna Bolena, Norma e I puritani. Para comprender, precisamente, en profundidad a Anna – continúa la Remigio–, he cantado también el rol de Donna Elvira en algunas producciones de Don Giovanni y volveré a cantarlo en La Fenice de Venecia en otoño. Son dos personajes muy distintos: Elvira es más dramática, mientras que Anna, en cambio, es más enigmática y sinuosa. Y, por tanto, se complementan, en cierto sentido; una es espejo de la otra.”

Tenía solo dieciocho años, cuando Pavarotti se enamoró del color cristalino de su voz y se convirtió en flamante ganadora de su famoso concurso “Luciano Pavarotti International Voice Competition” en Filadelfia. Más tarde, Carmela Remigio le acompañaría en cientos de conciertos y giras por todo el mundo.

Heredera de la mejor tradición vocal italiana, la soprano Carmela Remigio ha cantado en los principales teatros, festivales y salas de concierto internacionales: Teatro alla Scala de Milán, Festival de Salzburgo, Royal Opera House de Londres, Teatro San Carlo de Nápoles, la Monnaie de Bruselas, Teatro Massimo de Palermo, Festival de Aix-en-Provence, La Fenice de Venecia, Rossini Opera Festival de Pésaro, Carnegie Hall de Nueva York o Royal Albert Hall de Londres, entre otros.

Carmela Remigio debuta en el coliseo barcelonés, tras sus recientes éxitos en su regreso al Teatro dell’ Opera de Roma, interpretando por primera vez el papel de Elisabetta en Maria Stuarda de Donizetti y en el Maggio Musicale Fiorentino, en el exigente rol de otra heroína mozartiana, Elettra (Idomeneo, re di Creta).

En la aclamada producción de Don Giovanni, que firma Kasper Holten, con dirección musical de Josep Pons, la soprano Carmela Remigio cantará junto a Mariusz Kwiecen (Don Giovanni), Eric Halfvarson, (Il Commendatore), Dmitry Korchak (Don Ottavio), Miah Persson (Donna Elvira) y Simón Orfila (Leporello).

http://www.carmelaremigio.net

GUSTAV MAHLER JUGENDORCHESTER

Con un programa que recorre las composiciones más exquisitas del siglo XIX, la Gustav Mahler Jugendorchester llega a Madrid de la mano de Ibermúsica con dos citas los próximos días 20 y 21 de marzo. Ambos conciertos están programados dentro de la gira que celebra los 30 años de la agrupación y que pasará también por el Palau de la Música de Barcelona en el ciclo BCN Clàssics (día 26 de marzo) y Zaragoza (día 27 de marzo, Auditorio).

El proyecto que comenzó como un sueño en la mente del director Claudio Abbado se ha convertido a día de hoy en la orquesta juvenil más sobresaliente a nivel continental y cuenta con 31 músicos españoles en sus filas, el país que aporta más miembros. Bajo la batuta de Daniel Harding, en sus actuaciones en España, estarán acompañados también por el extraordinario barítono alemán Christian Gerhaher.

Con tres décadas a sus espaldas, la Gustav Mahler Jugendorchester (GMJO) está considerada la base ideal para que los nuevos talentos de Europa tengan su primera gran experiencia orquestal. La selección rigurosa de las más de dos millares de solicitudes que reciben cada año, así como su impecable trabajo artístico, han hecho de esta agrupación una de las más habituales en festivales como Lucerna, Salzburgo o los BBC Proms. GMJO debutó en Ibermúsica en 1994 bajo las órdenes de Abbado. Desde entonces, el público del ciclo ha podido disfrutar con frecuencia de esta orquesta juvenil.

En la primera de las actuaciones en Madrid abordarán Cinco piezas para orquesta, op.16, de Schoenberg, una obra fechada en 1909 por este gran revolucionario de la música; y Les nuits d’été, de Berlioz, inspirada en una serie de poemas de Théophile Gautier. Cerrará el programa la Sinfonía núm. 2 en Do mayor, op.61, de Schumann. El programa del 21 de marzo incluye Altenberg Lieder, de Berg, discípulo de Schoenberg; la ópera Alfonso y Estrella, de Schubert; y, por último, la Sinfonía núm.5 “Fantástica” según la denominó el propio compositor se percibe toda la esencia compositiva de Bruckner.

GUSTAV MAHLER JUGENDORCHESTER

Fundada en Viena en la temporada 1986/1987 por iniciativa de Claudio Abbado, está considerada como una de las principales orquestas de jóvenes del mundo y fue premiada por la Fundación Cultural Europea en 2007. Además de apoyar a jóvenes músicos en su labor, Abbado mostró especial interés en promover que los jóvenes austriacos pudieran tocar con sus colegas de las antiguas repúblicas socialistas de Checoslovaquia y Hungría. De este modo, la agrupación fue la primera orquesta internacional de jóvenes que ofreció audiciones abiertas en los países del antiguo Bloque del Este. En 1992, la Orquesta se abrió a músicos de hasta 26 años, procedentes de toda Europa, con esta cuota excepcional de españoles.

Su repertorio en gira abarca desde la música clásica hasta la contemporánea, con especial énfasis en las grandes obras sinfónicas de los períodos romántico y romántico tardío. El alto nivel artístico y reconocimiento internacional de la orquesta han atraído a muchos de los más importantes directores y solistas para colaborar con ella. Además de Abbado, David Afkham, Herbert Blomstedt, Pierre Boulez, Myung-Whun Chung, Sir Colin Davis, Christoph Eschenbach, Iván Fischer, Daniele Gatti, Bernard Haitink, Paavo Järvi, Mariss Jansons, Philippe Jordan o Vladimir Jurowski la han dirigido desde su fundación.

Muchos antiguos miembros forman parte actualmente de las principales orquestas europeas, algunos de ellos en los puestos de solistas de sus respectivos instrumentos. En 2012 fue anunciado un proyecto de intensa colaboración con la prestigiosa Staatskapelle Dresden, que incluye conciertos y proyectos que cuentan con la participación de miembros de ambas agrupaciones. La Gustav Mahler Jugendorchester fue nombrada Embajadora de UNICEF de Austria.

DANIEL HARDING

Daniel Harding es Director Titular de la Orquesta Sinfónica de Radio Suecia, Principal Director Invitado de la London Symphony Orchestra, Socio Musical de la Filarmónica de New Japan y, a partir de la temporada 2016/2017, es también Director Titular de l’Orchestre de París. Fue nombrado Director Laureado de la Mahler Chamber Orchestra. Además, es invitado habitual para dirigir algunas de las agrupaciones más importantes del mundo como la Staatskapelle Dresden, la Filarmonica della Scala o la Royal Concertgebouw Orchestra. También se ha puesto al frente de la Berliner Philharmoniker, la Münchner Philharmoniker, la National de Lyon, la Filarmónica de Oslo, la London Philharmonic o la Orquesta Filarmónica de Estocolmo. Entre las orquestas americanas con las que ha trabajado se incluyen la Filarmónica de Nueva York, la Philadelphia Orchestra, Los Angeles Philharmonic y la Chicago Symphony Orchestra.

En 2005 inauguró la temporada de La Scala, dirigiendo una nueva producción de Idomeneo. Desde entonces ha regresado cada temporada para dirigir grandes producciones como Falstaff, que abrió las celebraciones Verdi de La Scala en 2013. Su experiencia operística incluye Otra vuelta de tuerca y Wozzeck, en el Covent Garden; Ariadne auf NaxosDon Giovanni y Las bodas de Fígaro, en el Festival de Salzburgo junto a la Filarmónica de Viena.

Entre su extensa discografía se encuentra la Sinfonía núm. 10, de Mahler, también con la agrupación vienesa; Carmina Burana, de Orff; Sinfonía núm. 6, de Mahler; Escenas de Fausto, de Schumann, con la SO des Bayerischen Rundfunks; y Billy Budd  con la London Symphony (ganador del Grammy a la mejor grabación de ópera).

En 2002 fue nombrado Chevalier de l’Ordre des Arts et des Lettres por el gobierno francés. Harding se presentó por primera vez en España de la mano de Ibermúsica en 1998, con la Mahler Chamber Orchestra. Ha regresado en varias ocasiones junto a esa agrupación, así como al frente de la London Symphony. Ésta es la primera ocasión que dirige a la GMJO en el ciclo Ibermúsica.

CHRISTIAN GERHAHER

El barítono Christian Gerhaher fue alumno de Paul Kuen y Raimund Grumbach en la Escuela de Ópera de la Academia de Música de Múnich. Estudió interpretación de lied con Friedemann Berger y el pianista Gerold Huber, acompañante habitual en sus recitales. Mientras completaba sus estudios de Medicina, perfeccionó su formación vocal en las clases magistrales impartidas por Dietrich Fischer-Dieskau, Elisabeth Schwarzkopf e Inge Borkh. Gerhaher no había regresado a Ibermúsica tras su debut en 2009.

Además de su principal actividad como concertista y en recital, con frecuencia también aborda el escenario operístico. Ha recibido varios premios, incluyendo el Premio Laurence Olivier y el premio de teatro “Der Faust”. En la temporada 2015/2016 debutó en el papel de Wozzeck, en la Ópera de Zurich, escenificada por Andreas Homoki y dirigida por Fabio Luisi. Interpretó el papel de Pelléas en dos ocasiones -con la Berliner Philharmoniker y dirección escénica de Peter Sellars- y en versión concierto junto a la London Symphony Orchestra, en ambos casos bajo la dirección de Sir Simon Rattle.

Es artista exclusivo de Sony Music. Ha grabado, con Gerold Huber, ciclos de Schumann, Schubert y otras series de lieder. Su más reciente grabación en directo, Folkslied (BRmedia), contiene canciones de Beethoven, Britten y Haydn. También ha grabado discos como solista. En 2015 fue editado en formato CD su segundo recital de ópera: Arias de Mozart, con la Freiburger Barockorchester; álbum que fue presentado en gira con conciertos en Barcelona, Estocolmo, Colonia, Viena y Nueva York, entre otras ciudades. Su muy elogiada interpretación de lieder, también junto a Huber, le ha hecho merecedor de numerosos premios. El CD Nachtviolen ganó un Classical Music Award en 2015, en la categoría de “Solista vocal”.

PROGRAMA LUNES 20 DE MARZO
Auditorio Nacional de Música, Sala Sinfónica, 19.30 horas

Duración aproximada 115 minutos

Programa musical

Schoenberg Cinco piezas para orquesta
Berlioz Les nuits d’été

Schumann Sinfonía núm. 2 en Do Mayor, op. 6

PROGRAMA MARTES 21 DE MARZO

Auditorio Nacional de Música, Sala Sinfónica, 19.30 horas
Duración aproximada 115 minutos

Intérpretes

Gustav Mahler Jugendorchester
Daniel Harding, director
Christian Gerhaher, barítono

Programa musical
Berg Altenberg Lieder
Schubert Dos arias de “Alfonso y Estrella”
Bruckner Sinfonía núm. 5

Gustavo Gimeno

La Orquesta Filarmónica de Luxemburgo y su director titular, el valenciano Gustavo Gimeno, actuarán el próximo 2 de noviembre dentro de la 47ª temporada de Ibermúsica. En el concierto, que tendrá lugar en el Auditorio Nacional de Madrid, la orquesta y el joven maestro, considerado una de las figuras más ascendentes de la dirección musical a nivel europeo, estarán acompañados por la violinista Patricia Kopatchinskaja e interpretarán piezas de algunos de los más brillantes compositores rusos: Noche en Monte Pelado, de MussorgskiConcierto para violín, de Chaikovski; y La consagración de la primavera, de Stravinski.

Gimeno – que también actuará en Valencia, Zaragoza y Alicante en los días 3, 4 y 5 de noviembre –, se puso al frente de la gran formación luxemburguesa durante la pasada temporada. Antes de desembarcar en esta institución, había sido asistente de Mariss Jansons en la Royal Concertgebouw Orchestra, una de las cinco mejores formaciones del mundo y trabajó como asistente de Claudio Abbado con la Orchestra Mozart, la Lucerne Festival Orchestra y la Mahler Chamber Orchestra. Pero no han sido las únicas dos figuras que le han formado. En 2013, fue asistente de Bernard Haitink, de nuevo junto a la Orchestra Mozart de Bolonia.

Además, la destacada violinista Patricia Kopatchinskaja abordará el magistral Concierto para violín de Chaikovski. La crítica ha dicho de ella que posee “algo más importante que técnica brillante. Se llama carácter”. Y que atesora «un talento formidable y una energía sin límites, que impregna a los músicos que la rodean con el poder de múltiples posibilidades musicales«.

La 47ª temporada de Ibermúsica , en la que se encuadra esta actuación, arrancó el pasado 24 de junio con el concierto inaugural de la Filarmónica de Viena. Desde entonces, y hasta mayo de 2017, Ibermúsica ha programado 25 conciertos con 12 de las mejores orquestas del mundo.

LA ORQUESTA FILARMÓNICA DE LUXEMBURGO

La orquesta del Gran Ducado, la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo (OPL), representa una parte muy dinámica de la cultura de su país. Desde su debut en 1933 bajo los auspicios de Radio Luxemburgo (RTL) y dirigida por Henri Pensis, la orquesta ha estado presente en toda Europa. Administrada públicamente desde 1996, la OPL ha sido residente de la Philharmonie Luxembourg, una de las principales salas de conciertos de Europa, y ambas forman un único organismo desde 2012. La acústica de su residencia ha sido elogiada por grandes orquestas, directores y solistas de todo el mundo.

Una estrecha colaboración con grandes personalidades musicales, ha contribuido a hacer de la OPL una formación conocida por la elegancia de su sonoridad. Su posición ha sido confirmada por una impresionante lista de premios otorgados por una veintena de grabaciones en los últimos años: Grand Prix Charles Cros, BBC Music Choice, así como varios Diapason d’Or, Choc du Monde de la Musique, Pizzicato Supersonic, Classica R10 y muchos otros.

En la temporada 2015/16, Gustavo Gimeno se convirtió en el octavo director musical de la OPL (después de Henri Pensis, Carl Melles, Louis de Froment, Leopold Hager, David Shallon, Bramwell Tovey y Emmanuel Krivine). Junto con el repertorio clásico-romántico, el programa de la orquesta se reserva un lugar importante para la música de los siglos XX y XXI.

GUSTAVO GIMENO

Gimeno (Valencia, 1976) asumió su cargo de la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo en la temporada 2015/16. Su carrera internacional como director comenzó en 2012 trabajando de asistente para Mariss Jansons con la Royal Concertgebouw Orchestra, donde ha sido percusionista entre 2001 y 2013. Fue al frente de esta poderosa formación donde debutó como director en 2014. Asimismo, fue asistente durante años de Claudio Abbado con Orchestra Mozart, Orquesta del Festival de Lucerna y Mahler Chamber Orchestra. En 2013 asistió también a Bernard Haitink con Orchestra Mozart. Su trabajo al lado de estos sobresalientes mentores – a los que hay que sumar su formación junto a Ed Spanjaard, Hans Vonk e Iván Fischer – ha tenido un profundo impacto en su carrera de dirección.

Tras su excepcional debut con la Royal Concertgebouw Orchestra se puso al frente de  la Münchner Philharmoniker, la Filarmónica de Rotterdam y la Orquesta Verdi (Milán), Orchestre National de France, Orchestre National de Capitol du Toulouse, Royal Liverpool Philharmonic, Staatskapelle Dresden, Philharmonia de Zúrich y Chicago Symphony.

Con la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo, comienza su colaboración centrándose en las primeras sinfonías de Beethoven, Mahler, Bruckner, Schumann y Shostakóvich y ha dirigido el Réquiem de Verdi con el coro del Wiener Singverein. En el ámbito contemporáneo, ha dirigido obras de Rihm, Berg y Berio. Algunos de los solistas con los que trabajó en su primera temporada al frente de la agrupación luxemburguesa son Isabelle Faust, Frank Peter Zimmermann, Leonidas Kavakos, Anja Harteros y Stefan Dohr.

En primavera de 2015 debutó en el Palau de les Arts en Valencia dirigiendo Norma de Bellini, en una nueva producción de Davide Livermore. Gimeno ha trabajado estrechamente con muchos compositores entre los que se encuentran Theo Loevendie, Jacob ter Veldhuis, Pierre Boulez, Peter Eötvös, George Benjamin y Francisco Coll.

PATRICIA KOPATCHINSKAJA

Kopatchinskaja (Chisinau, Moldavia, 1977) desciende de una familia de músicos. Comenzó a tocar el violín a los seis años y ha actuado junto a las orquestas más importantes de Europa como las filarmónicas de Viena, Berlín o Londres. Su versatilidad queda patente en su variado repertorio, que abarca desde el barroco y el clasicismo hasta obras de encargo y nuevas interpretaciones de obras maestras modernas.

En la temporada 2016/17, destacan los conciertos de apertura de temporada de la nueva SWR Symphonieorchester, con la que ha interpretado el Concierto para Violín DoReMi de Peter Eötvös, bajo la batuta del mismo compositor, y una actuación con la NDR Elbphilharmonie Orchester dentro de los conciertos inaugurales de la sala de conciertos de la Elbphilharmonie en Hamburgo. También ha debutado con la Filarmónica de Róterdam con Krzysztof Urbański y con la Sinfónica de Goteburgo. Entre sus planes está el continuar su colaboración habitual con la London Philharmonic Orchestra, con actuaciones en Londres y Nueva York con Vladimir Jurowski. De manera más extensa, interpretará el Concierto para violín de György Ligeti con la Berliner Philharmoniker y Sir Simon Rattle, la Filarmonica della Scala y Andrés Orozco Estrada, y con la Sinfónica de la Radio Finlandesa y Teodor Currentzis.

Esta temporada, la violinista es también Artista Residente en tres importantes salas y festivales europeos: en el Berlin Konzerthaus, en el Wigmore Hall londinense y en el Kissinger Sommer Festival. También emprenderá varias giras europeas con la Orchestre Philharmonique du Luxembourg, Wiener Symphoniker y Musica Aeterna. En cuanto a la música de cámara, un género igual de importante para ella, Kopatchinskaja actúa habitualmente con artistas como Markus Hinterhäuser, Polina Leschenko, Anthony Romaniuk y Anu Komsi, en salas tan destacadas como Berlin Konzerthaus, Wigmore Hall, Konzerthaus de Viena y Concertgebouw de Ámsterdam.

Prolífica artista discográfica acaba de lanzar un nuevo álbum en el que aborda La muerte y la doncella de Schubert con la Saint Paul Chamber Orchestra, formación de la que es Colaboradora Artística. Es la ganadora de Premio Gramophone (2013), Premio ECHO Klassic y fue nominada para un Grammy en 2014 por el disco dedicado a obras para violín y orquesta de los autores húngaros Béla Bartók, György Ligeti y Peter Eötvös.

Su violín fue elaborado por Giovanni Francesco Pressenda en 1834.

PROGRAMA MIÉRCOLES 2 DE NOVIEMBRE – 19:30h

Auditorio Nacional de Música, Sala Sinfónica

Duración: 100 minutos

Intérpretes

Philharmonique du Luxembourg

Gustavo Gimeno, director titular

Patricia Kopatchinskaja, violín

Programa musical

Mussorgski Noche en Monte Pelado
Chaikovski Concierto para violín
Stravinski La consagración de la primavera 

Lohengrin

Las últimas semanas han estado marcadas por importantes pérdidas para el mundo de la música. Claudio Abbado obtenía de las orquestas que dirigía una delicadeza casi irreal. Gerard Mortier era maestro en reunir equipos de trabajo para ofrecer resultados asombrosos.

El Teatro Real estrena el 3 de abril uno de los últimos trabajos de Mortier, Lohengrin de Richard Wagner. Nos ha dejado un texto analizando esta obra, que relacionó con la anteriormente programada en el Real, Alceste.

Nos hemos permitido seleccionar la maravillosa versión que de la obertura de Lohengrin realizó Claudio Abbado en el Festival de Lucerna, e incorporar el texto sobre esta obra de Gerard Mortier.  Una extraordinaria lectura con el mejor de los fondos musicales.
Como siempre, disfruten.
http://youtu.be/6Jggiq2uXu0

LA ETERNA PUGNA ENTRE LA VERDAD Y EL DESLUMBRAMIENTO DEL TEATRO

Gerard Mortier

 

En el París del siglo XVIII, a mediados de los años 60 y unos 10 años antes de la Revolución francesa, una joven, Pauline R., escribe, tras asistir a una representación de Alceste: “Escuché esta nueva obra con gran concentración. De inmediato, la ópera me cautivó  y me conmovió de tal manera que caí de rodillas en mi palco y permanecí así hasta el final de la representación”. Es la época en la que Gluck, uno de los compositores más famosos por aquel entonces, festeja su triunfo en París. Sobre todo entre los miembros de la nueva generación. Los mismos que habían leído Werther de Goethe y La joven Eloísa de Rousseau. Era la generación que desarrollaría los ideales burgueses de la Revolución francesa. Gluck se entrega por completo a este movimiento intelectual y escribe un prefacio a Alceste, que fue estrenada en Viena en 1767 y, en París, en 1776, en una versión revisada en profundidad, y que alcanza un enorme éxito. En el prefacio recalca que la música debe volver a su auténtica función: servir a la expresión del drama.

Si en la historia del arte existe desde tiempos inmemoriales la disputa entre “anciens et modernes”, la historia de la ópera se caracteriza además por un permanente movimiento pendular entre la ópera concebida como entretenimiento o como dramma per música. Esta nueva forma artística, que se inspira en la tragedia griega, la desarrollaría Claudio Monterverdi, entre otros.

En París, esta doble disputa se plasma en aquel momento a través del enfrentamiento entre los piccinnistas, admiradores del belcanto, y los gluckistas, defensores de la tragédie lyrique. Resulta curioso que esta polémica involucrara y dividiera a los enciclopedistas también. De parte de Gluck se sitúan Rousseau y Diderot, de la otra están D’Alembert y el Barón Grimm, en cuya casa vivió Mozart durante su viaje a París, y con el que D’Alembert tampoco se entendió. Mozart conoció entonces, en 1778, la música de Gluck, y está claro que su Idomeneo, que escribió dos años más tarde para la corte de Múnich, muestra su intento por superar el ideal gluckiano. Ifigenia e Illia son hermanas del alma.

 

“El éxito de Gluck está en estrecha relación con el desarrollo de los ideales burgueses.”

El entusiasmo de las jóvenes mujeres de la época se comprende mejor en el marco de su intento por emanciparse del ambiente rococó, época en la que fueron degradadas a objetos de placer a través de las obras del Marqués de Sade y el Duque de Orléans. Maria Antonieta, hermana del reformista emperador de Austria José II, pertenece a esta nueva generación y es una admiradora de Gluck, con lo que se muestra muy alejada de los intereses de su esposo Luis XVI, lo cual no la salvará de la guillotina.

Como ya se ha mencionado, el éxito de Gluck está en estrecha relación con el desarrollo de los ideales burgueses, tal como los muestran las pinturas de Jacques-Louis David, Jean-Baptiste Greuze y Jean-Siméon Chardin. Gluck ya había compuesto alrededor de 20 óperas cuando escribió su Orfeo ed Euridice. Que recurra al tema de la primera ópera de Monteverdi no es casual. Junto con Iphigénie en Aulide, Iphigénie en Tauride, Alceste y Armide, estas cinco óperas constituyen el corpus de su reforma del género artístico apoyado por su libretista Calzabigi, que es quien formula el prefacio de Alceste, que desarrolla el que sería su programa ético y estético, como hicieron Víctor Hugo con Cromwell o Richard Wagner con sus escritos teóricos.

Su éxito en París está más relacionado con esta voluntad de reforma que con la renovación de la expresión musical, para lo cual los parisinos eran más bien algo sordos. Sabemos que Mozart se sintió muy decepcionado en París y, como más tarde haría Wagner, se queja de su incomprensión musical. La innovación musical más importante es el ímpetu de los coros, la sencillez sentimental de las melodías con instrumento obligado como en “Oh malheureuse Iphigénie”, que  encontraremos también en la primera frase de la Sonata Claro de luna, de Beethoven, y la expresividad dramática de la orquesta en “Divinités du Styx” de Alceste.  El que esta radical reforma musical parezca actualmente pálida en ocasiones se debe a la historia de la música que se sitúa en medio: 50 años después, Beethoven compuso la Missa solemnis.

Tras el éxito de Iphigénie en Tauride, Gluck se retiró, por motivos de salud, a Viena, donde transcurrieron los últimos años de su vida, en los que se convirtió en mentor de Salieri. Cuando fallece, Mozart ya había compuesto Le nozze di Figaro y Don Giovanni, con lo que había determinado la estética de la ópera de los siglos XIX y XX. Pero Gluck anticipó mucho de ello, aunque necesitara a un genio como Mozart para que sus ideas sobre la ópera se transformaran en un súmum del arte lírico.

En el siglo XIX, y dado que Mozart estaba demasiado adelantado para su época, Gluck sigue siendo una figura rectora para todos aquellos que, una vez más, quieren rescatar la forma artística de la ópera de su función de mero espectáculo de entretenimiento. En primer lugar se sitúa Hector Berlioz, quien compone una maravillosa reelaboración de Alceste que él mismo dirigió. Y ahí encontramos naturalmente a Richard Wagner, quien se inspira en él para sus escritos teóricos sobre la ópera y el drama, y que programó y dirigió Iphigénie en Aulide.

Esto es motivo suficiente para dedicar el tercer proyecto de esta temporada a Alceste de Gluck y Lohengrin de Richard Wagner. Ambas óperas, Alceste y Lohengrin, contradicen el consumismo de la nueva burguesía de un modo brillante, retomando de nuevo la idea del dramma per musica de Claudio Monteverdi con mucho talento, cada una con sus respectivos medios estilísticos tanto musicales como dramáticos.

Con Lohengrin, Richard Wagner escribe la primera ópera (pues Tannhäuser está en deuda con el mundo, como el propio compositor dice) en la que intenta trasladar sus ideales sobre Ópera y drama a lo musical, lo que supone una auténtica revolución en la historia de la música, y cuya obertura es ya un brillante ejemplo de ello. Como Alceste, Lohengrin surge en un importante momento de cambio en Alemania. La idea de la Revolución francesa entusiasmó a la burguesía alemana, como nos cuenta Goethe, pero la degeneración de la revolución en un reino del terror y las guerras imperialistas con las que Napoleón, tras su coronación como emperador, quería conquistar Europa, empujó a muchos a alejarse de ella. Con el Congreso de Viena de 1815, Alemania cayó, como ningún otro territorio europeo,  bajo la dominación de la Restauración, y ello hasta 1849.

 

“Los intelectuales se retiran a un mundo ideal”

Georg Büchner, como ningún otro, denunciará este feudalismo en su obra La muerte de Danton, en la que analiza la Revolución francesa, y en la primera pieza proletaria, Woyzeck.

Alemania es una aglomeración de muchos territorios gobernados por príncipes a partir de privilegios que les permiten explotar desmedidamente a los campesinos. Los intelectuales se retiran a un mundo ideal cuyo modelo se inspira en el Sturm und Drang, Weimar, Schiller y Goethe. Y dibujan un paraíso artístico. Lo que en Francia ha provocado la revolución, se trasnforma en Alemania en sueños idealizados con la Oda a la alegría de Schiller, el Götz von Berlichingen de Goethe, y la construcción de una filosofía ideal por parte de Hegel. No obstante, surge al mismo tiempo un intercambio fascinante entre Francia y Alemania, cuando los defensores de los ideales burgueses, pero también realistas y católicos convencidos, se distancian del terror de Robespierre y del imperialismo de Napoleón, y buscan refugio en los ideales de Alemania, aunque estos no cristalicen en lo social. Sobre ello dan testimonio Madame de Stael y Chateaubriand, estableciendo las bases del Romanticismo francés, que incluye también, entre otros, a Victor Hugo, Theophile Gautier y Gerard de Nerval, traductor del Fausto de Goethe al francés. Resulta curioso el hecho de que los románticos alemanes admirados por los franceses fueran denominados “clásicos” por los propios alemanes.

En la época que abarca desde el Congreso de Viena hasta la revolución en Berlín y Dresde de 1848 y 1849, los intelectuales alemanes desarrollan su idea sobre el significado del “estatus nacional” y el concepto de “pueblo alemán”. Algunas de las personalidades más destacadas en este ámbito son los hermanos Jakob y Wilhelm Grimm, los autores de las recopilaciones de cuentos, que en 1835 publican La mitología alemana en la que Wagner leerá las historias de Tannhäuser y Lohengrin. Junto a otros cinco profesores, los hermanos Grimm pertenecen a la universidad de Gottinga, y todos ellos serán enviados al exilio por el rey Ernst August I de Hannover, por manifestarse a favor de la abolición de la monarquía constitucional que se acaba de instaurar.

Por lo demás, tampoco estas revoluciones triunfan, y eso llevará a la idea del imperialismo alemán bajo la égida de Bismarck, apoyado en la tan exitosa industrialización alemana y que se reafirma con la victoria frente a Napoleón III en 1870. Esta hybris alemana provocó después la declaración de la Primera Guerra Mundial, que apoyaron todos los intelectuales alemanes de entonces, incluidos Thomas Mann y Arnold Schönberg. Para decirlo brevemente, la frustración que produjo la derrota y los términos de la victoria de los aliados en los Pactos de Versalles fueron el caldo de cultivo del nacionalsocialismo. Este es el negativo de los ideales alemanes de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Y un ejemplo prístino de cómo los sueños y utopías se pueden convertir en lo contrario si no se integran de forma concreta en la estructura social. De ello habla Richard Wagner en el Anillo de los nibelungos, desde Niebelheim pasando por el Wallhalla hasta la decadencia del mundo. Y Lohengrin resulta, precisamente, su espléndido preludio.

El exilio de los hermanos Grimm y sus compañeros de la universidad de Gottinga es uno de los muchos acontecimientos que conducen a las llamadas rebeliones en las que Wagner tomará parte en Dresde, lo que le obligará a padecer a él también un exilio durante más de 10 años. Para entonces ya había compuesto Tannhäuser y Lohengrin, y, en 1851, Franz Liszt logrará estrenar Lohengrin en Weimar. Este hecho, ampliamente documentado en la extensa correspondencia al respecto entre ambos, le causará un gran pesar a Wagner, que soñaba con asistir a dicho estreno.

 

“Lohengrin es una obra increíblemente triste”

Esta ópera conquista a toda Europa en un muy breve espacio de tiempo, e incluso Verdi asistirá, fascinado y oculto en un palco,  al estreno en Bolonia, dirigido por su amigo Mariani. Las razones a la vista están: desde un punto de vista musical, se escuchan sonidos hasta entonces desconocidos, tanto en el preludio como en la profanación de los dioses por parte de Ortrud y la narración sobre el Grial de Lohengrin, y naturalmente en uno de los coros más complejos desde Bach con la aparición del cisne “ein Wunder, ein Wunder…”. Desde el punto de vista dramático, la ópera satisface todos los anhelos de la burguesía de entonces, decepcionada por la Restauración de Metternich y el “juste milieu” de Francia; frustrada en su anhelo de un nuevo orden mundial, convencida del especial lugar que ocupa el artista pero también de su soledad (Lohengrin), afligida por la melancolía que surge de la frustración de una utopía irrealizada.  Y todo ello plasmado en formas sobredimensionadas que ya utilizó también Meyerbeer, aunque este no lograra dotarlas más que de un efectismo semejante al de las actuales producciones de Hollywood.

Lohengrin es una obra increíblemente triste, porque al principio promete la realización de un nuevo mundo y al final, como a Elsa, nos abandona a nuestra soledad, pues la sociedad no pudo encontrar el valor para seguir la exigencia del artista, mensajero del utópico castillo del Grial: “no me interrogues nunca”. Elsa quiere saber en lugar de creer, y por ello no puede ser liberada, mientras Lohengrin tiene que regresar a su reino ideal del castillo del Grial solo… como Wagner en el exilio.

Gerard Mortier

Abbado

Un pequeño y sencillo cortejo fúnebre acompañó al Maestro el 21 de enero por las calles de Bolonia. Después, y en absoluta intimidad, era enterrado el que fuera Director de la Scala de Milán y la Filarmónica de Berlín. Apenas hubo flores, la familia quiso que ese dinero se destinase a quienes más lo necesitan.

También a quien más la necesita hizo el Maestro Abbado que llegase la música. La llevó a los hospitales y a las cárceles. Tuvo una dedicación especial con los jóvenes creando la Joven Orquesta Europea o la Orquesta Juvenil Gustav Mahler. Fue el inspirador del Sistema de Orquestas de Venezuela creado por José Antonio Abreu y desarrollado por Gustavo Dudamel. En la Scala de Milán fundó la Orchestra della Scala con la que programó conciertos con entradas especialmente baratas, lo que permitió el acceso al Teatro a un público nuevo que, hasta ese momento, no acudía a la Scala. Consideraba que “la educación musical es, en realidad, la educación del hombre”.

La semana siguiente a su fallecimiento, Daniel Barenboim, como homenaje al Maestro, dirigió la Orquesta de la Scala interpretando la marcha fúnebre de la Sinfonía “Heróica”, de Beethoven, con la sala vacía y las puertas abiertas…

http://youtu.be/VfU_qaPRa6Y

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