Lucrezia Borgia Les Arts

Lucrezia Borgia de Gaetano Donizetti, se ha representado por primera vez en El Palau de les Arst y ha supuesto un verdadero triunfo para la soprano Mariella Devia, quien ha ofrecido toda una lección magistral de bel canto, acudiendo a todas las demandas vocales y escénicas de ese complejo y contradictorio personaje, siendo su labor premiada con sonoras ovaciones. El otro atractivo de estas representaciones ha sido la magnífica actuación de la mezzo valenciana Silvia Tro Santafé como el travestido Maffio Orsini.

Gaetano Donizetti (Bergamo, 29 de noviembre de 1797 – Bergamo, 8 de abril de 1848) fue uno de los más prolíficos compositores de óperas de toda la historia del género, con sesenta cinco títulos, en un período de veintiocho años, entre 1816 en que compone su primera ópera Il Pigmalione, hasta su último trabajo Caterina Cornaro de 1844. Durante su carrera conseguirá grandes éxitos con óperas como L’elixir d’amore (1832), Lucrezia Borgia (1833), Lucía di Lammermoor (1835), La fille du Regiment y La Favorite ambas de 1840, Don Pasquale (1843) y la famosa Trilogía Tudor compuesta por Anna Bolena (1830), Maria Stuarda (1835) y Roberto Devereux (1838). Durante la segunda mitad del siglo XX, ha habido una verdadera renacimiento de la obra donizettiana y muchas de sus óperas, entre ellas la Trilogía Tudor y Lucrezia Borgia, junto a otras menos conocidas, han sido recuperadas gracias al interés de cantantes como María Callas, Leyla Gencer, Monserrat Caballé, Joan Sutherland, Beverly Sills, y en tiempos más recientes de Edita Gruberova y Mariella Devia.

Ya, con una producción de cuarenta óperas, Donizetti compuso Lucrezia Borgia en el otoño de 1833, con libreto de Felice Romani, quien había realizado una adaptación de la obra teatral del mismo título de Victor Hugo, estrenada en febrero de aquel mismo año. Ópera estructurada en un prólogo y dos actos, con cuatro protagonistas: Lucrecia Borgia, su hijo secreto Gennaro, Alfonso D’Este duque de Ferrara, esposo de Lucrezia y Maffio Orsini amigo de Gennaro, junto a una serie de personajes secundarios, algunos con intervenciones de cierta relevancia. Su estreno tuvo lugar en el Teatro alla Scala de Milán el 26 de diciembre de 1833.

Las representaciones de esta ópera en sus primeros años de andadura, tuvieron problemas de todo tipo: cuando fue estrenada en París, en 1840, Victor Hugo interpuso una querella reclamando sus derechos de autor, teniendo Donizetti y Romani que reescribir la obra situando la acción en Turquía y denominándola La Rinnegata. Problemas con la censura de la época y también las protestas de los descendientes de la familia Borgia, hicieron que Donizetti tuviese que cambiar el nombre de su ópera cuando fue estrenada en diferentes ciudades: Eustorgia da Romano en Florencia, Alfonso duca di Ferrara en Trieste, Giovanna I di Napoli en Ferrara y Elisa da Fosco en Roma. Finalmente, la ópera recobró su título original siendo representada con frecuencia durante la segunda mitad del Siglo XIX.

En 1904 fue estrenada en el Metropolitan neoyorkino con Enrico Caruso como Gennaro. Durante la primera mitad del Siglo XX, las representaciones fueron muy escasas, destacando la que tuvo lugar en 1933, en conmemoración del centenario del estreno, en el transcurso del primer Maggio Musicale Fiorentino, con un extraordinario reparto que incluía a Giannina Arangi-Lombardi (Lucrecia), Beniamino Gigli (Gennaro), Gianna Pederzini (Orsini) y Tancredi Pasero (Alfonso).

La verdadera recuperación de Lucrezia Borgia se produjo en 1965, durante las representaciones que tuvieron lugar en el neoyorkino Carnegie Hall, con Monserrat Caballé como Lucrezia, sustituyendo a una indispuesta Marilyn Horne y que supusieron el gran lanzamiento internacional de la soprano catalana, constituyendo durante bastantes años una de sus grandes interpretaciones.

Destacar también, las magníficas creaciones que realizaron de este personaje: Leyla Gencer, Joan Sutherland, Beberly Sill, y en años más recientes, Renée Fleming, Edita Gruberova y Mariella Devia. El personaje de Gennaro, ha sido magníficamente interpretado por tenores españoles como Jaime Aragall, Josep Carreras; y, sobre todo, el gran Alfredo Kraus. Donizetti realizó dos versiones de Lucrezia Borgia: la primera estrenada en Teatro alla Scala de Milán en 1833, con la dificilísima cabaletta final de Lucrezia “Era desso il figlio mio”, y una segunda, en 1840, también representada en ese mismo teatro, donde Donizetti compuso un nuevo final anulando la cabaletta y sustituyéndola por el aria de Gennaro “Madre, se ognor lontano”.

Al final de los años sesenta del pasado siglo, el director de orquesta y musicólogo Richard Bonynge, descubrió una copia del recitativo-aria de gran belleza y dificultad “Partir degg’io…T’amo qual s’ama un angelo”, compuesta por Donizetti para el Gennaro del tenor ruso Nikolai Ivanov y de la que Alfredo Kraus realizó extraordinarias interpretaciones. En las muchas representaciones de Lucrezia Borgia dirigidas por Richard Bonynge se inserta ese recitativo-aria y también, fundidos, ambos finales, con el aria de Gennaro y la cabaletta de Lucrecia en la que puede llamarse “Versión Bonynge”. Esta es una opción alternativa que se incluye en diferentes producciones. Existen dos magníficas grabaciones realizadas en estudio, la primera editada por el sello RCA en 1966, e interpretada por Monserrat Caballé, Alfredo Kraus, Shirley Verrett y Ezio Flagelo con dirección de Jonel Perlea. La segunda editada por DECCA en 1978, e interpretada por Joan Sutherland, Jaime Aragall, Marilyn Horne e Ingvar Wixell con dirección de Richard Bonynge, donde ya se incluyen los dos finales y el recitativo-aria “Parti degg’io…T’amo qual s’ama un angelo” al comienzo del Acto II.

En estas representaciones valencianas se optado por la versión del estreno en el Teatro alla Scala, en 1833. Se trata de una producción del Palau de Les Arts dirigida escénicamente por Emilio Sagi, que es un reciclaje ¡mejorado! de los que Sagi dirigió en Bilbao (2001) y Oviedo (2004), con la escenografía de Llorenc Corbella, a base de grandes paneles móviles, sobre los que se proyectan dibujos abstractos que adquieren relevancia gracias al magnífico diseño de iluminación de Eduardo Bravo, alternando tonalidades cálidas y frías en función del desarrollo de la acción y el estado psicológico de los personajes.

En la primera escena del prólogo, esos paneles perfectamente alineados en sentido decreciente y con una profusa iluminación dorada, reproducen una gran sala del palacio Grimani en Venecia, lleno de figurantes, entre ellos Gennaro y sus amigos, que bailan y se divierten durante los festejos del carnaval veneciano. Ya, en la escena segunda, de manera súbita, los personajes desaparecen excepto Gennaro que permanece dormido, la iluminación se torna más tenue, y al fondo del escenario puede verse la llegada de una góndola de la que desciende Lucrecia, acercándose a Gennaro, produciéndose un rápido movimiento de los paneles que confiere a la estancia un carácter claramente intimista.

El escenario recupera al final del prólogo, las grandes dimensiones iniciales con la aparición del grupo de amigos de Gennaro que increpan durísimamente a Lucrezia. La escenografía adquiere un auténtico atractivo visual al comienzo del Acto I, donde unos pocos paneles de diferentes alturas con una brillante iluminación que les confiere un color gris plateado, reproducen la entrada del palacio de Ferrara (residencia de Lucrezia y su marido el duque Alfonso D’Este) con grandes letras apoyadas verticalmente sobre el escenario con el apellido BORGIA, que se reflejan sobre un pulido suelo escénico. La B inicial es desmontada por Gennaro para convertirse en la palabra ORGIA, que será el desencadenante de todo el drama posterior. También, en ese Acto I, de nuevo, el rápido movimiento de los paneles acota el despacho privado del duque, quien mantendrá una fuerte discusión con su esposa Lucrezia, y en esa estancia aparece reproducido espacialmente el famoso “Hombre de Vitruvio” dibujado por Leonardo de Vinci, un símbolo netamente renacentista, que sitúa la acción en un concreto espacio temporal.

Ya, en el Acto II, Gennaro junto a una maqueta de la ciudad de Ferrara son elevados del escenario donde se desarrollan malévolas intrigas, en un intento de plasmar, simultáneamente, en diferentes planos dramáticos, el crudo mundo real y el fantasioso en que se mueve Gennaro. De gran impacto visual resulta la trágica escena final de la ópera, donde el espacio escénico acotado por los paneles, está tenuemente iluminado con fríos colores azulados que contrastan con el precioso vestido rojo que exhibe Lucrezia, creado por Pepa Ojanguren, quien triunfa plenamente tanto en los elegantes y glamurosos vestidos diseñados para Lucrecia, como en las sobrias e intemporales vestimentas del elenco masculino.

Fabio Biondi que en la actualidad comparte con Roberto Abbado la dirección musical del Palau de Les Arts, ha conseguido auténtica fama con su conjunto Europa Galante, en los repertorios barroco y mozartiano. Lucrezia Borgia era su primera incursión en el repertorio belcantista, al menos en este teatro. Biondi ha intentado darle auténtico protagonismo a la orquesta, ofreciendo una lectura de carácter historicista, incluyendo en el foso un pianoforte. Sin embargo, en esta partitura lo más importante son las voces, que resultaron, por momentos, perjudicadas por un excesivo volumen orquestal.

Su dirección pecó de cierta lentitud en momentos del prólogo y del Acto II. No obstante, estaba al frente de la magnífica Orquesta de la Comunidad Valenciana, con excelentes prestaciones de metales y maderas, sobre todo de flautas, clarinetes y el precioso sonido del oboe solista. También, destacar las excelentes intervenciones del arpa acompañando las interpretaciones solistas de Lucrezia.

Los mejores momentos orquestales se produjeron en la obertura cuyos sombríos acordes iniciales derivan a una música alegre y desenfadada que, sin solución de continuidad, introduce la festiva y colorista primera escena. Muy conseguido ese precioso tema musical que de manera recurrente marca la presencia de Lucrezia en su gran escena del Prólogo, y que reaparecerá en el magnífico trío del Acto I. Destacar también, la interpretación orquestal en conjunción con el coro y las voces solistas en el gran concertante con el que finaliza el Prólogo. Así como, esa coda instrumental –típicamente donizettiana- conclusiva de la vibrante cabaletta de Lucrezia y Gennaro al final del Acto I.

El gran atractivo de esta Lucrezia Borgia ha sido la magnífica interpretación de la soprano Mariella Devia, quien a punto de cumplir sesenta y nueve años, sigue mostrando su gran técnica, con una perfecta colocación y proyección de la voz, absoluto dominio del canto legato, con gran control del fiato en las regulaciones de sonido; y, en posesión de todas las cualidades que requiere el “bel canto”.

Ya en su entrada escénica, al comienzo del recitativo “Tranquillo ei posa” nos ofrece una magnífica “messa di voce”, y después, afronta con maestría y absoluto dominio de las agilidades la famosa aria “Com’ è bello! Quale incanto”, en cuya segunda parte “Mentre geme il cor sommesso”, ofrece complejas variaciones y notas bellamente adornadas, sobre todo en las frases finales del aria “Gioia sogna, ed un angio. Non ti desti che al piacer”. Impresionante esa nota en piano que sostiene durante varios compases al final del Prólogo.

También, muestra auténtica fuerza dramática en el dúo con Alfonso del Acto I. Ya, en el Acto II, realiza una gran interpretación del bellísimo Largo “M’odi, ah! M’odi, io non t’imploro”, con una expresiva y dramática utilización de la coloratura. Y, en la conclusión de la ópera, ofrece una deslumbrante interpretación de la cabaletta “Era desso il figlio mio”, página de absoluto virtuosismo, donde muestra su dominio de las agilidades en la ejecución de trinos y complejas escalas, imprimiendo al canto, por momentos, un ritmo vertiginoso, para concluir con la emisión de un impresionante sobreagudo.

Excelente la mezzo Silvia Tro Santafé en su interpretación de Maffio Orsini, mostrando una gran musicalidad, dominio de todos los registros y buena resolución de las agilidades. Todo ello se pone de manifiesto desde el mismo inicio de la ópera, cuando canta “Nella fatal di Remini e memorabil guerra…..Là nella notte tacita….” donde manifiesta su entrañable y ambigua relación con Gennaro. Dota de auténtica fuerza dramática a frases como “Maffio Orsini, signora, son io” dirigiéndose con desprecio a Lucrezia al final del Prólogo. Asimismo, realiza una gran interpretación del largo dúo con Gennaro del Acto II, el que se intercala el precioso arioso “Onde a lei ti mostri grato”, donde Silvia Tro muestra su impecable línea de canto. Deslumbrante resulta su interpretación del famoso brindis “Il segreto per esser felice” en cuya segunda parte “Profittiamo degl’ anni fiorenti”, inserta con maestría una serie de variaciones.

El joven bajo-barítono croata Marko Mimica, en el papel de Alfonso D’Este duque de Ferrara, exhibe unos poderosos medios vocales junto a una buena actuación escénica. Muy notable y llena de nobles acentos resulta su interpretación en el Acto I del recitativo-aria-cabaletta “E l’ultium’alba è questa……Vieni: la mia vendetta…..Mai per cotesti insani”. Floja actuación del tenor norteamericano William Davenport como Gennaro, con dificultad para proyectar la voz. Resulta discreta su interpretación del aria en el Prólogo “Di pescatore ignobile”, y muestra todas sus carencias en los dúos con Lucrezia, sobre todo en la vibrante cabaletta “Infelice! Il veleno bevesti!” con la que finaliza el Acto I.

Buenas prestaciones del resto de los interpretes, casi todos procedentes del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo, en especial el bajo Michael Borth y el tenor Moises Marín, respectivamente Astolfo y Rustighello, sobre todo en su sombrío dúo del Acto I. Como siempre, resulto magnifica la actuación del Coro de la Generalitat Valenciana, dirigido por su titular Francesc Perales.
Texto: Diego Manuel García Pérez
Fotografías: Tato Baeza

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