Giorgia Guerra

ABAO Bilbao Opera levanta el telón de su temporada los días 21, 24, 27 y 30 de octubre devolviendo al repertorio Roméo et Juliette de Gounod, contando como protagonistas con Javier Camarena, Nadine Sierra, Anna Alàs Jové y Andrej Filonczyk. Será la primera vez en España que una mujer firme una producción sobre el drama de los amantes de Verona, y lo hará la regista romana Giorgia Guerra. Es su montaje, con escenografía de Federica Parolini, vestuario de Lorena Marín, iluminación de Fiammeta Baldiserri y videoproyecciones de Immaginarium Studio Creative, la directora de escena aúna esfuerzos para “enfatizar la poética y la contemplación en la propuesta teatral dejando que el público respire para que pueda disfrutar al máximo de la maravillosa música de Gounod de un drama del que todos conocemos el final y que todavía nos regala la posibilidad de creer en la fuerza del amor”, según afirma.

La idea de Giorgia Guerra se basa en la fuerte presencia de las familias rivales “que pesan como monolitos en la vida de los jóvenes y que acabará con ellos. En una caja escénica atemporal tomaran vida estos conocidos personajes históricos con trajes de epoca que nos mostrarán sus sentimientos puros y este mágico drama”.

La versión de Gounod de la obra maestra shakesperiana revivirá en Bilbao resaltando aspectos como la belleza y la pureza de la juventud e invitará “a saborear el mito de Romeo y Julieta que hoy, en pleno siglo XXI, sigue hablándonos  a través de muchas artes, desde el drama original de finales del siglo XVI, pasando por la composición de Gounod, por la versión del popular ballet de Sergei Prokovfiev –obra a la que le haremos un homenaje–, hasta llegar a su amplia filmografía que todos conocemos”, asegura la regista. “Mi intención es la de darle a esta historia universal que ha apasionado a varias generaciones una vuelta de tuerca para que el público asistente salga de esa vorágine de vida que llevamos en la actualidad para sumergirse en un viaje apasionante y en una música de ensueño mezclando la tradición con los nuevos medios audiovisuales”.

En el foso del Euskalduna estará la Euskadiko Orkestra Sinfonikoa y el montaje contará con el acreditado Coro de Ópera de Bilbao, todos bajo la dirección musical de Lorenzo Passerini.

Foto © Leila Leam

Piotr Beczala

El próximo martes 15 de noviembre el famoso tenor polaco Piotr Beczala ofrecerá un recital único en el Auditorio Kursaal Donostia de San Sebastián. Acompañado al piano por Camillo Radicke, el conocido tenor vuelve al Kursaal después de su primera visita en 2018 para interpretar obras de Tchaikovsky, Moniuszko, Gounod, Massenet, Meyerbeer, De Curtis, Verdi y Giordano.

Considerado uno de los grandes cantantes de ópera del panorama internacional, Beczala es uno de los tenores más aclamados de nuestro tiempo, además de uno de los más demandados por los principales teatros de ópera del mundo.  Nacido en Polonia en 1966, el artista no solo es aplaudido por la increíble belleza de su voz, si no también por su ferviente compromiso con cada personaje que interpreta, como acaba de demostrar en el Teatro Real de Madrid en el papel de Radamés en Aida, la ópera que ha abierto la temporada 2022/2023 del coliseo madrileño.

Además de su trabajo operístico, Beczala ha interpretado muchas de las obras vocales corales y orquestales más icónicas de la música clásica, trabajando junto con los directores y orquestas más reconocidos de la actualidad. Su singular estilo y potencia vocal se encuadra dentro de la tradición interpretativa de los grandes tenores líricos de la historia, con un color vibrante y atractivo, sostenido por una depurada técnica.

Después de su paso por España, Beczala actuará en Múnich y Viena. A partir de diciembre de 2022 iniciará una gira por Estados Unidos que le llevará a escenarios como la Metropolitan Opera de Nueva York o la Palm Beach Opera de West Palm Beach.

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Faust
Charles Gounod (1818-1893)
Ópera en cinco actos
Libreto de Jules Barbier y Michel Carré, basado en la obra Faust et Marguerite (1850)
de Michel Carré y en la obra homónima (1808) de Johann Wolfgang von Goethe.
Nueva producción del Teatro Real , en coproducción con De Nationale Opera & Ballet de Amsterdam
D. musical: Dan Ettinger
D. escena: Álex Ollé (La Fura dels Baus)
Colabora en dirección escena: Valentina Carrasco
Escenografía y vídeo: Alfons Flores
Iluminador: Urs Schönebaumm
D. coro: Andrés máspero
Reparto: Ismael Jordi, Erwin Schrott, Irina Lungu, John Chest, Isaac Galán,
Annalisa Stroppa, Diana Montague.
Coro y Orquesta titulares del Teatro RealHomúnculo se define como un ser con características humanas, generalmente deforme y creado artificialmente. Parece que fue el alquimista Paracelso quien primero utilizó este término para denominar a una criatura creada al intentar buscar la piedra filosofal. La teoría del homúnculo se aceptó hasta 1827, año en el que se descubrió la existencia del óvulo. Hasta ese momento, se pensaba que el esperma escondía un homúnculo u hombrecillo en miniatura para el que el óvulo solo servía de alimento.El homúnculo es también el elemento que ha servido de inspiración a La Fura del Baus, concretamente a su director Alex Ollé, para desarrollar la escenografía del Faust que nos presenta el Teatro Real en el estreno de su nueva temporada.Son varias las óperas de repertorio que se estrenaron con fracaso. Pero si hay una que se lleva la palma, sin duda, esa es Faust, de Charles Gounod. Su estreno en el Thèátre Lyrique de París el 19 de marzo 1859 resultó un estrepitoso fracaso. El público francés había tachado la obra de “poco vistosa”y, sobre todo, poco francesa. Todo ello a pesar de la enorme popularidad que en aquellos momentos despertaba la cultura alemana, siendo Goethe uno de sus emblemas. Donde sí triunfó desde el principio fue en Alemania. Como la adaptación de los libretistas Jules Barbier y Michel Carré, no profundizaba en los aspectos más filosóficos de una obra de culto para los alemanes, y se permitieron además el lujo de alterar el orden de importancia de algunos personajes, la obra se representó, hasta no hace demasiado tiempo, con el título de “Marguerite”. Fue a partir de su estreno en Alemania cuando comenzaron los éxitos de Faust. Se representó hasta la saciedad, todas las temporadas y en casi todos los teatros europeos. Tal era su popularidad que, un 22 de octubre de 1883, una nueva compañía de teatro quiso estrenar su primera temporada de ópera representando a Faust. Se trataba del Metropolitan Opera House.Faust es dual. Es una gran ópera de estilo francés que también tiene características de gran ópera alemana, como un importante coro, varios números de ballet, la épica de alguno de sus personajes o el tiempo que Gounod dejaba entre números para que el público pudiera aplaudir. Detalle éste, muy wagneriano.

Pero volvamos a la escenografía. Cuando se trata de La Fura dels Baus, sabemos de ante mano que el resto de elementos operísticos como voces, teatralidad, incluso la música, van a quedar en un segundo plano. A veces esto puede ser para bien o, como en el caso que nos ocupa, para mal.

Bajo el proyecto homúnculo se ha situado la escena en un gran laboratorio donde Faust persigue la idea de inventar un ordenador capaz de gestionar emociones. Frustrado e insatisfecho, acepta la oferta de su alter-ego, Mèphistophélès, que se presenta así como el mal necesario, el espoleador que rescata a Faust de su aburrimiento y le convence para vivir todo aquello a lo que cree haber renunciado hasta ese momento. Mèphisto, que aparece primero como estrella de rock, va evolucionando de manera camaleónica hasta convertirse en un cristo crucificado. Junto a ellos, un ejército de postmodernos soldados, barbies plastificadas que parecen desnudas, mujeres maduras con exagerados pechos y hooligans con sus uniformes de aficionados al fútbol. En definitiva, multitud de elementos conceptuales e ideas complejas que apenas tienen desarrollo o encaje a lo largo de la obra. Una escenografía que está llena de lugares comunes, los mismos de siempre.

La Fura ya no sorprende y solo es capaz de generar polémica cuando termina la función y empieza su bochornoso espectáculo de contaminación, ajeno por completo a cuestiones artísticas.

La dirección musical corría a cargo del debutante en el Teatro Real Dan Ettinger. El joven director israelí hizo valer su formación musical germánica y consiguió que desapareciera cualquier vestigio de ópera francesa. El volumen de sonido fue excesivo, perfecto para Wagner, pero no para Gounod. Faltó delicadeza, sobre todo en la obertura y en las arias de conjunto, donde se generó un cierto caos. Eso si, es un extraordinario director para los cantantes.

Este segundo reparto resultó equilibrado. Faust no es un papel fácil para un tenor. Tiene dos partes muy diferenciadas que parecen haber sido escritas para dos tenores de características diferentes. La primera corresponde a un Faust maduro y dramático y la segunda a uno joven y más ligero Faust. Ismael Jordi aborda el personaje con sumo cuidado en la primera parte, por su dramatismo y por precisar de una voz de mayor envergadura. Es en la obertura donde el tenor jerezano tiene más dificultades. El resto de la obra transcurre en una tesitura mucho más cómoda para él. Tiene momentos de tensión que solventa con acierto, como la cavatina o el hermoso dúo con Marguerite. Jordi se encuentra en un extraordinario momento vocal, siempre elegante y con una notable presencia escénica.

El Mèphisto de Erwin Schrott fue de una gran teatralidad, algo imprescindible en este personaje y esta producción. Siempre que estuvo en escena fue el protagonista. Su voz no llega a la tesitura requerida para este rol, pero no son fáciles de encontrar voces baritonales avisales. Su volumen es muy apreciable y su timbre agradable, pero algunos sonidos nasales afearon un poco su participación.

La Marguerite de Irina Lungu, personaje algo desdibujado en la ópera con respecto al texto de Goethe, es una joven delicada e inocente. Desde este punto de vista estuvo bien interpretada por Lungu. Su voz no es muy grande, pero si suficiente y bien timbrada.

John Chest, como Valentin, fue uno de los grandes afectados por el volumen de sonido de la orquesta. Apenas se le escuchó.

Siébel, personaje juvenil y romántico, estuvo muy bien interpretado por la italiana Annalisa Stroppa. Hermoso timbre y una voz esmaltada y tersa que gustó mucho al público, sobre todo en su aria “Faites-lui mes aveux”.

La veterana diana Montague construyó una Marthe simpática y con carácter. El complemento perfecto para un Faust con aspiraciones cómicas.

El coro tuvo una actuación estelar. Si empieza así la temporada, no se que va a dejar para el anillo. ¡Fantástico!.

Un inicio de temporada un tanto irregular. Pero esto no ha hecho más que empezar.

Texto: Paloma Sanz
Fotografías: Javier del Real
Vídeos: Teatro Real

Celso Albelo

Celso Albelo continúa su trayectoria ampliando su repertorio y afrontando nuevos papeles. Siempre con el bel canto romántico como telón de fondo acaba de triunfar con su aclamado Arturo de I Puritani en el Teatro Masimo  de Palermo, el tenor español debutará el personaje protagonista de Roméo et Juliette, de Gounod, en el Teatro Calderón de Valladolid los días 2, 4 y 6 de mayo en una coproducción entre el Gran Teatre del Liceu de Barcelona y la Santa Fe Opera de estados Unidos que esta misma temporada se ha visto en el coliseo barcelonés. No es la primera vez que Albelo canta ópera francesa –en su haber ya atesora grandes éxitos con títulos como Werther, La favorite o Les Pêcheurs de Perles– a la que ahora regresa a lo grande. La historia de amor más célebre de la literatura creada por el genio de Shakespeare fue magistralmente adaptada por Charles Gounod, sin duda uno de los más importantes representantes del drama lírico galo durante el siglo XIX, creando una partitura de gran belleza y acorde con el más exquisito romanticismo francés de la época. “El alma de Romeo y Julieta, en su amor universal, está más allá de cualquier época o condición”, afirma el cantante tinerfeño. “Su amor pudo con el odio enquistado, con un odio heredado de generaciones… Por lo mismo, Romeo y Julieta son tan universales como eternos”, asegura. En el Calderón se podrá ver un montaje con dirección de escena de Stephen Lawless ambientado en la guerra civil de los Estados Unidos (1861-1865). La pareja protagonista estará defendida, además del Roméo de Celso Albelo, por la soprano rusa Katerina Tretyakova encarnando a Juliette, quienes compartirán escenario con Stefano Palatchi, David Alegret o Mireia Pintó, entre otros, todos bajo la dirección musical de Alain Guingal.

Después del compromiso en Valladolid, el tenor español regresará al Teatro San Carlo de Nápoles, esta vez para retomar el papel de Alfredo Germont de La Traviata los días 20 y 22 de mayo junto a la Violetta de la soprano Nino Machaidze y la batuta de Jordi Bernàcer. Albelo debutó el papel verdiano en la Ópera de Guangzhou (China) en 2013 interpretándolo después junto a los Amigos de la Ópera de A Coruña en 2014.

Un nuevo papel se añade al repertorio de la soprano mexicana de origen georgiano Maria Katzarava: el de la fundamental Marguerite, del Faust de Gounod. Lo hará después de sus recientes actuaciones en Barcelona (Desdemona del Otello de Verdi) y Bolonia (Micaëla de Carmen de Bizet), y de sus giras por Moscú y Mumbay (India) -junto a Zubin Mehta– y por Abu Dabi, Manila, Tokio y Seúl con Andrea Bocelli, sin olvidar su debut en el Musikverein de Viena invitada por Juan Diego Flórez. Katzarava será Marguerite por primera vez en su carrera en una nueva producción que firma Stefano Poda y bajo la batuta de Jean-Yves Ossonce. Serán cuatro funciones los días 5, 8, 10 y 12 de junio en la Opéra de Lausanne. «El personaje es sin duda fascinante», afirma la intérprete, «y me gusta porque vive emociones muy fuertes, se enamora, la ultrajan, la condenan, se vuelve loca, mata a su hijo… La salva su fe y su arrepentimiento. Todos estos cambios en su estado de ánimo convierten al personaje en un reto tanto en lo dramático como en lo vocal».

Después de este intenso debut, Maria Katzarava tiene previstas actuaciones en el Festival de Saint Denis (Francia; Novena Sinfonía de Beethoven), el Festival Castell de Peralada (España; Liú en Turandot de Puccini) y el Teatro Massimo de Palermo (Italia; Cio-Cio San en Madama Butterfly).

http://katzaravamaria.com/

Romeo y Julieta

El Teatro Real ofrecerá, dirigido por Michel Plasson, los días 16, 20 y 26 de diciembre a las 20 horas, Roméo et Juliette, de Charles Gounod (1818-1893), en versión de concierto.

Los roles titulares serán interpretados por la soprano búlgara Sonya Yoncheva,-que en el Real ha cantado en Don Pasquale y en Il retorno d’Ulisse in patria, y que se encuentra en un fantástico momento de su carrera- y el tenor franco-italiano Roberto Alagna, que en la última función será reemplazado por el norteamericano Charles Castronovo, conocido del público madrileño por su interpretación en Poppea et Nerone.

La ópera, en un prólogo y cinco actos, Roméo et Juliette, de Charles Gounod, está inspirada en la Symphonie dramatique – Roméo et Juliette de Héctor Berlioz y en la ópera I Capuletti e i Montecchi de Vincenzo Bellini, pero se acerca más a la tragedia de Shakespeare que sus predecesoras, gracias al libreto firmado por Michel Carré y Jules Barbier.

Estrenada en 1867 con puesta en escena de Georges Bizet, ha sido la primera ópera sin diálogos hablados representada en la Opéra-Comique de París. En su partitura aflora ya la nueva tendencia del drame lyrique francés de alejarse de la grandilocuencia y adentrase en la vida anímica de los protagonistas.

El núcleo de la ópera son los cuatro grandes duetti entre Romeo y Julieta, integrados a su vez en una totalidad cohesionada musicalmente por medio de la articulación de diferentes motivos musicales.

En Roméo y Juliette el virtuosismo puramente vocal es mucho más contenido que en Faust, y su presencia está subordinada a la dramaturgia de la obra. En este contexto, Gounod define con mayor precisión el perfil musical de los protagonistas sobre el claroscuro de los grupos sociales personificados en los coros, las oraciones y las baladas populares. Con esta ópera, presentada al mundo en la Exposición Universal de París de 1867, el compositor se despedía de escena.

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