Pan y Toros

El público joven recibió ayer con entusiasmo el preestreno de la obra ‘Pan y toros’, de Asenjo Barbieri, con la que regresa la zarzuela a la programación del Palau de les Arts Reina Sofía.

La función reservada para menores de 29 años de este jueves se ha convertido en la representación de este género de mayor éxito desde que Les Arts puso en marcha esta iniciativa para acercar al público joven a la lírica en 2019.

Tras finalizar la representación, la platea en pie ha obsequiado al elenco, el equipo creativo y artístico, el Cor de la Generalitat y a la Orquestra de la Comunitat Valenciana con una ovación de más de siete minutos.

Juan Echanove, que ha sido el encargado de dar la bienvenida a los espectadores antes del inicio de la función, ha hecho su debut como director de escena en teatro lírico con esta producción de ‘Pan y toros’ para el Teatro de la Zarzuela.

El montaje, que ha gozado de una excelente recepción de público y crítica en sus representaciones en Madrid y Oviedo, se podrá ver en Les Arts del 4 al 12 de noviembre.

Guillermo García Calvo asume la dirección musical después de la excelente acogida de su primera incursión en el género con la Orquestra de la Comunitat Valenciana en ‘La tabernera del puerto’ en 2019. Destacados intérpretes de zarzuela conforman el elenco, con Ruth Iniesta, Carol García, Borja Quiza, Enrique Viana, Amparo Navaro o Pedro Mari Sánchez, entre otros.

Pan y Toros ©Miguel Lorenzo-Les Arts

Pan y toros

El Palau de les Arts Reina Sofía renueva su apuesta por la zarzuela con ‘Pan y toros’, de Francisco Asenjo Barbieri, que se representará del 4 al 12 de noviembre en la Sala Principal.

El director artístico de Les Arts, Jesús Iglesias Noriega, ha presentado hoy en rueda de prensa esta producción del Teatro de la Zarzuela, con dirección musical de Guillermo García Calvo y puesta en escena de Juan Echanove, con la que se conmemora el bicentenario del nacimiento del compositor madrileño. “Asenjo Barbieri es uno de los grandes autores del género, que ya obtuvo una excelente acogida de público en Les Arts con el estreno de ‘El barberillo de Lavapiés’ en 2021. ‘Pan y toros’ es una de sus zarzuelas imprescindibles, una obra compleja, que presentamos con los mejores mimbres artísticos para conmemorar esta efeméride”.

Guillermo García Calvo, actual titular del Teatro de la Zarzuela, se reencuentra con el Cor de la Generalitat y la Orquestra de la Comunitat Valenciana, después de las celebradas funciones en 2019 de ‘La tabernera del puerto’. El director español más vienés, con más de 200 funciones de ópera en la Staatsoper de la capital austríaca, ya dirigió el estreno de la producción en Madrid.

García Calvo considera que ‘Pan y toros’ será un “gran descubrimiento para el público de Les Arts”. “Es una partitura muy elaborada, llena de riqueza musical, llena de concertantes, dúos, el papel del coro es fantástico… Creo que es quizá la obra más completa de Barbieri, que, en muchos casos, está a la altura del mejor ‘bel canto’ de la época de las óperas serias de Donizetti”, subraya el director madrileño.

Juan Echanove debutó en la dirección de teatro lírico con este nuevo montaje de ‘Pan y toros’, “uno de los grandes títulos de la lírica española”, según valora el actor, que ya ha recibido el aplauso de público y crítica por sus representaciones en el Teatro de la Zarzuela y Campoamor de Oviedo.

Echanove, que en los últimos años ha comenzado a desarrollar su faceta como director de teatro de prosa, dedicó dos años a la preparación de su primera zarzuela, para la que ha contado con un equipo creativo “con los mejores colaboradores”: Ana Garay (escenografía y vestuario), Juan Gómez Cornejo (iluminación), Manuela Barrero (coreografía) y Álvaro Luna con la colaboración de Elvira Zurita (vídeo).

“Pan y toros’ es una historia de espías y de intrigas. España es una historia de espías y de intrigas… palaciegas y populares. Pequeñas historias que conforman entre todas la Gran Historia de España. Barbieri, imbuido de la grandeza de Beethoven, compuso esta joya musical. Picón la hilvanó con finos hilos de verso destilando entre los dos, historia, humor y verdad”, afirma.

Les Arts reúne un elenco de primeras voces del circuito nacional. Regresan: Ruth Iniesta (Doña Pepita), una de las sopranos más apreciadas por el público valenciano por sus trabajos en ‘Il viaggio a Reims’, ‘Doña Francisquita’, ‘Pagliacci’ y ‘Don Giovanni’, y el barítono coruñés Borja Quiza (El capitán Peñaranda), gran triunfador de las representaciones de ‘El barberillo de Lavapiés’ en 2021.

Les acompañan destacados intérpretes como la ascendente mezzosoprano barcelonesa Carol García (La princesa de Luzán), el polifacético tenor madrileño Enrique Viana (El abate Ciruela), el destacado actor Pedro Mari Sánchez (El corregidor Quiñones) o la soprano valenciana Amparo Navarro (La duquesa).

Milagros Martín (La Tirana), José Julián Frontal (Goya), Pedro Mari Sánchez (El corregidor Quiñones), Carlos Daza (Pepe-Hillo), Pablo Gálvez (Pedro Romero), Tomeu Bibiloni (Costillares), Pablo López (El general), Alberto Frías (El santero), Ángel Burgos (Jovellanos), Lara Chaves (La madre, ciega), Marcelo Solís (El padre, ciego) y Julen Alba (El niño, ciego) completan el reparto.

Les Arts ha programado del 4 al 12 de noviembre cuatro funciones de ‘Pan y toros’, además del Preestreno para menores de 29 años’, que tendrá lugar este jueves, día 2 de noviembre.

Fotografía ©Mikel_Ponce_LesArts

Pan y toros
Pan y toros
Zarzuela en tres actos
Francisco Asenjo Barbieri (1823-1894)
Libreto de José Picón
Estrenada en el Teatro de la Zarzuela en 1864
D. musical: Guillermo García Calvo
D. escena: Juan Echanove
Escenografía y vestuario: Ana Garay
Iluminador: Juan Gonzáles Cornejo (AAI)
Coreografía: Manuela Barrero
Videoescena: Álvaro Luna, con la colaboración de Elvira Ruiz Zurita
D. coro: Antonio Fauró
Orquesta de la Comunidad de Madrid
Coro Titular del Teatro de la Zarzuela
Reparto: Yolanda Auyanet, Carol García, Borja Quiza, Milagros Martín,
Gerardo Bullón, María Rodríguez, Enrique Viana,
Pedro Mari Sánchez, Carlos Daza, Pablo Gálvez,
José Manuel Díaz, Pablo López, Alberto Frías, César Sánchez,
Lara Chaves, Sandro Cordero, Julen Alba, Juan Sousa y Javier Alonso

Se conmemora esta temporada el bicentenario del nacimiento del compositor madrileño Francisco Asenjo Barbieri (1823-1894). El Teatro de la Zarzuela, del que Barbieri fue cofundador y empresario, ha querido comenzar la temporada con uno de sus más conocidos títulos, Pan y toros. A la vez que le dedica, como empieza a ser tradición, uno de los palcos del Teatro.
Ante el impulso que en la segunda mitad del siglo XVIII tenían la ópera francesa e italiana, Barbieri, junto a otros compositores como Emilio Arrieta o Joaquín Gaztambide, se convirtió en uno de los principales impulsores del teatro y la lírica española.

Para poder rivalizar con estas obras que inundaban los teatros de Madrid, comenzó a utilizar en sus composiciones elementos de la ópera seria. Introdujo los coros al inicio y al término de la obra, para crear un mayor efecto sonoro. Prescindió de números individuales, como arias y romanzas y los sustituyó por arias de conjunto, dúos y tercetos. Cambió la estructura para que tuviera tres actos, al modo europeo. Se aprecian también en Pan y toros numerosos concertantes y la utilización, por primera vez, de los melodramas, escenas habladas que no están acompañadas de música. Se trata de diálogos secos que exigen de los cantantes una gran capacidad dramática.

Pan y toros es una de las obras más complejas de Barbieri. Su partitura puede estar a la altura del mejor belcanto. Sabe crear con su música atmósferas y situaciones propias de la dramaturgia de las mejores óperas europeas. Se considera por tanto una obra de las llamadas grandes zarzuelas y una de las más representadas del compositor, junto a otras como Jugar con fuego, Los diamantes de la corona y El barberillo de Lavapiés.

Pan y toros es una de las composiciones que mejor define el carácter español. Nos traslada a un Madrid del final de siglo XVIII. El de aquella época y el de casi cualquier época, pues su texto es de plena actualidad. Entre conspiraciones y enfrentamientos de las dos Españas del momento, liberales y conservadores o, como dice Echanove, “Somos una España dividida en dos tendidos, el de sol y el de sombra. Al de sombra le suele ir bien, el de sol, sufre. Y mientras todo esto ocurre, un hombre su juega la vida en un ruedo. Eso es España”.

El autor del libreto, el arquitecto e historiador José Picón, no trató de crear una obra de género taurino propiamente dicha. Su vinculación con el tema lo es por el título y porque entre sus protagonistas aparecen los tres toreros más famosos de la época. Se trata más bien de una curiosa historia de intrigas palaciegas en la que aparecen, además de los toreros, otros personajes conocidos de Madrid, como La Tirana, la Duquesa de Alba o el mismo Francisco de Goya, que ha sido inteligentemente utilizado como hilo conductor en toda la estética de esta producción.

Se suceden los pintorescos enredos en los que se mezcla la nobleza y el pueblo en una obra coral donde la interpretación tiene una gran importancia. Y para potenciar esta interpretación, se ha contado con Juan Echanove para la dirección escénica. El resultado no ha podido ser mejor. Como dice el director, “para abordar esta escenografía he tenido que poner todo, todo, todo lo que yo sé sobre el arte escénico”.

Con Goya y su obra como elemento cohesionador, Echanove ha plantado un ruedo giratorio en mitad del escenario que, a modo de metáfora, nos recuerda que estamos condenados a repetir los mismos errores sin posibilidad de salir.

La maestría de Echanove y Ana Garay generan un enorme dinamismo sobre el escenario. Componen escenas de un valor estético que bien podría haber firmado Laurent Pelly o Claus Guth. La dirección de actores, como no, es magnífica y nada fácil por la permanente multitud. Como bien dice Borja Quiza, ”Dirigir un dúo o una romanza es fácil, dirigir a las masas todo el tiempo es difícil”.

Otro gran acierto es la utilización de la danza contemporánea. La coreografía de Manuela Barrero y el trabajo de sus bailarines es brillante. Es un elemento innovador, actualiza la obra y establece una comunicación visual con el público que dinamiza todo el argumento. Componen escenas de una plasticidad estética de altísima factura.

Otro elemento a resaltar son las proyecciones de Álvaro Luna, con la colaboración de Elvira Ruiz Zurita. Utilizan obras de Goya e imágenes de los actores y cantantes, que también evocan los grabados del pintor aragonés. Complementan y enriquecen las escenas subrayándolas, siempre en armonía con música y argumento.

En momentos de transición argumental, aparece un personaje, como si de un fantasma se tratara, las castañuelas. Llaman la atención de todos sobre el hilo argumental y generan una atmósfera de misterio y expectación. Otro detalle de gran belleza estética y teatralidad.

Para esta producción, el Teatro de la Zarzuela ha dispuesto dos elencos de gran nivel. El estreno del 6 de octubre ha estado encabezado por la soprano Yolanda Auyanet que, a pesar de que ella se dice no muy experimentada en el género de la zarzuela, se encuentra cómoda en su personaje de Doña Pepita y hace muy bien de mala. Su facilidad para las agilidades, sin perder volumen en la emisión, creó un personaje muy operístico. Destacó su coloratura y los dúos, primero con el Capitán Peñalara, en el que lució sobreagudo, y después con la princesa Luzán.

El barítono Borja Quiza dio vida al Capitán Peñalara, militar al frente de las tropas que defienden al monarca. La gran capacidad para la interpretación de Quiza dibujaron un Capitán Peñalara con las cualidades que se le presumen a un militar. Su gran experiencia y buena técnica vocal le procuraron abordar su partitura con seguridad y la garantía de siempre. Pero se echó de menos ese brillo metálico que siempre adorna su timbre y del que disfrutamos en el pasado Barberillo de Lavapiés.

La mezzosoprano Carol García, con su hermoso timbre, construyó una princesa de Luzán amable y delicada, a pesar de ser la militar al mando. Una cosa no quita la otra. De ella fue la única romanza de la obra, la bellísima “este santo escapulario”, que abordó con gusto y sentido bellcantista. Su dúo con Doña Pepita fue de gran belleza, demostrando también su dominio de las agilidades.

El barítono Gerardo Bullón ha sido el encargado de dar vida al personaje de Francisco de Goya. Su impresionante presencia escénica ha estado multiplicada por las proyecciones sobre el escenario del propio personaje. Una buena teatralización acompañada siempre de su bello y noble timbre.

No defraudó Enrique Viana en el papel de Abate Ciruela, con esa capacidad suya para la comicidad. Su voz se resiente ya, pero su capacidad interpretativa, siempre solvente, garantizan el éxito de los personajes que encarna.

Milagros Marín siempre es un valor seguro. Canta, declama e interpreta con la facilidad que otros respiran. Y lo hace todo con esa energía que contagia.

A buen nivel estuvieron los tres toreros, Carlos Daza, como Pepe Hillo, Pablo Gálvez, como Pedro Romero y José Manuel Díaz, como Costillares.

Algo desapercibida pasó María Rodríguez como La Duquesita. El resto de comprimarios tuvo una actuación de buen nivel, Pablo López, en su papel de El General; El Santero, al que dio vida Alberto Frías y César Sánchez, que fue un perfecto Jovellanos.

Mención aparte merece el Coro del Teatro de la Zarzuela dirigido por Antonio Fauró que, además de cantar, interpretan con el mismo garbo y casticismo. La Orquesta del Teatro, de la mano de su director Guillermo García-Calvo, estuvo a buen nivel. Aunque quizá un poco escasa de matices. La tarea no era fácil, la de dirigir a tantos elementos como había sobre el escenario, pero su dirección fue eficaz.

Texto: Paloma Sanz
Fotografías: Javier del Real/Teatro de la Zarzuela

Juan Echanove, pan y toros

El comienzo de una nueva temporada lírica siempre es motivo de alegría y celebración. Y estos tienen aún más sentido si ese acontecimiento llega vestido de buenas noticias, como es el caso de ‘Pan y toros’ de Francisco Asenjo Barbieri –de quien el año próximo se celebra el bicentenario del nacimiento– y el libretista José Picón. Se trata sin lugar a dudas de una de las grandes obras maestras del músico madrileño. Una joya que tras 21 años de ausencia regresa al escenario del Teatro de la Zarzuela donde nació en 1864. Y la suerte de este añorado reencuentro llega acompañada de otra atractiva e importante novedad: el debut de Juan Echanove en el teatro lírico como director de escena. Durante 14 funciones, del 6 al 23 de octubre, el teatro de la madrileña plazuela de Jovellanos volverá a ser una fiesta.

Esta nueva producción de ‘Pan y toros’, el retorno después de varias décadas de la obra de Barbieri al Teatro de la Zarzuela, su casa natural, y que lo haga de la mano de Juan Echanove y la batuta de Guillermo García Calvo –director musical del coliseo–, es un acontecimiento más que memorable. Como es habitual, el foso lo ocupará la Orquesta de la Comunidad de Madrid (Titular del Teatro). El montaje cuenta, asimismo, con la sorprendente escenografía y el vestuario fidedigno y sutil de Ana Garay, la fascinante iluminación de Juan Gómez Cornejo, la omnipresente y esclarecedora coreografía de Manuela Barrero y la videoescena goyesca y ensoñadora de Álvaro Luna con la colaboración de Elvira Ruiz Zurita.

Serán, además, dos extensos repartos los que cantarán la obra genial de Barbieri. Pocas son las ocasiones en que el público se encuentra con un equilibrio vocal y una garantía como la de estos elencos integrados por las sopranos Yolanda Auyanet y Raquel Lojendio, las mezzosopranos Carol García y Cristina Faus, los barítonos Borja Quiza y César San Martín, la soprano Milagros Martín, el barítono Gerardo Bullón, la mezzosoprano María Rodríguez, el tenor Enrique Viana, el actor Pedro Mari Sánchez, los barítonos Carlos Daza, Pablo Gálvez, José Manuel Díaz y Pablo López, el tenor-actor Alberto Frías, el actor César Sánchez, la actriz-cantante Lara Chaves y los  actores-cantantes Sandro Cordero y Julen Alba.

Los acompañará en el escenario el Coro Titular del Teatro de la Zarzuela, así como quince bailarines-actores.

La función del 22 de octubre será grabada por Radio Clásica de RNE y emitida en fechas próximas.

Ruedo ibérico: la Gran Historia de España

Guillermo García Calvo destaca que «saber escribir con pocas notas melodías que conmueven, que iluminan, que nos hacen soñar y ser felices por unos instantes, es uno de los misterios de la creación artística y una virtud que no se encuentra en muchos compositores. Barbieri –concluye el maestro– era uno de ellos, y asegura que gracias a una sublime capacidad inventiva y a su inspiración arrolladora, es comparable a otros dos genios de su época: Rossini y Verdi.

En este sentido, y muestra de ello, es que la partitura de ‘Pan y toros’ «derrocha creatividad y fantasía musicales y es, además, un ejemplo extraordinario del instinto teatral de Barbieri».

Juan Echanove, por su parte, afirma que esta que ahora se presenta en La Zarzuela «es una producción espectacular» en la que él y su equipo habitual se han volcado para elaborar un discurso en el que la figura de Goya está en el centro.

El escenario se transformará en una suerte de «ruedo ibérico», así lo denomina Echanove, quien resume el espíritu de la obra con una reveladora reflexión: «España es una historia de espías y de intrigas palaciegas y populares. Pequeñas historias que conforman entre todas la Gran Historia de España». Y con estos ingredientes, Barbieri y Picón crearon «una joya musical que también destila humor y verdad».

Una zarzuela que habla de nosotros

Pan y toros, uno de los títulos más queridos y celebrados por los amantes del género, es una zarzuela grande e histórica, aleccionadora y entretenida, que habla de nosotros, de nuestra historia en los siglos XVIII y XIX. Nos traslada al Madrid goyesco entre conspiraciones y enfrentamientos de las dos Españas representadas en liberales y conservadores. Se trata, pues, de una curiosa historia de intrigas del variopinto grupo de liberales contra la conservadora y arrogante camarilla de Manuel Godoy, el Duque de la Alcunia, que gobernaba España en nombre de Carlos IV, y que sirvió al dramaturgo José Picón para trazar la trama como un brillante tapiz, rico de color y cargado de vida teatral.

Estrenada en el Teatro de la Zarzuela el 22 de diciembre de 1864, es de las más importantes aportaciones de Francisco Asenjo Barbieri al género y una de las obras cumbre de la zarzuela grande.

La tempestad

El Teatro de la Zarzuela cumple una labor fundamental en la preservación, estudio y recuperación de nuestro patrimonio lírico. Y es por esta razón básica e imprescindible, entre otras de idéntica valía, que la programación de ‘La tempestad’ (melodrama fantástico en tres actos) se convierte en uno de los acontecimientos felices de la presente temporada. La obra de Ruperto Chapí, con libreto de Miguel Ramos Carrión, fue un clásico entre los clásicos, cumbre indiscutible de la creación del músico de Villena, que permaneció en cartel durante décadas, y que encumbró al compositor a la categoría de líder musical de su época. Y después, la repetida historia de siempre: sorprendentemente cayó en el olvido. Nació en el Teatro de la Zarzuela el 11 de marzo de 1882, y ‘murió’ en este mismo escenario un mes de noviembre de 1927, hace ahora algo más de 90 años. Por esta razón, el viernes 16 de febrero (20h00), y el domingo 18 (18h00) serán dos días claves para nuestra lírica, ya que la obra volverá a subir al escenario en que se estrenó hace 136 años, esta vez en versión de concierto y con adaptación libre del laureado dramaturgo Alberto Conejero.

Dirigida por el maestro Guillermo García Calvo, sin ninguna duda uno de los directores españoles más sobresalientes y requeridos en la actualidad, una de las razones que seguro abocaron a esta obra al olvido, además de la necesidad de una gran orquesta, es la dificultad extrema que supone para los cantantes abordar una partitura repleta de desafíos para sus cuerdas vocales. Para ello, para llegar a buen puerto (y nunca mejor dicho), es indispensable contar con un sexteto especialmente cualificado, y el Teatro de la Zarzuela ha reunido a un reparto de primer nivel internacional para la ocasión.

Así, la mezzosoprano georgiana de Tiflis, Ketevan Kemoklidze interpretará el papel de Roberto el pescador, enamorado de Ángela, huérfana tras la confusa muerte de su padre cuando aún era una niña, cuyo crimen no resuelto, como se verá, golpea la cabeza del misterioso asesino en una espiral de remordimiento. La huérfana amada, interpretada por la soprano Mariola Cantarero, corresponde a las mil maravillas el cariño llano y sincero de Roberto. El barítono Carlos Álvarez da vida a Simón, ese viejo avaro que tras aquel asesinato, cuyo mayor sospechoso fue un joven que se embarcó el mismo día con destino a las Indias, se erige como tutor de Ángela creando todo tipo de recelos, y que entra en rivalidad con Beltrán, encarnado por el tenor José Bros, un hombre que, precisamente, llega de las Indias como traído por los fantasmas, y que, en contra de aquel, ampara la relación y el desposo de los dos jóvenes. El juez que recuerda el crimen e impone la ley estará cantado por el bajo mexicano Alejandro López, y el de Mateo el pescador, pieza clave para la resolución de la trama, por el tenor Carlos Cosías.

Otro de los alicientes de esta Tempestad es la participación del actor Juan Echanove, que en la recreación de Conejero también se mete bajo la piel de Mateo, que precisamente es quien, pasados los años, va rememorando todos los acontecimientos que se le clavaron en la memoria como una estaca espinada. La Orquesta de la Comunidad de Madrid, Titular del Teatro, y el Coro Titular del Teatro de la Zarzuela, completan el cuadro artístico de esta histórica y doble recuperación.

La importancia de ‘La tempestad’
‘La tempestad’ supuso en su día una auténtica revolución conceptual en cuanto a lo que entonces se suponía que debía ser una zarzuela. Como en su día recordaba el musicólogo Luis Iberni: “Chapí adaptaba la zarzuela a las nuevas realidades musicales europeas que él conocía bien”. Hasta entonces, “nunca se había visto una zarzuela con tales exigencias canoras dado que demandaba un potente quinteto de voces como cualquier título de ópera”. El profesor Emilio Casares señala al respecto que ’La tempestad’ “pasó a ser un clásico y se mantuvo en cartelera durante decenios. En efecto, se oyó por décadas en toda la hispanidad, interpretada por las mejores voces de nuestra lírica”.

Casares afirma, complementando aquella fundada reflexión de Iberni, que Chapí, en 1882, “estaba preparado para dar a España una obra de tanta transcendencia, con la que muestra lo aprendido en Europa, y, sobre todo, propone un camino alternativo a la ópera y a la zarzuela tradicional en el propio escenario del Teatro de la Zarzuela: una ópera vestida con forma de zarzuela, por tener extensos “hablados”.

En cuanto a la valía de ‘La tempestad’ el musicólogo es categórico: “Hoy, después de tanto camino recorrido por la musicología, tenemos pocas dudas de que ‘La tempestad’ es uno de los más grandes monumentos de nuestra historia lírica. Por ello resulta tan difícil entender el olvido que se ha cernido sobre ella”. Y ahora, después de 90 años de silencio, el público tiene la oportunidad de volver a disfrutarla en el mismo escenario que la vio nacer y ‘desaparecer’.

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