Daniela Mack

La mezzosoprano argentina Daniela Mack debutará en la 70 Temporada de ABAO Bilbao Opera en La clemenza di Tito en enero 2022, con el rol de Sesto.

Daniela Mack lidera la vanguardia de una nueva generación de cantantes de ópera y destaca por la intensidad, audacia y carisma de sus interpretaciones. La artista ha sido calificada por la crítica como «sobresaliente» (The New York Times), «una poderosa mezzo» (Wall Street Journal), «poseedora de una técnica virtuosa sin igual» (The Guardian) y «una voz como ónix pulido: fuerte, oscura, profunda y reluciente” (Opera News). En 2013 fue finalista del certamen BBC Cardiff Singer of the World.
Sus compromisos esta temporada incluyen Partenope en el Teatro Real, I capuleti e i montecchi en la Maestranza, Amadigi di Gaula en Boston Baroque, Serse en el Carnegie Hall y Nabucco de nuevo en el Teatro Real, entre otros.

Daniela Mack es alumna del Programa de Becas Adler en la Ópera de San Francisco, donde ha cantado Idomeneo, Faust y Die tote Stadt. Ha interpretado el papel principal de La Cenerentola como miembro del Programa de Ópera Merola y un recital de la serie Recitales Debut de Schwabacher de la Ópera de San Francisco.

En el plano concertístico destacan L’heure espagnole, L’enfant et les sortilèges, y Sombrero de tres picos con la Orchestra de la suisse Romande, la Boston Symphony Orchestra y la Chicago Symphony Orchestra, bajo la dirección de Charles Dutoit. Se ha presentado en escenarios como la Royal Opera House, Ópera Nacional de Washington​, Ópera de Santa Fe, San Francisco Ópera, Atlanta Ópera, Metropolitan, Ópera Omaha, Palm Beach Ópera, Ópera Philadelphia, etc.

Daniela Mack sustituye a la inicialmente prevista Daniela Barcellona, quien se está recuperando de una lesión que, si bien no reviste importante gravedad, le impide poder incorporarse a los ensayos de la ópera en cartel en las fechas previstas. ABAO ha trasladado a la artista sus mejores deseos de una pronta recuperación.

La clemenza de Tito en el Teatro Real de Madrid

«Apartemos de nuestra vida todo lo que no sea amor…”, cantan a dúo Annio y Servilia en uno de los momentos de mayor romanticismo de esta ópera. Y muy enamorado hay que estar para adentrarse con éxito en el hielo escenográfico que proponen Ursel y Karl-Eenst-Rousset en su propuesta de la última ópera compuesta por Mozart escrita para los fastos de coronación de Leopoldo II como Rey de Bohemia.

El tiempo pasa para esta producción que resultó un éxito en su estreno, allá por 1982. Ya había envejecido cuando se llegó a este mismo teatro en 2012, y ahora ha envejecido aún más. Sigue pareciendo la sala de espera de un geriátrico de la antigua Unión Soviética, como contamos en 2012.

Una caja escénica de un blanco radiantemente iluminado que no permitía a los espectadores de patio de butacas leer los subtítulos, terminó aburriendo y enfriando, no solo al público, también a unos cantantes a los que les costaba seguir el ritmo de la obra. En parte por el contagio del ártico escenario, y en parte por los eternos silencios para realizar mínimos cambios escénicos en los que Roma, una de las protagonistas del libreto, apenas se insinúa con la aparición de alguna columna. No es mala la intención de los directores de escena al querer resaltar los aspectos más psicológicos de los personajes potenciando la ausencia de elementos en el escenario, pero no era necesario llegar a tanto.

Los recitativos se convierten en rutinarios cuando no existe nada en lo que apoyarse, ni visual ni escénicamente. Menos mal que Mozart acudía permanentemente al rescate de todos, público y cantantes, quedando inmediatamente confortados por la música del genio.

La dirección musical de Christophe Rousset, buen conocedor de este repertorio y experto clavecinista, fue haciéndose lenta tras una buena obertura. Los recitativos, acompañados por el propio Rousset al fortepiano, resultaban pobres, si tenemos en cuenta su virtuosismo, y se hacían eternos. Sobre todo en una segunda parte algo tediosa.

Sin duda el conjunto vocal de esta producción mejora el de 2012. Bernard Richter es un tenor lírico con un buen volumen de voz y la agilidad suficiente para construir un Tito resuelto. Sus medios y agudos son potentes y brillantes. Más dificultades tuvo con los graves y con el tempi de los recitativos.

La canaria Yolanda Auyanet estuvo espléndida en su papel de Vitellia. Una voz que está madurando con gran calidad. Limpia y sin artificios. Buen fraseo que recorría con agilidad su particella. Pero brilló aún más en la parte interpretativa. Puso la chispa y la intención en el desangelado escenario.

También brilló la pamplonesa Maite Beaumont como Sesto. Se esforzó sobremanera para que se escuchara su voz. Mejor en boca de escenario.

Anna Palimina, nacida en Moldavia, se desenvolvió muy bien en el papel de Servilia. La pena fue el vestuario que le pusieron, sobre todo los zapatos.

Otra sorpresa agradable de la noche fue la mezzosoprano canadiense Sophie Harmsen como Annio. Voz ligera y de hermoso timbre. Sus agudos bien podrían hacerle pasar por soprano.

El barítono italiano Guido Loconsolo tiene una buena presencia escénica, pero su Publio se sentía muy incómodo fuera de los registros más graves. Como al resto, los lentos y aburridos recitativos fueron más un problema que un desahogo.

El Coro Titular del Teatro Real como siempre, magnífico. Se esperaba su participación como agua de mayo para romper la rutina escenográfica.

Una reposición que ha servido para rendir homenaje al recordado Gerar Mortier, quien encargó esta producción. Fuera de esta conmemoración, esta Clemenza no da para mucho más.

LA CLEMENZA DE TITO
Wolfgang Amadeus Mozart
Ópera seria en dos actos
Libreto de Pietro Metastasio, adaptado por Caterino Mazzolà
Estrenada en el Teatro Nacional de Praga el 6 de septiembre de 1791
Estrenada en el Teatro Real el 12 de marzo de 1999
D. musical: Christophe Rousset
D. escena: Ursel y Karl-Ernst Herrmann
Escenógrafo, figurinista e iluminador: Karl-Ernst Herrmann
D. coro: Andrés Máspero
Reparto: Bernard Richter, Yolanda Auyanet, Maite Beaumont, Anna Palimina, Sophie Harmsen, Guido Loconsolo
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real

Texto: Paloma Sanz
Fotografías: Javier del Real
Vídeos: Teatro Real

La clemenza de Tito

El Teatro Real estrenará el próximo sábado, 19 de noviembre, la ópera La clemenza di Tito, último título de Wolfgang Amadeus Mozart, que regresa al Teatro Real con la mítica producción creada y dirigida por el matrimonio Ursel y Karl-Ernst Herrmann, procedente del Festival de Salzburgo y precedida por el éxito que la acompañó en su presentación en el Real en 2012 programada por Gerard Mortier.

En esta ocasión, La clemenza di Tito contará con la dirección musical del reputado director Christophe Rousset, gran experto en este repertorio, que se colocará frente a un doble reparto y el Coro y la Orquesta Titulares del Teatro Real.

En la interpretación de los papeles principales se alternarán los tenores Jeremy Ovenden y Bernard Richter (Tito), las sopranos Karina Gauvin y Yolanda Auyanet (Vitellia), las mezzosopranos Monica Bacelli y Maite Beaumont (Sesto) y las sopranos Sylvia Schwartz y Anna Palimina (Servilia).

La clemenza di Tito fue escrita con motivo de la coronación de Leopoldo II como rey de Bohemia y se estrenó el 6 de septiembre de 1791, en el Teatro Nacional de Praga, horas después de la ceremonia. Fue la última creación del compositor de Salzsburgo, pero no en ser estrenada, pues unos días después, el 30 de septiembre, vería la luz La flauta mágica.

La ópera cuenta la historia del emperador Tito, al que retrata como hombre recto y justo, pero también clemente, capaz de perdonar a su amigo íntimo, Sesto, y a su prometida, Vitellia, que habían intentado asesinarle. Basada en la obra original de Pietro Metastasio, adaptada por Caterino Mazzolà, seis personajes se enfrentan a una partitura tan hermosa como difícil, en la que la voz es un instrumento más, y donde cada uno ofrece al espectador sus más íntimos sentimientos, como en una tragedia griega.

Ursel y Karl-Ernst Herrmann conciben un espacio escénico desnudo, blanco y luminoso que consigue realzar el conflicto de pasiones que teje el argumento. La acción interior se concentra en un lugar único, “frío y casi abstracto”, en el que los sentimientos contradictorios del drama, con su mensaje atemporal, resultan aún más desgarradores. La acción exterior abre las puertas sobre una imaginada Roma imperial.

Mortier amaba de forma especial esta ópera y sentía gran predilección por la puesta en escena de los Herrmann, a quienes se la había encargado cuando dirigía el Teatro de La Monnaie en Bruselas y que supuso el inicio del tándem como codirectores de escena, diseñadores de escena y vestuario. De La clemenza afirmaba: “es el ejemplo de una inspirada narración moderna del siglo XVIII sobre la grandeza de la clemencia por parte de los gobernantes. Una grandeza que se refleja en el espacio blanco de la escena en el que los personajes son desmenuzados hasta el más pequeño detalle“.

Así, con la reposición de esta producción, el Teatro Real quiere rendir homenaje al que fue su director artístico.

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