El caballero avaro

La Fundación Juan March y el Teatro de la Zarzuela han presentado hoy ‘El caballero avaro’, ópera en un acto de Sergei Rachmaninoff basada en la obra homónima de Alexandr Pushkin. Se ofrecerán cuatro funciones en la sede madrileña de la Fundación, los días 25 y 28 de septiembre y el 1 y 2 de octubre, para las que podrán solicitarse entradas de forma gratuita.

Esta coproducción consolida el ciclo Teatro Musical de Cámara, siguiendo la estela de otros títulos rusos y raramente representados, como ‘Mavra’, de Ígor Stravinski (2016), y ‘Mozart y Salieri’, de Rimsky-Korsakov (2017). ‘El caballero avaro’ constituye así una ocasión para acercarse a una gema desconocida y oscura en la obra de Sergei Rachmaninoff. Se trata de su segunda ópera, género en el que el compositor ruso se prodigó en tan solo cuatro ocasiones en su carrera. De atmósfera oscura y angustiosa, la trama refleja las consecuencias de la avaricia en una patológica relación paternofilial ambientada en la Europa medieval.

Con un libreto basado en una de las ‘Pequeñas tragedias’ de Alexandr Pushkin (1799-1837), ‘El caballero avaro’ sondea las profundidades de la psicología de los dos protagonistas: un padre rico y tacaño y un hijo despilfarrador y codicioso, que se endeuda para financiar su afición al juego. En el texto de Pushkin, de matiz moralista, el pecado capital de la avaricia y una espiral de conspiraciones terminan destruyendo a ambos.

Esta coproducción entre el Teatro de la Zarzuela y la Fundación Juan March cuenta con la dirección musical de Borja Mariño y la dirección escénica de Alfonso Romero. Si bien Rachmaninoff quiso musicalizar de forma rigurosa el texto de Pushkin, ambientado en la Edad Media, la representación en el auditorio de la Fundación Juan March busca crear puentes entre dos visiones: la de la avaricia como un pecado capital y su rostro moderno, la de una patología de la mente.

Los tintes psicológicos y oscuros que esta nueva entrega de Teatro Musical de Cámara destaca estuvieron presentes tanto en la confección del texto como en su musicalización, años después. Alexandr Pushkin ideó sus ‘Pequeñas tragedias’ en un contexto convulso: encerrado por una epidemia de cólera que obligó a retrasar su boda, en 1830. Tras retratar los conflictos entre la avaricia enfermiza del padre y las súplicas de su hijo, se vio obligado a inventar que el texto era una adaptación y no una obra original. Lo hizo por miedo a alimentar incómodas comparaciones con su propio padre, que había dilapidado la herencia familiar.

Sergei Rachmaninnoff también conoció la carga de vivir en la pobreza con un nombre aristocrático. Su padre había derrochado su dinero y, antes de alcanzar la fama, tuvo que mantenerse impartiendo clases de piano. Escribió esta ópera en 1906 bajo el hechizo de ‘El anillo del nibelungo’, que había visto en Bayreuth en su viaje de novios, y utiliza el novedoso método de orquestación wagneriano para evocar a personajes, ambientes y seres inanimados –como la oscuridad del sótano o el fulgor de las monedas de oro, quizá un homenaje al anillo que hila la tetralogía wagneriana–. Su personal lenguaje musical le permite recrear una atmósfera oscura y angustiosa, sorteada de oleadas emocionales, que aleja esta obra de los cauces de la ópera tradicional.

De la avaricia a la creptomanía

Aunque la ópera está ambientada en la Europa medieval, su director de escena, Alfonso Romero, ha creado una propuesta que tiende puentes entre pasado y presente, entre el concepto de avaricia como pecado capital y la creptomanía, esa obsesión patológica por el dinero que provoca que la persona descuide cualquier otro aspecto de su vida. “La idea de avaricia como pecado trasciende hacia un concepto más moderno de trastorno psicológico –explica Romero–. [El padre] ha construido otra armadura, tosca y primitiva, pero de oro puro. Este símbolo externo de poder es utilizado en su ritual casi erótico para su disfrute íntimo y secreto. Pero su trastorno mental hace que desee una unión más profunda con el pesado metal. Necesita literalmente que el oro penetre dentro de su cuerpo, que sea parte de su físico en una suerte de dismorfia enfermiza”.

El pasado, la tradición y la visión moralista y aleccionadora de la avaricia como pecado capital se representan sobre el escenario en un tríptico medieval que hace referencia al universo medieval ideado por Pushkin. La escenógrafa Carmen Castañón sitúa el tríptico en el centro de un cajón negro que ocupará el escenario del auditorio, a medio camino entre la solemnidad del museo y la sobriedad del expositor aterciopelado de una joyería. Ese espacio negro mate tendrá distintas alturas en las que lucirán –como joyas brillantes– los cantantes y estará enmarcado por 12 pantallas sin marco, en las que se proyectarán los dibujos a carboncillo del proyeccionista Philipp Contag-Lada.

El reparto está conformado por el barítono ucraniano Ihor Voievodin en el papel del Barón, el tenor Juan Antonio Sanabria como Albert, el hijo del aristócrata, el barítono Isaac Galán como El duque, el tenor Gerardo López como El prestamista y el bajo Javier Castañeda como Iván El sirviente.

El transcurso de un siglo nos permite ver ahora con una mirada nueva esta obra raramente representada y merecedora de ser reconocida. Como afirma Marina Frolova-Walker en las notas al programa, se trata de una obra que “nos traslada a la esencia de Rachmaninoff como compositor, y, también, como ser humano. La intensidad elemental de sus oleadas emocionales y su absoluta oscuridad ocultan no sólo sus cálculos minuciosos, sino también su compasión. A pesar de que sus personajes no despiertan empatía, esa compasión acaba impregnando nuestros corazones”.

EVGENY KISSIN

Evgeny Kissin es de los pocos artistas contemporáneos que puede presumir de haber ofrecido hasta 15 bises en los auditorios más exigentes del mundo. El próximo miércoles 25 de octubre, el pianista actúa de nuevo España, país en el que debutó con 16 años y que no ha parado de visitar. Lo hará dentro del ciclo Ibermúsica con un repertorio que incluye la Sonata para piano núm. 29, “Hammerklavier”, de Beethoven, y una selección de Preludios opp. 3, 23, 32, de Rachmaninoff.

Con un talento precoz e innato, Kissin se ha consolidado como uno de los músicos más sobresalientes, premiados y admirados de nuestro tiempo. Tanto la crítica como el público han destacado la poética musicalidad de sus interpretaciones, así como su exquisita precisión. El gran director de orquesta Hebert von Karajan predijo con gran acierto que Kissin sabría transformar su natural virtuosismo en conciertos llenos de profundidad y generosidad.

“Todas las marcas distintivas de su genio – y uno no utiliza este palabra con ligereza- estuvieron presentes en la actuación: el tono rico y sonoro, el deslumbrante trabajo de sus dedos y, sobre todo, su inspiradora fantasía. El piano de Kissin es tan cautivador, tan fresco en su respuesta incluso en las frases más conocidas, que uno queda colgado de cada nota”, han dicho de él el periódico The Times (1999).

Con este concierto, Ibermúsica continúa con su temporada más ambiciosa de la última década. Entre el mes de octubre de 2017, y hasta el 7 de junio de 2018, visitarán el ciclo algunas de las mejores orquestas del mundo (Filarmónica de Berlín, Royal Concertgebouw Orchestra, la citada London Symphony Orchestra o La Filarmónica de San Petersburgo), directores y solistas de la talla de Daniel Barenboim, Sir Simon Rattle, Evgeny Kissin, Juan Diego Flórez, las hermanas Katia y Marielle Labèque, Gianandrea Noseda, Maria João Pires, Vladimir Jurowski o Sir John Eliot Gardiner. 

EVGENY KISSIN

Evgeny Kissin nació en Moscú en octubre de 1971 y comenzó a tocar de oído y a improvisar en el piano con dos años. A los seis, ingresó en una escuela para niños prodigio, el centro moscovita de música Gnessin, donde fue alumno de Anna Pavlovna Kantor, su única profesora. Con 10 años, debutó con el Concierto para piano y orquesta n.º 20, de Mozart, y un año más tarde, ofrecía su primer recital en solitario en Moscú. Empezó a llamar la atención del público internacional en marzo de 1984 cuando, con 12 años, interpretó los Conciertos para piano 1 y 2, de Chopin, en el conservatorio moscovita con la Moscow State Philharmonic y Dmitri Kitaenko. Este concierto fue grabado por Melodia y lanzado en un LP doble el año siguiente. Posteriormente, varias de las actuaciones de Kissin en Moscú fueron también grabadas en directo y Melodia publicó cinco álbumes más.

La primera aparición de Kissin en el extranjero fue en 1985, en Europa del Este, y un año más tarde emprendía una gira por Japón. En 1987 hacía su debut en Europa Occidental en el festival de Berlín. En 1988 giró por el Viejo Continente con los Virtuosos de Moscú y Vladimir Spivakov y visitó por primera vez España, invitado por Ibermúsica. Ese mismo año también actuaba por primera vez con la London Symphony Orchestra bajo las órdenes de Valery Gergiev. En diciembre de 1988 se subió a un escenario junto a Herbert von Karajan y la Berlin Philharmonic en el concierto de Año Nuevo que fue difundido internacionalmente. Repitieron esta actuación en la siguiente edición del festival de Pascua de Salzburgo. Las grabaciones de vídeo y audio del concierto de Año Nuevo fueron realizadas por Deutsche Grammophon.

En 1990 Kissin apareció por primera vez en los BBC Proms y ese mismo año realizó su debut en Estados Unidos, interpretando los conciertos para piano de Chopin con la New York Philharmonic dirigidos por Zubin Mehta. Entonces también hizo la apertura del centenario del Carnegie Hall con un recital espectacular que fue grabado en directo por BMG Classics.

Ha recibido numerosos premios y reconocimientos. En 1987 recibía el Crystal Prize de Osaka Symphony Hall por la mejor actuación del año 1986, que fue también su primer concierto en Japón. En 1991 recibió el premio Músico del Año de la Academia de Música Chigiana de Siena, Italia. Fue invitado especial a la ceremonia de los premios Grammy de 1992 y se convirtió en el músico más joven del año de Musical America en 1995. Dos años más tarde recibía también el prestigioso premio Triumph por su contribución a la cultura rusa, uno de los más altos reconocimientos culturales que otorga la república rusa y que le convirtió en el premiado más joven de la historia de este premio.

Fue el primer pianista invitado a los BBC Proms para ofrecer un recital en 1997 y, en la temporada de los 2000, se convirtió en el primer solista en acudir al concierto de apertura de los Proms. En mayo de 2001, Kissin obtuvo un doctorado honorífico en Música por la Manhattan School of Music. En diciembre de 2003, en Moscú, recibió el premio Shostakovich, uno de los reconocimientos musicales más importantes de su país natal. En 2005 fue nombrado miembro honorífico de la Royal Academy of Music in London. Recientemente también recibió el premio musical Herbert von Karajan (2005).

Las grabaciones de Kissin ha sido también reconocidos con numerosos galardones, lo que las suma a la lista de piezas maestras de los mejores intérpretes del mundo. Algunos de ellos han sido el Edison Klassiek de Holanda, premios Grammy, el Diapason d’Or y el Grand Prix de la Nouvelle Academie du Disque francesa.

PROGRAMA MIÉRCOLES 25 OCTUBRE
Auditorio Nacional de Música, Sala Sinfónica, 20 horas
Duración aproximada 121 minutos

Programa
Beethoven Sonata piano núm. 29 «Hammerklavier»
Rachmaninoff Preludios opp. 3, 23 y 32 (selección)

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