Ekaterina Semmenchuk

Ekaterina Semenchuk (mezzosoprano), Semjon Skigin (piano). Madrid. 4-X-2021. Teatro de la Zarzuela Madrid 4/10/21. Recital I del Ciclo de Lied. Obras de Mijaíl Glinka (1804-1857), Modest Mussorgski (1839-1881).

Comenzaba esta semana el XXVIII Ciclo de Lied que conjuntamente organizan el CNDM y el Teatro de la Zarzuela. En esta ocasión a cargo de Ekaterina Semenchuk, acompañada al piano por Semjon Skigin, con un repertorio de canción rusa, alejado del tradicional romanticismo del lied alemán, pero de un indudable atractivo musical.

Ekaterina Semenchuk demostró sus cualidades también en este repertorio, nada fácil, pues alguna de las obras que interpretó tienen una alta dificultad técnica. La primera parte, con el conjunto de canciones de Despedida de San Petersburgo (1840), de Mijail Glinka, evocó los aires más marciales de la música popular rusa, como en el Romance del caballero, y supo expresar la delicadeza más arrolladora con La canción de cuna. Pero lo mejor llegaría a partir de Fantasía, donde Semenchuk comenzó a sentirse más cómoda e inició un despliegue de matices dramáticos que potenciaban y encajaban perfectamente con la obra del compositor.

La segunda parte ofrecieron las cuatro piezas de los Cantos y danzas de la muerte, de Modest Mussorgki. Aquí es donde Semenchuk y Skigin destaparon el frasco de las esencias. La música de Mussorgski dulcifica la dureza de los textos, y la interpretación de Semenchuk, llena de matices y cambios de color, realiza la perfecta radiografía de la obra que terminó con el ceremonioso Mariscal de campo. Ofrecieron 3 propinas de Rajmáninov, Mussorgsky y La abanera de Carmen, de Bizet.

Un magnífico inicio para este Ciclo de referencia.

Fotografía: Rafa Martín

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El programa de mano de este segundo recital del Ciclo de Lied, organizado a la limón por el Teatro de la Zarzuela y el Centro Nacional de Difusión de la Música, contiene un delicioso artículo de la musicóloga Cristina Aguilar que empieza así:” Nunca la melancolía Constituyó una seña de identidad nacional tan clara como en Rusia. Fiódor Dostoievski sostenía: «Los hombres realmente grandes deben experimentar, a mi entender, una gran tristeza»”.

Y ha sido Ekaterina Semenchuk (Minsk, 1976) y su pianista acompañante Semjon Skigin los encargados de transmitir esa carga melancólica rusa descrita tan acertadamente por Dostoievski. Lo hacía con un repertorio muy poco frecuente en este ciclo de Lied, algo que se agradece. Tampoco se puede decir que sea su repertorio habitual, pero sin duda demuestra un dominio absoluto a la hora de ejecutarlo. Un programa dividido en dos partes de temáticas diferentes. Unas  obras de carácter más popular en la primera parte con música de Nikolái Rimski-Kórsakov, César Cui, Mili Balákirev, Aleksandr Borodín y Modest Músorgski. Y una segunda parte cargada de romanticismo y dedicada exclusivamente a Piotr Ilich Chaikovski.

Muchas son las cualidades vocales de esta mezzosoprano bielorrusa. Emite con la misma naturalidad y facilidad las notas más graves como las agudas y se recrea en un registro central poderoso. Todo en un perfecto equilibrio y solvencia. Tampoco le falta teatralidad, sobre todo en alguna de las propinas con las que obsequió al público de manera muy generosa. Sea cual sea el repertorio, Ekaterina Semenchuk lo solventa de manera impecable y con una seguridad en cada uno de los terrenos que pisa que no deja de sorprender.

Acompañada al piano por Semjon Skigin, uno de los máximos representantes de la legendaria escuela de piano de San Petesburgo. Debutaba en este Ciclo de Lied con una técnica y maestría impresionantes.

Altísimo el nivel del Ciclo de Lied que continúa el el 12 de noviembre con el bajo Franz-Josef Selig, acompañado al piano por Gerold Huber. ¡Imprescindible!

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