JuanJosé
Juan José

Sorozábal denominó su ópera ‘Juan José’ con el subtítulo de «drama lírico popular», aclarando que lo de «popular» se refiere a lo proletario y no a lo folclórico. Estrenada en versión de concierto en 2009 en el Auditorio Kursaal de San Sebastián cuando se cumplían 41 años de su composición en 1968, el estreno absoluto de la versión escénica, dirigida por José Carlos Plaza, tuvo lugar varios años más tarde, en febrero de 2016, en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. En ambos casos, el éxito fue incontestable. Ahora, rebasado ya el medio siglo desde que el Maestro donostiarra la concibiera, se presenta, también en el recinto madrileño, la primera reposición de aquella sobrecogedora producción. Con libreto del propio Pablo Sorozábal basado en la obra homónima de Joaquín Dicenta, quien a su vez se había inspirado en un hecho real, y con dirección musical del Maestro Miguel Ángel Gómez-Martínez, que cumple así de nuevo el deseo expreso del músico de que fuera él y no otro quien se encargara de hacer sonar la partitura, en esta ocasión el público podrá volver a estremecerse en las 8 funciones programadas entre los días 4 y 12 de abril.

La historia de ‘Juan José’ transcurre en los barrios bajos de ese Madrid de antaño, un mundo dominado por una injusticia social extrema que divide a la gente entre los que tienen y los carentes de lo imprescindible, y donde a causa del analfabetismo y la incultura afloraban las miserias humanas, los rencores, los miedos, las traiciones y desconfianzas, la violencia más extrema e irracional, repitiéndose todo de padres a hijos en una espiral sin fin.

Gran valor musical y dramático

Es el escenario de estas artes negras el Madrid de las recónditas tabernas de olor amargo y personajes marginales que ya afloraban tres décadas antes en la ópera ‘Adiós a la bohemia’ (1933) del propio Sorozábal y con libreto de Pío Baroja. Ambas obras resultan claras transmisoras de un profundo pesimismo vital, lejos de cualquier romanticismo popular y próximas las dos (mucho) a un naturalismo sencillo; como si de una auténtica crónica de bajos fondos se tratara.

La historia sombría y visceral de ‘Juan José’ va unida en este caso al lenguaje musical moderno con el que Sorozábal edificó la obra; una partitura personal, densa, evasora de lo fácil, fieramente contemporánea hasta concebir un discurso teatral continuo donde el compositor logra dar una vuelta de tuerca a su música y de paso al género.

Y para que esto surta el efecto que en su día deseó Sorozábal, vuelve a hacerse cargo de la dirección musical el Maestro Miguel Ángel Gómez-Martínez, quien considera ‘Juan José’ una obra de “grandísimo valor musical y dramático”, a quien en su día, allá por los últimos años setenta del pasado siglo, fue el propio músico quien lo eligió personalmente para que asumiera la responsabilidad de ponerse al frente de la orquesta después de verle y escucharle dirigir ‘Un ballo in maschera” de Verdi en Berlín. Diferentes vicisitudes hicieron que la obra no pudiera estrenarse entonces, pero al cabo de los años (casi cincuenta) pudo sonar finalmente en el teatro tal y como el propio Sorozábal había querido: con Gómez-Martínez en el foso. Y volverá a hacerlo este mes de abril de nuevo en el Teatro de la Zarzuela con la Orquesta de la Comunidad de Madrid, Titular de este recinto.

En el núcleo de la miseria

En esta producción, el director de escena José Carlos Plaza, muy de acuerdo con la historia que concibió Dicenta y recogió Sorozábal muchas décadas después, nos sumerge en el núcleo mismo de la miseria y el analfabetismo. Asegura Plaza que al haberles impedido el acceso al conocimiento, estas personas “son incapaces de discernir o reflexionar sobre lo que les pasa y sus causas, y eso les ha convertido en bestias”. Y añade que “como los animales, sólo sienten sensaciones primarias: dolor, hambre, frío, enfermedades, agresividad, odio… Los conceptos «moral» o «ética» han dejado de tener sentido alguno”.

El montaje cuenta con dos repartos de voces que el público aficionado siempre quiere escuchar, algunas de las cuales triunfan en los teatros más reconocidos del mundo. Así, los papeles principales estarán interpretados por los barítonos  Juan Jesús Rodríguez y Luis Cansino, las sopranos Saioa Hernández y Carmen Solís, o Vanessa Goikoetxea y Alba Chantar, las mezzosopranos María Luisa Corbacho y Belem Rodríguez Mora, el tenor Alejandro del Cerro, el bajo Simón Orfila o el también tenor Francesco Pio Galasso, entre otros.

A través de los elementos siniestros que conforman el decorado de Paco Leal, iluminado por él mismo, se combinan la realidad y el sueño en un mismo espacio, de tal manera que a la postre todo resulta violento y grotesco. Y ahí, en lo más profundo de lo que somos, aparecen las bestias en las que (¡quién lo hubiera dicho!) llegamos a transformarnos. Esta oscuridad a la que todos estamos expuestos y que Plaza nos revela, es pues, y aunque nos pese, un retrato vivo de la realidad. Un entorno “desgraciadamente no muy lejano”.

Para conseguir este efecto sórdido y lúgubre necesario para la credibilidad de puesta en escena, es también crucial el asombroso trabajo que el maestro de maestros Pedro Moreno realiza con el vestuario —para cuya confección y acabado ha contado con la colaboración de varios talleres especializados—, las pinturas desasosegadoras de Enrique Marty que forman parte misma de la escena, y el muy estudiado movimiento escénico trazado por Denise Perdikidis, que llenan la escena de una realidad asfixiante. La dirección de la reposición corre a cargo de Jorge Torres, brillante colaborador habitual de Plaza. Al reparto principal se unirán asimismo un cuerpo de baile de ocho bailarines y ocho actores figurantes.

MATERIALES AUDIOVISUALES

Entre otros materiales, el Teatro de la Zarzuela, a través de su canal de YouTube, ha puesto ya a disposición de público y aficionados la conferencia de la catedrática Ana Freire.

Asimismo, en breve estará disponible una nueva entrega de ‘Viaje por la zarzuela’, el capítulo 37 de la serie, en el que Saioa Hernández y Juan Jesús Rodríguez nos hablarán de lo que supone enfrentarse a una obra como esta e interpretarán alguno de sus números musicales.

Jorge Torres

El director de escena sevillano se encargará de la reposición de Juan José de Sorozábal, que se podrá ver los días 4, 5, 6, 7, 9, 10, 11 y 12 de abril en el Teatro de la Zarzuela con dirección musical de Miguel Ángel Gómez-Martínez y un doble reparto en el que figuran los nombres de Juan Jesús Rodríguez, Luis Cansino, Saioa Hernández, Carmen Solís, Vanessa Goikoetxea y Simón Orfila, entre otros. José Carlos Plaza, responsable de esta producción de Juan José estrenada en 2016 en el conocido coliseo de la calle Jovellanos, ha cedido el testigo a su pupilo Jorge Torres para llevar a cabo el montaje escénico de este drama lírico popular en tres actos de Pablo Sorozábal con libreto de Joaquín Dicenta.

“Juan José es una obra tremendamente social y política, que trascurre en un Madrid paupérrimo, reino de la miseria y del analfabetismo, y dominado por la injusticia social que divide a las personas entre las que tienen y las que no”, señala Jorge Torres. “No es un melodrama sino un drama social, tal y como ya podemos apreciar en el texto de Joaquín Dicenta, y tratamos la obra como un retrato visto a través de un espejo deformante, que nos muestra una realidad terrible, la cual no nos es muy lejana. Para mostrar esta historia desgarradora, para la que Sorozábal ha compuesto una música maravillosa, partimos de un realismo que luego va a derivar en expresionismo”, concluye Torres, que desde 2010 forma parte del equipo de dirección de José Carlos Plaza, con el que ha trabajado en varias producciones líricas (Los Diamantes de la Corona, Los amores de la Inés/La verbena de la Paloma y El Gato Montés) estrenadas en el Teatro de la Zarzuela, y en obras de teatro como Electra, Hécuba o Medea, presentadas en el Festival de Mérida.

Jorge Torres debutó como director de escena en la famosa Ópera de Los Ángeles (LA Opera) con El Gato Montés de Manuel Penella, en una producción procedente del Teatro de la Zarzuela y un cast estelar encabezado por el tenor Plácido Domingo, la soprano Ana María Martínez, el tenor Arturo Chacón-Cruz, la mezzosprano Nancy Fabiola Herrera y el bajo Rubén Amoretti. Y, en el ámbito teatral, ha dirigido también ¿Cómo puedo no ser Montgomery Clift? de Alberto Conejero, La Isla del Aire de Alejandro Palomas, Flores Arranxadas a la Niebla de Arístedes Vargas y Los juegos de invierno, con dramaturgia de Adriá Raluy.
Como ayudante de dirección, Jorge Torres ha colaborado también con Juan Echanove (Pan y Toros, Teatro de la Zarzuela) y Lluís Homar (Adolfo Marsillach soy yo, Compañía Nacional de Teatro Clásico), con quienes volverá a trabajar en un futuro cercano. Además, es actor de teatro, cine y televisión, actividad que compagina con la docencia como profesor de Escena Lírica en la Escuela Superior de Canto Katarina Gurska.

La Celestina

El Teatro de la Zarzuela tiene entre sus funciones principales la de divulgar el patrimonio lirico español. Principalmente aquel que por distintas razones permanece en el olvido. Este es el caso de Felipe Pedrell (1841-1922), cuya obra y figura necesitaban con urgencia de atención y divulgación. Pedrell es uno de esos compositores de ópera españoles que no tuvieron suerte ni reconocimiento en sus composiciones. La ópera no era precisamente un género entendido ni apreciado en la España de esa época. Él mismo se lamentó muchas veces de la escasa repercusión de sus obras. Su importancia para la música española fue sin embargo indudable. Musicólogo y reconocido docente, tuvo entre sus discípulos a Isaac Albéniz, Enrique Granados, Cristófor Taltabull, Pedro Blanco, José María Peris Polo, Joaquín Turina o Manuel de Falla.

En sus intentos de componer una ópera europea, al más puro estilo wagneriano, eligió como referencia para el libreto la obra de Fernando de Rojas La Celestina y compuso una ópera del mismo nombre. En ella aparecían, además de wagnerianas, influencias francesas y españolas, concretamente del repertorio antiguo y el oratorio.

En la música de La Celestina se nota la mano del erudito musicólogo, dejando en segundo plano la musicalidad y coherencia de una partitura más pensada para gustar al gran público.

Tal ves sea esta una de las razones por las que esta obra nunca llegó a estrenarse. Es ahora cuando la dedicación y empeño del Teatro de la Zarzuela, permiten el estreno absoluto de esta obra en versión de concierto.

La partitura de La Celestina es por momentos endiablada, sobre todo la escrita para alguno de sus personajes principales. En el elenco que ha participado en este estreno en el Teatro de la Zarzuela destaca la Melibea de Miren Urbieta-Vega, con un timbre homogéneo y de gran belleza. Tuvo momentos de gran musicalidad y bien dramatizados, como el final de Melibea previo a su muerte.

La Celestina corrió a cargo de Maite Beaumont, que sustituía Ketevan Kemoklidze que canceló su participación. Tiene mérito que en apenas unas semanas preparase un rol desconocido y exigente. En algunos momentos del primer acto su voz quedaba en un segundo plano ante el volumen de sonido de la orquesta y resto del elenco.

El que pasó por más dificultades fue el tenor vasco Andeka Gorrotxategui con su personaje de Calixto. No es la primera vez que tiene problemas sobre este escenario. Su técnica vocal, un tanto esforzada y tirante, junto a una partitura muy exigente y con continuos saltos al agudo, le llevaron a tener que guardar silencio en algunos momentos y que no pudiera terminar su partitura. Esperemos que soluciones pronto estas dificultades y podamos disfrutar de uno de los timbres más bellos de su cuerda.

El barítono Juan Jesús Rodríguez, siempre solvente y seguro, en esta ocasión ofreció una sólida interpretación de Sempronio, el criado de Calixto. Tiene un volumen amplio, un timbre baritonal cálido y un fraseo matizado y con acentos.

Simón Orfila dotó de gran presencia vocal a su personaje de Parmeno. Muy acertado en el carácter del rol que interpretó, menos refinado que el resto, y haciendo gala de la rotundidad de su voz.

Lucía Tavira y Gemma Coma-Alabert tuvieron un papel destacado en su intervención para asesinar a La Celestina, de un dramatismo muy convincente. Muy buen nivel también demostraros Isaac Galán, Mar Esteve y Javier Castañeda, en sus breves pero importantes intervenciones.

Sofía Esparza, como criada de Melibea, tuvo un destacado papel, sobre todo en el dúo con su señora, donde demostró el buen gusto de su canto y su fraseo.

El coro, cuyo papel es principal, estuvo especialmente inspirado. Con la participación de algunos de sus miembros en pequeñas intervenciones.

La labor de Guillermo García Calvo al frente de la Orquesta Titular del Teatro de la Zarzuela cada vez es más notable. Puso en valor la musicalidad y, en algunos momentos, extraordinaria orquestación de una partitura que por fin hemos descubierto.

Fotografía: Elena del Real

Festival Lírico Ópera Benicàssim

La edición 2022 del Festival Lírico Ópera Benicàssim (Castelló) promete este verano, un año más, llenar de lírica la ciudad. El certamen, organizado por el Ayuntamiento de Benicàssim, contará con grandes artistas del panorama nacional e internacional. La alcaldesa, Susana Marqués, junto al concejal de Cultura del Ayuntamiento, Javier Alonso, al director artístico del certamen, Roberto Turlo y a Marcello Pérez Pose, director de la Asociación Zarzuela por el Mundo y de la promotora AIM-América Iber Música, han presentado esta mañana en rueda de prensa su XIV edición, que se celebrará del 1 al 6 de agosto, y que cuenta con cuatro conciertos y dos encuentros artísticos, actividades que tendrán lugar en sus escenarios habituales, el Teatre Municipal Francesc Tàrrega y el palacete municipal Villa Elisa.

Como ha comentado la alcaldesa, “el Festival Lírico Ópera Benicàssim se suma a la gran oferta cultural con el que cuenta el municipio y que aúna propuestas de diferentes géneros. Un año más, y durante una semana, volveremos a acercar a toda la ciudadanía la posibilidad de disfrutar de este estilo musical que, tras 14 años, ya se ha consolidado en nuestro municipio dentro de la marca Benicàssim, Ciudad de Festivales”.

Por su parte, el concejal de Cultura, Javier Alonso, destacó que el programa –preparado por Ópera Benicàssim junto a AIM-América Iber Música– contará con cantantes “de reconocido prestigio y de carreras consolidadas, pero también dando la bienvenida a artistas jóvenes, que representan el futuro”.

El responsable artístico del certamen, el solista de oboe de la Orquestra de València Roberto Turlo, comentó que la oferta 2022 posee varios “niveles de lectura” con propuestas pensadas para que disfruten “tanto los aficionados del mundo de la ópera y la zarzuela, como cualquier espectador que se interese en la música y la cultura en general e, incluso, quienes simplemente quieran disfrutar de un gran espectáculo al calor del verano. Tendrán a su disposición una gran variedad de repertorio con un alto nivel de excelencia artística. Además nos gusta que quien venga al festival disfrute de toda la oferta de conciertos, y no solo de uno de ellos”, afirma el músico de Benicàssim.

Este año se apuesta por figuras consagradas y muy queridas por el público, como la del bajo-barítono menorquín Simón Orfila, “un cantante con una amplia trayectoria que se encuentra en un momento muy dulce de su carrera, quien hará dúo con la destacada soprano andaluza Mariola Cantarero; será seguro una gran fiesta en la que podremos disfrutar de la simpatía y del gran poder de comunicación y complicidad que tienen ambos artistas, esta vez acompañados al piano por Miguel Huertas”.

Debutará en el Festival la mezzosoprano Rinat Shaham, “una cantante de trayectoria internacional que acaba de realizar una gira con Simon Rattle y la London Symphony, además de estar presente en importantes escenarios operísticos internacionales siendo una de las grandes intérpretes de Carmen del momento. En Benicàssim, acompañada de los Solistes de València, la intérprete israelí mostrará su gran versatilidad en un programa en el que sonarán ritmos y melodías

americanas de Gershwin y tintes de cabaret con obras de autores como Kurt Weill, George Forrest o John Kander”, asegura Turlo.

Antes, el 2 de agosto, inaugurará el certamen “una voz consolidada y espectacular”, en palabras del director artístico: la del tenor Eduardo Sandoval, quien acaba de interpretar Aida e Il Trovatore de Verdi. “Nos ofrecerá, junto al piano de J. Ramón Martín, un programa muy contrastado que incluye canción napolitana y española, además de zarzuela, un menú musical que seguro que el público disfrutará”.

Benicàssim, un año más, apoya a las nuevas generaciones de artistas y este año apuesta por el joven sopranista valenciano Rafael Quirant, “una voz de gran calidad, dueño de un tipo de cuerda que nunca se ha escuchado en el Festival; ganador recientemente del concurso de Juventudes Musicales, ya ha podido debutar en grandes escenarios con excelentes críticas. Nos ofrecerá un viaje por la historia, desde Monteverdi a Rossini pasando por Gluck y Martín y Soler, pero además con obras de Turina e incluso alguna copla, todo ello con acompañamiento de piano y de guitarra”.

También, como cada año, el Festival promueve encuentros populares del público con los artistas, tanto en coloquios como en “ensayos abiertos” en los que, una vez acabado el trabajo de los intérpretes, “los asistentes tienen la ocasión de dialogar con ellos, una iniciativa que comenzamos hace ya algunas ediciones con gran éxito. En las ponencias este año contaremos con un encuentro dedicado a la zarzuela presentado por Marcello Pérez Pose, director de la Asociación Zarzuela por el Mundo, y que contará con figuras como la mezzosoprano Nancy Fabiola Herrera”, quienes explicarán experiencias vividas en torno al género lírico español en escenarios de todo el mundo. “Creemos que es importante que el público sepa de primera mano cómo viven el mundo de la música tanto los artistas como los programadores y promotores culturales. En los encuentros también contaremos con Simón Orifla y Mariola Cantarero para conocer los entresijos que conlleva una producción operística o de zarzuela y el proceso artístico en general”, concluye Roberto Turlo.

Riccardo Frizza

Después de dirigir en el Teatro La Fenice de Venecia la ópera Semiramide de Rossini en conmemoración del 150º aniversario de la muerte del compositor y de haber inaugurado el Festival Donizetti de Bergamo en el que debutaba como director musical –con un concierto y exhumando la ópera del bergamasco Il Castello di Kenilworth–, el director italiano Riccardo Frizza regresa en diciembre a la temporada del Gran Teatre del Liceu de Barcelona para ponerse al mando de otra obra belcantista, la genial L’italiana in Algeri de Gioachino Rossini, antes de viajar a Bilbao, en enero, para dirigir I Lombardi alla prima crociata de Giuseppe Verdi.

En Barcelona Frizza demostrará su maestría en el repertorio belcantista, del que es un reconocido experto internacional, contando con dos repartos encabezados por especialistas como son la mezzosopranos Varduhi Abrhamyan y Maite Beaumont, los tenores Maxim Mironov y Edgardo Rocha y los bajo-barítonos Luca Pisaroni y Simón Orfila. Frizza se pondrá al mando de una producción del Teatro Regio de Turín que firma Vittorio Borrelli. Las funciones serán los días 13, 14, 15, 17, 18, 19, 21, 22 y 23 de diciembre.

En su regreso al podio de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO-OLBE) Riccardo Frizza se enfrentará a un ópera verdiana raramente programada como es I Lombardi alla prima crociata, con funciones los días 19, 22, 25 y 28 de enero, obra que casi completa el proyecto Tutto Verdi, una iniciativa abaísta que revisa la totalidad de la obra musical para el teatro del compositor italiano (el repertorio se completará con Alzira y Jérusalem). En esta ocasión el maestro Frizza contará con las voces de José Bros, Ekaterina Metlova y Roberto Tagliavini en los principales papeles, en una producción de Lamberto Puggelli para el Teatro Regio de Parma.

www.ricccardofrizza.com

Fotografía: Joan TOMÀS / Fidelio Artist

Maruxa

Volvía Maruxa a su casa, el Teatro de la Zarzuela, casi 47 años después. Fue en este Teatro donde se estrenó en 1914 cuando su compositor, Amadeo Vives, era director artístico de la Zarzuela. Y volvía por todo lo alto. Al entrar nos esperaba el sonido de una gaita que va creando el ambiente propicio para escuchar la que, según su director musical, José Miguel Pérez-Sierra, “es una gran ópera española de su tiempo, y aún más, es una gran ópera europea de su tiempo. Vives, siguiendo la estela de Puccini, utiliza el folclore como ambientación, pero con una orquestación completamente centroeuropea, entre las tradiciones alemana y francesa”.

Cuando Daniel Bianco, director del Teatro de la Zarzuela, encargó a Paco Azorín, que se hiciera cargo de la escenografía de Maruxa, este le pidió poder hacer lo que quisiera. Y, desde luego, ha hecho lo que ha querido.

Con la excusa, cierta, de que el libreto de Luis Pascual Frutos es más que lamentable, de pasajes tan naif que no superan al más infantil de los cuentos, Azorín se ha permitido construir una nueva historia. Ha querido hacer un homenaje a Galicia y ha adornado esta Maruxa con versos de Rosalía de Castro y la danza elegante y viva de María Cabeza de Vaca, que encarna el personaje de Galicia como diosa. Ha sabido crear una atmósfera de misterio y meigas creando un bosque de cortinas vaporosas llenas de movimiento y bruma sobre un suelo de pizarra. Todo ello potenciado con una acertada iluminación de Pedro Yagüe.

Pero llegó la segunda parte y con ella ese “hacer lo que yo quiera”. Sobre una batería de imágenes de la catástrofe del Urquiola ocurrida en los años setenta, apareció el coro, eso sí, en una actuación memorable, vestidos con los monos de los voluntarios que limpiaron el chapapote derramado por el Prestige. Una extraña mezcla de acontecimientos vinculados intencionalmente y metidos con calzador que generó cierta perplejidad en parte del público. El resultado final era extraño por lo forzado del nuevo argumento.  Solo sirvió para restar protagonismo a una obra y, sobre todo, a una música que merece toda la atención.

La dirección de José Miguel Pérez-Sierra es muy sólida. Perfecto conocedor de la partitura y del carácter de la obra, mantuvo la tensión de principio a fin y sacó lo mejor de un foso que suena cada vez con más rotundidad y solvencia.

El quinteto vocal estuvo bastante equilibrado. Esta obra es de una extraordinaria exigencia vocal, tanto en la técnica, como en el volumen suficiente para rivalizar con garantías con una potente orquesta. Sobresalió por sus cualidades vocales y su presencia escénica, el barítono Simón Orfila, en el papel de Rufo.

A gran altura brillaron también la pareja de protagonistas Maite Alberola (algo pasada de volumen vocal), como Maruxa y Rodrigo Esteves, en un notable Pablo.

Carlos Fidalgo interpretó a un convincente Antonio y Svetla Krasteva sustituyó en el personaje de Rosa a una indispuesta Ekaterina Metlova.

Curiosa Maruxa que no hay que perderse si se quiere opinar de primera mano. Una versión, la de Paco Azorín, para amantes de la música de Amadeo Vives pero, sobre todo, para amantes del teatro.

Angela Meade como Norma

No deja de sorprender que Norma, la que dicen es la obra cumbre del bellcantismo, y una de las óperas de repertorio, haya tardado 102 años en ser representada en el Teatro Real de Madrid.

Bellini, puente entre el clasicismo y el romanticismo, llevó el morbo de las emociones cotidianas a una sociedad apocada por el catolicismo. Un verdadero revolucionario de los sentimientos románticos que supo influir en otros compositores. Chopin heredó de Bellini la flexibilidad a la hora de tratar el tempo y la armonía. Verdi trasladó la revolución belliniana de lo privado a lo público, utilizando las connotaciones políticas para crear emociones colectivas. Wagner, uno de los compositores más influidos por Bellini, llegó incluso a componer una nueva versión del aria de la segunda escena de Oroveso.

¿Por qué entonces no es Bellini uno de mis compositores favoritos? Porque sobre gustos…

Norma es sin duda una obra grande. Está llena de pequeños detalles, esos en los que habitualmente vive el diablo, pero que aquí esconden la delicadeza de unos tempos extremadamente lentos que trazan la filosofía romántica de la obra y que llena de complejidad la labor del cantante, obligado a una emisión lenta. Dilatadas melodías que precisan de un fiato bien trabajado, como queda de manifiesto en una de las arias que es un “hit” de la ópera, la siempre esperada por el público “Casta Diva”, y que resume el valor del tiempo romántico.

Un tiempo que Wagner tuvo en cuenta para crear Tristan und Isolde. Una Isolde que, al igual que Norma, se inmola sobre una melodía amplia y ascendente.

Pero bajemos a la tierra. Más concretamente a la representación del 21 de octubre. Es esta una coproducción del Teatro Real con el Palua Les Arts de Valencia, donde ya se estrenó la pasada temporada, y ABAO.

La escenografía de Davide Livermore tiene claras influencias cinematográficas. A través de Juego de Tronos o el Rey Arturo, elabora una atmósfera onírica y fantasiosa que tiene como protagonista un agobiante árbol. Ocupa gran parte del escenario, gira y se mueve como elemento totémico y oráculo, donde todo ocurre y todo se cumple. La intención es la de crear un ambiente claustrofóbico, como lo es la propia historia. Y lo consigue.

Las escenas se completan con las proyecciones de D-Wok. Que adelantan, a modo de oráculo, el futuro que espera a los protagonistas.

La enérgica batuta del maestro Roberto Abbado inició la obertura con exceso de volumen. En el escenario entraban y salían los bailarines, coro, elementos escénicos y proyecciones en medio de un aparente desconcierto. Cuando parecía que el caos se había apoderado de la representación, apareció en escena, en lo más alto del árbol, Angela Meade cantando “Casta diva” y, de repente, reinó el sosiego y la armonía, cada cosa se puso en su sitio y solo entonces comenzó Norma.

Antes de que hiciera su aparición la Meade, y formando parte del desconcierto inicial, Roberto Arónica había iniciado su representación como Oroveso. A su voz leñosa y destemplada le faltan profundidad y graves para este personaje. Mejoró en el segundo acto y le puso más intención y matiz a sus arias. Su interpretación resultó fría y falta de pasión.

Simón Orfila compuso un Oroveso con buena presencia escénica, pero su voz, aunque bien timbrada, no tiene los tonos oscuros que habrían dotado su personaje del empaque que requiere.

Angela Meade no solo llegó para poner orden, fue la clave para que apareciera el belcanto. Voz potente y de emisión limpia, aunque con notables carencias interpretativas, no dejó de subir y bajar los numerosos escalones del árbol protagonista mientras cantaba. Algo meritorio.

La romana Veronica Simeoni, como Adalgisa, estuvo correcta. Mejor en el dúo con Norma del segundo acto, para el que parecía se había estado reservando.
Bien la barcelonesa María Miró como Clotilde. No pasó desapercibida.

Tanto tiempo esperando a Norma y ha llegado con una carencia fundamental, la pasión. Habrá que seguir esperando. Pero que no sean otros cien años.

NORMA
Vincenzo Bellini (1801-1835)
Tragedia llirica en dos actos
Libreto de Felice Romani, basado en la obra
Norma, ou l´infanticide (1831) de Alexandre Soumet
Estrenada en el Teatro alla Scala de Milán el 26 de diciembre de 1831
Estrenada en el Teatro Real el 13 de noviembre de 1851
Nueva producción del Teatro Real en coproducción con el
Palau de les Arts de Valencia y ABAO
D. musical: Roberto Abbado
D. escena: Davide Livermore
Escenografía: Gió Forma (Florian Boje)
Iluminación: Antonio Castro
Vídeo: D-Wok
D. coro: Andrés Máspero
Reparto: Roberto Aronica, Simón Orfila, Angela Meade,
Verónica Simeoni, María Miró y Antonio Lozano
Coro y Orquesta titulares del Teatro Real
Teatro Real de Madrid 21 de octubre de 2016

Texto: Paloma Sanz
Fotografías: Javier del Real

Orfila

Acaba de triunfar en el Teatro Colón de Buenos Aires con su inigualable Dulcamara de la donizettiana L’elisir d’amore, personaje que el cantante español Simón Orfila llevará en septiembre al Thèâtre Royale de La Monnaie de Bruselas en una producción de Damiano Michieletto en el que será su debut en la capital belga.

Formado vocalmente por el gran Alfredo Kraus, Orfila participará en cinco funciones a partir del 8 de septiembre en el coliseo belga marcando el regreso de la popular opera donizettiana a La Monnaie después de 30 años de ausencia en una coproducción con el Teatro Comunale de Bologna y el Real de Madrid. El montaje lleva la firma del regista italiano Damiano Michieletto, uno de los directores de escena más solicitados en el mundo de la ópera, una propuesta que traslada la acción a una playa del Mediterráneo y de plena actualidad. La Orquesta del Teatro estará dirigida por Thomas Rösner y el reparto incluye al tenor Dmitry Korchak (Nemorino) y a la soprano Olga Peretyatko (Adina).

Simón Orfila ha interpretado el rol de Dulcamara en su nativa Menorca, en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, en la Casa Internacional de la Música de Moscú y en el Colón de Buenos Aires. La crítica ha destacado su “clara dicción y proyección de voz combinada con desenvoltura escénica” (La Nación). Después se su debut belga, el bajo-barítono volverá a España para participar en otra ópera de Donizetti, Lucia di Lammermoor, en el Liceu barcelonés.

www.simonorfila.com

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