Entre los días 17 de enero y 1 de febrero el Teatro Real ofrecerá 7 funciones de El oro del Rin (Das Rheingold), de Richard Wagner (1813-1883), primera de las cuatro óperas que conforman el ciclo El anillo del Nibelungo, que se presentará a lo largo de cuatro temporadas sucesivas, con dirección musical de Pablo Heras-Casado y dirección de escena de Robert Carsen.
La producción, estrenada en 2000 en la Ópera de Colonia y repuesta en diversas ocasiones, traslada al mundo real la visionaria y desoladora alegoría wagneriana, en la que la degeneración moral conduce a la devastación del planeta y a la extinción de la humanidad.
Wagner trabajó 25 años para plasmar en su Tetralogía la expresión más completa y compleja de los sentimientos, pasiones e instintos del ser humano a través de un enredo alegórico inspirado en la mitología nórdica, germánica y en relatos medievales. Para la consecución de esta magna empresa ─4 óperas y casi 16 horas de música escénica─ escribió el libreto, compuso la partitura e hizo erigir un teatro en Bayreuth para que su ‘obra de arte total’ llegara en condiciones óptimas al espectador.
Dejó además una ingente cantidad de acotaciones, opúsculos y cartas que nutren desde entonces los miles de estudios, interpretaciones y exégesis de la Tetralogía que mantienen vivo su inagotable manantial dialéctico.
Estructurada como los antiguos dramas griegos ─tres tragedias y una sátira─, El oro del Rin ocupa un lugar singular como prólogo explicativo de la saga que se desarrollará en La Valquiria ─el origen del héroe─, Siegfried ─su glorificación─ y El ocaso de los dioses, su muerte y cataclismo final.
Aunque el libreto de El oro del Rin nació después de las otras tres óperas, su partitura fue la primera, y en ella Wagner presenta magistralmente las decenas de leitmotiv (motivos conductores) que aparecerán con todo tipo de metamorfosis en las jornadas posteriores, creciendo en complejidad y depuración. A lo largo de casi dos horas y media, la música fluye sin interrupciones a través de una densa red de texturas armónicas y de temas entrelazados en los que la orquesta, con más de 110 músicos, tiene una parte activa en el discurso conceptual y narrativo de la epopeya.
El oro del Rin se distingue también del corpus de las otras tres óperas por su ritmo dramático acelerado, su humor, cinismo y su contenido más alegórico que humano. En él se rompe la relación idílica del hombre con la naturaleza, cuando el oro que iluminaba las aguas del Rin se convierte, bajo la fría mirada de la razón, en un objeto valioso y codiciado, desencadenando las luchas de poder que alejarán al hombre del amor, de la naturaleza y de la armonía primigenia.
Robert Carsen, que en el Teatro Real ha dirigido Dialogues des carmélites (2006), Katia Kabanová (2008), Salome (2010) e Iphigénie en Tauride (2011), coloca al espectador frente a un mundo contaminado, que estamos destruyendo entre todos, protegidos por una perversa pirámide de poder estratificado, dominada por la ambición desmesurada de los más fuertes, ricos y poderosos.
Pablo Heras-Casado, primer director invitado del Teatro Real, dirigirá su segundo título wagneriano, después del éxito de su lectura de El holandés errante, con dirección de escena de Alex Ollè (La Fura dels Baus), en 2017. Será su octava ópera al frente de la Orquesta Titular del Teatro Real.
Las siete funciones de El oro del Rin se ofrecerán entre los días 17 de enero y 1 de febrero con un reparto coral encabezado por Greer Grimsley (Wotan) y Samuel Youn (Alberich), secundados por Ain Anger (Fasolt), Alexander Tsymbalyuk (Fafner), Raimund Nolte (Donner), David Butt Philip (Froh), Joseph Kaiser (Loge), Mikeldi Atxalandabaso (Mime), Sarah Connolly (Fricka), Sophie Bevan (Freia), Ronnita Miller (Erda), Isabella Gaudí (Woglinde), Maria Miró (Wellgunde) y Claudia Huckle (Flosshilde).
El anillo del Nibelungo se ofrecerá en el Teatro Real por segunda vez desde su reinauguración en 1997. Los cuatro títulos se han presentado entre 2001 y 2004 en una coproducción del Teatro Real con la Semperoper de Dresde, con dirección musical de Peter Schneider y dirección de escena de Willy Decker. Después de la lectura conceptual y simbólica del director alemán, llegará, 15 años después, el enfoque directo e implacable de Robert Carsen y Patrick Kinmonth, de inquietante actualidad.