El Teatro Real se estrenó en esta temporada en la celebración de una gala para despedir la última noche del año, y lo hizo con un marcado carácter español, dando cabida tanto a nuestra música culta como a la popular, el flamenco, la danza y la canción ligera.
Se abrió la gala con la orquesta sinfónica de Madrid, con el director Alejo Pérez al frente, que ejecutó con corrección la “Obertura Cubana” de Gershwin. Mientras sonaba la música, se proyectaban sobre una gran pantalla imágenes de la isla y sus gentes, así como de lo que pasaba entre las bambalinas del Real, con los artistas preparándose para su actuación. Unas imágenes muy poco adecuadas y que estorbaban más que realzar la música.
A continuación, y siguiendo con la inspiración cubana, María Bayo interpretó, sin mucho acierto, una escena de “Cecilia Valdés”, acompañada por el Coro Titular del Teatro Real, en una puesta en escena de dudoso gusto.
Fue entonces el turno para que la compañía Antonio Gades bailara algunas de las escenas de su conocido ballet “Carmen”, que ya fuera llevado al cine con éxito por Carlos Saura. Así dio comienzo la parte mas española de la gala, que continuó con dos escenas de zarzuela, pertenecientes a “La Chulapona” y a “Doña Francisquita”. Estas fueron las actuaciones más inspiradas de la gala, donde brilló especialmente el tenor Ismael Jordi, con una voz de bello timbre, delicado fraseo y apasionada interpretación, aunque las obras no fueran las mejor escogidas para su lucimiento vocal.
Tomó el relevo entonces el dúo de bailaores Aída Gómez y Christian Lozano, ejecutando algunas danzas de “El sombrero de tres picos” de Falla, dando buenas muestras de elegancia, garra, pasión, sobriedad y expresividad unidas.
A semejante altura brillo después la guitarra de Cañizares y su grupo flamenco, haciendo gala de destreza técnica y virtuosismo, unida a una exquisita musicalidad y sentido rítmico. Uno de los mejores momentos de la noche, sin duda.
Fue entonces cuando la orquesta introdujo los primeros acordes del tema de Agustín Lara “Piensa en mí”, y desde el fondo de la escena , vestida de blanco y pálidamente hermosa, surgió para interpretarlo Luz Casal, ofreció una versión limitada en recursos vocales, pero desbordante de emoción, tanto en el público como en ella misma.
El punto final lo puso María Bayo interpretando el famoso cuplé de “La corte del Faraón”, y la compañía Antonio Gades junto al Coro del Teatro, que interpretaron las sevillanas de “El Bateo” de Chueca. Todos los artistas salieron entonces a escena y brindaron junto al público por el nuevo año, poniendo fin de ese modo a la Gala entre globos, confeti y copas de cava.
Tras este espectáculo, cabe preguntarse qué es mejor, ¿improvisar y echar mano de los que hay para ofrecer, sin apenas tiempo, una gala de estas características (como parece que ha ocurrido), o esperar una temporada más y preparar una gala fin de año a la altura de los mejores teatros de Europa?