El Teatro Real estrenará el próximo sábado, 19 de noviembre, la ópera La clemenza di Tito, último título de Wolfgang Amadeus Mozart, que regresa al Teatro Real con la mítica producción creada y dirigida por el matrimonio Ursel y Karl-Ernst Herrmann, procedente del Festival de Salzburgo y precedida por el éxito que la acompañó en su presentación en el Real en 2012 programada por Gerard Mortier.
En esta ocasión, La clemenza di Tito contará con la dirección musical del reputado director Christophe Rousset, gran experto en este repertorio, que se colocará frente a un doble reparto y el Coro y la Orquesta Titulares del Teatro Real.
En la interpretación de los papeles principales se alternarán los tenores Jeremy Ovenden y Bernard Richter (Tito), las sopranos Karina Gauvin y Yolanda Auyanet (Vitellia), las mezzosopranos Monica Bacelli y Maite Beaumont (Sesto) y las sopranos Sylvia Schwartz y Anna Palimina (Servilia).
La clemenza di Tito fue escrita con motivo de la coronación de Leopoldo II como rey de Bohemia y se estrenó el 6 de septiembre de 1791, en el Teatro Nacional de Praga, horas después de la ceremonia. Fue la última creación del compositor de Salzsburgo, pero no en ser estrenada, pues unos días después, el 30 de septiembre, vería la luz La flauta mágica.
La ópera cuenta la historia del emperador Tito, al que retrata como hombre recto y justo, pero también clemente, capaz de perdonar a su amigo íntimo, Sesto, y a su prometida, Vitellia, que habían intentado asesinarle. Basada en la obra original de Pietro Metastasio, adaptada por Caterino Mazzolà, seis personajes se enfrentan a una partitura tan hermosa como difícil, en la que la voz es un instrumento más, y donde cada uno ofrece al espectador sus más íntimos sentimientos, como en una tragedia griega.
Ursel y Karl-Ernst Herrmann conciben un espacio escénico desnudo, blanco y luminoso que consigue realzar el conflicto de pasiones que teje el argumento. La acción interior se concentra en un lugar único, “frío y casi abstracto”, en el que los sentimientos contradictorios del drama, con su mensaje atemporal, resultan aún más desgarradores. La acción exterior abre las puertas sobre una imaginada Roma imperial.
Mortier amaba de forma especial esta ópera y sentía gran predilección por la puesta en escena de los Herrmann, a quienes se la había encargado cuando dirigía el Teatro de La Monnaie en Bruselas y que supuso el inicio del tándem como codirectores de escena, diseñadores de escena y vestuario. De La clemenza afirmaba: “es el ejemplo de una inspirada narración moderna del siglo XVIII sobre la grandeza de la clemencia por parte de los gobernantes. Una grandeza que se refleja en el espacio blanco de la escena en el que los personajes son desmenuzados hasta el más pequeño detalle“.
Así, con la reposición de esta producción, el Teatro Real quiere rendir homenaje al que fue su director artístico.
Más información.