La poderosa música de Manuel de Falla y su Amor brujo son perfectas para dar entrada en escena a la mezzosoprano canaria Nancy Fabiola Herrera. Vestida con el primer traje de luces de la noche (le seguirían otros), comienza a dar vida, una tras otra, a las gitanas protagonistas del recital. Cada una con su carácter propio y todas intensas. Pero entre ellas una a destacar, sin duda, el aria de Azucena “Condotta ell´era in ceppi”, de Il Trovatore verdiano, destiló toda la intensidad sobrecogedora que es capaz de tener el personaje. Brillante estuvo también en este pasaje el coro con “Vedi, le fosche…”
Una voz, la de Nancy F. Herrera, grande, redonda, extensa y de una untuosidad envolvente, capaz de llegar sobrada a los agudos más convincente y regular con eficacia la bajada a los graves más profundos y oscuros. Una voz de verdadera mezzo, de esas que ya no son muy habituales y con una capacidad dramática que agranda al personaje y a la artista. Cuando interpreta a Carmen se transforma, crea un personaje descarado e intenso y lo llena de credibilidad.
La Orquesta y la dirección, a cargo de Cristóbal Soler, tuvieron una buena actuación, casi a la altura de Nancy F. Herrera. El coro brilló a gran altura, tal vez algo escaso de volumen en algunos momento pero en general muy acertado.
Para el anecdotario queda el comportamiento del director Soler, empeñándose toda la noche en recibir para si los aplausos dirigidos a la protagonista. Y haciendo saludar a los miembros de la orquesta a destiempo, siempre demasiado pronto cuando el público lo que pretendía era ovacionar a la solista.
En la sección correspondiente, incluimos la entrevista que realizamos a Nancy unos días antes del concierto.