Entre los días 10 de junio y 10 de julio, el Teatro Real presentará nueve funciones de Porgy and Bess, ópera afroamericana de los hermanos George Gershwin (1898-1937) e Ira Gershwin (1896-1983), en cuya partitura se advierte de la obligatoriedad de interpretarla con un reparto y un coro compuestos únicamente por negros, ya que la obra retrata la dura realidad de la vida de esta comunidad en un barrio portuario y marginal de Charleston en el período de la debacle económica provocada por el crash del 29.
Porgy and Bess fue la tercera ópera que se presentó en el renovado Teatro Real, dos meses después de su reapertura, en diciembre de 1997, con una producción procedente de la Houston Grand Opera. Ahora, 17 años después, será interpretada en el mismo escenario por la Cape Town Opera, compañía privada sudafricana que une a su función artística un componente social muy relevante en la idiosincrasia del país, siguiendo el camino de la reconciliación iniciado por Nelson Mandela después del largo y doloroso período del apartheid.
En el marco de esa realidad, los miembros que integran la compañía, tanto solistas como coro, proceden de las diferentes culturas y etnias que conforman la riqueza multirracial de Sudáfrica, lo que imprime al elenco una gran diversidad y una fuerte emoción, dando un profundo sentido al término ‘comunidad’.
Esta riqueza cultural del elenco y su dimensión integradora afloran muy especialmente en la producción de Porgy and Bess que se verá en el Teatro Real, de tintes casi naturalistas, en la que muchos de los intérpretes retratan una realidad que han vivido o conocido muy de cerca.
Porgy and Bess -cuya célebre aria (nana) Summertime, entonada por las protagonistas, se ha convertido en una de las canciones de Gershwin más interpretadas y versionadas en todo el mundo-, narra la historia de Porgy, un inválido, bondadoso y marginal afroamericano que lucha por rescatar a su amada Bess de las garras de los delincuentes que se aprovechan de su ambición, inocencia y sensualidad.
Gershwin articula con genio e ingenio la estructura de la ópera europea con la riqueza del folclore afroamericano, desde el góspel de las plantaciones esclavistas sureñas hasta los ritmos urbanos del jazz, blues y charlestón que sonaban en los tugurios urbanos de los suburbios costeros en el período de entreguerras.
La puesta en escena de Christine Crouse, directora artística de la compañía, traslada la acción original de las callejuelas portuarias de Charleston en los años 30, al submundo delictivo de Soweto, en las afueras de Johannesburgo, en los contestatarios años 70, cuando la política del apartheid comenzaba a resquebrajarse.
Este mimetismo entre lo que pasa fuera y dentro de la ópera está en la génesis misma de la obra literaria de DuBose Hayward, de fuerte cariz biográfico: Catfish Row es en realidad Cabbage Row; Porgy está inspirado en el retrato disimulado de Samuel Smalls y muchos de los perfiles de los personajes nacen de las vivencias del escritor.
Al trasladar la trama literaria al universo operístico, George Gershwin viajó al lugar original que retrataba el libro y ahí se acercó a la cultura gullah, cuyo mundo sonoro mestizo impregnó su ya riquísima paleta musical, que nació en la tradición musical familiar yiddish y fue incorporando a lo largo de la vida la exuberante música urbana estadounidense, cuyas diferentes voces se podrían escuchar vagueando por los bares y teatros de Nueva York.
En la dramaturgia de la versión escénica de Christine Crouse, una vez más la ópera proyecta la realidad de sus protagonistas, en esta ocasión a miles de kilómetros, en el sur del continente africano. Como explica la directora: “El espíritu de nuestra nación es único y la Cape Town Opera es el hogar de muchos cantantes de culturas y comunidades diferentes, algunos aún viviendo en suburbios, que llevan a las representaciones sus verdaderas voces, corazones y almas extraordinarias.”
Sobre la interpretación, apunta el director musical británico Tim Murray, con un fuerte vínculo con la compañía: “Las comunidades de Sudáfrica tienen una canción para cada ocasión, como los habitantes de Catfish Row, con sus melodías fúnebres, espirituales y canciones de fiesta. El gran genio de Gershwin fue coger todos esos elementos y estilos diferentes – popular y moderno – y fusionarlos en algo vivo e irresistible. Creo que Porgy and Bess es una de las grandes obras maestras del siglo XX.”