¡Viva el Teatro Real!

Real

Así terminaba la carta enviada por Gerard Mortier, anterior intendente del Teatro Real, y leída públicamente por el Presidente del Patronato, Gregorio Marañón. En dicha carta, Mortier agradece a su sucesor en el puesto, Joan Matabosch, la caballerosidad con la que se ha solapado su trabajo en los últimos meses y le felicita por “la magnífica temporada” que ha diseñado . Temporada que Matabosch ha asumido como propia respetando en ella producciones heredadas de Mortier.

Se presentaba también al nuevo director musical, lo será a partir de latemporada 2015-2016, el Maestro Ivor Bolton, quien manifestó su “emoción y orgullo” ante este nuevo reto en sus primeras palabras en castellano. Bolton dirige la próxima producción del Teatro, Alceste, de Gluck, como gran especialista que es del barroco. Sin duda una muy buena adquisición para un foso en crecimiento.

Al observar globalmente la temporada 2014-15,la primera impresión nos indica una vuelta al repertorio clásico. Por tercera vez en cinco años se programa, por ejemplo, Las bodas de Figaro de Emilio Sagi. Por si se había escapado algún matiz en reposiciones anteriores. Otra cuestión que llama la atención, es la participación de cantantes españoles. Lo que es un buen síntoma. Matabosch quiso dejar claro que el Teatro seguirá apostando por repartos de primera línea internacional. Es en este concepto en el que se incorporan los cantantes españoles. Sin rebajar el listón de la calidad para que el caché de las voces propias se revalorice.

No resulta fácil sustituir en la dirección artística una personalidad como la de Gerard Mortier. En estos años el Teatro y, sobre todo, el público del Teatro Real, han evolucionado en sus gustos. Han crecido con los nuevos aires que llegaron de Gante. Ya nada será igual y nada se escuchará igual. No será fácil contentar a un público más exigente que está acostumbrado, por fín, a lecturas más profundas que las de escuchar una melodía y voces más o menos agradables. La primera temporada de un director artístico que, como en este caso, ha sido de manera apresurada y urgente, no resulta fácil de componer. Dejemos un margen de maniobra y un voto de confianza, pues también hay en ella grandes esperanzas, como “Muerte en Venecia”, de Britten, o «Hänsel und Gretel», de Humperdinck. Esta última una apuesta valiente.