Los italianos aman la épica, su historia y su cultura. Y poseen ya una serie de lugares comunes donde se reúnen para protestar y defender aquello que sienten amenazados. Los graves incidentes que acontecieron en Milán la noche del 7 de diciembre, nos retrotraen a otros momentos de la historia de Italia en los que la ópera, como elemento identitario, sirvió como detonante para la reivindicación y la protesta. Aquel ya famoso “viva Verdi” (viva Victorio Enmanuele rey de Italia”), y en ese mismo escenario, llena de épica y romanticismo una reclamación a la que debemos unirnos, porque es la cultura la que está amenazada, no solo en Italia.
Estas protestas, que vienen ya desde el día 3 de mayo, cuando la lírica italiana hizo huelga, y continuaron el pasado 22 de noviembre, con el paro de todo el mundo de la cultura, 250.000 personas en huelga y todas las salas de cine y teatro cerradas en señal de protesta, volvieron a repetirse el día 7 de diciembre a las puertas de la Scala de Milán, en el día del estreno de la temporada.
En esta plaza tan emblemática se aglutinaban artistas y trabajadores vinculados con el mundo de la cultura protestando por los recortes a la financiación impulsados por el ministro de Bienes Culturales, Sandro Bondi. Esta protesta se unió a la manifestación de los universitarios por la reforma de la educación de la mano de la ministra María Stella Gelmini, que prevé también recortes en las universidades. El resultado de la batalla, aparte del alboroto en una zona tan emblemática de Milán, fue de 9 agentes de policía heridos y una decena de detenidos.
Los manifestantes fueron empujados por la policía hasta el fondo de la plaza de la Scala para que pudieran acceder al Teatro los invitados, entre los que no se encontraban, “por atender otros compromisos”, ni los citados ministros ni el primero, Silvio Berlusconi. Si asistió el Presidente de la República, Giorgio Napolitano, quien fue recibido con una gran ovación. La misma que le tributaron desde la plaza todos los que protestaban pidiéndole que acabara con ese tipo de políticas.
En el interior del Teatro, antes de comenzar la función, Daniel Baremboin, que ese día dirigía “Las Valquirias”, de Richard Wagner, se dirigió a los asistentes para, en primer lugar, agradecer haber sido declarado “Maestro Scalígero”, un honor del que muy pocos pueden presumir. A continuación Baremboin declaró: “Estamos profundamente preocupados por el futuro de la cultura en Italia y en Europa”. También citó el Art. 9 de la Constitución de la República que hace alusión a la obligación de ésta a proteger y promover la cultura.