El martes 26 de octubre a las 19.30 horas, el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) inaugura su ciclo Fronteras en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música de Madrid con una cita indispensable para los melómanos: el legendario pianista Rudolph Buchbinder presentará The Diabelli Project programa en el que interpreta el Vals en do mayor compuesto por Anton Diabelli, junto a las Treinta y tres variaciones sobre un vals de A. Diabelli de Beethoven, una selección de las variaciones de dicha obra que diversos autores realizaron en 1824 (Franz Liszt, Franz Schubert, Conradin Kreutzer, Johann Nepomuk Hummel, Friedrich Kalkbrenner, Ignaz Moscheles, Franz Xaver Wolfgang Mozart y Carl Czerny) y el estreno en España de los encargos realizados en 2020 por el CNDM en colaboración con la Gesellschaft der Musikfreundein Wien, la Brucknerhaus Linz, la Gewandhaus zu Leipzig, la Fundação Calouste Gulbenkian (Lisboa), el National Centre for the Performing Arts (Pekín), el Palau de la Música Catalana, la Philharmonie de Paris, el Stars of the White Nights Festival (San Petersburgo), la Ruhr Piano Festival Foundation y la Tonhalle Society Zurich, con el patrocinio de la Ernst von Siemens Musikstiftung a Lera Auerbach, Tosio Hosokawa, Max Richter, Tan Dun, Jörg Widmann, Brett Dean, Christian Jost, Brad Lubman, Philippe Manoury, Rodion Shchedrin y Johannes Maria Staud. El recital llegará también a Oviedo (2 de noviembre, Auditorio Príncipe Felipe) y Barcelona (un día después en el Palau de la Música). Las entradas para este concierto, con un precio de 10€ a 20€, están disponibles en las taquillas del Auditorio Nacional, teatros del INAEM, www.entradasinaem.es y en el teléfono 91 193 93 21.
El leifmotiv de toda una vida
Rudolph Buchbinder habla sobre este proyecto: «Ningún compositor ha estado a mi lado tan intensamente como Ludwig van Beethoven, y ninguna de sus obras se ha convertido en un leitmotiv de mi vida tanto como sus Variaciones Diabelli. quizá la obra más emocionante de Beethoven. Son música sobre la música. En ellas Beethoven se inspiró evidentemente en las Variaciones Goldberg de Bach, pero también cita a otros «dioses» como Haydn o Mozart, a quien dedica la 22ª variación con el motivo Don Giovanni. Al final, Beethoven vuelve a sí mismo, citando su última sonata, op.111, en la 33ª variación, y revelando su genio al desmontar un simple vals en sus partes estructurales para volver a montarlas en toda su complejidad a su propia imagen. También se podría decir: Beethoven se come el vals de Diabelli y lo digiere ante nuestros oídos.
Hace sesenta años, mi profesor de piano Bruno Seidlhofer me regaló a mí, su alumno más joven en la Academia de Música de Viena, la partitura: el «último vals» de Beethoven me acompaña desde entonces. Cuando en 1973 fui a los estudios Teldec de Berlín para grabar por primera vez las Variaciones Diabelli de Beethoven, me pareció natural grabar también las variaciones de sus contemporáneos. Al fin y al cabo, sus piezas eran un paseo musical por la Viena de Beethoven. Cuando retomé el ciclo sólo tres años después, algunos colegas ya me habían puesto el apodo de «Monsieur Diabelli». Y de hecho, a día de hoy, las Variaciones Diabelli siguen siendo una de las piezas que más interpreto: exactamente 99 veces antes del aniversario de Beethoven en 2020. Este proyecto es, por tanto, también un aniversario privado para mí y mi relación con Beethoven. Era natural que quisiera retomar el ciclo de variaciones en el año del aniversario de su nacimiento, así como mis variaciones favoritas de los otros 50 compositores.
Anton Diabelli no sólo era un editor, sino también un hombre de negocios muy astuto. El libro con las 50 variaciones impresas sobre su vals era algo así como las cartas de presentación de su época, obras de superestrellas musicales que se podían tocar en los salones. Una ingeniosa estrategia de marketing que, sin embargo, Beethoven evitó. Esto se debió, por un lado, al número de sus 33 variaciones, que superaba todos los límites, y por otro, a su (en aquella época) ¡imposibilidad de tocarlas! Hasta 30 años después de su publicación, la op. 120 fue interpretada por primera vez por el pianista y director de orquesta Hans von Bülow, e incluso después las Variaciones Diabelli, que Bülow calificó de «microcosmos del genio de Beethoven», siguieron teniendo dificultades. Lo tenía claro: Mi proyecto «Diabelli 2020» iba a tender un puente en el tiempo, y una nueva grabación del ciclo Diabelli sólo tendría sentido si también se pedía a los compositores contemporáneos que contribuyeran con una variación del vals. Estoy orgulloso del abanico de compositores que participan en este proyecto: desde la maravillosa Lera Auerbach hasta el impecable Max Richter. También estoy encantado de que participe Tan Dun, a quien, como cinéfilo, admiro naturalmente por su música, ganadora de un Oscar, para el clásico del cine dirigido por Ang Lee Tigre y dragón. Toshio Hosokawa, probablemente el compositor contemporáneo más importante de Japón, me regaló su partitura tras un concierto en Japón: Caracteres japoneses escritos a lápiz en la portada. El australiano Brett Dean escribió su variación que se abre con un alocado «con fuoco». El compositor austriaco Johannes Maria Staud me desafió con su notación extremadamente creativa. Para el director de orquesta y compositor alemán Christian Jost, en cambio, el vals de Diabelli es una inspiración para una interpretación alegre. Brad Lubman también traza un arco a través de la historia de la música en su «Variación para RB», al igual que el compositor francés Philippe Manoury, que pone en escena el metrónomo (herramienta que se popularizó en la época de Beethoven). El compositor ruso Rodion Shchedrin comienza su variación «quasi improvisato», y el compositor y clarinetista Jörg Widmann explora rasgos característicos de Beethoven en su detallada y multipartita variación.
A menudo me preguntan qué pasa por mi mente cuando toco las Variaciones Diabelli. Mi respuesta es sencilla: ¡no mucho! El proceso de pensar y comprometerse con Beethoven debe completarse mucho antes de tocar la primera nota. Durante un concierto, Beethoven invita al pianista a dejarse llevar. No me refiero a nadar sin rumbo en las olas del sonido. Dejarse llevar por la deriva de Beethoven requiere saber dónde se está en todo momento, conocer la navegación musical, el cielo estrellado, los vientos y los puntos de la brújula del cosmos de Beethoven. Porque cuanto más dispuesto esté uno a doblegar su propia voluntad a la del compositor, más seguro estará de dar con la nota que Beethoven pretendía. Resumiendo: es demasiado tarde para empezar a pensar justo antes de tocar la primera nota: en el momento del concierto, se trata de confiar y dejarse llevar por la enorme creatividad de sus variaciones.»
Fotografía copyright Rita Newman