Crónica de Luisa Miller, de Verdi, en el Teatro Real

Luisa Miller

Dos representaciones había programado el Teatro Real de la Luisa Miller verdiana. Una obra considerada injustamente menor dentro del repertorio. Tal vez porque su composición, previa a la trilogía formada por Rigoletto, Il trovatore y La traviata  la situaron en un segundo plano. Verdi cuenta en esta ocasión con el libretista Friedrich von Schiller dando más importancia al drama amoroso y social de la obra original, Kabale und liebe (intriga y amor). Lo que el propio autor llamará “tragedia burguesa”. Estos nuevos “motivos” argumentales bien podían estar justificados para esquivar la acción de la censura. Muy activa en esos momentos de convulsión revolucionaria europea de 1848.

Ha sido esta una versión concierto. Pero no se puede decir que no haya sido escenificada. Cada vez son más las óperas en concierto que, prescindiendo de los siempre incómodos atriles, son semiescenificadas por los cantantes, creando una atmósfera lírica más cercana a una noche de ópera con toda su arboladura.

Al frente de la dirección se encontraba el norteamericano James Conlon. Un auténtico enamorado de Luisa Miller. Hasta el punto de llamar a su hija Luisa y evocar con ello la relación paterno filial de los protagonistas. Su conocimiento de la obra es total, apenas consultaba la partitura a la que imprimió desde la obertura un ritmo vivo y lleno de tensión. Sobre todo en los finales. Extrajo de la orquesta un puro sonido verdiano, principalmente de las cuerdas. El Coro, en su línea habitual, ¡magnífico!.

Al margen de la música, sin duda fueron las voces las protagonistas de la noche. Leo Nucci, que borda los dramáticos papeles de padre verdianos, conserva unas cualidades vocales extraordinarias a sus 74 años. La falta de aliento en algunos momentos y sus reservas, en otros, para poder acometer los finales, son compensados por una destreza en la dramatización que solo proporciona la experiencia.

La croata Lana Kos fue toda una sorpresa en su papel de Luisa. Su gran registro central es el apoyo ideal para moverse por una potente tesitura de soprano lírica. Voz vigorosa y homogénea con margen suficiente para refinar los agudos.

El malvado Wurn fue encarnado por el barítono canadiense John Relyea. Voz robusta y penumbrosa para componer un personaje interesante que se batió en poderoso duelo con Walter.

Dmitry Belosselskiy interpretó un magnífico Conde de Walter. Lució unos buenos agudos en su aria “Il mio sangue, la vita darei” y sus potentes y tersos graves en el dúo con Wurn “L’alto retaggio”.

La madrileña María José Montiel interpretó el siempre ingrato papel de Federica. Hace apenas unos días la escuchábamos en el Teatro de la Zarzuela en el rol de una María Moliner impecable y, de repente, aparece en el escenario del Teatro Real con un registro completamente diferente. Con una partitura verdiana de tonalidades abisales para una cuerda de mezzo, resuelve su personaje con una voz densa y compactada, demostrando que el radio de acción de su voz es amplio y que se encuentra en uno de los mejores momentos de su carrera.

Debutaba en el Real el joven tenor napolitano Vincenzo Costanzo. Llegaba para sustituir a los inicialmente elegidos para este Rodolfo. No es fácil abordar este rol con 24 años, cantando en proscenio y rodeado de voces muy consolidadas. Y Costanzo lo hace con gallardía y determinación. Su instrumento está en construcción, al igual que su capacidad para la interpretación, pero apunta un bonito timbre y en cuanto el fiato se prolongue y la técnica supere al esfuerzo físico, podrá abordar estos exigentes papeles con todas las garantías. Los aplausos del público tras la conocida aria «Quando le sere al placido» le otorgaron la confianza necesaria para abordar el resto de la obra con mayor seguridad. La próxima temporada tendremos ocasión de volver a escucharle en este Teatro en su rol de Pinkerton y observaremos su evolución. Mimbres tiene.

Marina Rodríguez-Cusí interpretó a Laura. Esta mezzosoprano valenciana siempre es una garantía. Su breve papel dejó constancia de su buen hacer. A pesar de estar situada detrás de la orquesta y del resto del reparto, su voz se escuchó plena.

Hay que destacar la acertada intervención de César de Frutos interpretando a un aldeano.

Esta Luisa Miller dejó muy buenas sensaciones en el público. De vez en cuando se agradece un título puramente operístico, y nadie mejor que Verdi para provocar este tipo de emociones.

LUISA MILLER

Giuseppe Verdi (1813-1901)

Melodramma trágico en tres actos

Libreto de libreto de Salvadore Cammarano basado en la obra Kabale und Liebe (Intriga y amor, 1783) de Friedrich von Schiller. Estrenada en el Teatro San Carlo de Nápoles el 8 de diciembre de 1849.

Ópera en versión de concierto.

D. musical: James Conlon

D. coro: Andrés Máspero

Reparto: Dmitry Belosselsky, Vincenzo Costanzo, María José Montiel, John Relyea, Leo Nucci, Lana Kos, Marina Rodríguez-Cusí, César de Frutos.

Coro y Orquesta titulares del Teatro Real.