
Debutaba la soprano Patricia Petibon en el Ciclo de Lied que conjuntamente organiza el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) y el Teatro de la Zarzuela. Un debut difícil de catalogar, sobre todo si el ciclo es de Lied. Dejémoslo entre curioso y surrealista.
Lejos ha quedado aquella Patricia Petibon de voz ligera y flexible que abordaba con soltura el repertorio clásico y barroco. Lo que hemos visto en esta ocasión dista mucho de lo que nos ofrecía en aquellos tiempos. El recital, que ya fue aplazado el pasado 17 de febrero a consecuencia de una laringitis aguda, ha demostrado que la laringitis perdura y con ella las dificultades vocales que en la actualidad padece la gran artista francesa.
En el largo recital, 13 obras en la primera parte y otras tantas en la segunda, contó con la inestimable ayuda del violonchelo de Christian-Pierre La Marca y el piano de Alfredo Abbati. Ellos se hicieron cargo de varias obras en solitario o en dúo para proporcionar a Petibón esos momentos de descanso necesarios.
Al margen de lo adecuado o no del repertorio escogido para el recital, y bajo el supuesto hilo conductor de un viaje a través del espacio y el tiempo (algo que lo abarca absolutamente todo), se interpretaron obras de distintas épocas, estilos y géneros. Obras de Ravel, Falla, Marcello, Satie, Poulenc o Mignone, entre otros.
El violonchelo de La Marca proporcionó alguno de los momentos más inspirados, sobre todo en la interpretación de “Les folies d´Espagne”, de Marin Marais, pieza escrita originalmente para viola de gamba y bajo continuo, y que ha sido arreglada por le propio La Marca. Briilante fue también la interpretación que a dúo realizaron La Marca y Abbati de la “Pieza en forme de Habanera”, de Ravel. Menos afortunados estuvieron los arreglos que La Marca realizó para el dúo de violonchelo y piano de La danza del fuego de Falla.
Algunas de las obras fueron adornadas con elementos de atrezzo que una simpática Petibon iba extrayendo de la caja del piano y que no se entendían muy bien. Demasiados elementos y ocurrencias en escena, no se si para suplir las carencias vocales o para distraer de ellas. Un despliegue de humor y desenfado que, ofrecido con la mejor intención de entretener al público, tal vez no era la mejor opción para un recital enmarcado en el Ciclo de Lied, siempre cargado de intimidad y recogimiento.
Curioso recital al que el público fue entrando poco a poco y que acabó disfrutando. Esperamos volver a ver a esta excepcional artista en próximas ediciones ya recuperada del todo en lo vocal, pues en la parte artística sigue sorprendiendo con su simpatía y versatilidad.