El pasado 9 de agosto tuvo lugar el concierto de Juan Diego Florez en Peralada, con arias y dúos del repertorio italiano y francés, donde el tenor peruano estuvo acompañado por la soprano armenia Ruzan Mantashyan y la Orquesta Sinfónica del Vallés, dirigida por Guillermo García Calvo. Juan Diego Florez mostró de nuevo su magnífica calidad vocal e interpretativa y una gran capacidad de convocatoria, ya que el Auditorio de Peralada estaba completamente lleno (las entradas se habían agotado hacía tiempo) de un público entusiasta que incluso había acudido del extranjero.
El tiempo pasa a gran velocidad y aún recuerdo aquel recital en la Iglesia del Carmén de Peralada, en 2002, donde Juan Diego Florez, debutante en el festival ampurdanés, embelesó al público asistente con su bellísima voz, elegante fraseo, gran musicalidad y un extraordinario registro agudo que el tenor peruano exhibía con generosidad, en diferentes arias rossinianas y, sobre todo, en su interpretación de “A mes amis” de la La fille du regiment de Donizetti, con sus nueve Do4, que siempre incluía en sus recitales. Entonces, tuve ocasión de hacerle una entrevista, donde me comentó su admiración por Alfredo Krauss, y llegó a decirme que no estaba entre sus proyectos futuros cantar Edgardo de Lucia di Lammermoor, por considerarlo un papel alejado de sus posibilidades vocales. Durante muchos años, sus actuaciones han estado centradas en el repertorio rossiniano, con una asidua asistencia al Festival de Pesaro, donde ha llegado a interpretar hasta doce papeles diferentes. También incluía en su repertorio personajes de óperas de Vincenzo Bellini de gran exigencia en el registro agudo, como Elvino de La Sonnambula y Arturo de I Puritani, junto a otra de sus creaciones fetiche: Tonio de La fille du Regiment.
Juan Diego Florez ha sabido esperar a que su vocalidad madurase y estuviera preparada para efectuar una transición hacia un repertorio más lírico, manteniendo la belleza tímbrica de su instrumento, un cuidado fraseo y homogeneidad de los registros. Sin duda, ese punto de inflexión en su carrera, se produjo cuando debutó con éxito el Edgardo de Lucia, en el Liceu de Barcelona, en diciembre de 2015. Desde entonces, con un registro central más ancho y un mayor volumen sonoro, ha ido añadiendo nuevos roles a su repertorio: Werther de Jules Massenet y Romeo de Romeo et Juliette de Charles Gounod, junto a Hoffmann de Los Cuentos de Hoffmann, de Ofenbach, Gennaro de Lucrecia Borgia. Y, a sus creaciones verdianas de Fenton y el Duque de Mantua en Rigoletto, ha añadido el de Alfredo Germont de La Traviata. Sin duda, está consiguiendo tener un repertorio semejante al de su admirado Alfredo Krauss, incluso, incluyendo dos roles que el gran tenor canario no llegó a interpretar por considerarlos inadecuados para su voz: Roaul de Nangis de Los Hugonotes de Giacomo Meyerbeer y Arnold de Guillaume Tell de Rossini. Y, muy recientemente, en abril de 2019, ha añadido el personaje de Des Grieux de la Manon de Massenet, otro famoso rol del que también realizó una gran creación Alfredo Krauss. El próximo año, Juan Diego Florez debutará el Rodolfo de La Bohème de Puccini –precisamente junto a la Mimi de Ruzan Mantashyan- papel que Krauss solo interpretó en dos funciones sobre un escenario y en una grabación discográfica de estudio, llegando a manifestar que cantar Rodolfo con cierta asiduidad significaba renunciar al repertorio belcantista. Sin duda, este será el gran reto futuro del tenor peruano.
En el recital que ha podido escucharse en Peralada, el tenor peruano ha estado acompañado por la joven soprano armenia Ruzan Mantashyan, de buena presencia escénica y en posesión de un bonito timbre, moviéndose bien en el registro central y con una aceptable resolución de las agilidades, aunque con unos agudos que, por momentos, no lograba colocar debidamente.
El recital comenzó con la Obertura de la ópera Mignon de Ambroise Thomas, donde Guillermo García Calvo logró extraer un máximo rendimiento a la discreta Orquesta Sinfónica del Vallés. Las intervenciones de los dos cantantes comenzaron con fragmentos pertenecientes a la ópera Romeo et Juliette de Charles Gounod. En primer lugar, el tenor mostró una excelente línea de canto en la famosa aria “Ah! Lève-toi soleil” mostrando dominio idiomático y estilístico tan importantes en el repertorio francés. A continuación, la soprano interpretó de manera notable “Je veux vivre”, y ambos cantantes, bien compenetrados, unieron su voces en el bellísimo dúo “Nuit d’hyménée”.
La interpretación orquestal de la obertura de La favorita de Gaetano Donizetti, dio paso al segundo bloque de este concierto dedicado al belcantismo con fragmentos de Lucia di Lammermoor de Gaetano Donizetti, comenzando con el gran dúo del Acto I “Sulla tomba che rinsera…” muy bien interpretado por Juan Diego Florez, mostrando su precioso timbre, con un excelente y contrastado fraseo, y donde Ruzan Mantashyan realizó una notable resolución de las agilidades aunque con evidentes problemas en sus ataques al registro agudo, con notas extremas bastante descolocadas y estridentes. El tenor encaró con verdadera maestría todo el final de la ópera, mostrando en el aria “Tombe degli avi miei l’ultimo avanzo d’una estirpe infelice”, un canto lleno de melancolía, que se torna, de auténtica furia y frustración ante lo que considera una traición de Lucia “Ingrata donna!…” para concluir su actuación con la cabaletta “Fra poco a me ricovero” donde el tenor matiza al máximo su canto para mostrar la pena infinita que le ha producido la noticia de la muerte de Lucia.
La segunda parte comenzó con la interpretación de la famosa aria “Salut, demeure chaste et pure” de Fausto de Gounod, bien interpretada por Florez, aunque con poca variedad de acentos, colocando el obligado Do4, pero sin la facilidad de antaño. La actuación de Ruzan Mantashyan mejoró bastante con respecto a la primera parte, interpretando de manera muy notable “Ah! Je ris de me voir si belle en ce miroir” , la famosa aria de las joyas, también de Fausto, donde la soprano resolvió bien la coloratura a la francesa, y ofreció una buena línea de canto, controlando mejor la subidas al agudo.
Muy buena interpretación del dúo “J’ai marquée l’heure du depart….Nous vivrons à Paris tous les deux”, de Manon de Jules Massenet, cantado con estilo y gran musicalidad. La notable ejecución orquestal de la obertura de la ópera L’amico Fritz de Pietro Mascagni, dio paso a la interpretación de toda la escena final del Acto I de La Bohème de Giacomo Puccini, donde Juan Diego Florez estuvo brillante en la famosa aria “Che gélida manina”, con una emisión muy controlada, gran expresividad y excelente fraseo, emitiendo muy bien el Do4 y concluyendo el aria con suma elegancia. Ruzan Mantashyan mostró su afinidad con el personaje de Mimi, mostrando una expresiva y delicada línea de canto en el aria “Sì, mi chiamo Mimi”, y ambos interpretes dotaron de intenso lirismo el dúo “O soave fanciulla”, con el que terminó oficialmente el concierto. Los fuertes y continuos aplausos propiciaron una serie de propinas, la primera de ellas “Oh! mio babbino caro” de Gianni Schicchi, del Trittico pucciniano, donde la soprano armenia ofreció su mejor interpretación de toda la velada. Juan Diego Florez se lució con la famosísima “Granada” de Agustín Lara, y ambos cantantes mostraron fuerza y gracejo en el dúo de Solea y Rafaelillo del Gato Montés de Manuel Penella. Seguidamente, y como todo el público esperaba, el tenor peruano apareció guitarra en mano para interpretar con simpatía y gran capacidad de comunicación con el público, las canciones: “Palmero”, “La flor de la canela” y un embriagador “Cucurrucú paloma”, y concluir el concierto con una excelente interpretación de “Nessun dorma”, de Turandot de Puccini, que causó un verdadero delirio del público. Sin duda, un recital para recordar.