El enigma Parsifal

Parsifal en el Teatro Real

Parsifal, ultima composición de Wagner, se liberó de su contrato de exclusividad con Bayreuth el 31 de diciembre de 1913. Esa misma noche se estrenaba en el Liceu de Barcelona y al día siguiente en el Teatro Real de Madrid. Escrita en tiempos convulsos, refleja a la perfección un mundo destruido y la necesidad de encontrar una salida liberadora o algo parecido a un mesías. Ese libertador que Amfortas busca junto a su hermandad de caballeros es Parsifal, el necio que no conoce ni su nombre y que solo llegará a la sabiduría a través de la compasión. Wagner es una vez más un visionario adelantado a su tiempo, pues todos conocemos los hechos ocurridos después de 1914.

Es por eso que la elegante producción de Claus Guth inspirada en La montaña mágica de Thomas Mann, resulta tan acertada y pertinente. Situada en el periodo de entre guerras, un hospital es el escenario perfecto para reflejar las consecuencias de los acontecimientos que marcaron a la sociedad europea de la primera mitad del siglo XX. Un lugar donde la enfermedad y la muerte reflejan las grandes contradicciones sociales, políticas y morales de la época.

Guth se sirve de esta escenografía para expresar el mismo paradigma. Esa herida permanente de Amfortas que es la metáfora de la Europa herida tras la I Guerra Mundial. Una escenografía ilustrada por proyecciones que muestran imágenes que nos atañen y nos resultan incómodas. Este Parsifal de Claus Guth nos interpela directamente e invita a reflexionar. Viendo como acabó todo, la búsqueda de cambios o líderes catárticos pueden llevar a lugares inciertos. Y las pesadillas, como los sueños, a veces también se cumplen.

Una magnífica plataforma giratoria proporciona los espacios donde se desarrollan las distintas tramas. Una vez más un fluir sin principio ni fin.

Parsifal solo puede ser el producto final de un genio como Wagner. Y lo es. La música fluye permanentemente y la concepción de espacio-tiempo es diferente a los conceptos convencionales. Para su director musical, Semyon Bychkov, “En esta obra se relaciona la tonalidad con la gravedad. Estos cambios de tonalidad, que pueden ocurrir en un segundo, son como una pérdida de gravedad. Como si estuviéramos en otra galaxia pero nunca supiéramos en cual”.

Esta evolución permanente de los motivos hace que la música fluya constantemente sin aparente principio ni fin, apoyada siempre en los leifmotiv que acompañan a personajes y situaciones.

La dirección musical está a cargo de Semyon Bychkov, que sabe leer perfectamente ese continuo discurrir del sonido al que concede, desde la obertura, el equilibrio que requieren las distintas voces orquestales que posee esta partitura arquitectónica. Era poderoso el sonido logrado por una orquesta que daba respuesta a todas las indicaciones del maestro de origen ruso. Sonaba con una transparencia y delicadeza solo igualada por la naturalidad con la que era ejecutada. La tensión lograda por las cuerdas, la seguridad de los metales y la precisión de las maderas producen un sonido sólido y ágil. La atmósfera creada habría cumplido uno de los deseos de Bychkov, el de continuar en un cuarto y quinto acto, prolongando un final que no existe.

Sobre el escenario un reparto desigual recorría la giratoria propuesta de Guth al ritmo que marcaba una excelente dirección de actores.

Christian Elsner fue un Parsifal inexpresivo y con limitaciones interpretativas. Su emisión requería de grandes esfuerzos y estuvo sobrada de sonidos nasales. Defendió su personaje con cierta dignidad pero fue engullido por la orquesta en varias ocasiones. Su torpeza sobre el escenario arruinó al héroe que debía interpretar, manteniéndose ausente por completo de la evolución de un personaje con tantos matices.

La soprano alemana Anja Kampe, una de las voces wagnerianas más cotizadas en la actualidad, ofreció una Kundry entregada y magníficamente interpretada en los diferentes perfiles que posee su exigente personaje. Los endiablados cambios de registro son resueltos, puntualmente, con alguna estridencia. Sobre todo en el segundo acto. A sus tonos graves y medios les hubiera ido bien un poco más de fortaleza para construir la Kundry más oscura. Pero en líneas generales su actuación estuvo a gran altura.

Franz-Josef Selig, con una elegante línea de canto, esculpió un Gurnemanz de gran autoridad y potente presencia escénica, muy bien aprovechadas por la dirección de escena. Ofreció un buen primer acto, con un fraseo bien delineado y un timbre de voz redondo y vigoroso. Pero su actuación fue de más a menos y acabó diluyéndose en parte.

El barítono alemán Detlef Roth interpretó un Amfortas dramático y desgarrado. Pero su voz no acompañó a la interpretación, y a la incapacidad de llegar a los registros más extremos, se sumaron las dificultades para expresar con la voz la angustia interior del personaje.

El croata Ante Jerkunica, como Titurel, exibió uno de los instrumentos más interesantes de la noche, con una voz voluminosa y amplia. Todo lo contrario del Klingsor interpretado por el barítono ruso Evgeny Nikitin, que anduvo escaso precisamente de esas dos cualidades, volumen y amplitud.

El coro es otro de los protagonistas principales de esta obra monumental. Y el titular del Teatro Real, que nos tiene acostumbrados a ilustres intervenciones, no iba a ser menos en esta ocasión. A la brillantez y el empaste vocal hay que sumar la capacidad de interpretación, sobre todo de ellas, que componen una escena de las muchachas flor deliciosamente fresca y sugerente.

Cinco horas y media puede ser mucho tiempo o poco. Y, como dice Bychkov, Parsifal tiene una concepción distinta del espacio-tiempo. Tal vez sea esa la razón por la que las cinco horas y media de este Parsifal son muy poco tiempo, pero el espacio que llenan es inmenso.

Texto: Paloma Sanz
Fotografía: Javier del Real
Vídeos: Teatro Real

PARSIFAL
Richard Wagner (1813 – 1883)
Festival escénico sacro en tres actos.
Libreto de Richard Wagner,
basado en el poema épico medieval
Parzival de Wolfram von Eschenbach.
Coproducción de la Ópera de Zúrich
y el Gran Teatre del Liceu de Barcelona
Teatro Real de Madrid 27 – 4 – 16
D. musical: Semyon Bychkov
D. escena: Claus Guth
Escenógrafo y figurinista: Christian Schmidt
Iluminador: Jürgen Hoffmann
Coreógrafo: Volker Michl
D. coro: Andrés Máspero
Reparto: Detlef Roth, Ante Jerkunica, Franz Josef Selig,
Evgeny Nikitin, Anja Kampe, Christian Elsner, Vicenç Esteve,
David Sánchez, Ana Puche, Kai Rüütel, Alejandro González,
Jordi Casanova, Ilona Krzywicka, Khatouna Gadelia, Kai Rüütel,
Samantha Crawford, Ana Puche, Rosie Aldridge, Rosie Aldridge.
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real