Florian Boesch en el Ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela

Florian Boesch

EL pasado 9 de abril nos disponíamos a escuchar en el Teatro de la Zarzuela el recital 6 del Ciclo de Lied que el Centro Nacional de Difusión de la Música organiza todos los años. Antonio Moral, su director, salió al escenario micrófono en mano para explicar las vicisitudes ocurridas durante el fin de semana y que alteraban la representación. Vamos a empezar a pensar que la pretendida fusión entre el Teatro Real y el Teatro de la Zarzuela ha desencadenado en éste ultimo una serie de acontecimientos misteriosos, aunque debidamente justificados, que van a necesitar la labor de un exorcista más que algunas intervenciones ministeriales.

Del Moral explicó que la titular del concierto, Anna Lucia Richter, había cancelado su participación por enfermedad y pasó a ser sustituida por Julia Kleiter, otra joven soprano situada ya en el horizonte inmediato del Ciclo de Lied. Pero el viernes también suspendía por enfermedad, lo que dejaba a Antonio Moral un estrecho margen de maniobra que solucionó, como él mismo dijo, tirando de teléfono de amigos. Aquí es donde aparece Florian Boesch. El barítono austríaco es bien conocido en éste ciclo y en su improvisado, pero muy bien elegido, programa, estuvo acompañado al piano por Justus Zeyen, cuya maestría al teclado contribuyó al éxito del recital.

La primera parte estuvo dedicada a Schubert sobre poemas de Goethe dedicados a la Grecia mitológica, Prometheus, D 674, Gruppe aus dem Tartarus, D 583, Grezen der Menschheít, D 716, Der Pilgrim, D 794, Meeres Stille, D 216 y Die Götter Griechenlands, D 677. Terminó esta primera parte con Gesänge des Harfners, D 478, Las canciones del arpista que Boesch narra con una gran expresividad y que Zeyen acompaña al piano como si fuese el sonido de un arpa.

La segunda parte estuvo dedicada a Schumann y tres grupos de canciones sobre textos de Heinrich Heine. Der arme Peter. Op. 53, Liederkreis, op. 24 y Gesänge des Harfners, op. 98a. Boesch posee un apreciable volumen de voz que pone al servicio de sus graves, lo que otorga profundidad en la interpretación. Quizá los matices salen peor parados, pero los compensa con una gran sensibilidad interpretativa.

Un recital que, tras la primera sorpresa de las cancelaciones, resultó un éxito. Y unos intérpretes que hicieron disfrutar a un público que agradeció en esfuerzo.