l Turco in Italia
Gioachino Rossini (1792-1868)
Dramma buffo en dos actos
Libreto de Felice Romani, basado en la pieza homónima de Caterino Mazzolà
Estrenada en el Teatro alla Scala de Milán el 14 de agosto de 1814. Estreno en el Teatro Real
D. musical: Giacomo Sagripanti
D. escena: Laurent Pelly
Escenografía: Chantal Thomas
Iluminación: Joël Adam
Dirección del coro: Andrés Máspero
Reparto: Alex Esposito, Sara Blanch, Misha Kiria, Edgardo Rocha, Florian Sempey, Paola Gardina y Pablo García-López
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
Siempre se habla de la precocidad creativa de Mozart; y, salvando las distancias entre el rigor de los “tedeschi” (así llaman los italianos a austriacos y alemanes) y la ligereza musical italiana: la figura de Gioachino Rossini (Pesaro, 1792 – Passy, París, 1868), también se nos presenta, con todas las características atribuidas al genio de Salzburgo. ¡Por supuesto! dentro de la actividad operística, donde Rossini al igual que Mozart ya componía óperas como Demetrio e Polibio, a la temprana edad de catorce años.
La auténtica carrera operística de Rossini comenzó en 1810, cuando solo tenía dieciocho años, con el estreno en el Teatro San Samuele de Venecia de su primer título La cambiale di matrimonio, farsa en un acto, que era un tipo de ópera bufa breve, que entonces estaba de moda. Al año siguiente estrenó en el Teatro del Corso de Bolonia, la ópera bufa en dos actos L’equivoco stravagante, a la que seguiría la farsa L’inganno felice, estrenada en el Teatro San Mosé de Venecia, en enero de 1812; y, ese mismo año, obtuvo su primer gran éxito con otra ópera bufa La Pietra del paragone, estrenada en el Teatro alla Scala de Milán, convirtiéndose en un compositor tremendamente prolífico, ya que antes de finalizar 1812, había estrenado en el Teatro San Moisè de Venecia dos nuevas farsas: La Scala di seta y L’occasione fa il ladro; y, en enero de 1813, en ese mismo teatro, otra farsa que llevaba por título Il Signor Bruschino. El año 1813 fue verdaderamente importante para Rossini ya que estrenará la muy famosa L’italiana in Algeri, junto a sus dos primeras óperas serias: Tancredi y Aureliano in Palmira, que lo convierten a los veintiún años en un autor consagrado.
Il turco in Italia nace como proyecto, cuando en junio de 1814, Rossini recibe el encargo del Teatro alla Scala de Milán de componer una nueva ópera para que fuese estrenada en agosto de aquel año en la inauguración de la temporada scalígera. Por tanto, tuvo que realizar la composición con gran premura de tiempo. El entonces joven Felice Romani (destinado a convertirse en el más famoso libretista italiano de la primera mitad del Siglo XIX), fue el encargado de elaborar el libreto, a partir del argumento realizado por Caterino Mazzolà para la ópera del mismo título, con música del compositor alemán Franz Seydelmann estrenada en 1788.
Para poder cumplir con los plazos previstos, Rossini precisó la ayuda de algún colaborador para la elaboración de los recitativos, de algunas arias, así como del final de la ópera. El texto elaborado por Romani (estructurado en dos actos, cada uno de ellos con tres escenas), resulta de gran modernidad, ya que se le ha llegado a relacionar con la famosa obra teatral de Luigi Pirandello: Seis personajes en busca de un autor estrenada en 1920, y que se considera como el arranque de todo el teatro moderno. En la ópera de Rossini los personajes son manejados en escena por un poeta de nombre Prosdocimo, quien paralelamente, y según las manifestaciones de cada uno de ellos, va elaborando el argumento de su propia obra. También, puede considerarse como antecedente de este manipulador poeta, es el personaje de Don Alfonso perteneciente a la ópera de Mozart Così fan tutte, con la que Il turco in Italia tiene ciertas semejanzas.
Una perfecta confluencia de
texto y música
En la trama argumental intervienen, aparte del poeta, cuatro personajes principales: una mujer desenfadada y promiscua llamada Fiorilla, cuyo patético marido, mucho mayor que ella, Don Geronio, y a quien Fiorilla engaña con un amante llamado Don Narciso. Cansada de marido y amante, Fiorilla se propone conquistar a un joven y noble turco llamado Selim, quien acaba de llegar a Italia en busca de aventuras amorosas. Los otros dos personajes, aunque pueden considerase más secundarios: la gitana Zaida y su amigo y protector Albazar, tienen importancia, sobre todo Zaida, quien resulta ser antigua amante de Selim.
Una serie de situaciones plenas de equívocos que muestran la desfachatez de Fiorilla, quien consiente ser cortejada por el turco en su propia casa; su marido Don Geronio les interrumpe en plenos flirteos amorosos, la aparición también de Don Narciso, propicia que Fiorilla se reúna con su marido, su amante y su nuevo amor, para, posteriormente, establecer un diálogo con su marido (una de las mejores escenas de la ópera), al que insulta y vilipendia; y, ante la actitud de Geronio de ponerse en su sitio, ella finge cambiar de actitud mostrándose cortés y amorosa, doblando de nuevo la frágil voluntad de Geronio, y en un cambio brusco de actitud, lo amenaza con cambiar a diario de amante, y Geronio en una actitud verdaderamente patética, le ruega que no lo haga. La aparición en escena de Zaida junto a Selim y Fiorilla, propicia que ambas mujeres se enfrenten con insultos, incluso físicamente.
Selim de manera pragmática, al haber comprobado la imposible relación de Fiorilla con su marido, le ofrece a este la posibilidad de comprar a su mujer, lo que Geronio rechaza verdaderamente indignado. Ante todas estas situaciones, el poeta Prosdocino va dando forma a su obra, cuyo desarrollo muestra los intentos de Selim por conquistar a Fiorilla y huir con ella. Zaida se interpone exigiendo a Selim que cumpla sus antiguas promesas amorosas y se marche con ella. Ambas mujeres exigen a Selim que se decida por una de ellas, aunque el turco quiere quedarse con las dos. El indolente Don Narciso se siente traicionado, aunque desea recuperar a Fiorilla.
En un baile de máscaras, se utilizan los disfraces muy al estilo del mozartiano Così fan tutte, lo que origina una de las escenas mejores de esta ópera, con el quinteto formado por Fiorilla y Zaida con idénticos disfraces junto a Selim y Narciso igualmente ataviados, lo que produce confusión entre las dos parejas con respecto a las verdaderas identidades de cada uno, junto a un patético Don Geronio, quien se pregunta ¿Quién es mi mujer? y decide definitivamente separarse de ella. Finalmente, Zaida consigue sus propósitos, marchándose con Selim.
Fiorilla se encuentra en la situación de haber perdido a Selim, a Don Narciso y a su propio marido, quedándose totalmente sola, momento en que una trama jocosa y bufonesca adquiere tintes dramáticos. Finalmente, el poeta nos propone como conclusión de su obra, una salida que se nos antoja totalmente inverosímil, donde Geronio después de haber sufrido todo tipo de engaños, insultos y humillaciones, perdona a su mujer y ambos se reconcilian. Aunque, intuimos que esa situación no será muy duradera.
Il turco in Italia requiere una serie de cantantes que dominen el estilo rossiniano y muestren un alto grado de expresividad y gran teatralidad. Una soprano lírica-ligera para el papel de Fiorilla, de impecable línea de canto, con gran capacidad para las agilidades y resolver muy complejas coloraturas. El personaje de Selim requiere un bajo-cantante y el de Geronio un bajo bufo, en ambos casos con gran dominio de las agilidades y el canto silabato (cantar de manera vertiginosa haciendo inteligible el texto), ambos deben ofrecer una extraordinaria capacidad teatral. El personaje de Narciso requiere un tenor lírico-ligero, y en el caso de Albazar un tenor ligero o lírico ligero, en ambos casos con un buen dominio de las agilidades y una poderosa franja aguda. El poeta Prosdocimo requiere un bajo cantante (también lo suele interpretar un barítono), con una actuación de gran teatralidad. El elenco se completa con el personaje de Zaida, que requiere una mezzosoprano con capacidad escénica y buenos medios vocales.
Ópera donde se produce una excelente interacción de orquesta y voces, siempre en función de dar gran relevancia al texto. El coro también tiene importantes intervenciones. En Il turco in Italia predominan netamente los números de conjunto sobre las intervenciones solistas, lo que confiere a la ópera continuidad musical y dramática. Excelentes y muy mozartianos los concertantes conclusivos del Acto I y del final de la ópera.
El estreno tuvo lugar en el Teatro alla Scala de Milán, el 14 de agosto de 1814, con discretos resultados, en comparación con los grandes éxitos que habían tenido el año anterior L’italiana en Algeri y Tancredi. La ópera tuvo una rápida difusión por diferentes teatros italianos. Fue estrenada en Londres en 1815 y en Madrid en 1820. Se estrenó en Nueva York en 1826, interpretada por famosos cantantes españoles: Manuel García (padre e hijo) y la mítica María Malibran, también hija de Manuel García. A partir de entonces, y durante más de ciento veinte años esta ópera cayó en el más absoluto de los olvidos.
Su recuperación
Es en octubre de 1950, en el Teatro Eliseo de Roma, donde se produjo la recuperación de Il turco in Italia, que estuvo propiciada por el gran cineasta Luchino Visconti en labores de director escénico, con una joven María Callas como Fiorilla, entonces con solo veintiséis años, pero ya convertida en gran figura lírica. Impresiona la capacidad vocal de la soprano greco-norteamericana para interpretar a Fiorilla, aligerando sus poderosos medios vocales. Téngase en cuenta que poco antes de estas representaciones, había cantado Tosca y Aida y poco después, en noviembre de 1950, afrontaría el papel de Kundry en Parsifal.
En aquellas representaciones romanas, Callas estuvo acompañada por un elenco de jóvenes y magníficos cantantes: Sesto Bruscantini (Selim), Franco Calabrese (Don Geronio), Cesare Valetti (Don Narciso), Anna María Canali (Zaida), junto al famoso y ya muy veterano barítono Mariano Stabile (Prosdocimo), todos ellos dirigidos musicalmente por Gianandrea Gavazzeni. Alguna de aquellas representaciones fue tomada en directo, grabación que desapareció después, conservándose solamente la cavatina “Non si dà follia mayore” de Fiorilla del Acto I (disponible en YouTube) donde puede constatarse la extraordinaria capacidad vocal y expresiva de Callas, quien concluye el aria luciéndose con un complejo pasaje de coloratura, no escrito. El mismo conjunto de cantantes interpretaron esta ópera, con gran éxito, en el Teatro alla Scala, en 1955, también con dirección musical de Gianandrea Gavazzeni y escénica de un jovencísimo Franco Zeffirelli. Esta producción volvió a representarse en el teatro milanés, con los mismos interpretes las dos temporadas siguientes, con el solo cambio de Fiorilla, cantada por la soprano lírico-ligera Eugenia Ratti.
Fue en los años setenta donde esta ópera recibe de nuevo un importante impulso, al aparecer una edición crítica de la musicóloga inglesa Margaret Bent, que restituye numerosos recitativos; y, en el Acto II, la importante intervención solista de Don Narciso II “Intesi, Ah tutto intesi”, la cavatina de Fiorilla “Se il zefiro si posa”, y su gran escena: recitativo-aria-cabaletta “L’irato consorte….Squallida veste e bruna….Caro padre, madre amata” de extrema dificultad, sobre todo en la repetición de la cabaletta, con una dificilísima coloratura y una gran exigencia en agudos y sobreagudos. Esta edición crítica pudo escucharse por primera vez en el Teatro Colón de Buenos Aires, en noviembre de 1979 y un mes después en el Teatro la Fenice de Venecia.
Cabe señalar que Rossini compuso una cavatina para Don Narciso en el Acto I “Un vago sembiante”, para el estreno de la ópera en Roma, en 1915. Y, otras dos intervenciones solistas: el aria-cabaletta “Se ho da dirle, avrei molto piacere….Ah! Sel nel mondo no vo della luna” (de gran lucimiento vocal) interpretada por Don Geronio y el aria de Albazar “A sarebbe troppo dolce”, ambas del Acto II, que no fueron escritas por Rossini, sino por alguno de sus colaboradores. Alguna de ellas aparece insertada en funciones teatrales o en grabaciones discográficas. En los últimos diez años ya se interpretan estas tres páginas, en casi todas las diferentes producciones de esta ópera, que ofrecen en su totalidad la edición crítica de Margaret Bent.
Los grandes interpretes de
Il turco in Italia
Cabe resaltar de nuevo, la gran interpretación de María Callas, que puede escucharse en la primera grabación de esta ópera en estudio, realizada por EMI en 1954, donde, con respecto a las funciones romanas de 1950, el gran Sesto Bruscantini era sustituido en el papel de Selim por el bajo Nicola Rossi-Lemeni, de buena vocalidad aunque carente de la gracia interpretativa que requiere este personaje y ello se pone de manifiesto en sus dúos con Callas, quien muestra su magnífica vocalidad junto a su inigualable capacidad interpretativa, sobre todo en el gran dúo “Per piacere alla signora” donde derrocha gracia, picardía y desenfado junto a la magnífica interpretación de Franco Calabrese como Don Geronio, también impecable en su cavatina del Acto I ”Vado in traccia di una zíngara”. Una verdadera lástima que en esta grabación la Callas no interpretase la gran escena de Fiorilla del Acto II, que como ya se ha indicado, no se puso en circulación hasta la aparición de la edición crítica de Margaret Bent. El gran tenor sueco Nicolai Gedda (Don Narciso), entonces con solo veintinueve años, ofrece su brillante vocalidad y gran capacidad para las agilidades, que solo puede apreciarse en su arioso del Acto II “Perché mai se son tradito”, así como en diferentes números de conjunto; una verdadera lástima que Gedda, no interprete el aria “Intesi, Ah tutto intesi”, donde podíamos haber comprobado su impecable línea de canto junto a un extraordinario registro agudo. El gran Mariano Stabile realiza una magnífica interpretación del poeta Prosdocimo. Esta grabación puede escucharse completa en YouTube.
Cabe señalar una edición televisiva de la RAI, de 1958 (disponible en YouTube), donde, por fin, podemos escuchar y también contemplar la extraordinaria interpretación de Sesto Bruscantini como Selim, tanto en el aspecto vocal como teatral, pleno de gracia y expresividad. Aquí la Fiorilla está muy bien interpretada por la soprano Graziella Sciutti, de buena presencia escénica, mostrando plenamente la psicología del personaje, resuelve bien los pasajes de coloratura y está magnífica en sus dúos con Selim y Don Geronio, donde podemos escuchar de nuevo a Franco Calabrese y contemplar su magnífica capacidad escénica.
En 1981, un jovencísimo Riccardo Chailly, dirige a la National Philarmonic Orchestra, en la segunda grabación estudio de esta ópera (edición crítica de Margaret Bent) grabada por CBS y reeditada por SONY, con un reparto de magníficos cantantes: Monserrat Caballé (Fiorilla), Samuel Ramey (Selim), Enza Dara (Don Geronio), Ernesto Palacio (Don Narciso), Leo Nucci (Prosdocimo) y Paolo Barbacini (Albazar). El problema de esta grabación es la interpretación de Caballé, quien ofrece su espléndida vocalidad, pero también su falta de capacidad para recrear a la joven y desenfadada Fiorilla, que en la voz de Caballé, se convierte en un personaje serio y maduro.
Caballé también tiene ciertos problemas en los complejos pasajes de coloratura. Sin embargo, si resultan magníficas las interpretaciones de Samuel Ramey y Enzo Dara, ambos están extraordinarios en su gran dúo del Acto II “D’un bell’uso di Turchia”. La grabación también tiene indudable interés por las intervenciones del tenor peruano Ernesto Palacio, una de grandes voces rossinianas del pasado siglo, impecable de estilo con gran dominio de las agilidades y un extraordinario registro agudo, en su página solista “Intesi, Ah tutto intesi”, ofreciendo imaginativas variaciones en la repetición de la cabaletta. Esta grabación también añade el aria de Albazar “A sarebbe troppo dolce”, no escrita por Rossini del Acto II , interpretada magníficamente por el tenor Paolo Barbacini. Excelente también Leo Nucci como el poeta Prosdocimo. Esta grabación completa se puede escuchar en YouTube.
El Festival de Pesaro, creado en 1980 para la recuperación de todas las óperas de Rossini, programó por primera vez Il turco in Italia, en 1983 (existe una toma en directo que puede escucharse completa en YouTube), con un reparto donde la soprano norteamericana Lella Cuberli realiza una excelente creación de Fiorilla, ofreciendo una voz lírica de bello timbre, incisivo fraseo, gran dominio del canto legato, una poderosa franja aguda y buena resolución de la coloratura, como demuestra en su gran escena del Acto II. La voz de Cuberli empasta muy bien con la del gran bajo norteamericano Samuel Ramey, ambos están magníficos en todos sus dúos, sobre todo el del Acto II “Credete alle femmine….In Italia certamente non si fa l’amor così”.
Un triunfal regreso al
Teatro de la Zarzuela
Lella Cuberli, también interpretó a Fiorilla en unas históricas representaciones de Il turco in Italia, que tuvieron lugar en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, en 1990. La dirección escénica corría a cargo de Lluis Pascual, con escenografía del famoso Ezio Frigerio y diseño vestuario de su no menos famosa esposa Franca Squarciapino. Y, la dirección musical del gran Alberto Zedda, uno de los artífices de la recuperación del repertorio rossiniano. Esta producción de altos vuelos suponía la vuelta a Madrid de Il turco in Italia, después de ciento setenta años de ausencia. Aquí, incluso puede decirse que Cuberli se supera a si misma, con respecto a Pesaro, en todas sus intervenciones, destacando sobremanera en el extenso dúo “Per piacere alla signora”, con el gran Enzo Dara como Don Geronio, también los dúos de Cuberli con el bajo jamaicano de poderosa vocalidad Willard White interpretando a Selim y de la magnífica actuación del tenor norteamericano Franc Lopardo como Don Narciso. Alguna de estas funciones madrileñas fue tomada en directo, y los fragmentos más importantes se pueden escuchar, con bastante buen sonido en YouTube.
Cabe destacar la magnífica interpretación del personaje de Fiorilla realizadas por la soprano Lucia Aliberdi en el Festival de Pesaro de 1986, mostrando anchura vocal gran expresividad, muy poderosa franja aguda y un extraordinario dominio de la coloratura, cantando en su gran escena del Acto II, todas las variaciones escritas por Rossini. La acompaña un magnífico Ruggero Raimondi como Selim y, de nuevo, Enzo Dara realiza una gran interpretación de Don Geronio. Se puede ver-escuchar una toma en video tomada en aquellas representaciones, disponible completa en YouTube.
Cabe citar a varias cantantes que realizan excelentes interpretaciones de Fiorilla: la coreana Sumi Jo en la grabación de estudio editada por PHILIPS en 1991, que cuenta con el magnífico Selim del bajo-barítono Simone Alaimo y, sobre todo, cabe citar la presencia del tenor argentino Raúl Gimenez (Don Narciso), un magnífico cantante de gran expresividad que introduce por primera vez la cavatina del Acto I “Un vago sembiante”. Esta grabación (disponible completa en YouTube), está bien dirigida por Neville Marriner al frente de su orquesta La Academy of Saint Martin in de Field.
La soprano Mariella Devia, de prodigioso instrumento vocal y excelente capacidad escénica, cantó con cierta frecuencia el papel de Fiorilla, y cabe destacar su interpretación en una toma en video de 1997 (disponible completa en YouTube), muy bien dirigida por Riccardo Chailly al frente de la Orquesta del Teatro alla Scala. Ese mismo año 1997, y con la misma orquesta, Chailly dirigió una versión grabada en estudio por DECCA, que cuenta con la Fiorilla de extraordinaria vocalidad, interpretada por Cecilia Bartoli, junto a excelentes cantantes: Michele Pertusi (Selim), Alessandro Corbelli, (otro gran interprete rossiniano) como Don Geronio, quien interpreta, de manera brillantísima, el aria-cabaletta “Se ho da dirle, avrei molto piacere….Ah! sel nel mondo no vo della luna”, insertada en esta grabación, que también cuenta un Don Narciso de alta categoría interpretado por el tenor mexicano Ramón Vargas, quien ofrece su bellísimo timbre, depurada línea de canto y un buen dominio de las agilidades.
En los últimos diez años, es la soprano rusa Olga Peretyatko, quien ha cantado con mayor frecuencia el papel de Fiorilla, con una muy notable capacidad vocal e interpretativa, dotando al personaje de auténtico “sex appeal”, ya que se trata de una cantante muy bella y de estilizada figura. Cabe destacar su interpretación en el Festival de Aix en Provenza de 2014 (tomada en video de alta definición y disponible en YouTube), junto a un equilibrado reparto donde se conjugan juventud: Peretyatko junto a un excelente Selim interpretado por el bajo rumano Adrian Sâmpetrean (figura en uno de los repartos, de las representaciones que están teniendo lugar en el Teatro Real de Madrid) y el magnífico tenor norteamericano Lawrence Brownlee, con voces veteranas como el barítono Pietro Spagnoli (Prosdocimo) y el extraordinario Don Geronio interpretado por Alessandro Corbelli. Verdaderamente genial el dúo de Corbelli y Peretyatko “Per piacere alla signora”, donde la soprano rusa exhibe con generosidad sus bellas piernas. Otro de los atractivos de esta grabación, es el excelente sonido orquestal inmerso en ese característico estilo musical rossiniano de la orquesta Les Musiciens du Louvre – Grenoble, dirigida por su titular Marc Minkowski.
En esta grabación puede escucharse completa la edición crítica de Margaret Bent.
Il Turco in Italia llega de nuevo al Teatro Real de la mano escénica de Laurent Pelly
Llegamos a la producción que de Il Turco in Italia ha hecho esta temporada el Teatro Real, con una original y divertida escenografía del, siempre elegante, Laurent Pelly. Todas las escenas están protagonizadas por imágenes de fotonovelas de los años sesenta y setenta. Unas lecturas a las que su protagonista Fiorilla es, en esta producción, una gran apasionada. Fiorilla, mujer frivola y casquivana, quiere rememorar la vida de alguna de esas protagonistas que tanto admira.
Para este rol se ha contado con la joven voz de la soprano española Sara Blanch. Es la primera vez que abordaba este papel y le tocó, por indisposición de Lisette Oropesa, la responsabilidad del estreno. La Blanch posee un registro agudo muy notable y muy buenas agilidades, algo imprescindible para acometer este personaje. Muy bien estuvo en la parte interpretativa, dotando a Fiorilla de la picardía y glamour kich deseado por Pelly. Le faltó un poco de ese peso que otorga la experiencia para proyectar una voz con más personalidad y mejorar la zona central y los graves. Pero esto llegará, cualidades tiene de sobra.
A Fiorilla le dio la réplica el Selim interpretado por Alex Esposito. Este bajo-barítono italiano no tiene un instrumento muy brillante, pero sabe sacar partido a su voz y estuvo más que correcto en su actuación y dejó algunos buenos detalles. En la parte interpretativa es donde más se destacó, con momentos de gran comicidad.
A Don Geronio le ha dado vida el barítono georgiano Misha Kiria, que brilló y fue de los más celebrados por el público. Su presencia física y su vestimenta acompañaron la comicidad del personaje que generó los momentos más divertidos. Demostró tener control sobre el canto sillabato, sobre todo en el aria del segundo acto “ Se ho da dirla”. También destacó en la parte vocal. Dominó todos los aspectos de un personaje buffo.
El rol de Don Narciso es ligero y casi trivial, representa a un hobre pusilánime, pero el tenor uruguayo Edgardo Rocha ha llevado a Don Narciso a un nivel excesivo de nimiedad. Canta con gusto y pulcritud, pero empequeñeció al personaje.
La mezzosoprano italiana Paola Gardina cumplió con su rol de Zaida con corrección y sin histrionismos.
El que no resultó pequeño en la interpretación, sino todo lo contrario, fue Florian Sempey, como el poeta Prosdocimo. Resaltando la parte más cómica del personaje y abordando con solvencia los recitativos. Vocalmente estuvo a gran altura, con un buen control de las agilidadades, suficiente volumen y muy buen fraseo.
Nos quedamos con ganas de escuchar la partitura completa de Albazar, el personaje que interpretaba el tenor Pablo García-López, que cumplió con creces en sus breves intervenciones.
A pesar de lo divertido y enrevesado del argumento, y que estamos hablando de una ópera buffa, en lineas generales. resultó incluso aburrida. Tal vez tuvo que ver en este aburrimiento la dirección musical de baja intensidad de Giacomo Sagripanti. La orquesta sonó apagada, no solamente el pianoforte con el que Sagripanti acompañaba los recitativos y que apensas se escuchaba, se notaba falta de ritmo y en algunos momentos, sobre todo en los quintetos y sextetos, se podía apreciar distintos tempis.
La música de Rossini tiene su complejidad y requiere, sobre todo, de intérpretes y dirección verdaderamente rossinianos. Buen intento del Teatro Real, pero habrá que mejorarlo.
Texto: Diego Manuel García Pérez / Paloma Sanz
Fotografías: Javier del Real / Teatro Real