





Tras su adaptación al francés como La vie breve por Paul Millet, se estrena el 1 de abril de 1913 en el Casino Municipal de Niza. El éxito fue rotundo y el interés por representar La vida breve se extendió por los teatros parisinos. Sin embargo, Manuel de Falla muere en 1946 sin haber visto el estreno de La vida breve en el Teatro Real, que permanecía cerrado por obras desde 1925. No será hasta la reapertura en 1997 cuando es estrenada, por fin, en este teatro.
Aunque la vida breve es una obra que bien puede representarse en solitario, pues tiene identidad propia, en esta ocasión se ha recurrido a un estreno absoluto y también breve, Tejas verdes, de Jesús Torres. Ambas tienen en común, por buscar algo, el sufrimiento, por distintas razones, de sus dos mujeres protagonistas. Para establecer una especie de vínculo entre ellas, alguno de los personajes transita de una obra a otra, a modo de figurantes. La fusión de ambas óperas está un poco forzada y se adapta mejor a Tejas verdes que a La vida breve.
La escenografía de Rafael Villalobos y Emanuele Sinisi es inquietante. De esa oscuridad conceptual tan de moda que sirve para un roto y un descosido. Si Villalobos pretendía resaltar la parte opresiva que contienen ambas obras, lo ha conseguido. Esto es un acierto para Tejas verdes, pero en La vida breve se echa en falta el colorido en la fiesta y en las danzas. Tampoco se identifica Granada, lugar emblemático en el que ocurren los hechos.
El vestuario, también de Villalobos, no favorece nada a los protagonistas, los afea, sobre todo al cuerpo de baile, que ya tenían suficiente con las coreografías de Estévez /Paños y Compañía, parecían bailarines acompañantes de la estrella pop de moda. La danza española de Falla merece algo más digno.
Pero sí hubo algo que estuvo por encima de los elementos escénicos, las voces de sus protagonistas.
En La vida breve, brilló por encima del resto la voz de la soprano guatemalteca Adriana González, en el rol de Salud. Posee un material vocal de gran calidad. Tiene una emisión limpia, redonda, con gran capacidad para el matiz y muy expresiva. Sabe resolver los agudos con sobrada convicción, regula con eficacia y frasea con emoción, sobre todo en los pianísimos, que emite con gran facilidad y calidad.
Salud ha estado acompañada en la réplica por el tenor aragonés Eduardo Aladrén, que estuvo voluntarioso en su interpretación de Paco. Posee buena potencia de voz, mejor expresaba en los agudos que en la zona media y baja.
El barítono Rubén Amoretti supo dar al Tío Salvador el carácter vocal e interpretativo que se espera del personaje. A buen nivel estuvo también Alejandro del Cerro, como una voz de la fragua, dando siempre solidez a sus intervenciones. Al igual que Gerardo Bullón, otro valor seguro, en esta ocasión como Manuel. A destacar la mezzosoprano Ana Ibarra, que estuvo muy convincente como la abuela.
Tejas Verdes sitúa la acción en el centro de detención de Tejas verdes, en el Chile de Pinochet. Es la segunda ópera de Jesús Torres con libreto basado en la obra de teatro del dramaturgo Fermín Cabal, fallecido hace apenas dos años.
El compositor ha dado a la partitura y a su nudo gordiano, la intolerancia, un carácter universal, para lo que ha prescindido de cualquier elemento descriptivo que indique tiempo o lugar.
El director musical Jordi Francés, que ya se encargó del estreno de Tránsito, la primera ópera de Jesús Torres, ha demostrado en Tejas verdes su dominio en la dirección de obras contemporáneas, tratándose además de un estreno absoluto, lo que supone un plus de dificultad que el director barcelonés resuelve con brillantez y variedad de matices.
En Tejas verdes destacó la soprano madrileña Natalia Labourdette como Colorina, joven enamorada de un opositor a Pinochet que es detenida, torturada y asesinada en Tejas verdes. Posee una potente voz y adecuado timbre, algo imprescindible en este tipo de repertorio, en el que la soprano se está afianzando.
María Miró, como hermana, defendió el rol con su solvencia y elegancia habitual. Solo se echó en falta un poco más de expresividad. El resto del reparto, encabezado por Ana Ibarra como Doctora, estuvieron a buen nivel, tanto en la parte vocal como en la interpretativa, resaltando Alicia Amo, como delatora y Sandra Fernández en el papel de madre.
Una obra de referencia en el repertorio español como La vida breve y un estreno mundial, el de Tejas verdes, que no levantó el entusiasmo del público, poco receptivo al repertorio contemporáneo. No así La vida breve, pues su música continúa enamorando al público.