LA VIOLACIÓN DE LUCRECIA
o Donde hay violencia, no hay culpa
Zarzuela barroca en dos jornadas
Música de josé de Nebra
Libreto de Nicolás González Martínez, adaptación de Rosa Montero
D. musical y clave: Alberto Miguélez Rouco
D. de escena y vestuario: Rafael R. Villalobos
Escenografía: Emanuele Sinisi
Iluminación: Felipe Ramos
Ensemble Los Elementos
Reparto: María Hinojosa Montenegro, Carol García,
Marina Monzó, Judit Subirana,
Borja Luna y Manuela Velasco.
El Teatro de la Zarzuela, en su vocación por recuperar la obra lírica española, ha estrenado La violación de Lucrecia, basada en la zarzuela original “Donde hay violencia, no hay culpa” del aragonés José de Nebra, basada en un poema narrativo de Shakespeare. Una historia fascinante para muchos autores a lo largo de la historia, por el brutal acontecimiento que narra. Un acontecimiento que ocurrió, como dice la Lucrecia contemporánea que interpreta Manuela Velasco, hace un millón de días, y continúa sucediendo…
En esta producción, como en otras anteriores, se ha encargado un texto alternativo que, a modo de actualización del original de Nicolás González Martínez, asista al espectador en la comprensión y conocimiento de la historia. En esta ocasión la encargada ha sido la escritora Rosa Montero. Pero el relato alternativo ha resultado demasiado extenso y protagonista, y sin ninguna necesidad. Montero ha creado un texto que insiste en explicar obviedades. Aún prescindiendo del libreto original, la obra musical, junto a la escenografía, son suficientemente clarificadoras, por lo que tantas explicaciones se vuelven repetitivas.
Esta obra es una extraordinaria muestra de ese barroco español del que disfrutamos escasamente, a pesar de la indudable calidad musical que atesoran. La partirura de Nebra es brillante, y se ha elegido para esta producción la última versión del compositor, de las tres que realizó. Es, como dice Alberto Miguélez Rouco, la más galante y probablemente la más aproximada al gusto del público en ese momento. En cualquier caso, una joya de nuestro repertorio a la altura, si no más, de las obras italianas que se representaban entonces en Madrid de la mano de los mejores compositores y libretistas.
Si un grupo de jóvenes músicos, la mayoría españoles, se reúnen para formar un ensemble barroco es, sin duda, una decisión arriesgada, casi milagroso. Pero han sido capaces de hacerlo. Con Alberto Miguélez Rouco a la cabeza y con instrumentos de época, que en la sequedad ambiental del Teatro de la Zarzuela requieren de un esfuerzo extra en la interpretación, consiguen un verdadero sonido de carácter barroco. Hacen que suene vivo, ligero, con esa naturalidad perfecta que tienen las cosas imperfectas. Miguélez Rouco estuvo todo el tiempo pendiente de los cantantes, facilitando un trabajo, en el que se notaba una perfecta comunicación.
Y si la música es potente, no se quedaron atrás sus intérpretes. La valenciana Marina Monzó dio vida a Tulia, hermana de Colatino y enamorada de Sexto. No se puede cantar con más delicadeza y gusto… Posee una voz clara y esmaltada que modula a capricho, con una línea de canto fluida en el fraseo. Qué bien aprovechadas esas clases con Isabel Rey, Mariella Devia o Renata Escotto. Supo dotar a Tulia de la fragilidad dramática de quien está enamorada sin perspectivas. Lo mejor de Marina Monzó es que esto apenas acaba de empezar.
Laureta, la sirvienta de Lucrecia, está interpretada magníficamente por Judit Subirana. Representa a la aparentemente única mujer de la obra que vive a su antojo, y lo hace con frescura y soltura en su recorrido por el escenario.
La mezzosoprano Carol García ha interpretado a Colatino, esposo de Lucrecia y hermano de Tulia. En esta ocasión la dramaturgia del personaje no ha hecho justicia con la calidad de su instrumento, que no es poca. Ha defendido su rol con la solvencia que acostumbra.
La protagonista de la obra, Lucrecia, ha estado interpretada por una María Hinojosa que hizo crecer a su personaje a medida que avanzaba la obra. Muy bien en lo vocal y también en esa parte más dramática del personaje.
Es esta una obra en la que las mujeres son las protagonistas, las únicas protagonistas, sobre el escenario solo aparece un hombre y además, no canta. Es el personaje de Sexto, el brutal protagonista, al que da vida el actor Borja Luna.
Magnífica recuperación por parte del Teatro de la Zarzuela de esta joya del barroco español, toda una sorpresa musical, a la que no le hacen falta adornos ni complementos. Una obra como esta se basta y se sobra.
Texto: Paloma Sanz
Fotografías: Elena del Real