Medea se estrena por fin en el Teatro Real

Medea
ENTRE LA ÓPERA CLÁSICA Y LA ROMÁNTICA

Por Diego Manuel García Pérez

La larga vida de Luigi Cherubini (Florencia, 1760 – París, 1842), le permitió cultivar la ópera clásica, y en el caso de su Medea, introducir ciertas características de la llamada “reforma de Christoph Willibald von Gluck”, que se manifiestan, sobre todo, en su ópera Alceste, donde el compositor alemán planteaba que la música debía mantener una perfecta simbiosis con el texto poético en la expresión de sentimientos y situaciones, sin interrumpir la acción dramática con un canto decorativo y ornamentado. En Medea también aparecen características de la futura ópera romántica. Cherubini dota de gran relieve a la orquesta, cuya función llega a ser tan importante como los propios números vocales, donde se insertan interludios musicales de mayor o menor entidad, en conjunción con el coro, también de suma importancia con sus muy numerosas intervenciones en esta ópera. El libreto de Medea estructurado en tres actos, fue escrito por el dramaturgo y crítico francés François-Benoit Hoffman, basándose en las obras teatrales de Eurípides y de Pierre Corneille, con una brillante versificación, donde en el entramado musical se insertaban numerosos y amplios diálogos meramente teatrales. Es muy interesante resaltar que, en muchos momentos de esta ópera, escuchamos una música que nos recuerda, sobre todo en las amplias introducciones orquestales de los actos I y III, un claro estilo sinfónico beethoveniano. Teniendo en cuenta que Medea se estrenó en 1797, antes de que Beethoven compusiera sus primeras sinfonías, está claro que Cherubini influyó en la música del gran compositor alemán.
Medea se estrenó el 13 de marzo de 1797, en el Théâtre Feydeau de París, con una tibia acogida. En 1802, traducida al italiano se estrenó en Viena, y en años siguientes fue representada con éxito en diferentes ciudades germánicas. En 1853, ya fallecido Cherubini, el compositor Franz Lachner, entonces director musical de la Ópera de Munich, realiza una versión traducida al alemán donde los iniciales diálogos teatrales eran sustituidos por recitativos acompañados con música compuesta por el propio Lachner. Esta versión se estrenó en Frankfurt, en 1854, con un gran éxito. En 1909 se produjo el estreno en Italia, en el Teatro alla Scala, en una traducción al italiano de la versión de Franz Lachner, realizada por Carlo Zangarini (libretista de la Fanciulla del West de Giacomo Puccini). Este montaje scalígero de Medea se realizó para que fuese interpretada por la gran soprano dálmata-italiana Ester Mazzoleni, una cantante de muy bella y rotunda vocalidad, con gran capacidad teatral, características fundamentales para interpretar el personaje de Medea. A partir de entonces la ópera prácticamente no vuelve a ser representada. Su recuperación (versión de Zangarini), se produjo en el Maggio Musicale Fiorentino de 1953, con la soberbia interpretación de María Callas.

Las interpretaciones en francés de Medea (Médée).

La versión de Medea en italiano de Carlo Zangarini, fue también traducida al francés como Médée, siendo muy bien interpretada por la mezzo norteamericana Shirley Verrett, en su actuación de 1986, en la Ópera de París (Palais Garnier), con la excelente dirección de Pinchas Steinberg (la toma en directo puede escucharse en YouTube). También cabe destacar la interpretación de la soprano Rosalind Plowright, en el Covent Garden, en 1989, donde también destacaba la presencia de una joven Renée Fleming, con una magnífica creación de Dircé (equivalente a la italianizada Glauce). La gran escena final puede escucharse en YouTube.
La recuperación de la versión original en francés de Médée, estrenada por Luigi Cherubini en 1797, con los diálogos teatrales, se produjo en el Festival de Martina Franca de 1995, y en esta recuperación intervino activamente el director de orquesta y musicólogo Patrick Fournilleur, con una espléndida lectura de esta partitura, donde también brillaron la soprano georgiana Iano Tamar (Médée), la soprano italiana Patricia Ciofi (Dircé) y una sugestiva interpretación de la mezzo francesa Magali Damonte (Neris). Gran cantidad de números cantados así como interpretaciones orquestales pueden escucharse en YouTube. De auténtico interés es la versión que puede verse-escucharse, en el Teatro Imperial de Compiégne (localidad al norte de Francia), con una toma en video, en 1996, (disponible en YouTube), donde los amplios diálogos son interpretados por magníficos actores franceses, y las partes vocales por una serie de notables cantantes, con destacadas actuaciones de la soprano francesa Michele Command (Medée) y la entonces joven soprano albanesa Inva Mula (destina a una importante carrera). Ya en pleno Siglo XXI, la mezzo italiana Anna Caterina Antonacci, realiza una gran creación vocal y teatral de Medea, en la versión italiana, que interpretó en varias ocasiones, destacando su interpretación en el Teatro Regio de Turin, en 2008, con una toma en video (disponible en YouTube), muy bien dirigida musicalmente por Evelino Pidò y escénicamente por Hugo de Ana, (también responsable de la escenografía y un atractivo diseño de vestuario). Acompañando a una imponente Anna Caterina Antonacci, están la soprano de bella voz Cinzia Forte (Glauce) y la gran mezzo Sara Mingardo (Neris). Ese mismo año 2008, el Teatro La Monnai de Bruselas, se escenificó una nueva versión en francés de Medée, con la excelente dirección musical de Christopher Rousset al frente de su conjunto Les Talens Lyriques, con instrumentos originales que, de alguna manera, tratan de reproducir los sonidos originales de esta ópera. Respetando la parte musical y vocal, lo más polémico de esta nueva versión son unos nuevos diálogos escritos por el propio director de escena Krysztof Warlikowki, que, por momentos, tienen un carácter obsceno y malsonante, en un intento de modernizar esta ópera. La protagonista es la mezzo alemana Najda Michael, de una discreta vocalidad, con claras desigualdades en la emisión, compensadas por un imponente temperamento dramático. Su atuendo y caracterización la asemejan a una cantante rapera. La ópera fue repuesta en 2011, en el mismo teatro belga, y tomada en video. Algunos fragmentos pueden verse en YouTube, donde se comprueban las características de esta moderna y rompedora puesta en escena y la gran interpretación teatral de la mezzo alemana.
El Teatro Real de Madrid, programa por primera vez Medea (Medée), con una nueva versión en francés, que viene representándose durante el presente mes de septiembre. Los nuevos recitativos realizados por el musicólogo, compositor y director de orquesta Alan Curtis (fallecido en 2015), siguen el estilo compositivo de Cherubini, quien en principio pretendió que esta ópera tuviese recitativos con acompañamiento orquestal, en vez de diálogos teatrales. Resulta muy complicado enjuiciar una ópera con tal cantidad de versiones.

“Difícilmente puedo pretender que no he cambiado el flujo dramático, pero mi objetivo era mejorarlo, Espero haber respetado lo esencial de la dramaturgia original e incluso las necesidades escénicas”.
Alan Curtis
Se hacía necesaria una versión crítica de la obra de Cherubini. Una revisión que, al menos en los aspectos estilísticos, resultara más adecuada al estilo del compositor y, sin duda, la de Alan Curtis es la que más se aproxima. Consigue una coherencia en las formas que culminan, como ninguna otra versión, la transición entre el neoclasicismo de Hyden y el romanticismo de Beethoven.
Para ello, Curtis utiliza soluciones similares a las que Cherubini había empleado en otras óperas en las que si había podido musicar los recitativos. Curtis tomó prestados y adaptó pequeños fragmentos que el compositor había utilizado antes para poner música a los recitativos de Medea. El resultado del trabajo ha sido una versión unánimemente reconocida y probablemente de la que Cherubini se sentiría muy orgulloso.
La puesta en escena para el estreno de Medea en el Teatro Real se ha encargado al español Paco Azorín, que ya ha trabajado con éxito en este teatro. Su propuesta para esta nueva producción resulta familiar. Son muchos los elementos comunes con otras obras que hemos visto en este mismo escenario, desde las estructuras metálicas que suben y bajan, al fuego que nos evoca el anillo wagneriano visto recientemente. Se agradece la proyección de textos que facilitan enormemente la comprensión de la historia, aunque sobran las alusiones feministas en modo panfleto.
También en esta versión los hijos de Medea son adolescentes, y no niños pequeños o incluso bebés, guardando así mayor fidelidad con el texto original de Eurípides. Muy bien la dirección y los movimientos escénicos de multitudes, y el no recargar en exceso el escenario de elementos que muchas veces no aportan nada, más allá de distraer o estorbar.
La partitura de Medea está considerada una de las más grandes composiciones de la historia de la ópera. Mario Muñoz comenta en el programa de mano que “El tratamiento orquestal es muy refinado, más denso que el de sus contemporáneos, y la ambigüedad del personaje principal se refleja en su vocalidad compleja, que requiere de una actriz trágica que sepa cantar antes que, al contrario. Medea es tormenta y tormento a partes iguales, lo que anuncia la materia de los que estarán hechos los dramas durante todo el siglo XIX”.
Y el director musical Ivor Bolton ha hecho una lectura muy adecuada de esta partitura. Alejándola del tedio en el que un drama como este hubiera caído de ser una versión más romántica. La musicalidad marcó el pulso neoclásico de la orquesta que fue ganando en intensidad a medida que avanzaba la obra. Los distintos acentos de la partitura quedaron bien definidos, desde la obertura, al carácter más oscuro en los momentos más dramáticos, aportándole una gran teatralidad.
Además de su enorme dificultad, el rol de Medea ha estado siempre acompañado de una leyenda negra. La soprano que lo estrenó, durante la época de la Revolución Francesa, falleció después de haber interpretado varias funciones. En París y otras ciudades francesas empezó a correr la voz de que el motivo de su muerte había sido el esfuerzo extremo realizado para interpretar el personaje. La soprano que la sustituyó no corrió mejor suerte, ya que al poco tiempo acabó recluida en un manicomio.
Era sin duda un papel con fama, como mínimo, de agotador, por lo que la mayoría de las cantantes se resistía a interpretarlo. Esto hizo que la ópera prácticamente desapareciese de los escenarios hasta que fue rescatada, casi de manera épica, por María Callas.
Si hay una cantante actualmente que puede considerarse cercana al registro de una soprano assoluto, cuerda ya extinta, y que contaría con las características necesarias para abordar este rol, es sin duda Saioa Hernández. Su canto es seguro y homogéneo de principio a fin. Sorprenden esos sonidos oscuros, densos, con un punto siniestro que describe perfectamente al personaje. Y lo hace sin sacrificar ni timbre ni volumen, de la manera más natural. Sus agudos, que no son ni pocos ni fáciles, no tienen apuros, son brillantes y plenos. Con un recorrido cromático inacabable.
Nos presentó una Medea sobria, llena de frialdad y magnetismo. Demostrando que es más importante una mirada que un gesto. En los momentos en los que Medea debe reconquistar a Jasón, consigue humanizar a la semidiosa hasta hacerla creíble, y se transformó en amenaza cuando aparecieron sus hijos.
Saioa Hernández es Medea hasta la última nota, demostrando una capacidad vocal y física al alcance de muy pocas. No guarda nada, siempre generosa sobre el escenario. ¡Brava!
Para el personaje de Jasón se ha contado con el italiano Francesco Demuro. Una voz, para mi gusto, falta del fuste y la heroicidad que requiere el personaje. El rol de Jasón es demasiado dramático para un lírico ligero. Su timbre y su poético fraseo aportaron el romanticismo dentro del drama.
La princesa Dircé, con la que Jasón pretende casarse después de abandonar a Medea, está interpretada por la soprano valenciana Marina Monzó. De voz luminosa y mediterránea, Monzó dotó de inocencia y juventud a su personaje. Su voz va evolucionando sin perder un ápice de agilidad en sus radiantes agudos.
A Neris, confidente de Medea, le dio vida la valenciana Silvia Tro Santafé, una mezzosoprano a la que escuchamos por aquí menos de lo que nos gustaría. Sobre el escenario es la elegancia personificada, tanto en el canto, que realiza con un gusto exquisito, como en la interpretación, como demostró en su aria principal.
El británico Michael Mofidian interpretó a Caronte. Este bajo-barítono, más barítono que bajo, cumplió con su papel, aunque se habría agradecido una voz con algo más de consistencia y volumen.
El resto del reparto estuvo a buen nivel, sobre todo la mezzo Alexandra Urquiola, y la soprano argentina Mercedes Gancedo, con un hermoso timbre y buen manejo de la escena. David Lagares, como Corifeo, siempre es una garantía. Fantástica la actuación del coro, que consigue una sonoridad que sobrecoge y envuelve.
Nueva temporada, nueva producción y, por primera vez, Medea en el Teatro Real.

Texto: Paloma Sanz
Fotografías: Javier del Real / Teatro Real