Esta es sin duda la temporada ideal para un aficionado a la ópera barroca. Y una de las razones principales es el estreno en el Teatro Real de la Medea de Charpentier. Dirigida por William Christie, al frente del Coro y Orquesta de Les Arts Florissants y un reparto coral con Véronique Gens (Médée), Reinoud van Mechelen (Jason), Cyril Costanzo (Créon), Ana Vieira Leite (Créuse), Marc Mauillon (Oronte), Emmanuelle de Negri (Nérine), Élodie Fonnard (Cléone), Lisandro Abadie (Arcas), Lucía Martín-Cartón (El Amor), en los principales papeles.
Esta Medea se estrena después de haber iniciado la temporada con la de Cherubini. Ambas basadas en el personaje mítico que aparece en la genealogía de los dioses de Hesíodo, del siglo VIII a.C., que fue renovada por Eurípides, donde narra la epopeya de Apolonio de Rodas y el viaje de Jasón y los argonautas. La de Charpentier, escrita casi un siglo después, cuenta con el libreto de un gran autor teatral, miembro de la Academia Francesa, Thomas Corneille, hermano menor del escritor Pierre Corneille.
La música de esta Medea de Charpentier proyecta un extraordinario dramatismo. En algunos momentos puede resultar monótona, pero su escritura responde a la sobriedad y desenlace trágico del texto.
William Christie, perfecto conocedor de la obra, ha estado al frente de la Orquesta y Coro de Les Arts Florissants, convirtiéndose en personajes principales con el carácter que son capaces de dotar a esta partitura. Con una orquestación colmada de sonoridades, colores y matices, que llenan de intimidad los momentos más delicados y de exaltación y volumen los conjuntos de coro y orquesta. Todo ello acompañado de la sobriedad y elegancia de la propuesta escénica de Marie Lambert-Le Bihan y la iluminación de Fiammetta Baldiserri. El resultado es un movimiento escénico sutil, acompasando la música con la historia y dejando todo el protagonismo a la partitura y las voces.
A la cabeza del reparto vocal, Véronique Gens, que ha construido una Medea elegantemente dramática, con una voz sólida, sobre todo en los graves, y un impecable fraseo.
Muy bien el Jasón de Reinoud van Mechelent, en un rol nada fácil, con agudos falseados, casi sopraniles.
El barítono Cyril Costanzo desplegó un potente instrumento para dar vida a Creón.
El resto de reparto estuvo a un gran nivel. Incluido el coro, que tuvo momentos espectaculares junto a la orquesta. Todos echamos de menso la participación de un ballet, que tal vez hubiera dado a la escenografía otro dinamismo.
Bravo por el Teatro Real al estrenar esta obra y completar con ella una de sus temporadas más barrocas, creando un hilo conductor con dos de los mitos más importantes de la literatura y el arte, Medea y Orlando.