Natalie Dessay, no pasa el tiempo

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Empezaba el ciclo de Grandes Voces del Teatro Real con un recital de Natalie Dessay. No regresaba al Teatro desde un anterior recital en 2007 y estaba casi obligada tras la cancelación de «La hija del regimiento», la pasada temporada. Es una lástima que haya decidido dedicar sus energías vocales y artísticas sólo en conciertos, abandonando las interpretaciones operísticas. Le sobran energías y cualidades vocales. Así lo dejó de manifiesto el pasado 29 de septiembre.

Mantiene casi intacta la frescura de su voz, el volumen y una perfecta afinación. Aunque su repertorio habitual está compuesta por arias de compositores y óperas francesas, domina otros territorios. La primera parte, un tanto fría hasta que entró en materia, estuvo compuesta canciones de Schubert y Mendelssohn.
La segunda parte interpretó a Duparc y cinco canciones sobre textos de Víctor Hugo. A parte de una extraordinaria interpretación al piano del Soneto 104 de Petrarca, de Liszt, a cargo de Philippe Cassard. Que acompañó a Dessay magistralmente. Dos bises cerraron la noche, el segundo de ellos una canción española.

Sobre todo en la segunda parte del recital, Natalie Dessay pasó algún apuro con su garganta. La sequedad del ambiente, quizá. Al final voy a tener que darle la razón al estirado de Roberto Alagna.