Con La Flauta Mágica de Mozart se iba a presentar la Berliner Philharmoniker en Madrid, dirigida por Sir Simon Rattle. Pero, lamentablemente, la precariedad del presupuesto del Teatro Real, llevaba a principio de temporada a tomar la decisión de “liquidar” esta producción. Se decidió entonces el cambio en la programación y aprovechar la estancia en España de la mejor Orquesta del mundo para interpretar la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven.
Sir Simon Rattle se lamentaba en rueda de prensa de no haber podido llegar a dirigir una ópera en este Teatro. Esperemos que surjan otras oportunidades, aunque de sus palabras no se desprendía esa sensación. Desde luego ya no será con esta orquesta, pues próximamente abandona este puesto para poder abordar otros proyectos, como él mismo avanzó.
Poder escuchar hoy en Madrid a la Filarmónica de Berlín dirigida por Sir Simon Rattle es, dadas las circunstancias, un milagro. Milagro que ha sido agradecido por el público durante algo más de diez minutos de aplausos y vítores. Aplausos a una orquesta en la que habita algún músico que no fue admitido por la Orquesta Nacional de España por no tener el nivel exigido. Apenas un mes después era seleccionado para tocar en la Filarmónica de Berlín. Probablemente quien le descartó aquí “tenía toda la razón”.
Sir Simon, que dirige sin partitura, pues la tiene en la cabeza, da las entradas a cada cuerda apenas con la mirada. Con una precisión extraordinaria, sin marcialidad, con armonía, con la confianza de quien se sabe seguido por unos músicos excepcionales. Con una capacidad técnica e interpretativa a la que se suma algo más. Esa capacidad de poder hacer magia, en este caso, con sus instrumentos.
El resultado es una comunicación fluida de todo el conjunto que queda siempre de manifiesto. Impresionantes los vientos y su caudal de sonido. Magníficos los pianissimi del conjunto de contrabajos al inicio del tercer movimiento. Eran violines en esas manos. La potencia controlada del conjunto. Controlada, que no contenida. Una batuta sensible, dinámica, siempre atenta a músicos y cantantes. Un espectáculo.
El Coro Titular del Teatro Real se sumó al lujo. No sorprende a quienes tenemos la fortuna de escucharles a lo largo de la temporada. Volvieron a sonar homogéneos y resueltos. Potentes de volumen y emociones.
Muy equilibrado resultó el cuarteto formado por Camilla Tilling, soprano, Nathalie Stutzmann, contralto, Joseph Kaiser, tenor y Dmitry Ivashchenko, bajo. Unas voces importantes sin erigirse ninguna en protagonista. Lo que enriqueció el conjunto de esta Novena que será retransmitida por RNE y por las pantallas gigantes de la Plaza de Callao el viernes en directo.