Olga Peretyatko debuta brillantemente en el Ciclo de Lied del CNDM y el Teatro de la Zarzuela

Olga Peretyatko

Llegaba por primera vez a este ciclo la soprano Olga Peretyatko, acompañada por el pianista, también ruso, Semjon Skigin. Lo hacía con un repertorio curioso, original y reivindicando dos figuras femeninas dentro del mundo de la composición y la interpretación: Clara Schumann (1819-1896) y Pauline García Viardot (1821-1910).

Con un carácter claramente romántico y casi personal, Pereryatko fue introduciendo, en un esforzado y muy meritorio castellano, cada una de las piezas que iba a interpretar. Se trataba de situaciones cotidianas, casi anécdotas personales de las propias compositoras con sus respectivas parejas, Robert Schuman y el escritor Ivan Turguénev. Todos los textos estaban perfectamente elegidos para acompañar cada una de las piezas y el resultado fue un delicioso recital en el que se respiró una atmósfera íntima que te transportaba a esos momentos.

La primera parte, más liederista, estuvo dedicada a Clara y Robert Schumann, con un par de obras de Brahms, que estuvo muy bien traído por la relación personal que tuvo con la pareja. Realizó un recorrido, casi cronológico, por la vida del compositor alemán y su esposa. Desde que se conocieron, con la interpretación de Liebst du um schönheit (Si amas la belleza), hasta el Requiem, op. 90, nº 7, evocando el triste final de Robert Schumann, con el que terminó esta última parte.

La segunda parte estuvo dedicada a composiciones de La Viardot, donde el cambio de estilo era evidente. Fue en la interpretación de estas obras donde se produjo un mayor lucimiento vocal de Pereryatko, que hizo alarde de sus cualidades de soprano ligera. Sobre todo, en la única pieza que no era de Viardot, Solovei [El ruiseñor], de Alexander Aliábiev, cargada de pirotecnia vocal y que acompañaba una anécdota que la compositora tuvo en Rusia durante una función de ópera.

Pereryatko posee unos potentes agudos, pero se mueve con facilidad por todo el registro. Tiene una línea vocal perfectamente delineada, un fraseo ágil y una dicción limpia. Demostró una gran técnica y control en la emisión, sin aparente esfuerzo. Sobre el escenario hizo gala de una gran elegancia y carisma.

Estuvo acompañada al piano por Semjon Skigin, que demostró su jerarquía y experiencia en el teclado, sobre todo en la segunda parte, donde tuvo algunos momentos brillantes.

Pero lo mejor, por si pensábamos que no era posible, nos esperaba en forma de propina. Y como no, el bis también tuvo su introducción. Nos habló de la admiración que Viardot tenía hacia uno de sus roles fetiches, Norma. Y nos regaló e iluminó con una Casta diva que evocaba  a María Callas o a Monserrat Caballé, que dio vida a Norma sobre este mismo escenario en 1978, junto a Pedro Lavirgen y Fiorenza Cossoto, dirigidos por el maestro Enrique García Asensio.

Sin duda, una noche especial.