Llegaba por primera vez al Teatro Real Orlando Furioso, la obra de Antonio Vivaldi basada en el libreto italiano de Grazio Bracciolli, basado a su vez en el poema épico Orlando Furioso de Ludovico Ariosto. Un Dramma per música en tres actos. Orlando Furioso es una de las pocas obras que han sobrevivido completas a las más de 90 que compuso Vivaldi. Está llena de múltiples tramas que sirvieron de inspiración a numerosos compositores. Solo unos años después, Händel compuso Orlando (1733) y Alzina (1735), obras independientes sobre sus principales protagonistas.
El Teatro Real ha programado una única función, en versión concierto, un tanto descafeinada, pues se habían suprimido las partes corales, dejando solo dos piezas interpretadas por todos sus protagonistas.
Las voces tuvieron una actuación desigual. Se esperaba mucho más, sobre todo del contratenor croata Max Emanuel Cencic en el papel protagonista de Orlando. Domina con destreza las agilidades y el recitativo, pero nos ha gustado más en otras ocasiones en las que demostró una línea de canto más refinada y un timbre más homogéneo. Sus intervenciones del último acto fueron algo exageradas en la interpretación.
La soprano rusa Julia Lezhneva fue la más aplaudida por el público en su papel de Angelica. De agradable timbre y voz equilibrada, se lució con las agilidades, sobre todo en la famosa aria Agitata da due venti.
La mezzosoprano rumana Ruxandra Donnose como Alzina tuvo también una notable actuación, con unos tonos graves bien definidos. La joven contralto inglesa Jess Dandy, en el rol de Bradamante, tuvo serios problemas para controlar su instrumento, tanto, que no lo consiguió.
El bajo ruso Pavel Kudinov, como Astolfo, tuvo una actuación discreta pero eficaz y suficiente. El contratenor canadiense de origen coreano David Dq Lee tuvo una primera intervención esperanzadora, pero fue de más a menos y pasó por dificultades en sus últimas intervenciones. La terna de contratenores se completaba con el alemán Philipp Mathmann. Tiene un timbre limpio y claro, pero de una emisión pobre y poco consistente, pero con mucho margen de mejora, dada su juventud.
La camerata Armonia Atenea, con su director George Petrou al frente, ofreció una versión ajustada pero poco colorida. Faltó mordente en algunos momentos. No se entendió muy bien la falta de metales. Petrou acompañó alguno de los recitativos al teclado de un segundo clave.
Se agradece en cualquier caso el haber podido escuchar, por primera vez en este Teatro, una obra como Orlando Furioso, importante e influyente desde su composición.
Fotografía © Javier del Real