Recital de Renée Fleming en el Teatro Real

Renée Fleming

Muchos son los admiradores que la soprano norteamericana Renée Fleming tiene en España. Así al menos quedó demostrado en su recital del anoche en el Teatro Real.

Con obras que van desde el barroco al siglo XIX, realizó un recorrido por el amplio repertorio que le ha dado fama internacional.

En la primera parte, dedicada al barroco, interpretó obras de Mozart, Händel y Schumann. Una primera parte del recital no demasiado bien elegida a la vista de los resultados. Su voz sigue siendo espléndida, sobre todo esas tonalidades oscuras que adornar unos agudos que continúan llenos de brillo. Pero los tonos medios y lo que ha sido siempre su punto débil, los graves, han perdido textura y parece que emitieran con sordina.

Esta primera parte mejoró con las Frauenliebe und-lben de Schumann. El carácter más íntimo de estas obras y su gran expresividad le aportaron la seguridad que no encontró en las primeras arias.

La segunda parte resultó mucho más interesante que la primera. Las obras de Donaudy, Paolo Tosti, Arrigo Boito, Leoncavallo, Massenet, Saint-Saëns y Straus, con las que se sintió mucho más cómoda, le sirvieron para poner esa intimidad y emoción en la que se desenvuelve tan bien últimamente. Se evidenciaron sus dificultades para apianar, pero su impresionante trayectoria le proporciona tablas suficientes para emocionar a un público que la esperaba.

Fue muy generosa en las propinas. Sin mucho insistir ofreció seis bises en los que estuvo muy simpática y con esas ganas de agradar que muestran los artistas del continente americano. Propinas de lo más variado, haciendo gala de un polifacético repertorio que evocaba la riqueza musical de su país. Los matices de su voz así lo indican.

Estuvo fantásticamente acompañada al piano por Hartmut Höll. Uno de los mejores pianistas en la interpretación de lieder. No en vano acompañó entre 1982 y 1992 al legendario barítono Dietrich Fischer-Dieskau.