Una verbena de la Paloma muy animada en el Teatro de la Zarzuela

La verbena de la Paloma

El Teatro de la Zarzuela ha presentado una nueva producción de una de las obras más importantes de Tomás Bretón y con el cartel de agotado en la taquilla. Una representación cargada de nostalgia, pues evoca directamente, a modo de homenaje, al Teatro Apolo, donde se estrenó la verbena de la Paloma el 17 de febrero de 1894. Para ello se ha incorporado un prólogo, con texto de Álvaro Tato, que nos cuenta como debió ser el último ensayo de esta obra en el Apolo, antes de su traslado al Teatro de la Zarzuela. Un añadido lleno de humor y alguna de las piezas más conocidas de otras obras del género lírico español.

La escenografía de Nicolás Boni, en la que son protagonistas los característicos balcones del Madrid más castizo, son perfectos para el desarrollo de la siempre extraordinaria dirección de escena de Nuria Castejón. Todo bajo la íntima y acertada iluminación de Albert Faura.

En el foso, el flamante nuevo director musical del Teatro, José Miguel Pérez-Sierra, que hizo una lectura de la partitura animada y llena de frescura. En un repertorio que conoce y domina. Su participación nos dará grandes tardes de zarzuela al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid.

El elenco de cantantes fue una perfecta combinación entre veteranía y juventud. Julián, el rol protagonista, estuvo interpretado por un sobrado de facultades vocales Borja Quiza, que está en un momento impresionante. Su voz voluminosa y extraordinaria proyección, se comió un poco al resto del elenco. Se agradece en estas obras del repertorio, una menor impostación vocal que resulte más natural y apropiada a los personajes populares.

Milagros Marín fue una estupenda Señá Rita. Divertida, castiza y llena de naturalidad.

Carmen Romeu, como Susana, dio buena réplica vocal al caudal de su Julián, con una voz sólidamente colocada y muy caudalosa caudalosa. Antonio Comas dio vida a un Don Hilarión en muy buena forma, rejuvenecido bajo el influjo de las dos hermanas. El Don Sebastián de Gerardo López ofreció un toque de sofisticación y gracejo muy simpático. Aunque la mejor interpretación fue para la Tia Antonia de Gurutze Beitia, que definió perfectamente su personaje, una mujer algo rústica y con carácter, pero con nobleza. Bien la Casta de Ana San Martín, que brilló más en la primera parte de la obra, donde demostró gran comicidad, que en la propia verbena.

Muy bien la escena flamenca, con la coreografía de Nuria Castejón y el cante de Sara Salado.

Una tarde de Zarzuela en la que el público disfrutó y que demuestra la buena salud de este género y, sobre todo, de La verbena de la Paloma.