El esperado estreno de ‘Policías y ladrones’ de Tomás Marco en el Teatro de la Zarzuela

Poolicías y ladrones

El estreno absoluto de una obra importante debe siempre celebrarse en su justa medida, que en este caso es mucha. Tanta como la expectación que se ha creado en torno a ella. Y no es para menos, ya que se ha tenido que esperar más de cuatro años y medio para disfrutar de ‘Policías y ladrones’ de Tomás Marco con libreto de Álvaro del Amo, que, dicho sea de paso, es la primera zarzuela que ve la luz en 41 años. Después de diversos avatares ajenos a la producción, de la huelga a la pandemia, que obligaron por dos veces su aplazamiento, la obra de Marco se presentará finalmente del 18 al 27 de noviembre en el Teatro de la Zarzuela, institución que en su día le encomendó el encargo.

La nueva zarzuela, desarrollada con un tono tragicómico que se escora hacia el sarcástico escepticismo, cuenta en el foso con José Ramón Encinar, maestro que conoce como muy pocos la música contemporánea de este país, y frente a él, la Orquesta de la Comunidad de Madrid (Titular del Teatro). El montaje, dirigido con inteligencia por Carme Portaceli, contiene asimismo una bella y conceptual escenografía de Montse Amenós iluminada con enorme sensibilidad por Pedro Yagüe, vestuario realista de Antonio Belart y la muy efectiva coreografía de Ferran Carvajal.

Las obras polimusicales como ‘Policías y ladrones’, tan exigentes, requieren de unas voces especiales y precisas que den todas las garantías que demanda la partitura. Y el reparto que asumirá el reto cumple con creces los requisitos, con el barítono César San Martín, el bajo Miguel Ángel Arias, la soprano Alba Chantar, el tenor César Arrieta y la mezzosoprano María Hinojosa en los principales roles. Los cantantes estarán acompañados en el escenario por el Coro Titular del Teatro de la Zarzuela, así como por los actores David Fernández «Fabu», Ana Vélez, Luis Pérez Sierra, Juan Matute, Hugo Huerta, Carlos Cañas y Armen Boricó.

Estamos ante una Zarzuela Contemporánea, como los propios autores han convenido nombrarla,  que el dramaturgo Álvaro del Amo ha escrito para hacernos reír y a la vez poder distanciarnos de ciertos comportamientos que nos hacen daño como seres humanos; todo esto aparece encajado en las situaciones cómicas del texto y arropado de música contemporánea de muy altos vuelos deviniendo al final en un sueño teatral, en un espacio mecanizado que pretende reflejar el poder del acontecer de la vida, del paso de la historia como una espiral en la que las situaciones avanzan en paralelo y se repiten una y otra vez. Y se repiten sin remedio aun conscientes de los errores. Y se repiten.

La corrupción, lamentablemente tan cotidiana y conocida, es el punto de partida y de llegada; y como indica la directora de escena Carme Portaceli, la representación será una suerte de expiación: “Vamos a ver si, mediante la ironía, mediante un lenguaje escénico que nos permita representar el horror de esta historia como un fuego en la noche de San Juan, conseguimos crear distancia con eso que nos pesa como una losa y nos avergüenza cada día”.

41 años después

Tomás Marco destaca, por su parte, que la música y el libreto se fueron escribiendo de forma simultánea y que, por tanto, en ningún caso uno partió del otro sino que crecieron y culminaron como una única materia.

También señala que, como en la zarzuela tradicional, “la obra se refiere a un tema de actualidad (la corrupción), en cierta medida crítico, en parte desarrollado de forma humorística y en parte dramática y que pretende ser, evidentemente no igual que la zarzuela que se hacía en el XIX o principios del XX, pero sí el equivalente de lo que esta podría ser hoy día”.

Otro rasgo definitorio de la zarzuela que también se da en ‘Policías y ladrones’: la obra está dividida en números musicales cerrados.

Con ‘Policías y ladrones’ vuelve por tanto la más pura esencia de la zarzuela, pero con el lenguaje de hoy. Y lo hace 41 años después del estreno de ‘Fuenteovejuna’ (1981), de Moreno Buendía, con el fin, como decimos, de actualizar en cierta forma el género. Para el compositor esta nueva producción es “una aventura artística que creo merecía la pena intentar”, ya que se trata de afrontar un proyecto creativo novedoso, subir a escena la corrupción política con la intención de mostrarla “como una farsa peculiar, sin la gravedad de una crítica demoledora, con el desparpajo y la ligereza de un argumento cuya intriga incorpora la tensión del ‘suspense’ en un despliegue de tipos, figuras, lances hipotéticos y absurdos verosímiles”.