Éxito en el primer recital de Xavier Anduaga en el Teatro de la Zarzuela

Xavier Anduaga

En apenas un año Xavier Anduaga ha debutado en el Teatro Real, la Opera de París y el Covent Garden de Londres. Y se anuncia su presentación la próxima temporada en el MET neoyorkino. Si tenemos en cuenta que estamos hablando de un tenor de apenas 27 años, seremos conscientes de que estamos ante una de las voces líricas más importantes de las últimas décadas.

Siguiendo con las presentaciones, esta semana ha ofrecido su primer recital en el Teatro de la Zarzuela. Con el título de “Nuestra música”, Anduaga ha recorrido las más importantes romanzas de nuestro panorama musical. La primera parte comenzó con “Bella enamorada”, de El último romántico, de los maestros Soutuolo y Vert. Siguió con el inevitable “De este apacible rincón de Madrid”, de Moreno Torroba. En ambas piezas demostró el generoso volumen de su voz de lírico ligero.

Del maestro Usandizaga interpretó “¡Alare, zorioneko lekua!”, de Mendi-Mendiya, con exquisito gusto. En “Flor roja”, de Los gavilanes, de Jacinto Guerrero, demostró el dominio que tiene del legato, alargando unas frases bien sostenidas. Terminó esta primera parte con “por el humo se sabe”, de Doña Francisquita de Vives, que abordó con intención y voz soleada y plena.

La segunda parte se inició con “Adiós Granada”, de Los emigrantes y una espectacular “Tamar, razón de mi existencia”, de La llama de Usandizaga. Aquí demostró Anduaga su gusto exquisito y musicalidad. En “no puede ser, esta mujer no es buena”, de La tabernera del puerto de Pablo Sorozabal, en la que exhibió una gran intensidad y dramatismo, igual que en el ¡Maitechu mía!, de Francisco Alonso.

El programa terminó con una emocionante interpretación de Júrame, de María Gréver y Granada, de Agustín Lara. Para entonces el público ya había enloquecido. El silencio durante todo el recital fue sepulcral, un silencio de asombro ante las cualidades vocales del joven tenor. Volumen generoso, un timbre esmaltado y luminoso que llenaba la sala sin apenas esfuerzo. Metal incluso en las medias voces. Frasea con intención y emoción y regula con eficacia.

Como primera propina ofreció la nana tradicional vasca Aurtxo polita, interpretada a media voz, con la ternura que evocan los recuerdos. Como segunda repitió “Por el humo se sabe”, de Doña Francisquita.

Estuvo acompañado al piano por Giulio Zappa, que cumplió con su labor, pero que no tuvo su noche. Se erigió casi en protagonista durante la primera parte por utilizar a la vez un soporte electrónico para las partituras, y un ayudante que le pasara las páginas. Ambas cosas resultaron incompatibles y nos tuvo distraídos y en suspense, incluso tuvo que volver a empezar una de las piezas.

Con estos mimbres y pensando en el recorrido que tiene por delante para limar y perfeccionar todas esas cualidades canoras que atesora, el futuro a corto, medio y largo, se antoja espectacular. Esto no ha hecho más que empezar…

Fotografía: Elena del Real