Don Gil de Alcalá triunfa en el Teatro de la Zarzuela

Don Gil de Alcalá
Don Gil de Alcalá triunfa en el Teatro de la Zarzuela
Manuel Penella compone Don Gil de Alcalá en 1932. Escribió la música y el libreto, inspirado por las novelas de enredo de Valle-Inclán y Jacinto Benavente. Pero su mayor estímulo lo encontró en la pieza teatral “El sí de las niñas”, de Leandro Fernández de Moratín.

Hasta ese momento el panorama musical español se caracterizaba por la variedad de tipologías musicales: sainetes, zarzuelas o revistas, entre otros. Pero a partir de 1910 se inicia un cierto declive del género chico y empiezan a triunfar zarzuelas en dos actos, al estilo de la opereta vienesa, y con una estructura más importante, similar a la ópera cómica.

El resultado es una ópera en tres actos, cuya escena situó Penella en el México del siglo XVIII, cuando aún pertenecía a la Nueva España. El autor conocía bien los países sudamericanos, y quiso con esta obra rendir un sentido homenaje a los lugares que había recorrido, gracias a su espíritu aventurero.

En la obra subyace una crítica a los matrimonios acordados que se realizaban en la época y, a través de un divertido enredo, plantea la celebración de un matrimonio desigual, entre una dama y un rufián de la corte, que no era bien visto por las clases altas a la que pertenecía la joven. Todo con un desarrollo argumental muy próximo a la ópera buffa, realizado con gran ingenio y con una escritura musical bien delineada y refinada.

En este regreso de Son Gil de Alcalá al Teatro de la Zarzuela, la dirección de orquesta corrió a cargo de la Asistente de dirección Lara Diloy, por indisposición del titular Lucas Macías.
La joven Lara Diloy es una de las pocas directoras de orquesta españolas del circuito actual y posee un amplio conocimiento del repertorio sinfónico y operístico, como quedó bien demostrado en esta representación. Siempre pendiente de los cantantes, supo imprimir a la orquesta el brío y la chispa que caracteriza esta obra. Se pudieron apreciar los delicados matices en la orquestación de una partitura de inspiración clásica, como lo es esta. Diloy demostró al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, esa seguridad que solo es fruto del trabajo y el talento. Habrá que seguirla de cerca.

La escenografía proviene del Teatro Campoamor de Oviedo, donde se representó en 2017. Se trata de una única estancia a la que se van sumando elementos que crean los distintos ambientes, siempre coloniales y siempre elegantes, como es habitual en sus directores, Emilio Sagi y Daniel Bianco, y que son ya marca de la casa, como las lámparas o la perfecta disposición sobre el escenario de todos los participantes. Exquisito también el vestuario de la recordada Pepa Ojanguren. Todo realzado por la impecable y romántica iluminación de Eduardo Bravo.

El cuadro de cantantes está formado por dos repartos de gran calidad. En este primero el tenor canario Celso Albelo se encarga de dar vida al protagonista, Don Gil de Alcalá. Lo hace con la musicalidad de su hermosa línea de canto, imprimiendo al personaje una modesta comicidad, Albelo es capaz de mucho más en la faceta interpretativa. Donde no ahorró esfuerzos fu en la parte vocal. Ese timbre que acaricia y la riqueza de matices vocales.

A su lado, como Niña Estrella, la soprano Sabina Puértolas, que representa a una chispeante, a la par que inocente, prometida de Don Diego, aunque enamorada de Don Gil. Bien en la habanera a dúo con Maya, pero le faltó expresividad en otros momentos importantes de su actuación.

Carol García dio vida a Maya, la criada de Niña Estrella, que compuso un personaje divertido y desenfadado. Destacó brillantemente en su habanera a dúo con Sabina Puértolas y fue la pareja ideal, en lo vocal y en lo interpretativo, del Chamaco de Carlos Cosías, que redondeó una magnífica actuación, llena de gracias y viveza.

El Don Diego del barítono Manuel Esteve estuvo muy bien definido, tanto en su línea de canto, como en el carácter del personaje, arrogante y formal.

El sargento Carrasquilla ha sido interpretado por Simón Orfila. Fue el personaje más simpático del reparto y el más celebrado por el público en sus agudas intervenciones de pícaro sevillano.

Como Madre Abadesa, María José Suárez, una habitual en este escenario que siempre aporta valor.
A buen nivel estuvieron el resto de comprimarios, con Miguel Sola a la cabeza, como gobernador; Pablo López, como virrey de Nueva España; David Sánchez, en el rol de Padre Magistral; Ricardo Muñiz, como maestro de ceremonias; y los miembros del cono, Paula Alonso y Rosa María Gutiérrez, como Lucía y Rosita, respectivamente.

Un Don Gil de Alcalá, que ha vuelto al Teatro de la Zarzuela 23 años después y que siempre está de moda. Con esa picaresca española de otras épocas. O no…