Florian Boesch inaugura el Ciclo de Lied

Primer recital del XXVII Ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela y el CNDM, a cargo del barítono Florian Boesch, que este año es el artista residente del Teatro, acompañado al piano por Justus Zeyen, con obras de Schubert, Wolf y Martin.

Cinco lieder de Schubert han sido las elegidas para iniciar este primer recital. Esta ha sido sin duda la parte más romántica y delicada que ha ofrecido el barítono austríaco, que ha ido ganando en expresividad con los años, convirtiéndose en un perfecto “intérprete”. Utiliza recursos insólitos para matizar una ligera línea vocal, que es más una declamación, una forma casi susurrante de decir que añade teatralidad. Todo con una sensibilidad extrema.

La segunda parte del recital estuvo dedicado a una selección de los Italienisches Liederbuch de Hugo Wolf (1860-1903). Wolf alternaba momentos de gran creatividad con otros de absoluta sequía. Esta obra es producto de la creatividad. Son breves canciones que hablan de escenas cotidianas de amor, y lo hace con minuciosidad. Boesch desgrana estas escenas con delicadeza y haciendo ya gala de colores más baritonales, con poderosos graves y, nuevamente, sus declamados susurros.

Para finalizar el recita, obras de Frank Martin (1890-1974), un compositor que buscó durante tiempo un lenguaje musical propio, y poder alejarse así de las potentes influencias contrapuntísticas de Bach. El dodecafonismo ideado por Schoenberg le proporcionó un universo a explorar. Sechs Monologe aus “Jedermann” (1943), escrito en octosílabos y sobre la que Martin proyectó una ópera, es una especie de auto de fe que expresa, con extraordinario dramatismo, la aceptación de la muerte. Es en esta parte del recital en el que Florian Boesch despliega, en aparente trance, toda su capacidad dramatúrgica y expresiva. La intensidad con la que Boesch aborda la obra de Martin es sobrecogedora.

El acompañamiento al piano de Justus Zeyen fue impecable. Siempre atento y al servicio del propósito de Boesch, añadiendo delicadeza y sensibilidad y sin ceder un ápice de protagonismo.

Un comienzo de alto nivel para una temporada llena de peculiaridades. Flotaba en el ambiente cierta sensación melancólica. Faltaba la algarabía de otras ocasiones y, lo que es un hito en este Teatro, no hubo toses en ningún momento. Perfecta salud en tiempos de pandemia.

Fotografía: Rafa Martín