La sonnambula vuelve al Teatro Real por Navidad

LaSonnambula
La sonnambula
Vincenzo Bellini (1801-1835)
Libreto de Felice Romani, basado en el ballet-pantomina de La Somnambule, ou l’arrivée d’un nouveau seigneur de Eugène Scribe
Estrenada en el Teatro Cercano de Milán el 6 de marzo de 1831
Estrenada en el Teatro Real el 10 de diciembre de 1850
D. musical: Maurizio Benini
D. escena: Bárbara Lluch
Escenografía: Christof Hetzer
Figurinista: Clara Peluffo
Iluminador: Urs Schönebaum
Coreógrafa: Iratxe Ansa
D. coro: Andrés Máspero
Reparto: Jessica Pratt, Francesco Demuro, Serena Sáenz,
Fernando Radó, Isaac Galán, Gemma Coma-Alabert, Gerardo López
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real

 

No son pocas las similitudes que existen entre una y otra cuando se escuchan ambas. Si bien La sonnambula recrea, gracias a los trombones, la atmósfera alpina de Suiza en la que se desarrolla la escena. Pero también hay profundas diferencias, sobre todo en la dramaturgia, mucho más acentuada en Norma. Su libreto tiene también mayor complejidad y ofrece más posibilidades dramáticas que el libreto de Sonnambula, más lineal y frágil.

Esta ópera representa para algunos el máximo exponente del teatro melodramático del romanticismo y para otros una obra que, si bien está notablemente dotada de elementos musicales, decae en calidad por la simplicidad de su libreto. En cualquie caso, es una obra maestra del belcanto con una escritura musical y vocal de una calidad excepcional.

A pesar de ser una ópera de referencia, no es un título que forme parte del repertorio habitual en los teatros. Los directores de escena huyen de esta ópera pensando en las dificultades que tiene un libreto aparentemente simple. Pero la obra presenta otros elementos que, lejos de asustar, deberían resultar atractivos para una escenificación, como profundizar en los aspectos psicológicos que empezaban a generar interés en la sociedad de la época, como posteriormente reflejó Donizetti en su Lucia.

En esta ocasión ha sido Bárbara Lluch la encargada de la escenografía. Su planteamiento ha sido clásico, sin elementos distorsionadores ni excesivos, lo que ha sido un acierto. Nada en el decorado molesta o distrae. La dramaturgia se ve potenciada por la atmósfera misteriosa generada, tanto por la propuesta escénica de Christof Hetzer, como por la iluminación de Urs Schönebaum. Ambas facetas contribuyen a dar protagonismo al tema principal de la historia, el sonambulismo. Otro de los elementos más llamativos e interesantes son los figurines de Clara Peluffo, que pusieron el punto elegante a la escenografía.

La dirección musical ha estado a cargo de todo un especialista del belcanto, el maestro Maurizio Benini. Supo extraer de la orquesta un sonido exquisito y depurado, aunque un poco lento en algunos momentos, pero recreándose con gusto en las melodías. Estuvo siempre atento a los cantantes y a todo lo que se desarrollaba en escena. Se notó mucho su trabajo de coordinación entre orquesta, solistas y coro.

Se ha incluido en esta producción un ballet que, a modo de fantasmas, acompañan a Amina cuando camina dormida. Cada vez son más habituales las danzas contemporáneas en las producciones de ópera que, como es el caso, actualiza la obra y la complementa. En esta ocasión iniciaron, como un preludio silencioso, el I y el II acto.

En la parte vocal, para esta Sonnambula, el Teatro Real cuenta con dos repartos de gran nivel, sobre todo en el rol principal de Amina. En el estreno del segundo reparto del 16 de diciembre, que es el que nos ocupa, la protagonista absoluta ha sido Jessica Pratt. La soprano australiana conoce perfectamente el personaje, que aborda con verdadero estilo belcantista. Posee gran agilidad y soltura en el sobreagudo. Su emisión es natural, facil, limpia, ágil y variada, con gran capacidad para el legato, y una línea de canto delicada y aérea que, desde nuestra privilegiada posición, demostraba un volumen suficiente. No sé si podrán decir lo mismo quienes estaban en paraíso. La Pratt se centra en el canto y sus recursos sonoros, dejando un poco de lado un mayor compromiso con la interpretación.
Especialmente inspirada estuvo en “Ah, non credea mirarti “, cosa nada fácil, si tenemos en cuenta que tuvo que afrontar el aria sobre la estrecha cornisa de la casa, muy efectista para un público que, seguro, no dejó de sufrir por ella hasta el final. Cosas de los directores de escena.

Francesco Demuro se encargó de dar vida a Elvino en sustitución del inicialmente programado Lawrence Brownlee. Tiene un bello timbre tenoril y facilidad para el agudo, pero parecía que hacía un esfuerzo de contención. Deambulaba por el escenario tanto como Amina cuando estaba en trance.

Serena Sáenz estuvo encargada de dar vida a Lisa, que en esta ocasión abordó la segunda aria de este rol, de la que se suele prescindir por su dificultad en la coloratura. El resultado fue muy bueno. Posee un apreciable volumen de voz, gran facilidad para las agilidades y una juventud que le permite tener un amplio margen de mejora.

La mayor cualidad del Conde Rodolfo de Fernando Radó fue su buena presencia escénica, aunque se desenvolvió con cierta torpeza sobre el escenario. En la parte vocal su papel fue discreto.

A buen nivel estuvieron Isaac Galán como Alessio y, sobre todo, Gemma Coma-Alabert en el rol de Teresa.

Otro de los protagonistas importantes en esta obra de Bellini es el pueblo, representado por el Coro. Entra en escena desde el primer momento y se convierte en un intérprete principal. Sonó empastado, delicado, describiendo perfectamente con exquisita musicalidad toda la historia. Un personaje que no pierde protagonismo ni calidad en ningún momento.

Programando La sonnambula en navidad, el Teatro Real hace justicia con una obra que debería formar parte con más frecuencia del repertorio operístico. Una oportunidad para escuchar el mejor belcanto de uno de sus principales representantes, Bellini.

Texto: Paloma Sanz
Fotografías: Javier del Real/Teatro Real