Nabucco en el Teatro Real, casi un estreno

Nabucco
Nabucco en el Teatro Real, casi un estreno
Nabucco
Giuseppe Verdi (1813-1901)
Dramma lírico en cuatro actos
Libreto de Temistocle Solera, basado en la obra Nabuccodonosor (1836)
de Auguste Anicet-Bourgeois y Francis Cornu, y en el ballet Nabuccodonosor (1838) de Antonio Cortesi
Estrenada en el Teatro Alla Scala de Milán, el 9 de marzo de 1842
Estrenada en el Teatro Real el 27 de enero de 1853
Producción de la Opernhaus de Zürich, en coproducción con el Teatro Real
D. musical: Nicola Luisotti – Sergio Alapont (13, 16, 20 jul)
D. escena: Andreas Homoki
Escenógrafo: Wolfgang Gussmann
Figurinistas: Wolfgang Gussmann, Susana Mendoza
Iluminador: Franck Evin
Dramaturgo: Fabio Dietsche
D. coro: Andrés Máspero
Reparto: Nabucco: Luca Salsi, George Gagnidze, Gabriele Viviani, Luis Cansino;
Ismaele: Michael Fabiano, Eduardo Aladrén; Zacaria: Dmitry Belosselsky, Roberto y Tagliavini Alexander Vinogradov; Abigaille: Anna Pirozzi, Saioa Hernández y Oksana Dyka;
Fenena: Silvia Tro Santafé, Elena Maximova y Aya Wakizono; El Gran Sacerdote: Simon Lim y Felipe Bou; Abdallo: Fabián Lara y Anna Maribel Ortega

Nabucco se estrena en el Teatro Alla Scala de Milán, el 9 de marzo de 1842. Llegó a España muy pronto, en el Teatro de la Santa Creu de Barcelona en 1844 (aún no se había inaugurado el Liceu). Al frente del reparto estaba Antonio Superchi, uno de los barítonos más importantes de la época.

En Madrid se estrena apenas dos meses después en el Teatro Circo, con Giogio Ronconi, otro grande, en el rol de Nabucco. Desde 1844 hasta 1850, Nabucco estuvo en cartel casi todas las temporadas. Desde que se inauguran el Liceu en 1847 y el Teatro Real en 1850, se convierte en una de las obras más representadas y de mayor éxito. Siempre en cartel y siempre de la mano de los mejores intérpretes.

El 9 de febrero de 1871, Nabucco se representa por última vez en Madrid. Desde entonces, y a pesar de la enorme popularidad de esta obra, no había vuelto a subir al escenario del Real hasta ahora.

Cuando Verdi recibe el encargo de Nabucco, está pasando por uno de los peores momentos de su vida. Su mujer y sus hijos habían fallecido y estaba valorando la posibilidad de abandonar la música. Al principio rechaza el proyecto pero, tras pensar que puede ser la oportunidad para salir adelante, acepta el trabajo. Verdi no sabía que gracias a esta obra se convertiría en un héroe nacional.

Con tan solo doce días desde el primer ensayo al piano hasta el día del estreno, Verdi tiene que trabajar duro con una partitura que introduce varias novedades en su orquestación. La primera es la utilización de numerosos metales, como trompas y cornetas, elevando el volumen de sonido, algo que no era muy habitual en el resto de óperas. Como contrapunto al volumen de sonido, crea momentos de gran intimidad en las arias, como el sexteto de violonchelos que acompañan a Nabucco, o el aria de Abigaile, acompañada solo por un violonchelo y un corno inglés, creando uno de los momentos más sublimes d esta obra, junto a las intervenciones del coro.

Para este casi reestreno en el Teatro Real, se ha elegido la producción de la Opernhaus de Zürich, en coproducción con el propio Real. Al frente de la orquesta Nicola Luisotti, un maestro del repertorio verdiano que sabe mantener como nadie los equilibrios sonoros de la orquestación de una obra como esta.

La escenografía de Andreas Homoki y Wolfgang Gussmann es casi inexistente. Como la obra se divide en cuatro actos, y cada acto en dos cuadros, se hace muy difícil montar ocho escenografías diferente por lo que, según los propios directores de escena, “decidimos que la mejor manera de reflejar los cambios y que las escenas fluyeran y tuvieran continuidad era, simplemente, que no hubiera escenografía”. Y así es, bajo la presencia absoluta de un elegante color verde carroza, sobre el escenario solo aparece una especie de encimera de mármol gigantesca que se mueve generando los espacios en los que se desarrollan la acción. Lo único que viste la escena y la ambienta, son los figurines de Wolfgang Gussmann y Susana Mendoza, junto a la iluminación, siempre acertada, aunque muy oscura (algo que se ha puesto de moda) de Franck Evin.

Para las voces no se han escatimado esfuerzos, hasta cuatro Nabuccos participan en esta producción, Luca Salsi, George Gagnidze, Gabriele Viviani y Luis Cansino. Para Ismaele dos opciones, el siempre impecable Michael Fabiano y Eduardo Aladrén. A Zacaria le dan vida Dmitry Belosselsky, Roberto Tagliavini y Alexander Vinogradov.
Abigaille cuenta con la participación de Anna Pirozzi, Saioa Hernández y Oksana Dyka. Fenena corre a cargo de Silvia Tro Santafé, Elena Maximova y Aya Wakizono. Como grandes sacerdotes, Simon Lim y Felipe Bou. Y no podemos olvidar la participación del gran protagonista de esta ópera, el Pueblo, representado por el Coro Titular del Teatro, Coro Intermezzo que, en el momento de escribir esta crónica, ya ha tenido un primer bis en el estreno con “Va pensiero”. Y es que este coro, bajo la dirección de Andrés Máspero, demuestra por qué está entre los mejores del mundo y con todo merecimiento.

Un impresionante elenco de voces para elegir al gusto en esta obra para la que ha habido que esperar 151 años, pero que ha merecido la pena.

Con motivo de la Semana de la Ópera, los días 14 y 15 de julio, a las 21.00 horas, Nabucco podrá ser vista en una pantalla instalada en la Plaza de Isabel II (Plaza de Ópera) con dos repartos distintos. Habrá 1000 sillas disponibles para el público, por orden de llegada, hasta completar aforo.

El 15 de julio a las 21.00 horas, Nabucco será retransmitida gratuitamente en MyOperaPlayer para todo el mundo y en plazas, centros culturales, museos, auditorios y teatros de toda España.