Giuseppe Guarrera interpreta a Bach, Debussy, Ravel o Chopin en el Ciclo de Jóvenes Intérpretes Scherzo en los Teatros del Canal

Los Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid presentan el concierto del joven pianista italiano Giuseppe dentro del XVIII Ciclo de Jóvenes Intérpretes de la Fundación Scherzo el próximo 15 de octubre a las 20:30 en la Sala Roja.

En 2017 Giuseppe Guarrera obtuvo el segundo premio del Montréal International Competition junto con cinco premios más: Premio del Público, mejor recital de la semifinal, premios por su interpretación de obras de Bach, Chopin y varias otras obras obligatorias. Giuseppe nació en Sicilia, terminó sus estudios con el maestro Nelson Goerner en 2018, en la Academia Barenboim- Said de Berlín. Ese mismo año ganó un Galardón de la Fundación Tabor en la Academia del Verbier Festival, recibió una prestigiosa beca del Festival de Piano del Ruhr, a la vez que fue uno de los jóvenes pianistas seleccionados por el Young Classical Artists Trust (YCAT).

Destacan sus colaboraciones con la Orquesta Filarmónica Real de Liverpool, dirigida por Vasily Petrenko; la Orquesta Filarmónica Real; la Orquesta Sinfónica de Montreal, dirigida por Claus Peter Flor, y la Orquesta del Teatro La Fenice, dirigida por D. Kitajenko. Estrenó un nuevo concierto escrito por Benjamin Attahir con el Ensemble Pierre Boulez, dirigido por Daniel Barenboim, en el concierto inaugural de la Sala Pierre Boulez de Berlín. Giuseppe ha tocado en varios lugares de Europa: Studio Flagey de Bruselas, Fundación Louis Vuitton de París, Auditorio Sony de Madrid, Teatros La Fenice de Venecia y Giuseppe Verdi de Trieste, Universidad de Leeds, etc.

El Ciclo de Jóvenes Intérpretes, que realizan en colaboración la Fundación Scherzo y los Teatros del Canal, tiene como objetivo acercar a Madrid a los más destacados jóvenes pianistas nacionales e internacionales y potenciar la carrera de los intérpretes del futuro.

Por este ciclo han pasado la gran mayoría de pianistas españoles jóvenes de renombre; entre ellos se puede citar a Javier Perianes, Iván Martín, Alba Ventura, Judith Jáuregui, Juan Pérez Floristán o José Enrique Bagaría, entre otros. En cuanto a los pianistas foráneos, destacan nombres como Yuja Wang, David Kadouch, Kirill Gerstein, Betrand Chamayou, Alice Sara Ott, Behzod Abduraimov, Daniel Kharitonov o Francesco Piemontesi.

Salvo la Barcarola, única obra de Chopin con este nombre (secuencia ABA) que evoca de lejos cantos venecianos de gondoleros; salvo esa pieza, todo lo demás, hoy, es de comienzos del siglo XX o finales del anterior, un pianismo que cambia y deja atrás la carga romántica, demasiado humana y grandiosa. Así, el siglo XVIII lo transforma Busoni a partir de Bach en pieza del tránsito de su tiempo. Más aún en el Preludio y nocturno del visionario Scriabin, que compuso esta obra todavía en 1894, y que es poema y al mismo ejercicio solo para la mano izquierda.

Miroirs (1905) es uno de los cinco ciclos pianísticos de Ravel. En ellos, muestra cómo cambia y abre (se abre) perspectivos. Los Pájaros tristes de la segunda pieza son sobre todo pájaros abrumados, y los arpegios evocan un melancólico vuelo. Es una pieza lenta, una especie de lamento en el que también hay algo de ‘perpetuo’, “un re sostenido que se repite”. En Une barque sur l’océan la naturaleza ha dejado de ser humana, como el arte trata de dejar de serlo entonces. Alborada sugiere la serenata y la danza de un gracioso de comedia de capa y espada, ya entrado en años, ya torpe, algo ridículo en su ir por ahí de ronda. La guitarra da la serenata y marca la transición hacia o desde la danza, hacia o desde la copla.

El pianismo de Debussy es menos evocador que los títulos de las piezas. Pero ahí se produce la magia. Estas piezas, las Estampas, sugieren, evocan. El qué. Eso es mejor no concretarlo, que lo desarrolle cada cual. El gamelán de Java fue muy importante para Debussy: sonoridades, y sobre todo aquel timbre, el color, la escala pentatónica, mas también aquellas figuras rítmicas: comprendió Debussy que existían otras voces. Así, en Pagodas: percusiones con alturas, fuertes en ocasiones, delicadas, matizadoras: colores, colores. La Soirée dans Grénade es una habanera compleja, por decirlo así, y se nota desde el comienzo mismo en la propuesta de graves y agudos tan alejados, ritmo permanente, adorno, apoyo y desarrollo imprevisibles, ricos. A Falla le pasmaba esta pieza de Debussy, lo mismo que La Puerta del Vino. Nunca había estado Debussy en Granada, no tomó prestados motivos hispánicos, ni siquiera visitó España. Siempre la soñó. Jardins sur la pluie tiene base lejana de canción infantil, es una toccata para correr con las manos por el teclado. Es, si acaso, más lluvia que jardines: por los jardines pasamos a toda velocidad.

La Séptima Sonata de Prokófiev es la segunda las tres llamadas “sonatas de guerra”, y pudo pasar como expresión de rabia y de lucha contra el invasor nazi. Va de un Allegro inquieto, a menudo furioso, hasta un Precipitato (esto, es caída en el vacío). En el Allegro inquieto hay pasajes en calma aparente en una Andantino interior, amenazador y acre. Un Allegro cierra el movimiento, aunque parece más bien una coda que un regreso del tema. El movimiento central, Andante caloroso, es de una calma cantabile que ahora no tiene disfraz. Hay canto, por momento el de un nocturno chopiniano. Hay una tocata que apenas se permite un acelerando concreto. Y llega la página de precipitación, para virtuosos, tres minutos y medio para, con una base rítmica endiablada (7/8), con tres bloques temáticos distintos.
Santiago Martín Bermúdez, crítico musical, y patrono de la Fundación Scherzo