Peter Grimes, de Britten, triunfa en el Palau les Arts de Valencia

Peter Grimes, de Britten, triunfa en el Palau les Arts de Valencia

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Las cinco representaciones de Peter Grimes que han tenido lugar en el Palau de les Arts, se han saldado con un importante triunfo, debido a la excelente conjunción de escenografía, dirección escénica, un magnífico rendimiento orquestal, magníficas prestaciones de las voces solistas, bien complementadas por unas notables intervenciones del resto de interpretes que componen el extenso reparto de esta ópera. Y, sobre todo, una muy brillante actuación –como siempre- del Coro de la Generalitad Valenciana, verdadero protagonista de la obra. Destacar, el interés del Palau de les Arts, por alternar títulos del repertorio más tradicional, con otros como este Peter Grimes, que se complementa con otras dos óperas de Britten: El sueño de una noche de verano y Otra vuelta de tuerca, representadas en pasadas temporadas. Sin duda, en el transcurso de estas representaciones de Peter Grimes, el interés del público por asistir a ellas ha ido en aumento, sobre todo por la excelente acogida que tuvo la primera de las funciones.

Edward Benjamin Britten, Baron de Britten (Lowestoft, Condado de Suffolk, Inglaterra, 22 de noviembre de 1913 – Aldeburgt, Condado de Suffolk, 4 de diciembre de 1976) fue uno de los músicos más importantes y singulares del Siglo XX, con una importante producción sinfónica, concertística y sobre todo de óperas con trece títulos, que le sitúan como un gran compositor del género, durante el pasado siglo, junto a Richard Strauss, Leos Janacek y Giacomo Puccini. Peter Grimes surgió como encargo de Sergei Koussevitzky, director de la Orquesta Sinfónica de Boston, durante la estancia de Britten en EEUU, entre 1939 y 1942. Con un libreto de Montagu Slater a partir del poema The Borougt (El Pueblo) de George Crabbe, donde también intervinieron de manera importante, el propio Britten junto al tenor Peter Pears (colaborador y compañero sentimental de Britten) para quien estaba destinado el papel de Peter Grimes. El estreno tuvo lugar en el londinense Teatro Sadler’s Wells el 7 de junio de 1945, solo un mes después de concluida la Segunda Guerra Mundial. A la euforia del triunfo conseguido por Britten y Pears, se añadió el orgullo que representaba el nacimiento de una nueva ópera inglesa, la primera desde la muerte Henry Purcell en 1695 o desde la última obra teatral de Häendel en 1741. Peter Grimes es un pescador solitario, soñador y a la vez primitivo y brutal, totalmente marginado por el entorno social donde habita, y al que solo tratan y respetan la maestra del pueblo Ellen Orford, enamorada de él y el capitán Balstrode, viejo marino ya jubilado. Grimes a perdido de manera sucesiva y accidental a tres de sus grumetes, lo que le conduce a la locura y a un trágico final. Britten trató un tema recurrente en la mayoría de sus óperas: el drama de personajes marginales enfrentados a una sociedad hostil, hipócrita y cruel que acaba exterminándolos. Musicalmente es una obra prodigiosa, plena de imaginación, ingenio y eclepticismo, en el que se dan la mano influencias diversas: Verdi, en la fusión de orquesta, voz y situación dramática; Debussy, Mahler y Richard Strauss, en la pintura armónica y el colorido orquestal; Stravinsky, en la imponente fuerza rítmica; Puccini, sobre todo de su Fanciulla del West. También, cabe señalar ciertas influencias de la Lady Macbeth de Dimitri Shostakovich, quien fue gran amigo de Britten, dedicándole su Sinfonía nº 14. En su estructura formal, se muestran las claras divisiones entre recitativos, arias, dúos y números de conjunto, con una unidad dramática admirable y un protagonismo orquestal que agita la tensión dramática y une las siete escenas de la ópera con seis interludios sinfónicos de poderoso efecto.
Después de sus primeras funciones londinenses, y en solo tres años, Peter Grimes se estrenó en Estocolmo, Amberes, Zurich, París, Milán, Nueva York y Los Ángeles. Su muy tardío estreno en España tuvo lugar en el Teatro de La Zarzuela de Madrid en 1991 y posteriormente fue representada en el Teatro Real de Madrid, en 1997. Después de su fuerte impulso inicial, la ópera fue representada escasamente en los años cincuenta del pasado siglo. A partir de 1963, volverá al escenario de su estreno en el londinense Teatro Sadler’s Wells, dirigida por Colin Davis, quien se convertirá desde entonces y durante más de cuarenta años, en el gran avalista de Peter Grimes. Existen diferentes grabaciones tanto en CD como DVD, que permiten una aproximación a esta ópera. En 1958, se realizó la primera grabación de estudio para el sello DECCA, con la Sinfónica de Londres dirigida por el propio Benjamin Britten y un excelente Peter Pears como Peter Grimes. En 1969, la BBC realizó una filmación, magníficamente ambientada, con dirección de Brian Large, en la actualidad comercializada en DVD por DECCA, de nuevo con Britten al frente de la Sinfónica de Londres, el Coro Ambrosiano y un Peter Pears, que une a su gran actuación vocal una extraordinaria creación escénica, junto a la Ellen Orford, magníficamente interpretada por la soprano Heather Harper, quien durante bastantes años será el autentico referente de este personaje. El tenor canadiense John Vickers interpretó por primera vez Peter Grimes, en enero de 1967, en el Metropolitan de Nueva York, con dirección musical de Colin Davis, convirtiéndose desde entonces, en un papel esencial de su repertorio, llegando a interpretarlo durante el resto de su carrera, en más de cien funciones, en los grandes teatros de todo el mundo. La creación de Vickers resulta excelente en el plano vocal, exhibiendo un contrastado e incisivo fraseo y dotando a su actuación de gran expresividad, resaltando la faceta salvaje y enloquecida del personaje. Vickers realizó una grabación de estudio para el sello PHILIPS, en 1978, junto a Heather Harper, con dirección de Colin Davis al frente de la Orquesta del Covent Garden. Existe una toma en video comercializada en DVD por WARNER MUSIC, de 1981, realizada en el Covent Garden, de la famosa producción con dirección escénica de Elijah Moshinsky y musical de Colin Davis, donde Vickers realiza una creación antológica de Peter Grimes, de nuevo en compañía de Heather Harper. Peter Pears o John Vickers, son los más grandes Peter Grimes de la historia, sus creaciones son muy diferentes pero complementarias para dar una imagen completa de ese complejo personaje.

En estas funciones valencianas se ha utilizado la histórica producción de 1994, para el Théâtre de Monnaie de Bruselas, dirigida por Willy Decker, que ya pudo verse en el Teatro Real de Madrid en 1997. En esta reposición han sido François de Carpentries y Rebekka Stanzel, los responsables de la dirección escénica, con excelentes resultados. La sencilla escenografía consta de un suelo en pendiente donde se mueven unos grandes paneles que van acotando los diferentes espacios: la Iglesia, la cabaña de Grimes; y, la lúdica taberna, con tonalidades rojas que le dan un inquietante aspecto, realzado por la magnífico diseño de iluminación de Trui Malten, sobre todo cuando se abre la puerta y una gran sombra distorsionada de Grimes se proyecta sobre la pared, con un tono claramente expresionista. Y, sobre todo, ese fondo marino, más intuido que visualizado, que domina toda la obra. En esta escenografía juegan un papel muy importante los numerosos figurantes (protagonistas y miembros del coro) que se mueven sobre el escenario en compactos grupos, dando auténtico realce al desarrollo de la acción dramática. Resaltar escénicamente toda la parte final de Acto II, donde, se van mezclando espacios visibles con otros en off: la comitiva que se forma a la puerta con todos los notables del pueblo, conducida por el arriero Hobson tocando el tambor, en dirección a la cabaña de Grimes, y que desaparece de escena, donde solo quedan, en un primer plano, cuatro mujeres: La tabernera Auntie, sus dos sobrinas y Hellen Orford; y, al fondo del escenario pueden verse ascender a derecha e izquierda las oscuras siluetas, a modo de aves de rapiña de otras mujeres, que finalmente conforman un oscuro y acechante grupo, que actúa como contrapeso al de las cuatro mujeres situadas en primer plano perfectamente visibles. La acción dramática continua en el arranque del Acto III, en otro espacio visible: la cabaña donde se encuentran Peter Grimes y su grumete, quienes comienzan a escuchar el sonido de tambor que anuncia la llegada de la comitiva antes citada, lo que produce gran alteración a Grimes, quien obliga al grumete a bajar hacia el mar por un acantilado, donde acaba despeñándose; Grimes va a auxiliarlo (otra escena en off.) quedando la cabaña vacía, en la que irrumpe la comitiva, ya de nuevo visualizada. Destacar también, el impresionante final de la primera parte del Acto III, muy bien resuelta escénicamente, mostrando a una vociferante y enloquecida multitud, en compacto grupo, que pretende linchar a Grimes. En suma, una magnífica escenografía de John Macfarlane, también responsable del diseño de vestuario (a base de colores negros y rojos) adecuado al tiempo –hacia 1830- en que se desarrolla la acción.

La Orquesta de la Comunitat Valenciana brilló a gran altura, dirigida por el norteamericano Christopher Franklin, a quien se le puede reprochar no cuidar debidamente las dinámicas, con propensión a ofrecer, por momentos, una línea sonora un tanto plana, utilizando en demasía los sonidos en forte. Ello se puso de manifiesto, sobre todo en los grandes “tutti orquestales”, donde se percibía cierta dificultad en la diferenciación de planos sonoros, con preponderancia de los metales sobre el resto de las secciones. Ello no es óbice para destacar el magnífico rendimiento de todas las secciones orquestales, con una magnífica cuerda, y el gran lucimiento de diferentes instrumentos, sobre todo en esos preciosos “Interludios marinos”: en el primero de ellos “Dawn (El Alba)” a modo de preludio del Acto I, de naturaleza descriptiva, donde brilla de sobremanera el sonido de las flautas y de los violines en registro agudo (muy presente durante el desarrollo de toda la escena primera del Acto I) que sugiere el vuelo y los gritos de las gaviotas o la conjunción de clarinetes, violas y arpa para mostrar el fluir de las olas. En el cuarto interludio el famoso “Passacaglia”, situado entre las dos escenas del Acto II, con las destacadas intervenciones de los metales en conjunción con la cuerda, y de las trompas junto al arpa o ese brillantísimo final donde confluyen el sonido de viola y celesta que va desvaneciéndose hasta desaparecer. Muy brillante la ejecución del quinto interludio “Moonligh (Claro de luna)” con el que comienza el Acto III, con ese imponente sonido de la cuerda a modo de marcha fúnebre donde se insertan, por momentos, flautín y flauta y se van incorporando los metales en un gran crescendo, para concluir con el sonido conjunto de xilófono y arpa. Destacar también, en la conclusión del Acto II, el sonido conjuntado de fagots y celesta. Impresionante sonido orquestal en conjunción con el coro, en el concertante con el que concluye la primera escena del Acto III.

Gregory Kunde interpretaba por segunda vez Peter Grimes, la primera fue en la Ópera de Roma en 2013, y su prestación resultó muy notable en el plano vocal y sobre todo en el dramático, penetrando en la psicología de este complejo personaje. Muy bien en su soliloquio del Acto II “Now the Great Bear (Ahora la Osa Mayor)” donde, mirando a las estrellas, medita sobre su desgraciado destino. Interpreta de manera notable en el Acto II el aria “In dreams l’ve built (En mis sueños había construido)” donde alterna momentos de gran lirismo, con esas típicas inflexiones muy puccinianas, con otros donde el canto adquiere agresividad y violencia. Y, está muy brillante, con una muy matizada y teatral interpretación, de su soliloquio final “Steady! There you are……What harbour scheters peace (¡Calma! ¡Estás aquí!……¿En que puerto es posible encontrar la paz?)” Donde ya, completamente enloquecido piensa, de nuevo, en ese triste destino del que no puede escapar, y acaba sollozando y lleno de desesperación. Kunde está magnífico en los dúos Ellen Orford: el que interpretan a cappella, en el Prólogo, lleno de esperanza, donde ambos hacen planes de futuro, con una delicada línea de canto; y, sobre todo, el del Acto II, donde contrastan la serenidad y cordura de Ellen con el comportamiento violento e irracional de Peter. Notable su interpretación en el gran dúo del Acto I, con el capitán Balstrode (bien interpretado por el barítono Robert Bork) donde Grimes manifiesta todos su sueños y esperanzas y las grandes contradicciones de su personalidad, en contraste con la visión realista y atinada de Balstrode, quien con sus consejos a Grimes, muestra el gran aprecio que siente por él. La soprano norteamericana Leah Partrigge muestra ciertas carencias en los registros grave y central, pero está en posesión de unos excelentes agudos y de la gran teatralidad que confiere a su interpretación. Está magnífica en su enfrentamiento con la multitud, en el Acto I, y realiza una magnífica y matizada interpretación con una exquisita línea de canto, en su aria del Acto III “Embroidery in chilhood (cuando era pequeña)”, seguida del dúo con Balstrode. Destacar también su gran interpretación en el precioso cuarteto –una aguda reflexión del papel de las mujeres en su relación con los hombres- con la tabernera Auntie (discretamente interpretada por la mezzo Dalia Schaechter) y sus dos sobrinas bien interpretadas por las sopranos Giorgia Rotolo y Marianna Mappa, ambas pertenecientes al Centro de perfeccionamiento Plácido Domingo. Rosalind Plowright realizó una importante carrera como soprano en los años setenta y ochenta del pasado siglo, aunando una buena vocalidad y una magnífica presencia escénica. Aquí como mezzo y sensiblemente envejecida, realiza una notable interpretación de la chismosa y malévola Mrs. Sedley. Bien el resto del extenso reparto.

Mención especial merece el Coro de la Generalitad Valenciana, brillando a un altísimo nivel durante sus numerosas intervenciones a lo largo de toda lo ópera. Cabe destacar su interpretación en el transcurso de la primera escena del Acto I, y que, en una perfecta estructura simétrica, también cierra la ópera, cuando Ellen Orford y el Capitán Balstrade, después de la tragedia, vuelven a integrarse en la dinámica de la comunidad. En fin, un excelente Peter Grimes.