«Los gavilanes» en el Teatro de la Zarzuela con versión escénica de Mario Gas

Los gavilanes

El tiempo corre siempre más de lo deseado. Tanto, que al fin pasan las décadas sin que siquiera podamos reparar en ello. En torno a esto, a la tenacidad que el calendario tiene en desprenderse de lo que somos y de lo que fuimos, discurre la historia transatlántica de ‘Los gavilanes’. Las consecuencias de esa tan predecible carrera frente a la vida: la nostalgia obstinada, el instinto profundo de amar lo aún joven –que conduce a cometer locuras–, la imperiosa necesidad de burlar a toda costa y sin éxito las secuelas de la vejez, lo que por naturaleza ha de ser, todo ello es protagonista de primer orden en este clásico absoluto del género compuesto por Jacinto Guerrero con libreto de José Ramos Martín. Y veinte volátiles años son, precisamente, los que han transcurrido desde la última vez que la obra subió al escenario del Teatro de la Zarzuela. El mismo donde nació en 1923, hace ahora casi un siglo, y al que a partir del 8 de octubre regresará en una nueva producción con dirección de escena de Mario Gas, cuya belleza y originalidad sin duda a nadie dejarán indiferente. Serán 13 funciones, hasta el 24 de octubre, en las que los espectadores podrán disfrutar de un título que con todas las de la ley forma parte de nuestro más profundo arraigo popular.

Con ‘Los gavilanes’, el maestro Jacinto Guerrero llevaba a efecto su primera y feliz incursión en la zarzuela grande. El compositor toledano fue un creador moderno que se situó entre los grandes zarzuelistas de finales del XIX y los últimos autores de comedias y dramas líricos del XX; sus éxitos fueron abundantes y continuados en España y América, y estos “gavilanes” se han erigido siempre como una de sus grandes bazas creativas a la que a lo largo de los años las compañías de zarzuela y los teatros han recurrido como garantía para sanear sus cuentas a base de éxitos.

El público la adora, los aficionados la esperan como agua de mayo; y si la ocasión llega de la mano de un equipo artístico y unos repartos como los de la propuesta que presenta el Teatro de la Zarzuela para abrir la temporada escénica 2021/2022, se multiplica el interés por regresar a la incierta localidad del sureste de Francia donde sucede la historia, o por viajar a ella por primera vez.

Belleza y originalidad

El maestro Jordi Bernàcer, director residente durante tres temporadas en la Ópera de San Francisco y reclamado de forma continuada en las temporadas de los prestigiosos teatros y festivales internacionales, subirá al podio del foso al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, ORCAM –Titular del Teatro–, del Coro Titular del Teatro de la Zarzuela cuyo director es Antonio Fauró y de dos brillantes repartos en los que participan muchas de nuestras mejores voces líricas jóvenes y veteranas.

El planteamiento escénico de este bello y original montaje dirigido por Mario Gas, hombre decididamente imprescindible en nuestra escena de las últimas décadas, traslada la acción desde mediados del XIX a los años 20 del pasado siglo (justamente los del estreno de la obra); y Gas lo argumenta explicando que esa época es “un tiempo estéticamente atractivo y que coincide con el retorno de las últimas oleadas de indianos que marcharon a hacer las américas a mediados y finales del XIX. Una época conflictiva y premonitoria.”

Junto al escenógrafo Ezio Frigerio, la oscarizada figurinista Franca Squarciapino, el iluminador Vinicio Cheli, historia viva y renovadores todos ellos del teatro del último medio siglo, y con el diseño audiovisual del afamado Sergio Metalli y el movimiento escénico de Carlos Martos de la Vega, Mario Gas explica que ha transitado “por un mundo alejado del ruralismo paisajista y naturalista para adentrarnos en elementos neofigurativos, pictóricos, inspirados en esos años veinte y contrastados con estructuras fuertemente constructivistas. El hierro, el miedo detrás de la sonrisa, tiempo de entreguerras… ¡fascinante!”.

Inagotable tradición

A lo largo de los casi cien años transcurridos desde el estreno de ‘Los gavilanes’, muchos han sido los intérpretes que han vestido una y otra vez los ropajes de Juan, Adriana, Gustavo o Rosaura en esa aldea sin nombre de la Provenza francesa.

Y en este punto, siguiendo esa inagotable y fértil tradición, llegamos a quienes ahora llenaran de propósitos y voz a los personajes surgidos de la pluma del dramaturgo José Ramos Martín, libretista también de Chapí, Vital Aza, Arrieta o Giménez.

La obra, como más arriba se ha reseñado, habla de emigración, del paso del tiempo, de los amores jóvenes y de los amores olvidados. Y todo ello volverá a cobrar vida en la piel y la garganta de los barítonos Juan Jesús Rodríguez y Javier Franco, que interpretan al indiano Juan que regresa de América a su aldea querida con una gran fortuna después de más de veinte años de duro trabajo; las mezzosopranos María José Montiel y Sandra Ferrández, que dan vida a Adriana, antiguo amor de Juan, causante de su marcha y hoy viuda, que se vio abocada a desposarse con otro hombre a causa de la pobreza y de las ambiciones irrefrenables de Leontina, su madre; las sopranos Marina Monzó y Leonor Bonilla, que harán las veces de Rosaura, hija de Adriana de la que Juan queda prendado al ver en ella la imagen viva de su madre joven; los tenores Ismael Jordi y Alejandro del Cerro, que encarnarán al joven Gustavo, que bebe los vientos por Rosaura, y de quien ella  también está prendada; el actor y cantante Lander Iglesias, como alcalde de la aldea y antiguo compañero de correrías de Juan, al igual que el personaje de Triquet, sargento de gendarmes que interpreta el también actor y cantante Esteve Ferrer; la actriz Ana Goya, que asume el rol de Leontina, la anciana madre de Adriana que vuelve a encender la mecha del odio con tal de, ahora, aprovecharse de la riqueza de ese Juan trastornado por un falso e imposible amor hacia su nieta; la también actriz Trinidad Iglesias, que viste la piel de Renata, esposa de Camilo y cuñada de Juan; el barítono Enrique Baquerizo, en la historia Camilo, hermano de juan y marido de Renata; o la mezzosoprano Mar Esteve y la soprano Raquel del Pino, como Nita y Emma, hijas de Renata y Camilo y sobrinas de Juan.

Todos ellos reviven teatralmente las ilusiones que surgen cuando el indiano Juan vuelve rico y poderoso. Pero también reflejan los temores que afloran cuando ese mismo individuo enloquece por un deseo irracional, una locura que a todos afecta. Y es que poco a poco las mentiras e hipocresías de la naturaleza humana van brotando en los diálogos y cantos de estos aldeanos que, como animales, están al acecho del gavilán traidor que les roba y ofende.

Inspiración melódica. Frescura, sencillez, rigor

Y en lo musical, el acabose. El maestro Jordi Bernàcer, resalta que “el valor a destacar de la música de Guerrero reside en su espléndida inspiración melódica, en su capacidad de concebir frases sencillas que, desde el instante mismo de la primera escucha, van a quedar fijadas para siempre en los más íntimos recovecos de nuestra memoria”. De ahí la formidable acogida que obtuvo ‘Los gavilanes’ en su estreno hace casi cien años, un éxito que perdura hasta la actualidad. El director de orquesta explica que “al poner hoy sobre el atril la partitura de Guerrero, nos encontramos ante el reto de descifrarla poniendo de relieve su frescura y sencillez, y hacerlo con todo el rigor que él nos propuso y merece”.

Para ir abriendo boca, ya se pueden disfrutar en YouTube y Facebook la conferencia impartida por el musicólogo Mario Lerena y un nuevo capítulo de la serie ‘Viaje por la zarzuela’, con una distendida conversación entre Jordi Bernàcer, Mario Gas, Juan Jesús Rodríguez y María José Montiel.