Éxito de Ekaterina Semenchuk en el Ciclo Lied del Teatro de la Zarzuela

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El programa de mano de este segundo recital del Ciclo de Lied, organizado a la limón por el Teatro de la Zarzuela y el Centro Nacional de Difusión de la Música, contiene un delicioso artículo de la musicóloga Cristina Aguilar que empieza así:” Nunca la melancolía Constituyó una seña de identidad nacional tan clara como en Rusia. Fiódor Dostoievski sostenía: «Los hombres realmente grandes deben experimentar, a mi entender, una gran tristeza»”.

Y ha sido Ekaterina Semenchuk (Minsk, 1976) y su pianista acompañante Semjon Skigin los encargados de transmitir esa carga melancólica rusa descrita tan acertadamente por Dostoievski. Lo hacía con un repertorio muy poco frecuente en este ciclo de Lied, algo que se agradece. Tampoco se puede decir que sea su repertorio habitual, pero sin duda demuestra un dominio absoluto a la hora de ejecutarlo. Un programa dividido en dos partes de temáticas diferentes. Unas  obras de carácter más popular en la primera parte con música de Nikolái Rimski-Kórsakov, César Cui, Mili Balákirev, Aleksandr Borodín y Modest Músorgski. Y una segunda parte cargada de romanticismo y dedicada exclusivamente a Piotr Ilich Chaikovski.

Muchas son las cualidades vocales de esta mezzosoprano bielorrusa. Emite con la misma naturalidad y facilidad las notas más graves como las agudas y se recrea en un registro central poderoso. Todo en un perfecto equilibrio y solvencia. Tampoco le falta teatralidad, sobre todo en alguna de las propinas con las que obsequió al público de manera muy generosa. Sea cual sea el repertorio, Ekaterina Semenchuk lo solventa de manera impecable y con una seguridad en cada uno de los terrenos que pisa que no deja de sorprender.

Acompañada al piano por Semjon Skigin, uno de los máximos representantes de la legendaria escuela de piano de San Petesburgo. Debutaba en este Ciclo de Lied con una técnica y maestría impresionantes.

Altísimo el nivel del Ciclo de Lied que continúa el el 12 de noviembre con el bajo Franz-Josef Selig, acompañado al piano por Gerold Huber. ¡Imprescindible!