La Aida de las grandes ocasiones en el Teatro Real

Aida
AIDA
Música Giuseppe Verdi (1813-1901)
Libreto de Antonio Ghislanzoni, basado en un guion (1869) de Auguste Mariette y Camille du Locle
Estrenada en la Ópera de El Cairo el 24 de diciembre de 1871
Estrenada en el Teatro Real el 12 de diciembre de 1874
Producción del Teatro Real
En coproducción con Abu Dhabi Festival, basada en la original del Teatro Real de 1998
D. musical: Nicola Luisotti
D. de escena, escenógrafo y figurinista: Hugo de Ana
Iluminador: Vinicio Cheli
Coreógrafa: Leda Lojodice
Diseñador de proyecciones: Sergio Metalli
D. del coro: Andrés Máspero
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
Reparto 26 de octubre de 2022: Deyan Vatchkov, Sonia Ganassi, Roberta Mantegna, Jorge de León, Simón Orfila, Gevorg Hakobyan, Jacquelina Livieri y Fabián Lara

El Teatro Real celebra siempre por todo lo alto cualquier fecha digna de serlo. Algo que se agradece, siempre,, y más en estos tiempos algo oscuros. En esta ocasión la excusa es que se cumplen 25 años desde su reapertura. Por tal motivo abre la temporada un clásico para este Teatro, la Aida de Hugo de Ana. Una de sus producciones fetiche, que ya se repuso en 2018 y que está basada en la original que el Teatro Real estrenó en 1998.

Aida fue una de las últimas composiciones de Verdi, después de Don Carlo y antes de sus dos últimas obras, Otello y Falstaff. En aquel momento el compositor italiano había reunido ya la fortuna y fama suficiente para poder elegir entre los encargos que le llegaban, rechazando muchos de ellos.

Uno de esos encargos fue el de Ismail Pachá, una especie de gobernador egipcio, amante de la cultura europea, especialmente de la ópera italiana, que tenía el capricho de construir un teatro de ópera en El Cairo. Para la inauguración de la que sería la Ópera Real del Cairo, había encargado que se contratase a uno de los más importantes compositores del momento, ofreciendo para ello la cantidad de 150.000 francos de la época. El motivo de la obra estaba claro, debía tener como protagonista Egipto, pero a Verdi no terminaba de convencerle.

Uno de los colaboradores contratados para el proyecto, el director de la Ópera Cómica de París, Camille Du Lucle, hizo llegar a Verdi parte del argumento de Aida en el que había participado Auguste Mariete, uno de los llamados padres de la egiptología. A Verdi le gustó la historia que le proponía Du Lucle y decidió aceptar el encargo eligiendo para elaborar el libreto definitivo a Antonio Ghislanzoni. Una de las primeras decisiones que tomó el compositor sobre el libreto fue la de sustituir la letra T, de Aita, por la A de Aida, para facilitar la dicción de los cantantes.

El estallido de la guerra Franco-Prusiana impidió que la escenografía y vestuario, fabricado en París, llegase a tiempo para el estreno. En su lugar, la inauguración de la Ópera Real del Cairo se llevó a cabo con una producción de Rigoletto. No fue hasta meses después, concretamente el 24 de diciembre de 1871, cuando se pudo estrenar Aida con algunos de los mejores intérpretes de la época, Antonietta Pozzoni Anastasi, como Aida, Eleonora Grossi, como Amneris, Pietro Mongini, como Radamés, Francesco Steller, como Amonasro y Paolo Medini, como Ramfis. La escenografía resultó fastuosa y estuvo firmada por Philippe Chaperon, Edouard Despléschi, Jean Baptiste Lavastre y Auguste Rubé.

El éxito de este estreno no fue disfrutado por Verdi, que no asistió. No soportaba los viajes en barco. Pero si saboreó el triunfo dos meses después en la Escala de Milán. En el que tuvo que salir a saludar hasta en 32 ocasiones. En su estreno italiano la protagonista fue la soprano Teresa Stolz. Seguro que no influyó en esta decisión que la Stolz fuese la amante de Verdi en aquellos momentos.

Desde entonces son muchas las Aidas que han protagonizado una de las ópera más conocidas y representadas del repertorio. Y muchas las escenografías, a cual más espectacular, que han dirigido los mejores escenógrafos. Precisamente una de las, se puede decir cualidades, de esta ópera es que no puede ser pasto de las versiones de algunos directores de escena. Su localización en un lugar y en una época muy concreta, hacen muy difícil su descontextualización.

La escenografía de Hugo de Ana es de largo recorrido y tiene una gran capacidad para admitir cambios y actualizaciones. Madura con los años y sabe aprovechar los recursos tecnológicos más novedosos. Se han incorporado nuevas proyecciones, a cargo de Sergio Metalli, que realzan la trama y la dramaturgia de los figurantes. Todos los detalles están cuidados al máximo, tanto en los elementos escénicos como en el vestuario y los espectaculares maquillajes. Y todo ello, potenciado por la iluminación de Vinicio Cheli. El resultado final ha ganado en elegancia, prescindiendo de elementos que oscurecían y pesaban en la producción anterior.

A la limpieza sobre el escenario ha contribuido la simultaneidad de los figurines y bailarines en escena con las proyecciones de esos mismos personajes. Creando escenas de gran teatralidad con sus lentos movimientos.
En esta ocasión los entreactos has discurrido de manera fluida, gracias a la rapidez en los cambios y a la entretenida belleza de los telones, por lo que el ritmo de la obra no se ha perdido en ningún momento.

Nicola Luisotti ha vuelto a estar al frente de la orquesta. Profundo conocedor del compositor y del tema de la obra, sabe extraer de la orquesta los sonidos más destacados y voluminosos, que no son pocos en Aida. Pero los mejores momentos llegaron en las narraciones musicales más delicadas. La obertura inicial, los preludios del II y III acto y sobre todo el final, donde la tensión dramática de las cuerdas resume todos los colores que Verdi utiliza en la orquesta para describir los momentos más íntimos. Y son estos momentos los que marcan la diferencia de calidad de la obra, frente al volumen de las marchas.

En la parte vocal el público puede elegir entre tres repartos. El personaje principal de Aida ha sufrido algunos ajustes por la cancelación de María Agresta y será interpretada por Krassimira Stoyanova, Anna Netrebko, Roberta Mantegana y Vittoria Yeo. También cuenta con un magnífico reparto para Radamés, Piotr Beczala, Yusif Eyvazov y Jorge de León.

La ahora soprano Roberta Mantegana ha sido una Aida de canto fluido pero algo falto de equilibrio. Su zona central es poderosa, pero tiene dificultades cuando llegan los agudos, se nota su paso por la cuerda de mezzo. Ha ido de menos a más y ha compuesto un personaje con carácter en el primer acto, que iba creciendo en delicadeza y romanticismo con la historia.

Como Amneris estaba prevista la actuación de mezzosoprano georgiana Ketevan Kemoklidze, pero por un cambio de última hora fue Sonia Ganassi la encargada de afronta un rol en el que no pareció encontrarse muy cómoda. Buena dramatización, pero no parece que la princesa egipcia forme parte de su repertorio habitual.

El Radamés de Jorge de León fue correcto. Mejoró con el desarrollo de la obra, nunca es fácil abordar una de las arias más complejas del repertorio nada más salir a escena. Tampoco ayudó un vibrato que ensució un poco sus primeras intervenciones. Resolvió bien los momentos de mayor delicadeza como el final de la obra.

El barítono armenio Gevorg Hakobyan estuvo muy acertado en su rol de Amonasro, tanto en lo vocal como en la parte interpretativa.

El Ranfis de Simón Orfila vibró en exceso en algunos momentos, pero su voz tiene gran presencia en cuanto a volumen y timbre y muy buenas cualidades para el personaje. También su presencia escénica, acentuada por el maquillaje, compusieron un Ranfis con mucha personalidad.

El rey de Egipto estuvo interpretado por el bajo búlgaro Deyan Vatchkov. No tuvo una buena actuación, parecía que en cualquier momento se iba a quebrar su voz, que no parecía suficiente para un rey.

El resto de comprimarios estuvo a muy buen nivel, Fabián Lara como Mensajero y la soprano Jacquelina Livieri como Sacerdotisa.

Otro personaje importante siempre en las obras de Verdi es el Coro, que en Aida tiene una presencia muy importante y que tuvo momentos de mucha inspiración y emoción. Y son además buenos actores.
Un buen inicio de temporada para el Teatro Real con una de las grandes obras del repertorio.