La Dolores vuelve al Teatro de la Zarzuela

La Dolores

La Dolores
Drama lírico en tres actos
Tomás Bretón (1850-1923)
Libreto: Tomás Bretón, basado en el drama rural de José Feliú y Codina
Estrenado en el Teatro de la Zarzuela, el 16 de marzo de 1895
Nueva producción del Teatro de la Zarzuela
D. musical: Guillermo García Calvo
D. escena: Amelia Ochandiano
Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda
Vestuario: Jesús Ruiz
Iluminación: Juan Gómez Cornejo (AAI)
Coreografía: Miguel Ángel Berna
Orquesta de la Comunidad de Madrid (Titular del Teatro de la Zarzuela)
Coro Titular del Teatro de la Zarzuela, Director: Antonio Fauró
Coro de Voces Blancas Sinan Kay, Dirección: Mónica Sánchez
Rondalla Lírica de Madrid «Manuel Gil»
Reparto: Saioa Hernández, Jorge de León, José Antonio López,
María Luisa Corbacho, Rubén Amoretti, Javier Tomé, Gerardo Bullón

Se ha esperado 85 años para volver a ver en el Teatro de la Zarzuela La Dolores, del maestro Tomás Bretón, del que se cumple el centenario de su fallecimiento. Es esta una forma extraordinaria de rendir homenaje a quien, desde su puesto de director del Real Conservatorio de Música de Madrid, trabajó en pro de la modernización de los estudios de música en España.

Se estrenó en este teatro el 16 de marzo de 1895, con gran éxito, nada menos que 63 representaciones. El libreto y la música son del propio Bretón, y está basado en un drama rural de José Feliú y Codina. Inicialmente se iba a estrenar en el Teatro Real, pero el empresario quería que Bretón escribiese el libreto en italiano, cosa a la que el compositor se negó. Finalmente Bretón se decidió por el Teatro de la Zarzuela.

Bretón ha sido siempre más conocido por sus zarzuelas que por alguna de sus óperas, como es el caso de La Dolores. De hecho, el que La verbena de la Paloma, que se había estrenado un año antes, tuviera mucho más éxito que La Dolores, entristeció al compositor.

La Dolores es el enésimo intento de desarrollar el género operístico en España, y está influenciada por el momento verista que recorría Europa y que tenía en Carmen, de Bizet, uno de sus máximos exponentes. En ambas obras, la protagonista atrae el interés de numerosos hombres y terminan de manera trágica.

Una de las diferencias de la ópera de Bretón con las que se escribían de similar factura, es la dificultad de encajar en la partitura a cinco personajes principales, en lugar del tradicional triángulo amoroso.

Se trata de una obra muy española. Basada en una historia tradicional que se contaba en Aragón y de su protagonista, La Dolores. Está llena de elementos folclóricos, como pasacalles, una soleá o la más popular jota aragonesa. El resto de la partitura es de gran complejidad. Con evocaciones wagnerias, típicas también de la época, y con una métrica y un ritmo que no resultan fáciles ni para los cantantes ni para la orquesta.

Por esta razón se requieren voces de importancia, para responder a la dificultad de la partitura. Es necesario tener un buen registro central y gran capacidad dramática.

El rol principal ha estado a cargo de Saioa Hernández, que ha defendido perfectamente la difícil tarea de interpretar a la protagonista. Posee un potente y bien apoyado registro central, desde el que afrontaba con solvencia las bajadas constantes a la zona grave y algunos ascensos exigentes. La Hernández los hace todo muy fácil y canta con la seguridad que le proporciona su imponente instrumento. Llenó toda la sala con sus armónicos y una voz esmaltada y voluminosa. Tal vez la dicción fuera su talón de Aquiles, ya que en la interpretación estuvo también a gran altura, con un personaje dramático e intenso, que llegó al público de manera convincente.

A la réplica estuvo Jorge de León. Le hemos visto mejor que otras veces, con un muy apreciable volumen que reforzaba ese esmalte tan característico y que tanto nos agrada. Su fraseo es extraordinario y también su gusto en la interpretación. Su Lázaro tuvo la nobleza e ingenuidad que el personaje requiere. Junto a Saioa Hernández interpretaron sus dos dúos del segundo y tercer acto entusiasmando al público.

Rubén Amoretti dio vida al fanfarrón Sargento Rojas, otro pretendiente de Dolores. Fue el único personaje cómico en una obra con tantos tintes dramáticos. No estamos acostumbrados a ver a Rubén Amoretti interpretando un personaje tan divertido y no lo hace mal. Notamos su voz un tanto apagada, no tan rotunda, pero esto no le impidió un fraseo con un marcado y simpático acento andaluz, sobre todo en la interpretación de la soleá.

José Antonio López presentó un Melchor acertadamente agresivo, casi violento. Reforzado por unos graves incisivos y potentes. Se desenvolvió bien por el escenario y daba auténtico miedo.

El rol de Patricio estuvo a cargo de Gerardo Bullón, que bordó el papel de adinerado pusilánime, elegante y efectivo. Muy buena interpretación con un toque muy ajustado de humor.

La Gaspara, de María Luisa Corbacho estuvo a la altura del reparto, su voz profunda dotó de carácter y presencia a la dueña del mesón.

Una partitura como esta, con tres actos de gran densidad y 11 escenas, que García Calvo ha comparado en estructura con cualquiera de la tetralogía wagneriana, no resulta fácil de interpretar. Se requiere una gran capacidad de concentración. Aquí es donde entra el trabajo del director, que ha sacado petróleo de la Orquesta Titular del Teatro, con algunos momentos muy inspirados.

La escenografía de Amelia Ochandiano y Ricardo Sánchez Cuerda es sencilla, pero llena de detalles que le dan personalidad y la actualizan. Comienza con tres acróbatas que aparecen en escena sobre los gigantes con su silenciosa danza y que aparecen de nuevo al inicio del tercer acto. Durante toda la obra, los cabezudos aportan el aire local junto a la jota, magníficamente interpretada por Juan Noval Moro.

Junto a la jota, los bailarines, dirigidos y encabezados por el coreógrafo Miguel Ángel Berna, fueron uno de los grandes triunfadores de la noche y los más aplaudidos tras su actuación por un público entusiasmado.

Todo envuelto en la iluminación de Juan Gómez Cornejo, creando una atmósfera romántica y a veces inquietante, que señala y realza cada cuadro de la escenografía. Acentuado por los estupendo y adecuados figurines de Jesús Ruiz.

Un acierto y un acontecimiento esta Dolores en el año de Tomás Bretón.

Texto: Paloma Sanz
Fotografías: Elena del Real